Por P. Robert A. Brisman P.
Queridos hermanos, seguimos llenos de gozo y
felicidad por el nuevo Pontífice que el Señor Jesús, por inspiración del Espíritu
Santo, nos ha dado a su Iglesia. Podemos decir de manera jocosa que, estamos en
nuestra luna de miel. Siguen siendo días de expectativas, incertidumbres, especulaciones,
acusaciones, señalamientos, juicios, etc., con respecto a la persona del recién
electo sucesor del apóstol san Pedro y Vicario de Cristo en la tierra. Los
comentarios no han cesado y se sigue diciendo de todo sobre este sucesor 267
del primero de los apóstoles. Una vez más recordamos que debemos tener mucho
cuidado con esos comentarios, porque muchos de ellos, - quizá la mayoría -, son
malintencionados. Los enemigos de la Iglesia de Cristo y del cristianismo no
han perdido tiempo para enfilar sus cañones y reiniciar el ataque. Podemos
decir que tuvieron unos días de tregua esperando a ver lo que sucediera o
saliera del recién concluido Cónclave para la elección del Romano Pontífice. Lo
cierto es que con el elegido al ministerio petrino, se provocó mucha desilusión
y frustración con los pronósticos que los medios, - sobre todo seculares -,
hicieron de los llamados “papables”. Se cumplió, una vez más el dicho: “el
que entró papa salió cardenal, y el que entró cardenal, salió papa”.
Pero, a parte de lo anterior mencionado,
quiero enfocarme en hacer algunos señalamientos acerca de por dónde creo que el
Papa León XIV llevará su ministerio petrino y que se traduce en el camino por
dónde llevará a la Iglesia, al rebaño de Cristo. Voy a hacerlo sobre todo
partiendo de su mensaje que dirigió desde el balcón de la Basílica de san Pedro
a todos los allí reunidos y al mundo, después de su elección.
Lo primero que debemos notar es que, salió al
balcón vistiendo las prendas litúrgicas pontificales tradicionales. También va
a vivir en el Palacio Apostólico. Me llamó la atención que inició invocando y
llamando a la paz: “La paz esté con ustedes. Quiero que este saludo de paz
llegue hasta sus corazones, a todas las familias, a todos los pueblos, a toda
la tierra…, la paz esté con ustedes. Esta es la paz del resucitado: una paz
desarmada y una paz desarmante y también perseverante; que proviene de Dios, que
nos ama a todos incondicionalmente”. Creo que este Pontífice podría ser
llamado el Papa de la paz, hacedor y constructor de la paz. Y quiero aquí hacer
una notación sin que se me malinterprete. El Papa León XIV es de nacionalidad norteamericana
y creo que será un punto clave en su ministerio petrino el trabajo que pudiera
realizar, junto al presidente de los Estados Unidos, en la búsqueda de la paz
en los diferentes conflictos bélicos actuales más sonados: Rusia-Ucrania;
India-Pakistán; Israel-Franja de Gaza; China-Taiwán.
Otra señal que descubro en este Pontífice
nuestro es que ha centrado su ministerio en la persona de Cristo; será un
pontificado Cristocéntrico, y “llamó a que seamos verdaderos discípulos de
Cristo, ya que él nos precede; el mundo necesita de su luz; la humanidad
necesita de él como el puente para alcanzar de Dios su amor. Ayúdennos también
ustedes a construir puentes con el diálogo, con el encuentro, poniéndonos todos
para ser un solo pueblo siempre en paz”.
Resaltó también en su mensaje “la unidad
que debe de haber en la Iglesia, como un caminar juntos, buscando siempre la
paz, la justicia; trabajando siempre como hombres y mujeres fieles a Jesucristo
sin miedo para proclamar el evangelio y para ser misioneros”. Aquí resalto
el llamado que hizo para que la Iglesia sea misionera que, de hecho, esa es su
esencia, es la única misión, esa es su naturaleza, para eso existe: para
evangelizar y llevar las almas al cielo (san Pablo VI).
No podemos dejar pasar el hecho de haber
especificado su filiación religiosa, cuando mencionó una frase emblemática de su
padre fundador san Agustín: “Para ustedes soy obispo, pero con ustedes soy
cristiano”. Este santo es imagen de la custodia, defensa y proclamación de
la sana y verdadera doctrina evangélica, y también es conocido como el “doctor
de la gracia”. El santo Padre León XIV no tiene la salvación asegurada, sino
que también está en el camino para salvarse con el resto de los creyentes, de
la Iglesia.
Volvió a resaltar la unidad en el caminar
juntos hacia la patria que Dios nos ha preparado. “Llamó a su Iglesia
particular, como Obispo de la diócesis de Roma, a ser una Iglesia misionera, una
Iglesia que construye puentes de diálogo, siempre abierta a recibir con los
brazos abiertos a todos aquellos que tienen necesidad de recibir nuestra
caridad y presencia de diálogo y de amor”.
Pues este es uno de los desafíos a tener
cuenta: buscar, construir y edificar la unidad de la Iglesia de Cristo, dando
así cumplimiento al deseo de Jesús en su oración al Padre: “Padre, que así
como tú y yo somos uno, que éstos también sean uno, como tú en mí y yo en ti”
(Jn 20,21-23).
León XIV es un hombre políglota. Habla
perfectamente varios idiomas: su natal inglés, español, italiano, francés y
portugués. En su primer mensaje dirigió unas breves palabras en español, sobre
todo, saludando a su antigua diócesis de Chiclayo en el Perú. Llamó también a
seguir siendo una Iglesia sinodal. Una Iglesia que camina y busca la paz, que
busca siempre la caridad, una Iglesia que busca siempre estar cerca de quienes
sufren.
Ha sido muy significativo
también el que haya mencionado y encomendado su ministerio a la Virgen María,
que camina siempre con nosotros y está cerca de nosotros, ayudándonos con su
intercesión y su amor. Por esto terminó su mensaje, invitando a rezar juntos el
Ave María. Nos da la impresión de que será un pontificado mariano.
Si su pontificado estará marcado por el pilar
de la unidad, esto nos tiene que llevar a pensar en cómo, - y será uno de sus grandes
retos -, enfrentará la crisis doctrinal que está avanzando en la Iglesia
católica alemana. Recordemos que los obispos alemanes, no bien había sucedido
la muerte del Papa Francisco, aprobaron el reglamento para bendecir a las
parejas homosexuales. Y esto lacera precisamente la unidad de la Iglesia. Su primer
predecesor homónimo, el Papa san León Magno, es llamado el “doctor de la unidad”:
defensor de la unidad de la Iglesia, tanto en el campo doctrinal como
disciplinar (Papa san Juan XXIII, Enc. Aeterna Dei Spientia).
Pues este es el Romano Pontífice, el sucesor
del apóstol san Pedro, que nuestro Señor Jesucristo quiso darnos a su Iglesia
en estos tiempos convulsos. Es un hombre y sacerdote de una gran experiencia de
vida espiritual, pastoral, doctrinal y eclesial. Es un hombre de los polos, de
los extremos, es decir, norteamericano de nacimiento y pastor en el sur del
continente. El nombre elegido por él no ha sido casualidad, sino que, tiene que
ver con el legado que dejó su predecesor homónimo, León XIII: el Papa que, -
entre muchas cosas -, introdujo a la Iglesia en la cuestión social, que condenó
el socialismo-comunismo, defendió la propiedad privada y a los obreros, condenó
la masonería dentro y fuera de la Iglesia, retomó la doctrina tomista dentro de
la Iglesia para contrarrestar la ideología progresista y del relativismo moral,
y que tuvo una visión de la batalla de la Iglesia contra satanás y compuso una
oración al arcángel san Miguel para proteger a la Iglesia, para que fuera
rezada al final de cada misa. Además, bíblicamente hablando, en Amós 3,8, se
nos muestra la autoridad divina manifestada a través de la fortaleza del rugido
del león; y en el Apocalipsis 5,5, Cristo mismo es denominado “el león de la
tribu de Juda”, título que refleja su realeza y su victoria definitiva
sobre el mal. Ya san Isidoro de Sevilla, en sus “Etimologías”, explica que el
león es llamado rey porque sus rugidos hacen temblar a todas las bestias. Y
esto es lo que la Iglesia hoy necesita: un pastor que haga temblar con su voz a
aquellos que amenazan la fe y la moral cristianas. Y es que el santo padre León
XIV, tendrá que enfrentar poderes imperiales e ideologías totalitarias, que han
penetrado la Iglesia de Cristo e intentan destruirla desde dentro.
No es bueno ni justo hacer juicios ni
señalamientos de su persona ni de su pontificado, puesto que, apenas ha sido
elegido al mismo. No es lo mismo ser un subordinado que pasar a ser y tener el
puesto de máxima autoridad en la Iglesia universal. Debemos dejar que inicie su
ministerio petrino para darnos cuenta de cuál o cuáles serán las líneas que
seguirá en su pontificado. Él tendrá que impregnar de su impronta, como todo
Pontífice, su ministerio petrino. Había temor e incertidumbre de que el nuevo Pontífice
fuera de mentalidad ideológica liberal, progresista, conservadora, tradicionalista,
radical, etc. Lo que nos toca es orar por él, por su ministerio petrino para
que sea un buen pastor. El pastor no es nada sin su rebaño, como tampoco el
rebaño es nada sin su pastor.
No caigamos ni nos dejemos llevar por los
prejuicios. Nos toca orar con fe, humildad, perseverancia, confianza y
devoción. Somos la Iglesia de Cristo, su pueblo santo. Somos Iglesia misionera,
evangelizadora y evangelizada. Debemos ser luz para este mundo que camina en
tinieblas y en la mentira. Estamos viviendo una gran crisis de fe, de la pérdida
de lo sagrado y del hombre en su naturaleza. Somos buscadores de la verdad de
Dios, para ser real y verdaderamente libres. Somos y debemos ser Iglesia de la
paz. Pero no de esa paz que nos ofrece el mundo, sino la paz que nos da Dios:
la paz que es un don, un regalo de Dios.
Seamos, junto a nuestro santo padre León XIV,
leones de la fe, dispuestos a defender la verdad sin componendas y sin miedo,
pero con caridad, firmes en los principios y misericordiosos con las personas.