martes, 24 de septiembre de 2013

De Embaucadores y Manipuladores


“…Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce al error…” (Gal 4,14).

 

  Han transcurrido apenas unos días después de haberse publicado una entrevista extensa del Papa Francisco que le concediera al P. Antonio Spadaro, director de la revista jesuita Civitas Catolica. Una vez más el Papa vuelve a sorprender con sus palabras tan sencillas pero de una profunda sabiduría y enseñanza para toda la humanidad y de manera especial para todos los católicos. Pero también no deja de ser todo esto una pelea que ya raya en lo absurdo el hecho de que cada vez que el Papa habla de algo o dice algo, los medio de comunicación secular y muchos comunicadores inmediatamente vienen y distorsionan, malinterpretan o manipulan las palabras del Papa y esto crea un serio problema para muchos católicos que se dejan sorprender en su sano juicio y caen en dudas, angustias, etc., de lo que dijo el Papa. Claro está que hay muchas personas que solo les llega información por estos medios; pero también es cierto que hay otros mas que, teniendo a manos medios de comunicación católicos, en realidad no los usan para estar bien informados acerca de lo que ha dicho el Papa y no son capaces de formarse un sano juicio de sus palabras.

  Sabemos muy bien que muchos medios de comunicación secular, y muchos comunicadores y comunicadoras son adversos a la enseñanza de la Iglesia Católica y a su Jerarquía. Esto es lo que los lleva a ellos a estar sacando de contexto las palabras del Papa en cada caso porque así quieren influenciar y dar la impresión de hacer una iglesia a su medida. Han querido siempre presentar al Papa Francisco como el gran revolucionario de la Iglesia Católica, sobre todo en lo referente a materia sexual, (recordemos que una de las funciones principales del Papa es ser custodio del depósito de la fe); pero una revolución que nada tiene que ver con la verdad revelada por Jesucristo en el evangelio. Si las personas, principalmente los católicos, no somos capaces de leer completo lo que dijo el Papa en esta entrevista, de seguro que muchos seguirán creyéndose todo lo que estos embaucadores y manipuladores de la comunicación dicen. Textos que son sacados de contextos para así crear pretextos.

  El Papa Francisco ha sido muy claro y reiterativo que él lo que ha dicho siempre es lo que enseña la Iglesia. Nada nuevo, pero sí palabras nuevas. Muchos comunicadores se fijan sobre todo en lo dicho por el Papa en lo referente a lo moral y social; otros más en lo primero que en lo segundo. Estos escritos seculares lo que provocan al buen lector con conciencia es repugnancia porque inmediatamente se da uno cuenta de que es una manipulación. Unos hablan de que el Papa está proponiendo un cambio en la moral católica para hacerla más atractiva y atrayente a las personas, sobre todo a los jóvenes. Es decir, sería una especie de religión o doctrina hecha a mi medida. Esto provoca entonces la reacción buscada en los demás, o sea, muchas personas se alegran porque piensan que el Papa va a relajar la doctrina del evangelio, pero después se dan cuenta de que no es así cuando escuchan al Papa referirse a estos temas y con la firmeza con que lo hace y de que no está cambiando nada. Por ejemplo, con el tema de la homosexualidad, el Papa ha sido reiterativo con lo que enseña la Iglesia Católica y que está muy especificado en el Catecismo; en el tema del aborto se quiere dar la impresión de que el Papa ya no quiere que se siga enfatizando en este tema para así provocar en la gente la visión de una Iglesia atractiva. Lo que sí dijo el Papa es que si se habla de este tema hay que hacerlo en un contexto, como lo hizo al día siguiente de la entrevista en una audiencia con ginecólogos católicos donde volvió a recordar la doctrina católica de defensa y promoción de la vida.

  No caben dudas de que debemos estar preparados para lo que seguirá llegando. Tenemos que informarnos mejor, sobre todo de lo que dice el Papa; no quedarnos con lo que dice en los medios de comunicación secular, sino mas bien irnos a los portales católicos que son abundantes en donde se esbozan las noticias de nuestra Iglesia Católica.

 

Bendiciones.

 

martes, 17 de septiembre de 2013

¿Queremos justicia o venganza?


“...Sean compasivos como su Padre celestial es compasivo. No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados” (Lc 6,36-37).

 

  En estos días que han transcurrido hemos sido testigos de situaciones escandalosas que han involucrado a algunos miembros de la jerarquía católica. Como era de esperarse, son muchas las opiniones que se han vertido en torno a estos casos bochornosos y vergonzosos no sólo para la misma jerarquía sino y, sobre todo, para toda la Iglesia Católica en nuestro país.

  Lo primero que debemos de tener en cuenta es el aclarar el uso de las palabras. Desde el principio de la controversia se ha dicho o señalado que la Iglesia Católica está envuelta en situaciones escandalosas de casos de pederastia. Hay que aclarar al respecto que, no es la Iglesia Católica la que está envuelta en estos casos, sino más bien algunos miembros de su jerarquía. Hay muchas personas que confunden la jerarquía católica con el conjunto de la Iglesia Católica. Y lo cierto es que, la Iglesia Católica no es sólo su jerarquía, sino que ésta es una parte de ella. La Iglesia Católica somos todos los bautizados en Cristo y que nos hemos adherido a vivir nuestra fe en El en esta familia religiosa. La jerarquía católica es parte del Pueblo de Dios, más no es el Pueblo de Dios. El santo Padre el Papa Francisco lo acaba de decir en una de sus catequesis sobre el año de la fe en el Vaticano: “la Iglesia es madre y todos somos parte de ella, no sólo los obispos y los curas”.

  Aclarada esta parte, permítanme entonces decir lo siguiente. Es muy triste y lamentable la situación por la cual está pasando nuestra Iglesia Católica en estos momentos en nuestro país. Pero es mucho más triste y más lamentable las actitudes que muchos, sobre todo muchos que se dicen que son católicos, están asumiendo ante la misma situación. Creo que como institución debemos ser lo suficientemente humildes para reconocer y aceptar que tenemos un problema serio dentro de nuestra familia y que afecta a una parte importante de la misma, que es nuestra jerarquía, nuestros guías, nuestros pastores (es bueno aclarar que son algunos). Un problema que tenemos que saber enfrentar para encontrarle solución y así quede arrancado de raíz. Estos problemas de algunos sacerdotes no han surgido de la noche a la mañana o de repente; más bien son problemas que se vienen arrastrando desde muy atrás: en la infancia, adolescencia. Son personas que cuando ingresaron al seminario ya traían ese mal dentro de ellos y supieron muy bien ocultarlos hasta que encontraran el momento oportuno para dejarlo salir. Aquí hay que reconocer también el fallo que los responsables de la formación, sobre todo, han tenido en no actuar a tiempo y tomar las debidas correciones para contrarrestar esos problemas. Y ya vemos las consecuencias.

  Nuestra jerarquía ha pedido perdón tanto a las víctimas como a la misma sociedad, y también a nuestros fieles, por el daño que se ha causado. Hay muchos que piensan y afirman que esto no es suficiente, y tienen razón. Pero también hay que decir que ya el hecho de pedir perdón y otorgar el perdón es signo de la justicia; claro que no es la justicia plena. Muchos creen que con esto es como si la jerarquía estuviera pidiendo un borrón y cuenta nueva. Nada más falso. Ya lo han dicho nuestros obispos: la jerarquía está totalmente dispuesta a colaborar con la justicia civil en el esclarecimiento de las acusaciones contra estos hermanos sacerdotes. El padre Lombardi, encargado de prensa de la Santa Sede ha dicho también lo mismo. La otra parte de la justicia es hacer las debidas investigaciones de las acusaciónes y realizar un juicio en donde se determine la inocencia o culpabilidad de los imputados, y si fueran hallados culpables tendrán que pagar la pena que la justicia civil les imponga.

  Esta situación de escándalo ha servido para que se levanten voces en una actitud de cebarse en contra de la institución eclesial, y sobre todo, de su jerarquía. Se ha aprovechado también para traer a colación temas que nada tienen que ver con la cuestión, como lo es el celibato sacerdotal y el Concordato suscrito entre la Santa Sede y el Estado Dominicano, como si estos fueran las causas por las que estos sacerdotes actuaran de esta manera. Nada que ver. Cuidado y no caigamos en actitudes farisaicas de hipocresía. Jesús mismo nos advirtió con respecto a ello cuando en una de sus parábolas del Reino de Dios dijo: “dos hombres subieron al templo a orar, uno era fariseo y el otro publicano….el fariseo, de pie, oraba a Dios diciendo: te doy gracias Señor porque soy bueno, no daño a  nadie, pago el diezmo, no soy injusto ni adúltero…y no satisfecho con esto, señaló al publicano diciendo que no era como él. Mientras que el publicano solo decía, perdóname Señor que soy un pecador”. Así mismo estamos muchos de nosotros hoy en día, en una actitud farisaica de soberbia, altanería, orgullosa. Nos creemos que somos los buenos, los que no fallamos, los que tenemos el derecho a  señalar al otro como un pecador, pero no reparamos en que todos nosotros somos pecadores; como dice el dicho popular: “todos llevamos nuestra música por dentro”. Nos convertimos así en jueces y verdugos de los demás. Pero recordemos que el Señor Jesús nos dijo: “con la vara que midas a los demás, con esa misma vara te medirán a ti”.

  No se trata entonces de poner a estos sacerdotes en un paredón y fusilarlos. Eso no es justicia, es más bien venganza, es ensañamiento. Contra Jesús hubo ensañamiento, y El no actuó en consecuencia, sino que enseñó y asumió la actitud contraria. Practicó la misericordia. En esta situación se aplica el dicho popular “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Es cierto que hay muchos, sobre todo, enemigos de la Iglesia y su jerarquía, que están aprovechando la ocasión para despotricar a la institución; y muchos fieles se están dejando atrapar en su sano juicio por éstos. A esos hermanos nuestros en la fe les quiero decir que si bien es cierto que en estos momentos nuestra fe está herida, más cierto es que no estamos vencidos, porque por encima de todo, nuestra fe quien la sostiene es Cristo y El no permitirá que nuestra fe desfallezca por más problemas que enfrentemos. En palabras dichas por nuestro obispo Víctor Masalles: “la Iglesia tiene mucho más luces que sombras, pero no debemos tapar esas sombras con la luz; la luz debe servirnos para iluminar esas sombras”.

  Quiero terminar este escrito recordando las palabra del Santo Padre el Papa Francisco en su encíclica La luz de la Fe: “La verdad de un amor no se impone con la violencia, no aplasta a la persona…El creyente no es arrogante; al contrario, la verdad le hace humilde, sabiendo que, más que poseerla él, es ella la que le abraza y le posee” (no. 34).

  Aprendamos a ser humildes. La verdad duele, pero sana y libera; a diferencia de la mentira, que ni sana ni libera. Busquemos la verdad para que seamos verdaderamente libres. Hace ya siglos que la inquisición desapareció, pero parece que hay muchos que la están invocando de nuevo. No se trata de arrancar cabezas, sino más bien de buscar la verdadera justicia. Y toda justicia viene de Dios.