jueves, 28 de marzo de 2013

Testimoniemos una Iglesia que lava los pies a los demas

En la última noche, antes de su muerte, Jesús lava los pies a sus discípulos: “…se levanta de la mesa, se quita sus vestidos, y tomando una toalla, se la ciño. Luego echa agua en un platón y se puso a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido” (Jn 4-5).

 Este pasaje del evangelio tiene varios significados. Son varias las enseñanzas que podemos sacar del mismo. Las sagradas escrituras ya nos dicen que Jesús se hizo hombre; se hizo uno de nosotros y uno con nosotros. El se abaja y se acerca para lavar los pies del hombre caído. Allí donde el hombre se ensucia, donde él experimenta en persona y a diario su ser terrenal, allí lo limpia Jesús, y lo toca de manera amorosa, de manera delicada, con cuidado. Jesús lava por completo la suciedad del hombre: “el que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio” (Jn 13,10).

 Las palabras de Jesús tienen fuerza limpiadora: “ustedes están ya limpios gracias a la palabra que les he dicho” (Jn 15,3). La obra de Jesús es para los discípulos como un baño, a través de sus palabras y de los milagros que hizo ellos quedaron limpios. Pero aquí lo que llama la atención es que Jesús les lava solo los pies, ¿Por qué? Podríamos decir que para que ese baño fuera perfeccionado, solo le faltaba eso, lavarles los pies a sus discípulos. Mientras los discípulos de Jesús estén en el mundo siempre se ensuciarán los pies una y otra vez, y para que puedan entrar en la casa del Padre es necesario lavarse los pies. Podríamos decir también que la muerte de Jesús en la cruz es el gran acontecimiento por el cual se da este lavado. En la cruz Jesús toca a la gente en sus lugares más heridos. La muerte es la herida de la cual el hombre no se puede defender. Jesús, con su muerte en la cruz, cura al hombre de la herida de muerte.

Para el evangelista Juan, Jesús en la cruz es el médico herido. Mirar a Jesús muerto en la cruz, sana todas nuestras heridas. Jesús es la imagen original de una nueva actitud, se muestra ante sus discípulos como el que no le lava la cabeza a los otros, sino sus pies; el que no pisa al otro, sino el que se humilla para tocarle el sitio herido y curarlo.

 En estos días, el Papa Francisco ha pedido que quiere “una Iglesia pobre para los pobres”. Hay que decir que este deseo del Papa no es una novedad, sino más bien que nos recuerda aquellas palabras de Jesús al inicio de su misión, citando un pasaje del profeta Isaías: “el espíritu del Señor está sobre mí, me ha ungido para anunciar a los pobres la buena nueva…” (Lc 4,18). Decimos también que esta intención de Jesús no es excluyente, sino más bien incluyente. La buena noticia del evangelio es para todos, sobre todo, para aquel que lo quiera recibir y ponerlo en práctica: “…vayan por todo el mundo y proclamen la buena nueva a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvara; el que no crea, se condenara”. (Mc 16,15).

Esta es la Iglesia que nuestro pastor universal quiere que testimoniemos. Una Iglesia humilde, sencilla; una Iglesia que salga al encuentro de todos, principalmente, de los más necesitados. Una Iglesia que sea capaz de llevar la buena noticia del evangelio a tantas personas que están marginadas, oprimidas, enfermas. Una Iglesia que salga al encuentro de las gentes en los diferentes caminos de vida de los hombres y mujeres. Una Iglesia que sea verdadera luz y sal para una humanidad cada vez mas descarriada y hundida en la oscuridad de su pecado. Una Iglesia que sea testimonio de unidad en una humanidad que cada día más se debate entre el odio, la envida, las guerras, divisiones de todo tipo. Una Iglesia que testimonie el amor de Cristo en todas sus consecuencias: que sea capaz de orar por los que le persiguen, de rezar por los que le maldicen. Pero para poder lograr esto, es necesario asumir la cruz de Cristo; porque si no, la “cosa no va” (Papa Francisco). Una Iglesia que no quiera abandonar la cruz de Cristo para que no caiga en las comodidades de este mundo; una Iglesia que sea testimonio viviente del evangelio… En fin, una Iglesia que lave los pies de todos.

Jesús es el hombre lleno del Espíritu de Dios. Con su agua fresca nos baña y refresca, revive y limpia. Este Espíritu Cristo se lo dejó a su Iglesia y es el que la mantiene viva y en frescura. Es el agua que cuando cae del cielo no vuelve allá sin que haya empapado de su gracia y vida los corazones de cada hombre y mujer.

Bendiciones.

Benedicto XVI, ¿Papa emérito u Obispo emérito?


Es mucho lo que se ha debatido sobre cómo es que se le va a llamar a Benedicto XVI, si “Papa emérito u obispo emérito”; si se le seguirá llamando su santidad, etc. Estas fueron de las preguntas que se le dirigieron al encargado de la sala de prensa del Vaticano P. Federico Lombardi en una de las ruedas de prensa que ofreció en los días previos a la celebración del cónclave donde fue elegido el Papa Francisco.

 

Cabe resaltar que se podría decir que el llamar a Benedicto XVI “Papa emérito”, surge de una forma muy poco formal. Esto es a consecuencia de que al Benedicto XVI anunciar su renuncia al ministerio petrino supone crear o definir algunos términos ya que, una situación como esta no había pasado en más de seiscientos años y el Papa que dimitió no se le aplicó ningún nombramiento o título para referirse a él. Todo esto es novedoso: el tener que definir la forma de llamarlo, la forma de vestirse, su función o papel de ahora en adelante, etc.

 

El término “Papa emérito”, según el padre Lombardi, fue sugerido por el secretario personal de Benedicto XVI. En principio fue o es una idea buena; aunque hay que saber que no fue sugerida por ninguna autoridad del Vaticano. Esta es una situación que ni el Derecho Canónico prevé. Hay que tener en cuenta que el actual conjunto de leyes canónicas eclesial es de 1983. Aquí entonces hay que consultar a los más connotados canonistas, uno de los más importantes es el decano de Derecho Canónico de la Universidad Gregoriana P. Girlanda. Este sacerdote señalaba que canónicamente es un error referirse a Benedicto XVI como “Papa emérito”. El explica que desde el punto de vista teológico y canónico no pueden existir dos Papas, por más que el anterior sea llamado “emérito”. Su argumento es que “el pontificado no es un sacramento; el pontificado no imprime carácter”, como sí lo es el orden sacerdotal en sus diferentes grados (obispo, presbítero y diácono); y por lo tanto el que es ordenado en uno de estos tres grados lo será hasta la eternidad.

 

Siendo esto así, el único vicario de Cristo aquí en la tierra es el Papa actual, Francisco. Lo que puede suceder con todo esto es que puede llevar a la confusión a muchas gentes. Seguro es que Benedicto XVI no quiere ni va a competir con esto que acabamos de decir. A Benedicto XVI lo que menos le interesa es entrar en esta discusión superflua; tanto es así, que él mismo se fue al anonimato a seguir rezando a Dios y seguir acompañando a la Iglesia de Cristo por medio de esta vida intensa de oración.

 

Cada Papa es, en su momento, el vicario de Cristo. Benedicto XVI lo fue en su momento; ahora le toca al Papa Francisco. El Papa es la máxima autoridad de la Iglesia católica. Puede sonar un poco drástico la siguiente afirmación, pero Benedicto XVI no tiene ya ningún papel de relevancia dentro en las decisiones de la Iglesia. El ya está retirado. Claro que esto no quiere decir que en momentos o circunstancias especiales se le pueda consultar para algo. Pero cada Papa es autónomo en sus decisiones. El Papa tiene su consejo al cual le pide orientación y opinión en los asuntos eclesiales, que es el Colegio Cardenalicio.

 

A todo lo anterior dicho, el título que sí le corresponde a Benedicto XVI es el de “Obispo emérito de Roma”. Y esto sí que es una novedad  ya que, en más de seiscientos años esta situación no se presentaba en la Iglesia universal ni romana. De ahí que el Papa Francisco hasta ahora se haya dirigido a Benedicto XVI siempre con este título porque es el que le corresponde. Esto no se tiene que tomar ni pensar que es una actitud para disminuir o hacerlo menos o despreciar a Benedicto XVI. Somos testigos del profundo cariño, respeto y lealtad que el Papa Francisco le tributa a su predecesor.

 

Bendiciones.

 

miércoles, 27 de marzo de 2013

la mundanizacion de la Iglesia


 

“…Ustedes están en el mundo, pero no son del mundo”.

Este encabezado puede provocar al lector una serie de interrogantes y hasta sospechas sobre qué es lo que queremos decir con el mismo. Aquí no hay que confundirnos con esa enseñanza de Jesús sobre el papel y misión de su Iglesia en el mundo. Cuando hablamos de “mundanización de la iglesia” nos referimos a cómo están influyendo los criterios del mundo dentro de la Iglesia de Cristo.

 

Ya nos lo dijo el Papa Pablo VI en su encíclica Evangelii Nnuntiandi: “la Iglesia existe para evangelizar”. Y esta misión de la Iglesia, ella no lo ha olvidado. También es cierto que debe de tomar en cuenta los nuevos métodos y medios para llevar a cabo esta evangelización de las gentes; pensemos en los medios de comunicación social, por ejemplo. Esa es una realidad a la que la Iglesia, si quiere que la evangelización sea más efectiva, tiene, -y de hecho lo hace-, que tomar en cuenta para la efectividad de la evangelización. Esa nueva evangelización de la que ya nos hablaba Juan Pablo II.

 

Pero a lo que aquí nos referimos con el título de “mundanización de la iglesia”, son a aquellas actitudes y acciones que muchos cristianos católicos hemos asumido cuando asistimos al templo. Más específicamente, a la forma cómo nos preparamos para asistir a nuestros actos religiosos. Parece ser que nuestros templos han mermado mucho en cuanto a su sentido sagrado. El aspecto sagrado de nuestros templos ya no es el mismo que hace unos años atrás. Basta con que pensemos en como muchos vamos vestidos al templo. Nuestros templos parecen muchas veces más un club social que un templo. A veces parece que asistimos a una pasarela en vez de a un acto religioso, un acto de fe. Hay personas, en su mayoría jóvenes, pero también uno que otro adulto, que asisten al templo con una ropa poco adecuada al lugar y al momento. Claro que aquí no estamos diciendo que hay que asistir con un hábito religioso porque no lo son; pero si es necesario tomar en cuenta a qué es que se va a la iglesia. A la iglesia no se va a modelar ni a presumir nada material. Se va a celebrar la fe; a vivir la fe; practicar la fe; alimentar la fe en Dios; y esto conlleva el asumir ciertas actitudes tanto externas como internas.

 

Otro  elemento que distorsiona mucho nuestra celebración de fe en los templos es el uso del celular. Muchas personas que van a las iglesias parece como si estuvieran en una reunión cualquiera, una conferencia, una tertulia, etc. Es triste ver a tantos jóvenes, principalmente y también a adultos, como se hunden en el uso del celular cuando están en la misa o grupos de oración. Es para mí preocupante que cuando se hace conciencia de este proceder incorrecto, mucha gente se siente ofendida, regañada, y hasta maltratada por la observación que hace el sacerdote. Cuando en realidad lo que se ha hecho es eso, hacer conciencia a los fieles de que le den la importancia que ameritan nuestros actos religiosos. No es verdad que si una persona que va misa está pegada al celular va a tener una conversación íntima y personal con Dios porque, como dice el dicho popular, “se está en todo menos en misa”.  Me da la impresión de que nosotros lo que hemos hecho es llevar el mundo a la iglesia en vez de llevar la iglesia al mundo.

 

Bendiciones.

martes, 26 de marzo de 2013

¿Continuidad o Discontinuidad?


 
Han transcurrido apenas unos quince días desde que el Papa Francisco fue elegido sumo pontífice y tomó las riendas de la Iglesia. Son ya muchos los signos y acciones que ha asumido y que han ido mostrando cuál es la línea que va a seguir en su ministerio petrino o pontificado. A casi todos los que estamos al tanto de sus palabras y acciones, no nos ha dejado de sorprender esta manera novedosa de ejercer dicho ministerio. Desde que fue anunciada su elección y el hecho de haber renunciado a no usar la muceta (capa roja pontifical de tercio pelo bordada), el no uso de la cruz pectoral de oro sino la que siempre ha usado en su episcopado; el no uso de los zapatos rojos sino los que siempre ha usado (ya casi gastados); el haber cambiado la silla o trono papal desde donde se dirige a las gentes en sus audiencias, etc. Estas actitudes le han ido ganando mucha admiración y respeto porque se ha interpretado que son signos de lo que debe ser el pastor universal de los católicos. Hay que destacar que estas actitudes de nuestro Papa Francisco, no son poses publicitarias, sino que son las actitudes que siempre ha asumido a lo largo de ministerio sacerdotal. Esa cercanía que muestra con la gente, no es una novedad porque siempre lo ha asumido en su vida y ministerio sacerdotal. Siempre ha sido un hombre cercano a la gente; un hombre de pueblo y del pueblo. Y ahora, es un Papa de pueblo y del pueblo. Sigue siendo un ejemplo a seguir, no solo para los cristianos católicos, sino para todos los hombres y mujeres de buen corazón.

Sin embargo, esto no ha impedido que vengan las comparaciones entre el Papa Francisco y el obispo emérito de Roma Benedicto XVI. Hay quienes han afirmado que con el Papa Francisco se han roto todos los moldes del pontificado. Y también hay quienes siguen esperando que encabece la tan anhelada reforma eclesial que el mundo espera, como si fuera esta el culmen o consagración de su pontificado. Hay quienes han procurado poner en contra una persona y otra; un pontífice y otro. Y eso no es así. Quienes hacen o procuran esto, en verdad no se han dado cuenta de que más que discontinuidad entre ambos pontífices, lo que sí hay es continuidad.  En estos días se ha dado un encuentro fraternal entre estos dos “hermanos”. Este encuentro no ha sido entre un conservador y otro progresista, sino entre dos servidores de la Iglesia. No ha sido un encuentro entre un joven y un anciano. Recordemos que el Papa Benedicto XVI tenía la misma edad que su sucesor cuando fue elegido Papa. El encuentro entre estos dos “hermanos”, ha quedado grabado para la historia.

La verdadera continuidad entre Benedicto XVI y Francisco, radica en la humildad, la conciencia de que la Iglesia es guiada por Cristo, el no protagonismo del Papa. Recordemos las palabras de Benedicto XVI a raíz de su elección: “el Papa debe hacer resplandecer la luz de Cristo, no la propia luz”. Francisco, al reunirse con los periodistas dijo que el “verdadero protagonista es Cristo; no el Papa”. Ambos han manifestado sensibilidad ante el cuidado de la creación, cuyo centro es el hombre; y la defensa del ambiente.

No podemos negar que entre estos dos “hermanos” hay un gran aprecio recíproco y profunda comunión. Cuando Francisco le entregó la imagen de la Virgen de la humildad a Benedicto XVI, sus palabras fueron “pensé en usted, porque durante su pontificado nos ha dado muchos ejemplos de humildad y ternura”. No hay dudas de que tenemos que reconocer que justamente es la humildad una de las características más fuertes que ambos comparten.

No son ellos los protagonistas; y más bien la tarea de la Iglesia es la de reflejar una luz que no es propia, sino la luz de Cristo.

 Bendiciones.

El camino del amor cristiano


La encíclica del papa Benedicto XVI “Dios es amor”, comienza con este pasaje de la carta de san Juan “Dios es amor, quien permanece en el amor habita en Dios y Dios habita en él”. Estas palabras de la carta de san Juan expresan con singular claridad el centro de la fe cristiana, la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente visión del hombre y de su camino.
El camino de todo cristiano esta en amar a Dios y servir a los hermanos en el amor y la misericordia, especialmente con los más necesitados, como hizo Jesús.

  La parábola del buen samaritano Lc 10, 29-37; cuenta como solo este hombre, que no era bien visto por los judíos ayuda a un hombre que había sido asaltado y golpeado en el camino y que había sido ignorado por un sacerdote y un levita que pasaron delante de  él sin atenderlo, por considerar que el contacto con su sangre podía contaminarlos.

  La parábola debe inducirnos a transformar nuestra mentalidad según la lógica de Cristo, que es la lógica de la caridad: Dios es amor, y darle culto significa servir a los hermanos con amor sincero y generoso.
  Este relato evangélico ofrece el “criterio de medida”, es decir, la universalidad del amor que se dirige hacia el necesitado encontrado en “cualquier caso”, “quien quiera que sea”. Junto a esta regla universal, aparece una exigencia específicamente eclesial: que “en la iglesia misma, en cuanto familia, ningún miembro sufra por necesidad”. El camino del cristiano, aprendido de la enseñanza de Jesús, es “tener un corazón que ve” donde hay necesidad de amor y actuará de manera consecuente”.

En esta parábola, Jesús subraya la importancia primordial del mandamiento del amor y nos invita a practicar la misericordia con nuestro prójimo.
  En algunos textos de las cartas del apóstol san Pablo, nos presenta un lineamiento de lo que el Señor nos pide a todos los que queremos caminar con él. Nos presenta todo un programa de la vida cristiana: el amor (Rm 12, 9-21).

Algunos de estos rasgos del amor cristiano son:

Que el amor sea sincero.
  La virtud de la sinceridad significa abrir el corazón. No ocultar nada, claro dejándonos orientar por la discrecionalidad, la capacidad de acogida que el otro tenga, la confiabilidad que el otro me ofrece. No es conveniente que yo le abra el corazón al primero que se me cruce en el camino. Sería una imprudencia de mi parte revelar a otro o a otros situaciones personales que yo u otro esté viviendo.

 Aborrezcan el mal y procuren todo lo bueno.
  El que ama siempre buscara el bien del otro y evitara el mal. En el pasaje de Lc 11, 13 leemos “si ustedes, que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos,  ¡Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan”.

Amar es evitar a toda costa el mal y desear siempre el bien del que yo amo.

Que entre ustedes el amor fraterno sea verdadero cariño y adelántense al otro con respeto mutuo.
  El que ama de verdad no se le permite la farsa, hacer las cosas para quedar bien ante el otro. Que el otro sienta que lo quiero como él es, nunca por lastima.

  En la carta a los Gal 6, 2 leemos “tenemos que ayudarnos mutuamente a llevar las cargas de los otros”; tenemos que aprender a rechazar las tentaciones egoístas que continuamente nos acechan y engendran competitividad y envidias.
Adelantarnos.

  Cuando yo amo no me hago del rogar para prestar un servicio al que yo amo o me pide un servicio. Estoy presto, si está en mis posibilidades hacerlo. La Virgen María es un hermoso ejemplo de ese adelantarse cuando el ángel Gabriel le dice que su prima Isabel está en su sexto mes. ¿Qué hace ella? Sale corriendo a servir a su prima, que es de edad avanzada y que requiere de su atención. Por lo tanto saber adelantarse es una cualidad de delicadeza espiritual.
  Que incomodo es cuando hay que rogarle a alguien que nos haga un servicio. A veces tendremos que renunciar a lo que nos agrada a favor de los hermanos. ¿Cuántas veces esto nos ha pasado en nuestros hogares, aquí en san pablo?

Sean diligentes y no flojos.
  El amor exige trabajo, ser eficientes, creativos, agilizar el paso. Hacer las cosas de buena manera y no de cualquier manera sino con calidad. No postergar lo que se nos ha pedido realizar a favor de los demás. No hay tiempo que perder. La flojera, el descuido no puede apoderarse de nosotros.

Sean fervorosos en el espíritu y sirvan al señor.
  El espíritu santo es dinamizador de nuestras vidas, nos recrea, nos ilumina, nos fortalece, nos empuja que nuestras relaciones de amor fraterno sean autenticas y nos transforme en testigos y misioneros del amor de dios entre los hermanos. Por lo tanto quien ame de verdad debe darle un espacio al espíritu y pedirle que venga en su ayuda.

Sirvan al señor.
  Ese gran amor que recibimos de “aquel que nos amor primero”, no puede quedar encerrado en nosotros es menester comunicarlo. Santa Teresa de Ávila, dirá en forma muy simple “amor saca amor” es decir, si amas te amaran. Y en cursillos se nos dice “la medida del amor es amar sin medida”; mi amor al Señor deberá traducirse en al amor al prójimo. Juan pablo II dijo “hay que capacitarse para sentir al hermano como alguien que me pertenece para compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad.

Tengan esperanzas y sean alegres.
  En 1Pe 3, 15 leemos “que hay que estar dispuestos a dar razón de nuestra fe a quien nos la pidiera”. En un mundo que tiende a perder la esperanza nosotros somos los que vivimos en la esperanza. Necesitamos tener esperanzas –más grandes o más pequeñas- que día a día nos mantengan en el camino. Cuando ya nadie me escucha Dios si me escucha. Los obispos en Aparecida nos dicen que “la presencia de Cristo abre caminos de esperanzas (Apda. 119) y donde hay esperanza está Dios. Quien ama debe liberarse del cansancio, de la desilusión, de acomodarnos al ambiente; esperamos una manifestación del señor que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza (Apda. 362).

Alegres.
  Nuestra alegría se basa en el amor del Padre, en la participación en el Misterio Pascual de Jesucristo quien , por el Espíritu Santo, nos hace pasar de la muerte a la vida, de la tristeza al gozo, del absurdo al hondo sentido de la existencia, del desaliento a la esperanza que no defrauda.

Sean pacientes en las pruebas.
  Pruebas las vamos a tener todos sin excepción. Y estas son de todo tipo: afectivas, económicas, relacionales, existenciales, sociales, conyugales, laborales, etc. Lo importante es saberlas enfrentar. Además estas pruebas, que son las crisis nos hacen crecer. El dolor, la incomprensión incluso las persecuciones nos ayudan a madurar, a ver la vida con otros ojos. La caridad, nos dice san Pablo, todo lo alcanza también el superar las pruebas.

Oren sin cesar.
  El gran camino para superar las dificultades y vivir en comunión es la oración y de la unión con Dios. Es el Espíritu el que infunde en nuestros corazones la caridad del Padre (Rm 5,5). La oración nos ayuda a convertirnos a Cristo, fuente verdadera de nuestra comunión.

Compartan con los hermanos necesitados.
  Con Juan Pablo II hay que decir “es la hora de una nueva imaginación de la caridad, que promueva no tanto y no solo la eficacia de las ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para que el gesto de ayuda sea sentido no como limosna humillante sino como un compartir fraterno. La caridad de las obras corrobora la caridad de las palabras (TME no. 50).

 

El servidor es un animador

  La animación en el grupo de oración no comprende, ni es, lo principal, es que se desarrolle en un ambiente de gozo, saber armonizar con el recogimiento, el respeto a la palabra y a la presencia de Dios. Se trata de un servicio privilegiado de la unidad del grupo en el Espíritu; el ambiente de paz que favorece la actuación del mismo Espíritu.
  Esta misión no es fácil y por eso, es necesario que los servidores invoquen la asistencia del Espíritu para que conceda la gracia de permitir glorificar a Dios profundamente.
  La animación tiene por objeto formar con los servidores un grupo con un corazón ardiente, encargado de inflamar toda la reunión en el amor y el gozo de Dios. Deben tener una clara visión de la finalidad del grupo de oración reunido en el nombre del Señor.
  Se trata de tener una experiencia comunitaria de Jesús y de convertirla en vida y en irradiación hacia los demás.
  El animador está allí también para velar por la unidad en la diversidad del grupo.
  Quizá el animador caiga en cuenta de que hay un núcleo, relativamente numeroso de personas en la que se advierte cierta pesadez, pereza, desinterés…el animador puede despertarlo, leyendo lenta y repetidamente un pasaje de la Escritura, pero oportuno para el caso.
  La oración, el buen uso de los talentos naturales, la asistencia del Espíritu, ayudará  a discernir el momento de la intervención  del animador para colaborar con el Espíritu que desea suscitarlo.

 
El animador despojado de sí: penetrado en la caridad

Jesús quiere penetrar más y más en nosotros, el gran obstáculo es nuestro “egoísmo”  . En la medida en que no “vaciemos” de nosotros, entrará Él y cenará con nosotros, nos llenará se sí.
  Esta actitud exige una pobreza espiritual, abandonarnos a la voluntad de Dios, estar disponibles  a recibir la oración  de nuestros hermanos.                      

 

¿Estado laico o separación Iglesia-Estado?

Son muchas las voces y opiniones que escuchamos decir que el Estado Dominicano debe de estar separado de la Iglesia. Pero, ¿no es esto así? ¿Qué injerencia tiene la Iglesia en el Estado Dominicano en sus decisiones? Cuando el Estado Dominicano decide establecer, por ejemplo, relaciones con otro estado o cualquier institución que considere deba de hacerlo,  ¿le pregunta a la Iglesia o a los obispos acerca de la conveniencia o no de ellas? NO. 

  No caben dudas de que este ha sido un argumento o  excusas que han enarbolado muchos grupos en la sociedad (feministas, grupos de presión homosexual, abortistas, cristianófobos,  grupos anticatólicos),  para querer justificar lo que no existe. Hay quienes afirman que esta separación “reconoce el derecho a la celebración del culto”, reduciéndola así a su mínima expresión. Lo cierto es que, por separación Iglesia y Estado, los católicos no tendríamos derecho a participar en el ámbito público proponiendo legislaciones, como pueden ser por ejemplo: defender el derecho a la vida contra el aborto; defender el derecho del verdadero matrimonio contra el matrimonio homosexual, etc.

  La separación Iglesia-Estado es un logro del cristianismo, que se inspira en las palabras del mismo Cristo “dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios” (Mc 12,17). En los países islámicos esta separación no existe; en otros el estado es totalmente opresivo de la religión, como en China; otros son marginadores de la religión, como Japón.

  La separación Iglesia-Estado, supone sí la separación entre estas dos, pero no supone “separación entre Iglesia y sociedad”, que es lo quieren implicar estos grupos anticatólicos y cristianófobos. No quieren que los católicos participemos en el debate de la sociedad. Pero resulta que los católicos estamos insertos en la sociedad, la Iglesia forma parte de la sociedad. La Iglesia católica lleva sobre sus hombros una gran carga del trabajo de justicia social, incluso hasta pagando impuestos en muchas sociedades. Estos grupos  quieren hacer ver que lo que la Iglesia reclama, promueve y defiende es antidemocrático. Pero la Iglesia reconoce el derecho de estos grupos a opinar e intervenir en el ámbito público, y este derecho a la Iglesia no se lo quieren reconocer. Ellos alegan que la Iglesia “contamina” las cosas con su visión religiosa de las realidades humanas, queriendo así dar la impresión que nuestras convicciones religiosas y de enseñanza cristiana fueran menos racionales y menos merecedoras de atención que sus ideas.

  Así, sacan este argumento de separación Iglesia-Estado y esto ha provocado que muchos católicos nos autocensuremos. Pero tenemos que preguntarnos  ¿Por qué los cristianos católicos no aceptamos este tipo de leyes? Pues porque son inmorales y abusivas; porque ponen los derechos en manos de los que tienen el poder. El verdadero estado laico no excluye la religión. Sí hay que luchar contra el “laicismo”, que busca eliminar toda manifestación religiosa en la sociedad. El pensamiento laico se desarrolla de manera racional y no excluye la dimensión religiosa ni sobrenatural. El estado laico es garante de la autentica libertad religiosa. ¿Debemos de aceptar que el estado sea laico? SÍ. ¿Debemos de aceptar un Estado laicista, que quiera suprimir toda participación, manifestación o libertad  religiosa? NO.

  Los católicos somos personas y tenemos derechos que la ley reconoce. No se trata de pedir privilegios, pero sí pedir lo que legítimamente nos corresponde. Mas si se esta legislando en algo que nos afecta, debemos y tenemos algo qué decir.

  La flojedad de quienes pueden hacer el bien, permite que los malos gobiernos, y movimientos sociales que no nos representan, impongan leyes que después obedeceremos, y que el derecho positivo transforma en normas jurídicas que se convierten en rectores de lo que se presume es bueno o malo. Como decía Albert Einstein: “la vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”.

 

P. Robert Brisman.

 

Francisco, ¿un Papa "solo" para la Iglesia?

  Todavía no salimos del asombro y la sorpresa que estamos siendo testigos de las palabras y acciones de nuestro recién elegido Papa Francisco. Si no a todos, pero sí a una gran parte de la humanidad, nos sigue provocando un sin número de comentarios las pocas intervenciones que nuestro pastor universal ha tenido desde el pasado día 13, cuando fue elegido sucesor del apóstol Pedro. En tan poco días después de su elección estamos descubriendo cual será el norte de su pontificado y el que nosotros, sus ovejas aquí en la tierra, debemos de seguir y acompañarle; porque un pastor no es pastor sin no tiene un rebaño que cuidar y guiar.

  No han dejado de surgir tantos y tantos comentarios con respecto a su persona y a su elección. Como ya sabemos, desde el anuncio de su elección y presentación en el balcón del vaticano, se le han endilgado un sin número de acusaciones y señalamientos nada más que basados en la mentira. Mentiras estas que se han ido derrumbando con el mismo ímpetu que han ido apareciendo en la palestra pública.

  Muchos de los que hacen opinión pública, muchos de ellos creyentes y no creyentes, indiferentes, de otras confesiones religiosas, etc.; no han perdido la oportunidad para seguir diciendo cuantas barbaridades se les viene a la mente. Se les nota que no tienen ni guardan la más mínima profesionalidad ética en el oficio del periodismo. El Papa acaba de decir que “el trabajo periodístico implica una atención especial de respeto a la verdad, bondad y belleza”. Quieren hacer de todo un espectáculo. Porque para muchos eso fue como tomaron el cónclave para la elección del Papa, como si fuera un espectáculo más.

  Mucho se ha hablado y se sigue hablando de que el recién elegido Papa Francisco, ahora sí es el que va a poner a la Iglesia, -sobre todo la Iglesia jerárquica-, en su sitio. Es el que va a trabajar en las grandes y profundas reformas que necesita la curia vaticana. Es el que le va a enseñar a los jerarcas católicos cuál es el verdadero sentido del evangelio y que sean verdaderos testigos de Cristo en el mundo. Es el que va a conducir a la Iglesia a ser una Iglesia más cercana a los pobres. Es el que va a poner a tono con los tiempos modernos una Iglesia “atrasada”: que a lo mejor “rescatará” el verdadero papel de la mujer dentro de ella; es el que cambiará el pensamiento o línea de la enseñanza sobre el aborto, el matrimonio sacramental de los homosexuales, la enseñanza sobre los divorciados vueltos a casar, el celibato sacerdotal, etc. Hay que entender que el Papa podrá cambiar lo que se pueda cambiar; pero la enseñanza moral del evangelio y la tradición de la Iglesia, es inmutable. Y lo es porque la Iglesia es depositaria de esa enseñanza, no su inventora; y el Papa es el fiel custodio y promotor de que así siga siendo. Los Papas no tienen autoridad para “reinventar o reescribir” el evangelio. La doctrina y la moral han sido dadas a la Iglesia por Cristo.

  Bueno, todo aquel que esté pensando que el Papa Francisco será el Papa que cambiará el evangelio; que será el Papa que romperá con la enseñanza y tradición de más dos mil años de la Iglesia católica…le recomiendo que busque de las mejores sillas que existen para que se siente y no se vaya a cansar esperando lo que no va a llegar. Estos periodistas no saben ni se han dado cuenta de que estos temas no están en discusión dentro de la Iglesia. La Iglesia ha transmitido su enseñanza al respecto y aquel que no quiera asumirla en su caminar de fe, tiene todo el derecho a buscar otro camino; como también aquel que esté convencido de que esta es la enseñanza que tiene que seguir, aunque duela, encontrará su salvación. Ya hemos dicho que la Iglesia es “depositaria” del evangelio, no su inventora. Cristo no vino a acomodarnos las cosas ni a decirnos que todo lo que hacemos está bien. El Papa Francisco ha dado señales, desde su trabajo pastoral en la Argentina como hasta ahora, en las pocas intervenciones que ha tenido de cuál es la línea de pensamiento y trabajo pastoral-eclesial que va a seguir. El ha sido muy claro en recordarnos que la Iglesia no es suya, sino de Cristo. Cristo es el que va marcando el camino a seguir por inspiración del Espíritu Santo. Además, los que hablan de estas cosas en realidad demuestran que no conocen al Papa Francisco.

  En su reciente audiencia con los medios de comunicación en la sala Pablo VI, el Papa dijo que “tuvo la inspiración de elegir el nombre de Francisco en honor a san Francisco de Asís, “hombre símbolo de la paz y de la relación positiva con lo creado”. ¿Qué le dice el Papa Francisco a la Iglesia? Nos recuerda ese deseo profundo de Cristo cuando éste mandó a sus discípulos a anunciar la buena noticia recordándoles que debían de ser hombres de paz; que cuando entraran a una casa que su saludo sea “la paz a esta casa, y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos su paz. Y si no, ese deseo volverá a ustedes” (Lc 10,5-7). Pero el mismo Jesús, después de su resurrección cuando se les aparecía a los discípulos, sus primeras palabras eran “la paz sea con ustedes”. La paz no es ausencia de guerra ni de conflictos. La paz tenemos que vivirla y experimentarla tal como Cristo mismo nos la transmitió: como un don, un regalo; que nace en lo más profundo de nuestro interior, de nuestro corazón; paz en medio de la tormenta, –dice la canción.

Pero, ¿esta paz es sólo para la Iglesia? ¿Qué pasa con la paz en el mundo? ¿El mundo no necesita paz también? San Francisco de Asís es el santo de la paz. El Papa Francisco es el Papa de la paz. Pero esta paz también tiene que ser anhelo del mundo. El mundo cada día más se enfrasca en una nueva guerra. El mundo no sabe ni quiere dialogar. Todo lo quiere hacer por medio de la fuerza de las armas, de las bombas nucleares, etc. Las sociedades no quieren dialogar. Todos quieren imponer. Los gobiernos nos imponen a los  pueblos sus propios criterios sin tomar en cuenta el parecer de los pueblos; muchos son comerciantes de la verdad, la venden al mejor postor; como ejemplo  pensemos en la imposición que se está dando en muchas sociedades con la “nueva ideología de género”, ¿a base de qué estas se imponen? Y todo porque se quiere estar a tono con la modernidad. Muchos sabemos qué es lo que se mueve detrás de esos grupos e instituciones para poder lograr esas aberraciones en las sociedades, y algunas de ellas en donde la Iglesia católica tiene una fuerte presencia.

  El mundo es creación de Dios. Todo cuanto existe viene de la mano de Dios; y Dios puso en nuestras manos la creación. Pero, ¿Qué hemos hecho con la creación? ¿Cómo nos hemos portado hacia ella? ¿Qué tiene que decir el mundo al respecto? ¿Qué tienen que decir las sociedades a esto? Sabemos muy bien de cómo está avanzando el deterioro ecológico mundial. Sabemos del famoso calentamiento global, que  es causa del abuso que los humanos hemos hecho de ese “señorío” mal entendido. Pero, pensemos cómo nos comportamos nosotros en nuestras sociedades. Nosotros poco o nada contribuimos al cuidado de nuestro medio ambiente. Fijémonos qué actitudes asumimos en el mal trato al medio ambiente cuando tiramos basura a las calles o donde sea. Miremos ahora lo que está sucediendo con el agua, cómo la desperdiciamos; bien dicen los expertos que dentro de unos años más la gran riqueza por la que la humanidad se peleará será por el agua, porque ese recurso natural y vital se está agotando, ¿y quién es el culpable? ¿La Iglesia? ¿El Papa? ¿Los obispos, cardenales, sacerdotes, diáconos, etc.? No.

  El Papa Francisco quiere una “Iglesia pobre para los pobres”. Este es el gran reto nuestro ya que se funda en la misma enseñanza de Cristo, que “vino a anunciarles la buena noticia del evangelio a los pobres…” (Lc 4,18), Pero no “solo” a los pobres. Este no es un anuncio “excluyente” sino “incluyente”. Pero, ¿Qué dice el mundo al respecto de los pobres? ¿Es la Iglesia la culpable de que halla en el mundo tantos pobres y pobreza? ¿Es la Iglesia la causante o culpable de la tanta hambre de tantos seres humanos en el mundo? ¿Es la Iglesia la culpable de que se haya preferido aumentar el uso de las armas y no alimentar a tantos seres humanos hambrientos? En nuestra sociedad, ¿es la Iglesia la culpable de que haya tantos hombres y mujeres deambulando por nuestras calles pidiendo unos centavos para subsistir? ¿Qué tienen que decir los gobiernos al respecto? Si la Iglesia tuviera los recursos que tienen los estados, grandes obras haríamos en beneficio para la humanidad. Pero lamentablemente no es así. La Iglesia con lo poco que tiene hace importantes obras. Cierto que nunca serán suficientes, pero de brazos cruzados no está.

  El Papa ha invitado a todos esos detractores de la Iglesia, a esos que quisieran y quieren ver una Iglesia adecuada a los criterio del mundo, a que se acerquen más para conocer la naturaleza de la Iglesia, su camino y misión en el mundo; también con sus pecados. La Iglesia, como ninguna otra institución en el mundo, ha reconocido y pedido perdón por sus fallos y pecados, y esto la engrandece. El mundo, las sociedades no pueden actuar como Pilatos cuando estaba interrogando a Jesús sobre la procedencia de “su Reino”. El Reino de Cristo no  es de este mundo, porque si fuera de este mundo no podría sanar a un mundo que está enfermo por el pecado de todos sus habitantes. El mundo, los gobiernos, los empresarios, economistas, profesionales… hasta el más simple de los mortales, no pueden “lavarse las manos” y hacerse los desentendidos ante la problemática que nos aqueja en todos los estratos. La Iglesia, con el Papa a la cabeza, estamos comprometidos con hacer de este mundo un verdadero y sano lugar de convivencia pacífica y más humano. Pero esto no es tarea nada más nuestra. Es de todos los hombres y mujeres, creyentes y no creyentes.

 Por todo lo dicho anteriormente, -y falta más-, me atrevo a decir y asegurar que, el Papa Francisco no es sólo un Papa para la Iglesia, sino también un Papa para el mundo.

 

P. Robert Brisman

Habemus Papam

  No caben dudas de que en estos momentos estamos llenos de emociones encontradas por lo que ha sucedido en nuestra Santa y Madre Iglesia con la elección del sucesor del apóstol Pedro. Cuando vimos salir el humo blanco, que parecía que no estaba muy claro el color, hasta que siguió saliendo por la chimenea y al repique de las campanas, ya estábamos seguros de que los cardenales habían elegido al Papa.  Fueron minutos de emoción y a la vez de sana angustia y ansiedad por saber, oír el quien fue el elegido, de donde es y cuál sería el nombre que eligió para su pontificado. Si grande fue la emoción de los que pudimos ver ese momento histórico para nuestra amada Iglesia católica; no me imagino para los que estaban en la plaza de san Pedro esperando que el nuevo pontífice se asomara al balcón para oír sus primeras palabras y recibir su primera bendición apostólica a la ciudad y al mundo.

  Quiero compartir con ustedes algunas enseñanzas que he descubierto en este acto de presentación del nuevo pontífice tan sencillo. Lo primero es que, una vez más el Espíritu Santo nos da muestras de tener conciencia de quien es que guía a la Iglesia. Es decir, mientras todos o casi todos nos hacíamos una idea o teníamos nuestros pronósticos de quien podría ser el Papa, Cristo nos dijo a través de su Espíritu “no es el que ustedes quieren o piensan”; “es el que yo decida que es el que conviene a mi Iglesia”. Recordemos que, al igual que sucedió con los últimos papas, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI; ninguno de estos figuraban en las listas de posibles elegidos y sin embargo, fueron los que el Espíritu Santo en su momento inspiró. Este Papa, Francisco , nos dio muestras en esos pocos minutos y sencillas palabras, que es un hombre de una profunda espiritualidad. Un hombre que no le gusta la pompa ni el boato, que no le gusta las luces ni las cámaras.

  El nombre elegido para su pontificado nos lleva a recordar al santo Francisco de Asís. Un hombre que, aparte de haber renunciado a lo material y a la pompa, fue un hombre de una gran humildad y sencillez, pero de una férrea y fuerte enseñanza evangélica. Un hombre que hizo vida en su vida el evangelio.

   Un gran gesto de humildad fue su petición de pedir que oráramos por él y se inclinó para ello en una muestra de humildad y de saberse que él es “el siervo de los siervos”. El sabe que no ha sido elegido para ocupar un cargo de privilegios, sino un ministerio que el Señor le ha encomendado para que guie a su Iglesia hacia puerto seguro en medio de tantas turbulencias. Un hombre que se preocupa por la fraternidad y unidad de la Iglesia. Es un hombre que de seguro  seguirá asumiendo con fidelidad la proclamación y anuncio del evangelio de Cristo y será el fiel y custodio de la enseñanza de la Iglesia en la que ésta ha venido caminando desde su fundación hasta el día de hoy. No será un Papa que se congratulará con los criterios del mundo, sino que sabrá decirle al mundo, a la humanidad, que por el camino que quiere seguir avanzando, un camino sin Dios, es el equivocado. El sabe que no será una tarea fácil. Nosotros sabemos que no será una tarea fácil para los discípulos y discípulas de Cristo. El Papa Francisco es ya nuestro pastor universal, pero él no está solo.

  Dejemos que pasen los días y acompañemos a nuestro sumo pontífice en el camino que él acaba de iniciar al frente de la Iglesia de Cristo. Dejémonos guiar por sus enseñanzas, sus palabras y su testimonio de fe y vida porque todos vamos en la misma barca y hacia el mismo puerto. Ayudemos, oremos y trabajemos para que este acontecimiento que acabamos de vivir se prolongue a lo largo de nuestra vida personal y eclesial.

 Yo, desde aquí, hago votos de obediencia total y absoluta a mi pastor universal a sus enseñanzas porque sé y creo que será un “buen pastor” preocupado por las ovejas a él encomendadas.

 
Bendiciones.

Iglesia en movimiento... y otras cosas más

  El Papa Francisco, ha presidido la misa en la Capilla Sixtina con todos los cardenales electores y otros más y otras personas invitadas en acción de gracias por la conclusión de cónclave y lo todo lo que el Señor nos regaló a toda la cristiandad católica de manera especial, y también por su elección al ministerio petrino. En la misa, el Papa dirigió unas breves palabras a todos los asistentes, no nada más a los cardenales; palabras que nos atañen también a toda la Iglesia; palabras estas que quiero compartir unas breves reflexiones con ustedes. El Papa hizo hincapié en cuatro palabras específicas. Las iré mencionando y añadiendo algunas ideas a las mismas como un aporte a una mayor profundización de parte de cada uno de nosotros.

  El Papa hizo referencia a las lecturas leídas en la misa y dijo que hay una palabra común que las une, esa es “movimiento”. La Iglesia siempre está en movimiento; no podemos quedarnos estáticos, fijos, parados. Si nos quedamos quietos corremos el riesgo de caer y acomodarnos y entonces será más difícil el levantarnos. Estar en movimiento implica también “renovación”. La Iglesia tiene que irse renovando; pero esta renovación no es como el mundo quiere que sea, sino como el Espíritu Santo manifieste, ilumine, inspire. Toda renovación viene inspirada por el Espíritu. No es una renovación según “nuestros criterios” o según lo que nosotros entendamos. Esta renovación no hay que entenderla como “ruptura” con el evangelio ni con la tradición eclesial de tantos siglos. De hacerlo así, tendríamos una Iglesia cualquiera menos la de Jesucristo. La Iglesia no puede traicionar su esencia.

  La segunda palabra a la que el Papa hizo referencia fue la de “camino”. Tenemos que seguir caminando. Es de todos conocido el estribillo de la canción del famoso cantautor español Joan Manuel Serrat  “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Aunque en el caso de la Iglesia sabemos que tenemos un camino marcado ya por el mismo Cristo; la Iglesia no está haciendo un camino o inventando un nuevo camino. La Iglesia tiene desde el principio el camino marcado por su fundador. “Cristo es el camino, la verdad y la vida”. Tenemos que seguir recorriendo ese camino sabiendo de que nos implica esfuerzo, perseverancia y sacrificio; un camino que no es todo él color de rosa o cubierto completamente por verdes pastos. En el camino vamos sintiendo cansancio, fatiga; a esto apuestan los enemigos de la Iglesia, a que sus miembros nos dejemos arropar por el cansancio y no queramos seguir avanzando. Pero ese camino no lo recorremos solos; Cristo va con nosotros, a nuestro lado; fue su promesa “estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20).

  La tercera palabra fue “construir, edificar”. La Iglesia no está terminada. Se va construyendo, se va realizando en el tiempo. Tuvo su inicio hace más de dos mil años y todavía sigue en construcción. Nosotros somos los obreros de tan grande empresa y Cristo es el arquitecto, es la piedra angular; la piedra que muchos han rechazado y siguen rechazando. Los cimientos de la Iglesia es la misma persona y palabra de Cristo, “..el que escucha mis palabras y las pone en práctica es como el hombre prudente que edifica su casa sobre roca…” Esa es la base sobre la cual se construye la Iglesia, nuestra vida, nuestras familias, etc.

  La cuarta palabra es “testimonio”. Todo esto no sirve de nada si no damos testimonio de Cristo. Para poder testimoniar a Cristo tenemos que cargar con la cruz tal y como el mismo Cristo nos lo dijo y nos dio testimonio. “Si la Iglesia no da testimonio de Cristo no pasará de ser una ONG piadosa,” -dijo el Papa-.

  No hay duda de que nuestro pastor universal sigue dándonos muestras de por dónde es que quiere conducir la Iglesia de Cristo. Ya nos ha empezado a marcar con claridad cual sigue siendo el reto que nos presenta el mundo en la actualidad. Tenemos que hacer de la Iglesia de Cristo un verdadero camino de santidad, de fraternidad, de comunión y de salvación. Mostrarle al mundo la alegría y el gozo que nos da el sabernos y experimentarnos como los verdaderos hijos e hijas de Dios.

Bendiciones.

Juan Pablo Duarte y la Independencia Nacional

 “…La selección del lema Dios, Patria y Libertad, que cifró los ideales de los trinitarios desde el 16 de julio de 1838, es la prueba más inequívoca de la fe profunda y de las metas muy altas de los patriotas.”

Han transcurrido unos días después de haber celebrado el bicentenario del natalicio de Juan Pablo Duarte. Para este fin se creó una comisión encabezada por nuestro Arzobispo Monseñor Nicolás De Jesús López Rodríguez con el objetivo de preparar y darle la importancia que amerita este acontecimiento, con toda una serie de actos para que esta fecha no pasara desapercibida por el pueblo dominicano. También es importante recordar que  nos encontramos caminando en lo que ya se conoce como “el mes de la patria”; fiesta ésta que comienza desde el 26 de enero y culmina el 27 de febrero, con la celebración de la fiesta de Independencia. 

  Aunque el nacimiento de Juan Pablo Duarte lo celebramos el pasado 26 de enero, no podemos olvidar que la celebración de nuestra Independencia está unida a su persona ya que fue el artífice principal de dicha gesta heroica y patriótica. Pero lo cierto es que son muchos los dominicanos y dominicanas que hasta el día de hoy no conocen en profundidad todo el legado patriótico y espiritual de nuestro prócer de la patria dominicana.

  Hay grupos que se han levantado en contra de los ideales de este gran hombre de la nación para negar aspectos esenciales de su vida, y sobre todo lo que tiene que ver con sus convicciones religiosas. Todo esto, ciertamente, tiene su intención, porque el querer negar estos valores en Duarte es con la intención de minimizar su gran aporte en este terreno. Hay quienes se están afanando en presentar a Juan Pablo Duarte como un “masón”, cuando sabemos que es todo lo contrario. Quienes intentan esto, en realidad no saben ni conocen las convicciones de Duarte y su experiencia de fe en el terreno religioso. La profunda fe religiosa de Duarte es algo que se hace evidente en toda su vida.

  Su entrega, su desinterés, generosidad, sensibilidad profunda ante el dolor ajeno. Su amor a la verdad, su caridad sin límites se pusieron de manifiesto en el curso de su vida. Duarte fue un hombre que hizo de cuanto don recibió de Dios un instrumento de servicio a los hombres. Un hombre en permanente comunicación, por los vínculos sutiles de la fe y el amor, con el Creador.

  Hay que recordar que Duarte constituyó la sociedad secreta La Trinitaria en la fiesta mariana de la Virgen del Carmen, el 16 de julio de 1838. Hizo del juramento trinitario un credo patriótico apoyado en dogmas inmutables de la doctrina católica. El escudo patrio ostentaría como símbolo de constructiva esperanza el libro sagrado de los evangelios y la bandera de la naciente república estaría centrada por la cruz, señal de redención. Por esto, tenemos  que ser conscientes de que la historia fundacional de la República Dominicana está cimentada sobre la base de la fe cristiana católica y esto no se puede borrar ni por decreto ni proyecto de reforma constitucional, ya que es parte del legado que nos dejaron nuestros próceres patrióticos, y de intentar hacerlo sería traicionar la memoria de nuestros independentistas. Tendríamos que volver a los inicios de la república para poder cambiarla y esto no se puede.

  Otro aspecto importante es que abundan en sus escritos las manifestaciones de esa fe cristiana y católica que él aprendió temprano en su hogar. Al redactar su proyecto de constitución de la República Dominicana, establece el siguiente principio: “la religión predominante en el estado deberá ser siempre la católica, Apostólica, sin perjuicio de la libertad de conciencia y tolerancia de cultos y de sociedad no contrarias a la moral pública y caridad evangélica”. Para Duarte la religión no fue una máscara de hipocresía ni envoltura de denigrante oportunismo. Fue código de vida y también recurso imponderable para trazar un futuro mejor para su patria.

  Como ya sabemos, a partir de este año se otorgará el 4% a la educación. Pero da la impresión de que con ese logro se termina la lucha por una mejor educación. Ahora debemos exigir que la educación cívica vuelva las escuelas. Hay muchas lagunas y desconocimiento de los ideales que forjaron nuestros hombres y mujeres patrióticos. Hoy en día, las acciones de nuestra identidad patria se circunscriben nada más a cantar el himno nacional en las escuelas y actos oficiales, pero no más de ahí. Hay que inculcarles a las presentes y futuras generaciones el amor por la patria y sus símbolos, el respeto por ellos.

  Por esto y otras cosas más, todo proyecto que signifique desarrollo humano tiene un denominador común que lo hace posible. Ese elemento es la educación. El problema fundamental de una nación subempleada, subalimentada e ignorante y en camino a organizarse institucionalmente en que vivimos es la educación. Ya el Papa Pablo VI dijo en su encíclica sobre el Progreso de los pueblos (Populorum Progresio): “el hambre de instrucción no es menos deprimente que el hambre de alimentos (no. 35).

  El 27 de febrero, fiesta significativa de la Independencia, debe serlo también de la libertad, de la dignidad nacional y del bienestar común de los hijos e hijas de esta tierra. Es el día obligado de acción de gracias a Dios por haber inspirado a los patriotas que en 1844 forjaron la nación dominicana y debe ser día de reflexión sobre nuestro presente y nuestro futuro.

 

   Somos lo que comenzamos a ser el 27 de febrero de 1844.”

 

         P. Robert Brisman

 

 

La renuncia del Papa Benedicto XVI y los medios de comunicación secular


“Examínenlo todo y quédense con lo bueno (1Tes 5,21)”

“Estén siempre dispuestos a dar razón de su esperanza a  todo el que se la pidiere (1Pe 3,15)”

 1.- leer el comunicado del aviso de la renuncia del Papa (consistorio ordinario, extraordinario y para crear cardenales). Con 120 cardenales o menos de los electores. Leer lo relacionado a los “motivos” que manifestó el Papa para su renuncia.
2.- lo que argumentan los medios seculares como “verdaderas causas” de la renuncia.
  a)      Se habla de la quiebra económica del Vaticano, que el Papa no aguantó (banco ambrosiano). El instituto para las obras religiosas (IOR) o banco vaticano. El IOR tiene en sus cuentas de ahorro aproximadamente 5,000,000,000 de euros comparado con el banco de Santander que tiene aproximadamente 1,200,000,000,000,000. El IOR tiene este dinero distribuido en 34,000 cuentas de ahorro (147,000 euros por congregación). Benedicto XVI quiso que el IOR formara parte de un grupo de bancos de “elite” (en sentido de transparencia). El papa encargo de este IOR a un seglar financista italiano llamado Ettore Gotti Tedeschi. No quiso que fuera un cardenal. Este financista tuvo muchos problemas al principio ya que el IOR no estaba completamente incluido en este grupo elite de bancos. Fue despedido porque los esfuerzos que había hecho no eran suficientes y también su conducta personal era errática y personalista. No fue por malos manejos, corrupción, de haber llevado al IOR a prácticas inmorales. Este instituto se maneja con número rojos siempre, ya que no tiene un presupuesto fijo para obras de ayudas en todo el mundo, sino que ayuda según vayan sucediendo los casos. Este instituto tiene que mantener el observartore romano, radio vaticano.

b)      Los tesoros del vaticano, museo vaticano (gratis los jueves). Tarjetas de crédito del vaticano.

 3.- hablar del famoso “lavado de dinero” que se acusa al banco vaticano o al mismo vaticano. Resumen.
4.- la realidad al interior del vaticano. Muestra de esto son los famosos “vatileaks”. ¿Cómo hizo el mayordomo para obtener los documentos?

  La Santa Sede creó una comisión de investigación para estos casos formada por tres cardenales.
5.- escándalos de abusos sexuales por parte de sacerdotes (estados unidos, Irlanda, bélgica).

 Estudio de la Conferencia Episcopal de USA.
Este estudio, la conferencia lo encargó al Colegio de justicia criminal John Jay de la universidad de New York. Entre los años 1950 a 2010. Los resultados fueron entregados y publicados en mayo del 2011. Consta de 152 páginas y 6 capítulos.
a)      El primer capítulo trata del contexto para el estudio de los abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos. Naturaleza y alcance de esta problemática...
b)      Comprensión del abuso sexual en la sociedad, en instituciones de la sociedad, instituciones religiosas (bautistas, anglicanos, presbiterianos, judíos, etc)…
c)       Análisis sicológicos de los involucrados…
d)      Formas en que la Iglesia respondió a estos casos…
e)      Victimización sexual de los menores…
f)       Conclusiones y recomendaciones.

-          La mayoría de los abusos sexuales por sacerdotes ocurrió entre las décadas de los 60s y 70s, con una importantísima reducción a partir de los 80s. aquí hay que tomar en cuenta que hay un aumento en el consumo de drogas, divorcios, aumento del uso de los contraceptivos, aumento en las uniones libres. Es decir, hay un fuerte y profundo decaimiento en la vida moral de la sociedad norteamericana.
-          Se ha disminuido grandemente el número de sacerdotes abusadores a partir de los 80s. mas del 90% de los casos ocurrieron hace mas de 20 años.
-          Entre 1950 a 2002 hubo denuncias contra sacerdotes. Solo un 4% se ha mantenido hoy en día, ya que muchos de ellos son sacerdotes acusados con anterioridad.
-          En Estados unidos ha habido unos 500 hombres ordenados sacerdotes y el abuso sexual entre célibes es casi nulo. A diferencia de otros hombres en otras realidades de la vida humana.
-          La mayor parte de los abusos sexuales ocurren en la familia, y muchos de los sacerdotes abusadores fueron ellos abusados en sus familias.
-          El celibato sacerdotal no es el culpable. La mayoría de la gente que comete abusos sexuales no son célibes.
-          La mayoría de los abusadores sexuales están casados o viven algún tipo de relación con otro adulto.
-          El perfil del sacerdote que abusa sexualmente no es el de un pedófilo, sino que en su mayoría se trataba de abusos a adolescentes, no a niños.
-          La pedofilia entre los clérigos es raro o nula.
-          No se trata de un problema de homosexualidad, aunque el 81% de los abusados eran varones, no hay indicios de que sea un problema de homosexualidad. Se trata más bien de un “crimen de oportunidad.”
-          Antes de 2002, el estudio indica que los obispos que tuvieron conocimiento de estos casos, sí actuaron en consecuencia (suspensión administrativa del presunto acusado, evaluación y tratamiento sicológico). Entre los años 80s y 90s, los acusados eran enviados a tratamiento y podían regresar al ejercicio del ministerio cuando se consideraban rehabilitados.
-          Esto también se daba en las escuelas públicas, no solo en la Iglesia.
-          Ahora, es cierto que esa no era la única y segura solución al problema.
-          Se determina que la Iglesia católica es un lugar o institución segura para los niñ@s.
-          Hoy día el abuso sexual por sacerdotes católicos es extremadamente raro, desde principio de los 80s.
-          Desde el 2002, la Iglesia católica han mantenido una política de tolerancia “0”. Tienen que ser reportados a la autoridad civil, investigadas profundamente y presentadas a un comité integrado en su mayoría por laicos.
-          La Iglesia católica ha tomado medidas para que esto no vuelva a suceder.
-          Este problema sucede en la iglesia protestante, familias, escuelas, grupos deportivos, etc.

 La pregunta a todo esto es ¿Qué han hecho estos?

 6.- hay otros estudios que han señalado que por cada caso de abuso sexual menores en los Estados Unidos por sacerdotes católicos, se producen 7 en el ámbito de las escuelas públicas; 5 entre organizaciones juveniles como los boyscout; 3 entre la comunidades judías.
Los medios quieren dar la impresión de que la Iglesia es hipócrita. ¿Qué es la hipocresía? Decir una cosa y pensar otra. Lo correcto es decir que, hay cristianos que somos incoherentes, es decir, piensan una cosa y no son capaces de hacerla.