martes, 19 de abril de 2016

Hablemos del pecado: Su origen (2a. parte)


Nosotros siempre o por lo general hablamos del pecado de diferentes maneras. Pero casi nunca nos preguntamos por su origen. Leemos en la biblia que por un solo hombre entro el pecado en el mundo y que por eso todos somos pecadores (san Pablo); pero no sabemos o no hemos reflexionado cómo fue esa llegada del pecado al mundo o cómo fue ese origen. Es bueno entonces que digamos algunas ideas al respecto de este punto.

  Es de todos sabido y aceptado que el mal o el pecado no entraron al mundo venido de Dios. Ya hemos dicho que en Dios solo hay bondad, no maldad. Dios no puede contradecirse. La maldad viene de otro sitio. El apóstol Santiago en su carta nos dice: “ninguno, cuando sea tentado, diga: es Dios quien me tienta; porque Dios ni es tentado por el mal ni tienta a nadie” (1,13). Claro está ¡Dios no tienta a nadie! Dios no está a favor del pecado, sino más bien que lo rechaza. El pecado mata, y Dios quiere nuestra vida; para eso nos creó y nos envió a su Hijo para que nos redimiera. Dios rechaza el pecado pero ama al pecador; o sea, ama al pecador pero sin su pecado. Entonces, si Dios no es el origen del pecado, ¿Quién es? o ¿Cuál es?

  Es importante aquí lo que la Revelación nos comunica con respecto al pecado. Si no fuera por ella, todo se quedaría en el ámbito del misterio. Cuando leemos las Sagradas Escrituras, nos damos cuenta que la primera aparición del mal o pecado tuvo lugar en el surgimiento de la rebelión de los ángeles contra Dios. En la carta de Judas leemos: “a los ángeles, que no mantuvieron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene guardados con ligaduras eternas bajo tinieblas para el juicio del gran día” (Jud 6). Vemos que ya en el cielo, en presencia del mismo Dios, la rebeldía de muchos de sus servidores ya estaba presente y esto les trajo serias consecuencias. El padre José Antonio Fortea, en su libro “Summa Daemoniaca”, nos dice al respecto: “Comenzaban a acariciar la posibilidad de que había aparecido en sus inteligencias la posibilidad de una existencia  aparte de Dios y de sus normas” (pag 17); y en otro apartado: “Cada demonio pecó en uno o varios pecados en especial. La rebelión tuvo su raíz en la soberbia, pero de esa raíz nacieron otros pecados… Hay unos demonios que pecan más de ira, otros de egolatría, otros de desesperación, etc. Los locuaces, los hay más despectivos, en uno brilla de un modo especial la soberbia, en otro el pecado del odio… Aunque todos se apartaron de Dios, unos son más malos que otros” (pag. 25)

  La Revelación nos da a conocer el origen del pecado en dos etapas: una es la rebeldía  de los ángeles por el mal uso de su libertad; y la otra es el hombre que hace lo mismo al dejarse seducir por el demonio cuando le dijo “serán como dioses” (Gen 3,5). Pero, el origen de los ángeles fue bueno porque fueron creados por Dios: “El Diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos” (Concilio de Letrán IV, 1215). El mismo apóstol Pedro, en su epístola nos dice: “Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, si no que, precipitándolos en los abismos tenebrosos del Tártaro, los entregó para ser custodiado hasta su juicio” (2Pe 2,4). El apóstol Pedro nos indica el pecado de estos ángeles. Entonces, vemos más claro que el pecado de los ángeles es anterior al pecado de los hombres. Han rechazado a Dios y su Reino, el rechazo de su amor. El Diablo es pecador desde el principio.

  Pero es curioso que para estos seres no hay salvación, no hay redención; sin embargo, para el hombre sí. El hombre sí es redimido del pecado. Nos dice el Catecismo en el número 393: “Es el carácter irrevocable de su elección, y no un defecto de la infinita misericordia divina lo que hace que el pecado de los ángeles no pueda ser perdonado”; y san Juan Damasceno dijo: “no hay arrepentimiento para ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte”.

  Concluimos esta parte con unas palabras del padre Fortea en su libro ya citado más arriba: “El demonio no es más que un ángel que ha decidido tener su destino lejos de Dios. Es un ángel que quiere vivir libre, sin ataduras. La soledad interior en que se encontrará por los siglos de los siglos, los celos de comprender que los fieles gozan de la visión de un Ser Infinito, le llevan a reprocharse a sí mismo su pecado una u otra vez” (pág. 21).



Bendiciones.

miércoles, 13 de abril de 2016

El Papa en tierra azteca


Nuevamente tuvimos al santo Padre en América, específicamente ahora le tocó a México. Pero antes de llegar a tierra azteca, el santo padre hizo una escala breve en Cuba para un encuentro fraterno con el líder de la iglesia católica ortodoxa de lo que se conoce como de toda las Rusias-, el patriarca Kiril. Este encuentro de estos dos líderes religiosos se viene propiciando desde hace un poco más de medio siglo. Todo empezó con el Papa san Juan Pablo II, pero no fue posible ya que faltando unas semanas para ese encuentro, el Papa polaco murió. Se continúo la intención con el Papa Benedicto XVI, pero tampoco se pudo realizar por motivos de impases sobre la presencia de la iglesia católica en Rusia. Pero ya con el Papa Francisco estas diferencias han sido superadas y se ha aprovechado este viaje a América y reunirse en un país neutral, como lo ha sido Cuba.

  Es mucha la noticia que hay en los medios sobre este acontecimiento. Y, ¡claro que ha sido un acontecimiento! Desde que sucedió el cisma que dividió a la Iglesia hasta ahora, estos dos líderes religiosos se juntan, se dan las manos y conversan en un clima de fraternidad. El tema más importante tratado fue el de la persecución y martirio que están sufriendo nuestros hermanos cristianos por el estado islámico. Tendremos que esperar para saber a qué conclusiones habrán llegado ambos líderes religiosos.

  Pero ahora el santo Padre llega a México. Siempre una gran cantidad de personas y fieles católicos se han preguntado por qué los últimos tres papas han visitado más de una ocasión este gran país azteca; qué es lo que les ha llamado la atención  a los últimos tres Papas de México, etc. Cabe señalar que a veces estas preguntas se hacen bajo el manto de cierto celo porque pareciera que los otros países del continente latinoamericano no despiertan la misma inquietud de los pontífices. Se han dado varias razones para justificar estos viajes apostólicos a México, y el mismo santo padre ha dado algunas que otras causas de su visita. Independientemente de estas, si quiero, -y es bueno señalar-, otras causas que hay que tener en cuenta son las siguientes: recordemos que México, junto con Brasil y Colombia, tienen la mayor cantidad de fieles católicos de este continente. México es una de las columnas del catolicismo junto a estas otras dos naciones. La fe católica del pueblo Mexicano ha sido muy golpeada por los escándalos de abusos sexuales llevados a cabo por algunos miembros del clero. Esta triste situación, como en los otros países, ha sido un demoledor golpe a la fe de muchos fieles y ha puesto en entredicho también la autoridad de la Iglesia. Recordemos que siempre se le ha endilgado a la jerarquía católica en México y al Vaticano el no haber actuado con prontitud y energía ante estos casos.

  Otro asunto o problema que no debemos dejar pasar por alto es que México ha sido contagiado, si cabe el término, por la ideología de género. En algunos estados de México se han aprobados leyes que hacen presente aquello que el papa san Juan Pablo II llamó “la cultura de la muerte”, con leyes de aborto, uniones homosexuales y adopciones por estos y eutanasia. México es un país federado y hay leyes federales y leyes estatales; por eso estas leyes sólo se han aprobados en algunos estados incluyendo el Distrito Federal. Todo esto conlleva a mermar más la tradición, valores y principios del pueblo mexicano que en su mayoría se identifican con el catolicismo. La visita del santo Padre a México ha provocado también cierto malestar y crítica porque los contrarios a ella han dicho que el gobierno mexicano ha gastado muchos millones y que lo mejor era que lo invirtieran en obras de bien social. Hay que aclarar que el costo de la visita papal a México casi en su totalidad fue asumida por donaciones de empresas y  personas particulares, -por ejemplo: los cinco papamóviles usados para sus recorridos fueron donados por empresas automotrices-; sin dejar de lado la responsabilidad o la parte que sí le corresponde a las autoridades. Recordemos que el santo Padre también ostenta la categoría de jefe de Estado del Vaticano y el país anfitrión tiene la obligación y responsabilidad de garantizar la seguridad y estancia  de todo visitante distinguido, como lo son los jefes de estado que visitan un país. Jamás se puede pretender que porque sea el Papa, el gobierno mexicano no cumpla con su deber con tan distinguido huésped. A estos que dicen estas cosas habría que preguntarles por qué no reclaman lo mismo cuando va cualquier otro jefe de estado de visita a su país. Lo evidente no necesita demostración: definitivamente se fragua por debajo una animadversión hacia la figura del Papa y lástima que sea en uno de los bastiones del catolicismo en América. Pero, esto tampoco ha de extrañarnos.

  Esperemos que esta visita del santo Padre haya logrado su cometido y que Francisco haya podido confirmar a nuestros hermanos de México en la fe en Cristo y su Iglesia.