martes, 7 de febrero de 2023

El satanismo: ¿libertad religiosa y obra de arte?

 

“Sean sobrios y vigilen, porque su enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. Resístanles firmes en la fe” (1 Pe 5,8).

  Ha causado mucho revuelo en las redes sociales lo que sucedió hace un par de días en la celebración de la premiación de los Grammy, que es el evento anual que premia a los artistas por sus aportes a la industria de la música anglosajona, como también el aporte de artistas de otros países. el acto en cuestión es relacionado a la presentación de un artista llamado Sam Smith, que intervino en la premiación con una actuación donde ensalza el satanismo y dicha actuación fue patrocinada por la farmacéutica Pfizer, que sale en la pantalla. No podemos ser ingenuos y afirmar que esa actuación no tiene nada que ver con el ensalzamiento de lo satánico.

  Hay que señalar además que, los grandes premios del espectáculo que se transmiten desde los estados unidos, como son los premios de la Academia del cine estadounidense Oscar, estos mismos de los Grammys, como también el recién pasado concurso de Miss Universo -, desde hace tiempo atrás dejaron de ser lo que fue su origen, su esencia; para dar paso a convertirse nada mas y nada menos que en actos de proselitismo político-ideológicos. Estos eventos que, de por sí aun concitan una gran audiencia, no son mas que plataformas para que sus exponentes, cuando suben al pódium a recibir su premio aprovechan la ocasión para despotricar contra el sistema político e ideológico del momento y alabar el que tiene que venir. Y es que los movimientos financiados por los progresistas no desaprovechan la más mínima oportunidad para meter sus manos y transmitir su ideología progre que muchos o todos los asistentes aplauden como focas. Pareciera mas bien que estos exponentes tuvieran un contrato firmado con estos progresistas y que tienen que dejar clara su apoyo a la misma, y si no lo hicieron, pues se la cobrarían.

  Desde hace tiempo que gran parte de la humanidad ha venido mostrando su complicidad con esta mentalidad moderna y progre que ensalza y alaba lo satánico. Le han dado las espaldas a Dios para arrodillarse a su enemigo, el Diablo. Por esto es por lo que hemos mencionado, como encabezado de nuestro artículo, ese texto de la carta del apóstol Santiago.

  Nos podemos dar cuenta que este camino hacia lo satánico se ha venido acelerando. Ya estos grupos no lo esconden ni lo disimulan. Todo lo están haciendo a la clara, a una con los poderes oscuros. Y es que un gran manto de tiniebla esta arropando a gran parte de la humanidad. Ya lo dijo le mismo Cristo que su Reino no es de este mundo. Estamos enfrascados en una guerra de poderes espirituales entre el bien y el mal, el Reino de Dios contra el reino del mundo. Satanás o Diablo ha acelerado su ataque, su estrategia de conquista de gran parte de la humanidad y está golpeando a Dios por donde más le duele: conquistando el corazón de muchos de sus hijos. Vemos que se viene cumpliendo la profecía de que el diablo está suelto, pero no debemos olvidar que también será nuevamente atado, encadenado para que ya no siga haciendo sus estragos. Todo esto esta sirviendo para ver quienes son los fieles del Señor y de purificación para la humanidad.

  Volviendo a nuestro punto anterior sobre esta actuación en los Grammys alabando el satanismo, hay que ver cómo se han desbordado los comentarios, tanto a favor como en contra. Una cosa cierta es que, estamos en un enfrentamiento claro contra Dios y su plan salvador. Sabemos que Dios quiere salvarnos a todos, pero no todos quieren ser salvados.

  Imaginémonos que en un espectáculo como ese se hubiera mostrado o escenificado una actuación de alabanza a Dios; que la escenografía hubiera sido acorde a ensalzar lo bueno, lo divino, lo sano y lo santo. De seguro que las reacciones en el momento no se hubieran hecho esperar y se acusaría el evento de intolerante, discriminatorio, ideológico religioso, nada que ver con la libertad religiosa, etc. Pero, como fue todo lo contrario, pues el evento no ha concitado por parte de la prensa progre el repudio ni rechazo; sino más bien ha sido aplaudido, ensalzado, señalado como una manifestación de una verdadera obra de arte y todos los asistentes aplaudiendo como focas; porque eso es ser progresistas y modernistas, ser inclusivos y tolerantes.

  Estos espectáculos son vistos por una gran cantidad de público a nivel mundial. Y estos grupos progresistas eso es lo que aprovechan para transmitir en los mismos estas acciones como algo normal y a lo que tenemos y debemos de irnos adaptando. Es la normalización de lo anormal; llamar a lo bueno malo, y viceversa.

  Esto nos tiene que poner en alerta, no sólo a los que creemos en Dios sino a toda persona de buena voluntad y que tenga conciencia de lo que se viene fraguando contra la humanidad. Para estos grupos, el “enemigo” a vencer es Dios, su mensaje salvador, su familia espiritual, - la iglesia -, y sus discípulos. Se repite esta actitud soberbia del hombre que está plasmada en el libro del Génesis sobre la torre de babel: el hombre quiere ser dios o más que Dios.  Es el hombre convertido en ley, batuta y constitución de su propio destino, de su existencia. Pero esto no es más que cavar su propia destrucción.

  Debemos cuidar las futuras generaciones: los niños y jóvenes de ahora, que son los que están imbuidos de esta destructora estrategia. Es un llamado a los padres para que cuiden a sus hijos de estos espectáculos e influencia ideológica que destruye a la persona desde su interior. Son los padres, los primeros, que deben de velar por la transmisión de los valores y principios de sus hijos en el hogar y no permitir, bajo ninguna circunstancia, que en las escuelas y colegios les inculquen ideologías nocivas a sus hijos.

  En ninguna circunstancia, los que tenemos un dedo de frente y conciencia debemos aplaudir estas aberraciones. Nos quieren idiotas porque así se les hace mucho más fácil esclavizarnos y eliminarnos. La única guerra que se pierde es la que no se lucha. Tenemos que resistir para triunfar, y poder lograr la causa mayor que es el triunfo del bien, de lo bueno, de lo sano, de lo justo, de la libertad. Ya lo dijo Lenin que, “la revolución estaba constituida por un 99% de idiotas y sólo un 1% de verdaderos marxistas”. Por lo tanto, sin idiotas, el progresismo no avanza. Y estos espectáculos son seguidos por muchos de ellos. Estos espectáculos lo que hacen es contagiar e ideologizar a otros que voluntariamente se dejan infectar. Y el filósofo italiano Michele Federico Sciacca dijo “no nacemos estúpidos; pero desde el nacimiento hasta la muerte la estupidez está al acecho de cada uno de nosotros, es nuestra permanente tentación; ni llegamos a serlo por casualidad o solamente por circunstancias desafortunadas”.

  En conclusión. No caigamos ni nos dejemos envolver por teorías modernistas ni progresistas. Recordemos que el progresismo no quiere decir progreso. No nos dejemos llevar a la idiotez ni a la estupidez. Seamos críticos y aportemos a la solución de nuestros más aquejantes problemas. Pongamos en práctica nuestra capacidad de pensar y razonar. No permitamos que nos devore el enemigo de Dios, que es también nuestro enemigo: satanás. No empeñemos ni claudiquemos en nuestra libertad: es la Verdad la que nos hará libres. No es cierto que, mientras más libres seamos, seremos más verdaderos. No permitamos que otros piensen ni decidan por nosotros.