miércoles, 11 de octubre de 2017

¿Existe el "derecho" al matrimonio homosexual? (2a. parte)


Si bien es cierto que hay grupos o lobbies que están haciendo todo el esfuerzo y presión para lograr el reconocimiento de derechos, no es menos cierto que también hay una gran cantidad de homosexuales que esto no les interesa. Es más, hay testimonios de personas con atracción al mismo sexo que no se sienten representados por estos grupos y que han manifestado su desacuerdo en la manera en cómo los mismos vienen ejerciendo su lucha. Testimonios de esto hay muchos, pero los medios de comunicación esto no les interesa resaltarlo porque también están fuertemente contaminados con esta ideología totalitarista, manipuladora y avasallante. Más bien, estos se sienten que están siendo tratados como tontos útiles por estos grupos y organismos para conseguir sus fines. De hecho, hay que afirmar que para que una ideología avance necesita del apoyo del Estado. Lo que en realidad quieren conseguir es la homosexualización de las sociedades.

  De esto nos damos cuenta cómo, desde las escuelas, se viene imponiendo esta ideología. Presentar como normal, lo que por naturaleza no lo es. Recordemos, hace unos meses atrás en nuestra sociedad dominicana, la asistencia del ex embajador norteamericano Wally Breuster y su compañero sentimental que asistían a las escuelas a tener pláticas y reuniones con los estudiantes y personal docente disque llevando ayuda a las escuelas. Su real y verdadera intención era ir mentalizando a los estudiantes, desde temprana edad, a ver esas relaciones entre personas del mismo sexo como normales. Y es que estos individuos están siempre buscando la manera de cómo ingeniárselas para conseguir y buscar el apoyo de su estilo de vida. Esto, en palabras evangélicas se dice así: “Acabada toda tentación, el diablo se alejó de Él hasta el tiempo oportuno” (Lc 4,13). Así actúan éstos, se retiran pero a planear su siguiente estrategia para volver al ataque.

  No hay dudas de que nuestro sistema educativo está siendo permeado por esta ideología de género. Hay testimonios de personal docente de nuestras escuelas que dicen que en ocasiones son invitados a retirarse un fin de semana para darles unos talleres sobre educación y cuando empiezan a escuchar las charlas o conferencias no son más que pura charlas con contenido ideológico de género, sobre cómo  deben de hacer en sus cursos con los alumnos y transmitirles estos contenidos, y esto se hace con conocimiento del mismo Ministerio de Educación sin que los padres se enteren;  esto seguirá sucediendo mientras los padres no se planten ante esta mentalización ideológica de sus hijos y rechacen lo que se llama el “pensamiento políticamente correcto”.

  Con respecto al “matrimonio homosexual”, el derecho no protege cualquier relación humana, sino sólo aquellas imprescindibles para la organización comunitaria. En consecuencia, la razón por la cual el matrimonio propiamente dicho o,- matrimonio natural-, tiene un estatus especial dentro del ordenamiento jurídico, es porque las futuras generaciones surgen precisamente de estas uniones. Otro argumento de estos grupos de presión o lobbies es que afirman que la existencia de estas uniones homosexuales no afectaría en nada al matrimonio natural y podrían convivir sin problema alguno en la sociedad. Pero es que hacer esto va contra toda lógica porque lo cierto es que no es bueno ni sano equiparar lo que es bueno y natural con lo malo y anti natural. Es como querer poner al mismo nivel la virtud y el vicio. El matrimonio natural vendría a convertirse en una cosa más dentro de tantos modelos de convivencia de parejas que se están proponiendo actualmente. El columnista italiano Michael Signorile dijo: “Pedimos el derecho a casarnos no como una forma de adherirnos a los códigos morales de la sociedad, sino de desbancar un mito y alterar radicalmente una institución arcaica, la familia. La acción más subversiva que pueden emprender los gays y lesbianas es transformar por completo la noción de familia”.  

  Conforme a la lógica aristotélica, la no discriminación consiste en el trato igualitario entre iguales, por ende, no otorgarles a los homosexuales el derecho a contraer matrimonio no encarna discriminación alguna, dado que no son iguales, sino justamente homosexuales. Somos iguales ante la ley, pero no mediante la ley. La igualdad jurídica no puede ni debe suplantar la desigualdad biológica. La igualdad jurídica significa que todos aquellos que tienen capacidad para contraer matrimonio tienen el derecho de estar habilitados para hacerlo. Entonces, dos homosexuales que quieran vivir juntos lo pueden hacer. Pero ese acto privado no es de interés público, el Estado no tiene ni debe otorgarle aval oficial alguno, ni proveerles privilegios que la propia naturaleza del vínculo que eligieron tener les impide. Las leyes positivas, -es decir, las leyes escritas-, deben subordinarse a las leyes naturales y no colisionar con ellas.

 

martes, 10 de octubre de 2017

¿Existe el "derecho" al matrimonio homosexual? (1a. parte)


De todos los argumentos más falsos, pero más cacareado por los grupos LGTBI, es decir que el matrimonio es un derecho, o que se trata de igualdad de derechos. NO LO ES. Y en esto estarán de acuerdo los expertos en materia de derecho, aunque muchos de ellos no se atrevan a decirlo porque a lo mejor no quieren que los tachen de intolerantes o de homofóbicos. Pero, como ya lo dijo el Cardenal Robert Sarah, Prefecto para la Congregación del Culto Divino: “decirles la verdad a los homosexuales, es amarles”. Y esto es lo que le falta a muchas personas, incluyendo los cristianos.
  Es sabido por todos que en muchos países del globo terráqueo (en Europa unos 14 países tienen regulados estas uniones, así como Canadá, USA, México, Argentina, Brasil, Colombia, Chile), este tipo de legislaciones lo han logrado estos grupos o lobbies de presión LGTBI con ayuda de organismos internacionales como la ONU, OEA, UE; y Ongs poderosas económicamente como las que patrocina George Soros, Los Rockefeller, Bill Gates, etc.; gente poderosa que ha utilizado gran parte de su fortuna para ir imponiendo todo este tipo de legislaciones englobadas en la ideología de género, que incluye el aborto, eutanasia, el mal llamado e infundado cambio de sexo, etc.
  Pero sigamos hablando del matrimonio. Y es que para empezar, la misma palabra “matrimonio” ya le queda grande a estos grupos. La misma raíz etimológica lo contradice: matrimonio viene del latín mater  (matriz, madre = sitio en que se desarrolla el feto), y monium (calidad de = la aportación de la mujer que contrae nupcias para ser madre. En su aspecto natural implica la procreación, es decir, la multiplicación de la especie humana). El matrimonio es también, por un asunto jurídico, protección de la madre. Como vemos, en las parejas del mismo sexo esto no se cumple; ya desde aquí, empiezan mal. El matrimonio no es un derecho que el Estado le confiere a los individuos. El matrimonio no fue inventado por el Estado, por lo tanto, no tiene derecho ni potestad a cambiarlo; tampoco fue inventado por la Iglesia, y ésta tampoco tiene derecho a cambiarlo. El matrimonio es de institución divina y por lo tanto, es un don o regalo de Dios para el hombre y éste debe de realizarlo tal cual su Creador lo instituyó: entre un hombre y una mujer.
  Pero sigamos con la parte legal. El matrimonio no es un derecho, sino más bien una restricción de los derechos que el individuo ya tiene. Por ejemplo: en el Estado de California y otros más, si la esposa se compra un carro con su dinero, la mitad del valor de ese carro le pertenece al esposo aunque su nombre no esté en el título de propiedad y viceversa. Las personas que simplemente viven juntas pueden hacer todos los acuerdos que entre ellos les parezca, sean heterosexuales u homosexuales. Pueden dividir sus posesiones como quieran 50-50, 70-30, 90-10, etc. Pueden hacer su unión temporal, permanente o sujeta a ser cancelada cuando así lo decidan.
  La sociedad no tiene los mismos intereses en el resultado de la unión de parejas homosexuales, como sí las tiene las parejas heterosexuales. Transferir todas esas leyes a estas parejas, es como querer transferir las reglas del béisbol al futbol (Thomas Sowell). El  tribunal internacional de Estrasburgo, que es el más importante en materia de Derechos Humanos en la Unión Europea, sentó jurisprudencia ante esta realidad y concluyó que el tal derecho al matrimonio homosexual no existe. Argumentó este Tribunal lo siguiente: “Recuerda por unanimidad que la Convención Europea de los Derechos Humanos, no incluye un supuesto derecho de las parejas del mismo sexo, tanto en el marco del derecho a la vida privada y familiar (art. 8), como el derecho a casarse y tener una familia (art. 12)”.El artículo 12 consagra el concepto tradicional y natural del matrimonio, a saber, la unión de un hombre y una mujer. Por otro lado, tenemos también que el Tribunal Supremo de Israel acaba de emitir una sentencia sobre el mismo: “El TS ha rechazado una petición de la asociación israelí LGTBI para equiparar, sin legislación mediante, el matrimonio y las uniones de personas del mismo sexo. Según la ley israelí, los tribunales rabínicos son la única autoridad relativa al matrimonio en el país”. Y el Tribunal de Irlanda del Norte también sentó jurisprudencia en el mismo tema: “Este Tribunal ratificó la sentencia del Tribunal de Estrasburgo”.
  Entonces, si se ha sentado bases a nivel internacional sobre este aspecto, la pregunta obligada es ¿por qué los países, organismos internacionales, ongs y demás, ignoran estas sentencias? ¿Por qué los activistas homosexuales quieren ver sus derechos restringidos con las leyes matrimoniales, cuando pueden perfectamente hacer sus propios contratos con sus propias provisiones y realizar todo tipo de ceremonias que les plazca para llevarlo a cabo? La respuesta es inmediata: en realidad lo que estos grupos de presión LGTBI buscan es que el resto de la sociedad les acepte su estilo de vida, una aprobación social oficial y no un asunto de derechos. ¿Por qué insisten tanto en que una institución como la Iglesia Católica les apruebe su estilo de vida, si ya a nivel legal lo han logrado en muchos países? Y esto le ha traído persecución a la misma institución eclesial como a los cristianos; hay tantos casos de esto, que solo basta con navegar un poco en internet y con solo poner la palabra “persecución religiosa o contra los cristianos, tenemos de sobra.

martes, 3 de octubre de 2017

Cumplir los mandatos del Señor o rechazarlos


En el primer relato de la creación del capítulo primero del Génesis, leemos que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Pero lo cierto es que muchas personas todavía hoy no entienden estas palabras o no saben cómo interpretar esta imagen y semejanza del hombre con Dios. La respuesta más sencilla a esta cuestión es saber que, el hombre, a diferencia de los demás seres vivientes creados por Dios, fuimos creados con tres facultades específicas y que nos hacen exclusivos frente a los demás seres vivos, y son las facultades de la inteligencia, voluntad y libertad. Aquí está nuestra imagen y semejanza con Dios. Pero también lo cierto es que estas facultades no las poseemos o tenemos de manera absoluta, sino que tienen sus límites. Pero cuando el hombre se ha empecinado en transgredir esos límites ahí vienen las dificultades. Recordemos el pasaje del a Torre de Babel donde el hombre quiso, no sólo ser igual que Dios, sino más que Dios y las consecuencias que esta actitud le trajo. Y es que el hombre, hoy en día,  sigue queriendo ser más que Dios.

  En el libro del Eclesiástico 15,16-21 leemos que el escritor sagrado nos señala que “si queremos, guardaremos los mandatos del Señor, porque es prudencia cumplir su voluntad, y que por eso Dios ha puesto delante de nosotros fuego y agua, vida y muerte, para que escojamos de acuerdo a nuestra voluntad y libertad; y que Dios no ha mandado al hombre a pecar…”  La palabra guardar hay que entenderla como practicar. Por eso el mismo Jesús nos dice en el evangelio de san Juan: “si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos en él nuestra morada”. Y es que guardar los mandatos del Señor nos da la herencia eterna porque ellos alegran nuestro corazón (Slm 119,11). Aquí entran en juego la voluntad y libertad del hombre; Dios nos da la opción de elegir. Sabemos lo que Dios quiere para nosotros, pero no basta con que Él quiera nuestro bien, es necesario que nosotros también queramos nuestro bien. También se nos habla de la prudencia. Y la prudencia es una de las virtudes cardinales, que son cuatro: prudencia, justicia, templanza y fortaleza. Las virtudes cardinales son fundamentales en el ser humano. La palabra virtud quiere decir hacer hábito; pero este hábito no es en sentido de rutina, sino hábito de hacer lo bueno, porque es bueno.

  La virtud de la prudencia ayuda al hombre a discernir el bien del mal o distinguir entre el bien y el mal, para que pueda elegir siempre el bien. Pero, como está en juego la facultad de la libertad, pues no siempre elegimos el bien, sino el mal. Para el hombre siempre es bueno elegir la voluntad de Dios, eso lo hace un hombre prudente: “…el que me oye y hace lo que yo digo, es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca” (Mt 7,24); elegir lo contrario, por lo tanto, lo hace un hombre imprudente. El hombre siempre está pidiéndole a Dios que le muestre su voluntad y que se haga su voluntad en él, pero cuando Dios muestra cuál es su voluntad, que no siempre coincide con la del hombre, éste se echa para atrás.

  El mal, el pecado, más que estar fuera del hombre, está más bien dentro del hombre. Todo lo que Dios creó lo creó bueno, y al hombre lo creó muy bueno, nos dice el Génesis. Entonces, si el hombre fue creado muy bueno, ¿por qué peca? Pues porque quiere y elige pecar. El pecado se gesta, se anida en el interior del hombre, y de su interior pasa al exterior: “no es lo que entra al hombre lo que lo hace impuro, sino lo que sale de su boca…”, dijo Jesús. Cuando el hombre consiente en su interior, es lo peligroso. El consentir es como un deleitarse, gozarse en el pecado, y después viene la acción. Cuando Jesús habla de que si no somos mejores que los fariseos y escribas, no entraremos al reino de los cielos, nos está exhortando a que no nos quedemos en la letra, en lo externo de la ley, sino que seamos capaces de ir al espíritu de la ley. Por eso fue que Él vino a darle su plenitud a la ley y a los profetas, y no a abolirla. La ley de Dios y la ley dada a Moisés, nos son dos leyes contrapuestas, sino una sola ley dada al hombre en dos etapas: una en el Antiguo Testamento, que es preparación para la segunda, dada en el Nuevo Testamento y revelada en el Hijo de Dios. Jesús se nos muestra así como el verdadero legislador. Jesús nos hace ver en nuestro interior; por eso insistió tanto en limpiar nuestro corazón y en que no nos parezcamos a los fariseos y escribas. Que no hagamos de nuestro culto a Dios un culto vacío; que no honremos a Dios con los labios, sino con el corazón. Que elijamos cumplir sus mandatos y enseñemos a los demás a cumplirlos para así ser grandes en el reino de los cielos. Que seamos capaces de hablar de los mandatos del Señor ante los reyes y poderosos de la tierra, y en especial de nuestra sociedad, sin miedo ni vergüenza. Los mandatos del Señor dan vida y alegran el corazón.

lunes, 2 de octubre de 2017

Renovar nuestra mente


En su carta a los Romanos, san Pablo nos exhorta a que no nos ajustemos a los criterios de este mundo, sino que nos dejemos transformar por la renovación de nuestra mente, para que sepamos discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto (12, 1-2).

  En otras ocasiones hemos dicho y lo repetimos, que este mundo cada vez más está descristianizándose, (veamos principalmente a Europa); y es que cada vez más muchos cristianos se están acomodando a los criterios de este mundo y esto va en contra de la enseñanza del evangelio. Si Cristo, que se nos presentó como la luz verdadera que alumbra a todo hombre, y gran parte de la humanidad ha rechazado esa luz, por lo tanto está viviendo y caminando en la tiniebla; muchos cristianos también se han sumado y sumido en esa tiniebla porque se han alejado de la luz y han dejado de ser la sal y luz para el mundo; han perdido su sabor, se han vuelto sosos y están siendo tirados al suelo para ser pisoteados; se han llenado de oscuridad y ya no pueden iluminar.

  Hoy escuchamos a muchos cristianos decir a boca llena que son cristianos pero de mente abierta o, dicho en inglés que parece que suena más bonito, son “open main”. Pero lo cierto es que hay tantas personas con la mente abierta que podemos decir que se les ha salido el cerebro y parece que no se han dado cuenta. Esta actitud ya la denunció el mismo Cristo cuando dijo “nadie puede servir a dos amos al mismo tiempo…” Y es que con esa frase se da paso a todo lo que quiera entrar: aborto, uniones legales entre homosexuales y adopción de niños por estos, eutanasia, ideología de género, etc. Porque hay que ser inclusivos, y parece y el mensaje es que Cristo, el evangelio y la Iglesia son excluyentes. Muchos dicen “soy cristiano, pero de mente abierta”. Esto no es correcto: o se es cristiano completo o no se es cristiano.

  Pero esta mentalidad, esto de ser de mente abierta, no afecta y tampoco es una conducta que asumen sólo los laicos; es que también hay sacerdotes, obispos, religiosas y algunas instituciones de la nuestra iglesia Católica que se han plegado a este pensamiento relativista. En nombre de una falsa misericordia, una falsa caridad y falsa tolerancia, hoy muchos están aceptando todo como bueno y válido. No es raro encontrarnos con sacerdotes, obispos y colegios católicos apoyando todo esto que el evangelio denuncia. Muchos cristianos se han dejado arropar por esta oscuridad que les tiene nublado el cerebro y su fe, porque hay que estar bien con el mundo y sus pompas, sus errores, sus equívocos, pero se rechaza la enseñanza evangélica: Ya lo dijo el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino: “decirle la verdad a los homosexuales es amarles”.

  Otro síntoma de este plegarse a los criterios del mundo es adherirse a lo que los analistas políticos llaman “lo políticamente correcto”, o como otros prefieren llamar “pensamiento único”. Por eso es que también vemos cómo muchos de los hombres y mujeres de la política, que están encargados de elaborar, aprobar y aplicar las leyes en sus países y que se dicen que son cristianos, sucumben tan fácil a este pensamiento único; no son fieles a sus convicciones cristianas y después que la Iglesia les llama la atención, se sienten ofendidos, rechazados, juzgados, señalados, etc. Tenemos el caso, -no el único-,  de la legalización del aborto en Chile con el apoyo del partido demócrata-cristiano y lo que les ha dicho el obispo de Villarrica al respecto; y aquí en nuestra sociedad dominicana se ha tomado el caso trágico de Emely y el aborto al que fue sometida para traer el tema de su legalización por parte de los diputados con apoyo de las Ongs pro aborto, politizando así esta tragedia, como si esta fuera la solución a esta problemática.  Eso popularmente se llama “pescar en río revuelto”. Y es que la Iglesia de Cristo, como madre que es, también debe de llamarles la atención y hacer los correctivos de lugar cuando uno de sus hijos comete un error, y más si este error es voluntario o intencional. En el evangelio esto se llama “corrección fraterna”, es decir, corregir al que yerra con caridad, pero, -al mismo tiempo-, con autoridad.

  Por eso san Pablo nos exhorta a que renovemos constantemente nuestra mente, pero a la manera cristiana, de acuerdo a lo que el Espíritu Santo nos inspire. El cristiano debe de ser el discípulo que manifieste sin tapujos ni vergüenza las enseñanzas de su Maestro, Cristo Jesús, porque todo el que se avergüence de Cristo delante de los hombres, Él se avergonzará de suyo delante de su Padre. Cristo mismo ya nos había advertido que aunque estamos en el mundo, no somos del mundo; y que nos eligió para que demos fruto en abundancia y que ese fruto perdure. No se trata de estar con Dios y con el Diablo al mismo tiempo; no se trata de ser complacientes con el mundo; no se trata de enseñar un mensaje diferente al que nos vino a enseñar Jesucristo, porque el que se enseñe a los demás a cumplir un mensaje diferente, ése será el más pequeño en el reino de los cielos.

  Tenemos que ser instrumentos en manos de Cristo para ayudar a otros a que lleguen al conocimiento de la verdad y sean personas verdaderamente libres, porque para eso nos libertó Cristo. Tenemos el Espíritu de Dios para poder discernirlo todo y quedarnos con lo bueno rechazando lo malo. El que tenga oídos para oír, que oiga.