jueves, 14 de abril de 2022

Soy católico, pero… (y 3ª parte)

 

Con lo que hemos dicho anteriormente, esto nos lleva al título que hemos dado a este escrito: Soy católico, pero… Es decir: ¿Qué tipo de catolicismo estoy viviendo o es el que quiero vivir? ¿Qué clase de católico soy? ¿Vivo un catolicismo a mi conveniencia o me esfuerzo en vivirlo como debe de ser? ¿Soy católico, pero sólo voy a misa los domingos, porque leo la Biblia y rezo el rosario? ¿Soy católico porque me gusta la discoteca, el alcohol, etc.? ¿Es esto lo que me da mi identidad católica? ¿Soy católico, porque   escucho al Papa, a mis obispos, sacerdotes, pero no les obedezco? ¿Soy católico porque estudié en un colegio o universidad católica, pero nunca me preocupé por hacer o cumplir con lo que en esas instituciones académicas me enseñaban en cuanto a mi fe? ¿Soy católico porque me bautizaron de pequeño, pero no me he interesado por crecer, profundizar y madurar mi fe bautismal? ¿Soy católico porque me casé por la Iglesia, pero no me he preocupado ni interesado por fortalecer la gracia matrimonial que recibí en ese sacramento? ¿Soy católico porque hice la primera comunión, pero nunca me he preocupado por seguir practicando ni recibiendo la gracia de la comunión? ¿Soy católico, pero sólo voy a misa el viernes santo? Y resulta que el viernes santo es el único día que no se celebra la misa. Y un sin número de preguntas más.

  Sabemos también de grupos que se denominan católicos, pero sólo utilizan el nombre de católicos como un título, y otros no se esfuerzan por poner en práctica la doctrina católica. Tenemos, por ejemplo, el conocido grupo, -que es más bien una ong proaborto -, “católicas por el derecho a decidir”: este grupo recibe financiamiento internacional para su lucha, defensa e imposición del aborto en las legislaciones de los países. Existe otro grupo llamado “católicas 2.0”, que promueven, entre otras cosas, la ordenación sacerdotal de las mujeres. Están los grupos de “católicos progresistas” en los Estados Unidos que promueven el aborto, la homosexualidad, eutanasia, etc. En fin, son esos católicos que se han dejado arropar por la visión laicista y han asumido sus postulados, pero se siguen llamando católicos.

  Sabemos también de muchas personas que se aprovechan de la riqueza de la doctrina católica, su enseñanza en la educación en colegios y universidades; incluso personas que profesan otra fe no católica ni cristiana o, incluso atea, ya que tienen un nivel alto y decente. La pregunta aquí es: ¿Porque están en estas instituciones y aprenden a citar incluso pasajes bíblicos y se insertan en la catequesis, son católicos? La respuesta es NO. Todos estos saben muy bien manipular a los demás con el tema religioso para lograr alcanzar sus propios fines, y no los de Cristo.

  Hoy muchos cristianos católicos viven un cristianismo “bajo en compromiso, acomodado, ligero”. Quitándole al Evangelio todo aquello que es o pueda ser incómodo para la sociedad. El arzobispo de Glasgow, Mons. Philip Tartaglia, dijo al respecto: “Los católicos escoceses están demasiado despreocupados en defender sus creencias. Demasiados creyentes se han adaptado al mundo secular que los rodea al enfatizar no su propia fe sino sus propios valores éticos”. Y agregó: “Demasiados creyentes ya no hablan de que Jesús ganó la salvación por los pecadores, sino en lugar de eso, le señalan como un ideal moral que los humanos deben esforzarse por lograr. Nos acomodamos, no nos comprometemos, evitamos los conflictos, incluso cuando el conflicto es el único camino correcto, somos demasiado vanos, como diríamos en Escocia”.

  ¡O estamos con Cristo, o contra Cristo! ¡O cosechamos con Cristo, o desparramamos! Tenemos que ser verdaderos y auténticos cristianos. Hemos sido bautizados no para sentirnos hijos de Dios, sino para vivir como hijos de Dios. ¿Cómo lo logramos? Jesús ya lo dijo: “Todo el que escuche mis palabras y las ponga en práctica, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. También nos dijo: “Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando”. Tenemos que aprender a vivir como auténticos cristianos en medio de esta realidad que nos ha tocado vivir. Ser fieles discípulos de Cristo y fieles miembros de su familia espiritual, la Iglesia. Tener cuidado con los lobos disfrazados de ovejas que están dentro del rebaño de Cristo para no ser confundidos ni devorados por estos. Ser amigos de Cristo y no del mundo; servir a Dios y no al mundo. Escuchar y ser de Cristo es ser verás.

 

 

miércoles, 13 de abril de 2022

Soy católico, pero… (2ª parte)

 

Estos prelados parece que han olvidado intencionalmente, - porque no podemos alegarles ignorancia -, lo que dice la Constitución Dogmática Dei Verbum, del Concilio Vaticano II, en el numeral 10: “La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un sólo depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia… de suerte que prelados y fieles colaboran estrechamente en la conservación, en el ejercicio y en la profesión de fe recibida. Pero el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios o transmitirla ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este Magisterio, evidentemente, NO está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer. Es evidente, por tanto, que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el designio sapientísimo de Dios, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que, juntos, cada uno a su modo, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas”.

  Pero claro que estas ideas de este cardenal y de otros prelados alemanes que van en la misma línea de pensamiento, han encontrado la oposición y advertencia de otros obispos de varios países. Algunas de estas opiniones en contra se han manifestado en conjunto como la Conferencia Episcopal de Polonia; otras de manera individual, como es el caso del obispo de Tyler-Texas, Mons. Joseph Strickland, que dijo: “Marx ha dejado la fe católica, necesita ser honesto y renunciar oficialmente”.

  Una vez más sigue la mentalidad de los llamados modernistas o progres que quieren y están empeñados en devaluar y diluir la enseñanza de Cristo y su evangelio. Con esta mentalidad lo que manifiestan es que están corrigiendo al mismo Cristo al decirle que su mensaje no es válido para todos los tiempos y lugares, sino que tiene y debe de irse adaptando a los cambios de los mismos. Es decir, para estos modernistas y progres, es el evangelio el que tiene que irse adaptando a nosotros y no al revés. Somos nosotros los que tenemos que iluminar el evangelio y no el evangelio a nosotros. Somos nosotros los que debemos iluminar el evangelio y la Iglesia, y no la luz de Cristo y del Espíritu Santo. Hacen ver que el contenido de la Biblia es sólo una mera opinión personal de los escritores de esos tiempos. Parafraseando al escritor Zygmunt Bauman: “Estos prelados proclaman, defienden y anuncian un evangelio y una iglesia líquidos”. Todo este pensamiento no es más que pura herejía. Y lo saben, pero no les importa. El mismo cardenal Marx ya lo ha dicho: “Yo sé que estoy en contra de la enseñanza de la doctrina católica, pero he querido expresar lo que pienso”.

  El Catecismo de la Iglesia Católica no es un simple libro de consulta. Es el libro que contiene nada más y nada menos todo lo que los cristianos católicos debemos y tenemos que creer, y por qué debemos y tenemos que creerlo; así como lo que no debemos ni tenemos que creer. Se podría calificar como el segundo libro, después de la Biblia, más importante para la vivencia y práctica de nuestra fe. El Catecismo contiene y conserva el Depósito de la fe. El cardenal Marx y los otros prelados saben que nadie, en la Iglesia de Cristo, tienen la autoridad para cambiar una sola letra del mensaje del Evangelio que ellos no inventaron ni crearon. Ellos saben que Jesucristo no le dio esa autoridad a nadie, porque el mensaje del Evangelio es de propiedad exclusiva de Cristo y nosotros sólo somos sus mensajeros.

  Pues todo esto y otras cosas más, es lo que ha llevado a la Iglesia a vivir, a adentrarse en una profunda y grave crisis de fe. Estamos viviendo un tiempo de intensa oscuridad de fe y eclesial, no sólo por los ataques que viene sufriendo la Iglesia desde fuera, sino y, sobre todo, por los ataques feroces que está experimentando desde dentro de ella misma. Esto es, una vez más, el tomar el Evangelio y Catecismo como si fueran un “menú” de restaurante para elegir lo que más me gusta, más me conviene y pueda pagar. Jesús ya dijo que tenemos que “decir sí cuando sea sí, y no cuando sea no… ya que a los tibios los vomita”.

martes, 12 de abril de 2022

Soy católico, pero… (1ª parte)

 

 El cardenal alemán Reinhard Marx, en una entrevista publicada en la revista Stern, dijo recientemente que “el Catecismo de la Iglesia Católica no está escrito en piedra y que, por lo tanto, se permite dudar de lo que dice”. Recordemos que este cardenal es uno de los más influyentes prelados de Europa y forma parte, por decisión del Papa Francisco, del Consejo de Cardenales Asesores del Papa Francisco y también es Presidente del Consejo de Economía del Vaticano, y es uno de los principales artífices e impulsadores del “camino sinodal alemán”.

  A la pregunta que le hicieran de “¿cómo se debe acomodar a las personas homosexuales, queer o trans en la enseñanza católica?” Su respuesta fue: “Una ética inclusiva que imaginamos no se trata de ser laxa, como algunos afirman. Se trata de otra cosa: encuentro a la altura de los ojos, respeto por el otro. El valor del amor se muestra en la relación; en no hacer de la otra persona un objeto, en no usar o humillar a la otra persona, en ser fieles y confiables unos con otros. El Catecismo no está escrito en piedra. Uno también puede dudar de lo que dice”. Y Mons. Georg Batzing, sucesor del cardenal Marx como Presidente de la Conferencia Episcopal alemana, se le preguntó acerca de “si el sexo entre homosexuales está permitido”; a lo que respondió: “sí, está bien si se hace en fidelidad y responsabilidad. No afecta la relación con Dios”.

  Pero estas palabras del cardenal Marx, no son palabras simples ni baladíes. Con estas palabras, el mismo cardenal lo que está haciendo es exceder lo que se puede llamar un simple cambio de redacción del Catecismo. Estas palabras apuntan directamente a realizar un cambio en la doctrina y moral sexual católica, y que se lleva de corte y porrazo, la revelación bíblica. Así entonces, tenemos lo que acaba de suceder en la diócesis alemana de Friburgo que, ha autorizado a una persona transexual para dar clases de educación religiosa católica. Pero resulta que esta mujer biológica, que transitó a hombre, está en planes de boda en esta primera mitad del año con su compañera sentimental. Aquí se plantea una cuestión o problema moral: pues resulta que sería un matrimonio entre dos mujeres. A la pregunta que se le hiciera al vicario general de la diócesis, “¿cómo podría ser esto congruente con el Derecho Canónico y la normativa laboral?” La respuesta que dio fue: “Las leyes laborales de la Iglesia están siendo reelaboradas por los obispos alemanes”.  Pero ¿cómo se interpreta esta reelaboración? Pues como un ir acomodando la doctrina moral católica a los criterios del mundo. El Catecismo es el compendio de lo que cree y no cree la Iglesia, y que está fundamentado en la revelación bíblica, la tradición eclesial y el magisterio milenario católico, desde los apóstoles hasta el último de sus sucesores, con el papa a la cabeza.

  Sabemos de la insistencia y tozudez de este cardenal, junto a otros obispos, sacerdotes y laicos alemanes, de sus propuestas y “convencimiento” de que la moral sexual católica tiene que cambiar, y para esto, este cardenal promueve y defiende que el celibato sacerdotal debe de ser opcional o eliminado para que los sacerdotes se puedan casar; que los sacerdotes puedan ser no sólo heterosexuales, sino también de otras preferencias sexuales; que la Iglesia bendiga las uniones homosexuales, es decir, que sean sacramentales; la ordenación sacerdotal de las mujeres, acceso a la comunión sacramental de protestantes casados con católicos, etc.

  Pero volvamos a su respuesta reciente en la entrevista sobre el Catecismo: “El Catecismo no está escrito en piedra y que se puede dudar de lo que dice”. Este cardenal católico, así como otros muchos más prelados y fieles, cree que la enseñanza de Jesús, - Su evangelio -, puede, tiene y debe adaptarse al cambio de las épocas. Se olvida este cardenal de las palabras de Jesús: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”, y también: “Vayan por todo el mundo, anuncien el evangelio, enséñenle a la gente a cumplir todo cuanto yo a ustedes les he enseñado, y todo el que crea y se bautice, ese salvará”. Y no podemos dejar de mencionar las palabras del apóstol de los gentiles, san Pablo: “Pero, aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo les predicase un evangelio distinto del que les hemos anunciado, sea anatema” (Gal 1,8). Y es que el discípulo no es más que su maestro, si bien el discípulo cumple con lo mandado por su maestro.

miércoles, 6 de abril de 2022

La OMS, otra vez

 

  La Organización Mundial de la Salud (OMS), que es más bien una especie de “ministerio mundial de la salud”, es un organismo perteneciente a la Organización de Naciones Unidas (ONU), y que su función o misión es gestionar políticas de prevención, promoción e intervención a nivel mundial en salud, y tiene su sede en la ciudad de Ginebra (Suiza). Este organismo mundial acaba de emitir el mes pasado unas directrices sobre la práctica del aborto en donde recomienda que se despenalice el mismo, esgrimiendo como argumento fundamental que este “paso es fundamental para la salud de las mujeres y las niñas”.

  En dichas recomendaciones, este organismo incluye eliminar cualquier obstáculo para el acceso al aborto y pide limitar la objeción de conciencia. Pero, más bien lo que busca es la eliminación del derecho humano a la objeción de conciencia de parte de los sanitarios implicados, eliminar los tiempos de espera obligatorios antes de practicar un aborto o la necesidad de autorización de otras personas (los padres, en caso de menores de edad). Pero ¿qué es en realidad lo que pretende conseguir o imponer este organismo con esta resolución o recomendaciones? No podemos ser ingenuos: lo que quieren claramente, aunque lo disfracen, es la total despenalización del aborto a nivel mundial. Es un documento de unas 20 páginas, publicado en su página web oficial, bajo el título “Directrices sobre la atención para el aborto. Resumen Ejecutivo”.

  Este Resumen Ejecutivo recomienda la despenalización total del aborto: “significa eliminar el aborto de todas las leyes penales, no sólo para la mujer que aborta, sino para todos los agentes participantes”, señala el documento. También dice: “No se recomienda la promulgación de leyes y otras reglamentaciones que restrinjan el aborto basándose en supuestos. Se recomienda que el aborto esté accesible a demanda de la mujer, niña u otra persona embarazada, sin la autorización de ninguna otra persona, organismo o institución”.

  Sigue afirmando el organismo en este documento: “No se recomienda la promulgación de leyes y otras reglamentaciones que prohíban el aborto basándose en límites de edad gestacional”. Según este Resumen Ejecutivo: “si resulta imposible regular la objeción de conciencia de manera que se respeten, protejan y cumplan los derechos de las personas que solicitan el aborto, la objeción de conciencia en la prestación de servicio de aborto puede llegar a ser indefendible”.

  Ahora ¿cuál es el alcance, a nivel mundial, de la OMS y este documento sobre la despenalización del aborto? ¿Tienen los países signatarios que obedecer sin más estas “recomendaciones” de la OMS e incluirlas en sus legislaciones? Según el experto abogado, politólogo e investigador del Centro de Bioética, Persona y Familia, Williams Becker, dice que “un documento, con directrices, emanado de algún organismo internacional, es incapaz de generar obligaciones de legalizar y/o despenalizar el aborto: no existe tal obligación, ni por lo que diga éste ni otro documento análogo, ni por lo que diga algún dictamen de alguna comisión fundada por un tratado, etc.”. Aseguró además que “existen lobbies, grupos de interés, grandes coaliciones, muy bien articuladas y financiadas, que buscan promover estos fines y, en efecto, utilizan a las organizaciones internacionales, a los Tratados de Derechos Humanos, a los Tribunales, los Comités, para fortificar y legitimar sus demandas”.

  En respuesta a este documento de la OMS, tenemos también la publicación del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, en el que deja claro las consecuencias que conllevarían estas recomendaciones si se implementan en los países. Se pregunta este Observatorio: “¿Cómo es posible que la OMS, que tiene que velar por el establecimiento de políticas dirigidas a preservar y promover la salud de la población, defienda sin ambages el exterminio de la población más vulnerable, los no nacidos, a través del aborto sin límites? Lo defiende y lo promueve supeditando la concesión de ayudas a la aceptación de sus postulados contra la vida. No es posible la salud, que el organismo debe defender, sin la vida. Los no nacidos también tienen derecho a la salud, por lo que primero, tienen derecho a la vida”. Y sigue: “abortar no promueve la salud”.

  Pues nosotros, como Iglesia Católica y Movimiento evangelizador de la Iglesia Católica, ratificamos nuestro compromiso de fe y eclesial en la defensa, protección y promoción de toda vida humana, sobre todo, la de los más indefensos y vulnerables, - los no nacidos. La peor guerra que la humanidad ha desencadenado contra ella misma es la guerra en el vientre materno ya que, se ataca, para eliminar, a un ser humano totalmente indefenso. Es imposible naturalizar el flagelo del aborto nombrándolo como lo que realmente es: un asesinato. Y es que el flagelo del aborto, mientras más se le estudia y se le investiga, más se llega a la certeza de que se trata de un homicidio, y de los más crueles que exista, ya que, no garantiza en realidad, ninguna salvación ni salud, ni merma el sufrimiento, para la madre asesina. Seguimos en nuestra lucha provida en nuestro país; y seguimos orando y luchando al lado de todos aquellos que asumen esta guerra para ser la voz de los que aguardan llegar a este mundo al ser dados a luz. Luchamos y oramos por y con nuestros legisladores que han asumido esta lucha por la protección de la vida, para que Dios les dé la fuerza, valentía y coraje de defender la vida de los más vulnerables con leyes verdaderamente justas. 

 

martes, 5 de abril de 2022

Tiempo para seguir cambiando de actitud

 

Estamos ya en la recta final del camino cuaresmal. Nos encaminamos hacia la semana santa. Nos vislumbramos ya cercanos a la Pascua de Resurrección, pero antes tenemos que pasar por el viernes santo, el viernes de la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, el Mesías, el salvador. En este caminar cuaresmal nos hemos tenido que detener a profundizar en lo fundamental del mismo que es la “conversión”. Recordemos que esta fue la invitación y exhortación del Señor en el evangelio de Marcos; es su primera palabra: “conviértanse, porque se ha cumplido el tiempo y el reino de Dios está cerca”. Esta palabra será la clave de todo el mensaje de la buena noticia de Jesús: no podemos recibir el reino de Dios, si antes no se da en cada uno de nosotros, en nuestro interior, un cambio de actitudes. El reino de Dios no funciona en nosotros si no encuentra corazones bien dispuestos. Si no hay, si no se da un verdadero arrepentimiento de nuestra parte, no podrá ser real ni efectivo el reino de Dios.

  Como ya sabemos, la conversión significa “cambio de actitud, de pensamiento”. Es darle a nuestra vida un giro de 360 grados. No es un cambio parcial, sino más bien completo. Ya nos dice el Señor que nuestros pensamientos no son sus pensamientos. Pues la conversión tiene que lograr poner en consonancia nuestros pensamientos con los pensamientos de Dios. Este cambio lo logramos en la medida en que ponemos en práctica el mandato del Señor de “escuchar su palabra y ponerla en práctica”. Así, la auténtica conversión nos llevará a un verdadero cambio de nuestra actitud hacia Dios, hacia los demás y hacia nosotros mismos. Es empezar a rechazar y apartar de nosotros todo aquello que nos irrita, lo que nos aleja de Dios; la intolerancia con muchos de los que nos rodean: en la familia, en el trabajo, en el círculo de amigos, en las calles de la ciudad, en la universidad, en la misma comunidad cristiana, etc. Por esto es por lo que el camino cuaresmal que hemos venido recorriendo y que estamos ya llegando a la parte final e intensa, ha sido y siempre tiene que ser el tiempo ideal para avanzar en el fortalecimiento de nuestro proceso de conversión que tanto necesitamos. Tengamos claro que la conversión no sólo tenemos que vivirla en la cuaresma, sino más bien que tenemos este tiempo de gracia para fortalecerla. La cuaresma es un camino que nos dura toda la vida y que termina para cada uno cuando nos toque dejar este mundo.

De los bienes que hemos tenido que lograr alcanzar y fortalecer en este camino cuaresmal es la paz: la paz con Dios, con los demás y con nosotros mismos. La paz que nos da el Señor es un don y una tarea que necesita y nos exige un cambio interior verdadero para que sea una realidad en nuestras vidas. La conversión nos debe de llevar a entender y ser conscientes de que nosotros no somos el centro del mundo, sino que lo es Dios; y que nos ha hecho partícipes de su amor y que por lo tanto debemos de tener un corazón sincero y abierto para acoger con humildad ese ofrecimiento suyo para testimoniarlo, contagiarlo a los demás; y así manifestar el verdadero discipulado de Cristo: “En esto conocerán los demás que son mis discípulos: en que se aman unos a los otros”.

  Cuando nos dejamos amar por Dios, somos partícipes de su gran misericordia ya que nos lleva al reconocimiento de nuestros pecados. La cuaresma también ha tenido que ser ese tiempo propicio para buscar y pedir la misericordia de Dios. Somos seres limitados, perecederos y nuestra presencia en este mundo es transitoria. El momento de la muerte a este mundo es momento decisivo, es el momento de la verdad. Lo hecho, hecho está. Esta realidad nos debe de llevar siempre a la sinceridad y reconocer que somos pecadores, que hemos pecado y que, por lo tanto, necesitamos de la misericordia del Padre. Por esto es por lo que decimo con el salmista: “misericordia Señor, hemos pecado”.

  ¡Vamos hacia Jerusalén! Y este camino no ha sido fácil recorrerlo. Nos hemos encontrado con muchos obstáculos, tropiezos y caídas. Hemos tenido que estar pidiéndole perdón a Dios una y otra vez por nuestros fallos en nuestros propósitos e intenciones. Y así llegaremos a la semana santa, para experimentar con más fuerza la misericordia de Dios. Contempláremos a Jesús colgado y muriendo desangrado en la cruz. Poco a poco se le irán las fuerzas, el aliento y, por lo tanto, la vida. Pero esa no es más que una entrega, porque a Él nadie le quita la vida, sino que la entrega por nuestra salvación. Será un sacrificio lento y doloroso, que culmina siempre en la manifestación de su amor por nosotros.

  Sigamos avanzando en este camino cuaresmal hasta llegar a la cima del Gólgota. Vayamos a morir con Cristo, pero para resucitar con Cristo.