domingo, 26 de marzo de 2023

La Iglesia y la anti-iglesia. El Evangelio y el antievangélico. Cristo y el anticristo (y 4)

 

Por P. Robert A. Brisman P

  Anteriormente, en junio pasado, otro cardenal alemán, Walter Kasper, expresidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los cristianos, había advertido que el camino sinodal alemán podría autodestruirse. Advirtió que estaban usando un truco perezoso que, más bien es un golpe de estado, que podría resultar en una renuncia colectiva. Advirtió además que la Iglesia Católica no es una sustancia que puede ser remodelada y remodelada para adaptarse a la situación.     

  Otro cardenal que ha expresado su opinión sobre estas conclusiones del camino sinodal alemán es el estadunidense Raymond Burke. Éste urgió al Vaticano a sancionar ejemplarmente al sínodo alemán por haber aprobado en sus conclusiones la bendición de parejas homosexuales, ya que esto es una separación herética de una de las doctrinas de la fe porque se alejan de Cristo y su enseñanza y la Iglesia para abrazar otro tipo de religión que son más bien crímenes considerados ya en el Código de Derecho Canónico. Y es que rechazar la doctrina católica es rechazar al mismo Cristo y su evangelio que nos ha revelado al verdadero Dios. La doctrina que enseña la Iglesia no fue inventada por ella; a ella se le entregó lo que se llama el “depósito de la fe”. A ella le fue entregado, depositado el mensaje del evangelio para que lo custodiara, lo siguiera proclamando y anunciando de acuerdo con el mandato del Señor. Y añadimos que el santo padre tiene el mandato del Señor de confirmar a sus hermanos en la fe. Hay muchas otras opiniones más de obispos- cardenales sobre estas conclusiones del camino sinodal alemán.

  Vayamos concluyendo. Cristo vino a salvarnos a todos, pero no todos se quieren salvar. Si es verdad que el amor de Dios es incondicional a pesar de nuestros pecados, no es menos cierto que la salvación sí está condicionada: amor incondicional no significa salvación incondicional. Jesús ya dijo que no todo el que le diga Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos; sino más bien el que escuche sus palabras y las ponga en práctica. También en otra ocasión dijo que seriamos sus amigos si hacemos lo que él nos manda. A sus discípulos les dijo y, en ellos a sus sucesores, que el que los escuche a ellos, escucha al que lo ha enviado; y el que los rechace, rechaza al que lo ha enviado; también dijo que el cielo y la tierra pasarán, pero sus palabras no pasarán.

  Estamos en tiempos difíciles para la Iglesia, para la fe. Esto ya estaba profetizado en las Sagradas Escrituras y también por nuestra Santísima Madre en sus apariciones, de que la Iglesia de su Hijo enfrentaría un tiempo difícil de división a su interior. Sería muy fuerte y que sobre todo los que tuvieran una fe débil estarían a merced del demonio. Vemos también que, tanto las palabras proféticas dichas por los cardenales Wojtyla y Ratzinger, se están cumpliendo. La Iglesia no puede acomodarse al mundo; ella tiene que ser luz para el mundo; ella está en el mundo, pero no es del mundo. Los medios para el diálogo con la Iglesia alemana se agotaron. Están en una clara desobediencia al sucesor del apóstol san Pedro y Vicario de Cristo. Las conclusiones a las que está arribando el camino sinodal alemán son acciones que ya las vienen poniendo en práctica desde hace unos años atrás. Es decir, que en realidad no se han esperado a presentarlas a la Santa Sede y al santo padre para su ponderación. Tanto el presidente y vicepresidente de la Conferencia Episcopal alemana se han pronunciado en el sentido de que todas las parejas de sus diócesis que no pueden o no quieren casarse por la Iglesia, pero que quieren recibir la bendición, se acerquen para recibirla; y el obispo Stephan Ackerman de Trier, afirmó que esto es sólo el comienzo del comienzo.

  Como ya lo dije más arriba, usan un lenguaje ambiguo que se presta a la manipulación para justificar lo injustificable desde la realidad de la doctrina católica. Estos quieren y, de hecho, lo buscan, que otras iglesias particulares secunden sus propuestas. De hecho, ya en algunos países del área como Bélgica, Suiza, Holanda, Suecia, Canadá, Luxemburgo, Estados Unidos de América vienen haciendo lo mismo. En el Código de Derecho Canónico no. 1364 ya está legislado sobre las sanciones adecuadas que son aplicables a este tipo de acciones, y es muy específico en la excomunión automática (latae Sentencie): “&1: El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión Latae Sententiae, quedando firme lo prescrito en el canon 194 &1,2; el clérigo puede ser castigado además con las penas enumeradas en el canon 1336 &1,2 y 3; &2: Si lo requiere la contumacia prolongada o la gravedad del escándalo, se pueden añadir otras penas, sin exceptuar la expulsión del estado clerical”.

  La corriente ideológica del relativismo está muy metida en el interior de la Iglesia de Cristo. Como dijo el papa san Pablo VI, “El humo de satanás está metido en la Iglesia”. Estamos viviendo un tiempo muy oscuro para la Iglesia y para la fe. El cardenal Robert Sarah, ex Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ya nos ha advertido recientemente que la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, no puede estar a merced de mayorías circunstanciales que propugnan cambios incompatibles con su verdadera naturaleza, que son la expresión de ideologías promovidas por grupos de presión... que otras mayorías cuestionarán más tarde.

  La Iglesia no es excluyente, sino más bien inclusiva, pero no en sentido ideológico; en la Iglesia todos somos bienvenidos, sobre todo los que nos reconocemos pecadores y queremos ser redimidos por la misericordia de Cristo, pero el pecado se queda fuera. ¿Queremos una Iglesia mundana, que no es camino de salvación y que se predica a sí misma? O ¿queremos la Iglesia de Cristo, que es depositaria de su evangelio y es sacramento de salvación? No usemos la Iglesia de Cristo para implantar ni promover ideologías contrarias al evangelio. La Iglesia no es una dependencia de ningún gobierno. Estamos viviendo la lucha de la Iglesia contra la anti-iglesia; la lucha del evangelio contra el antievangélico; la lucha de Cristo contra el anticristo.

sábado, 25 de marzo de 2023

La Iglesia y la anti-iglesia. El Evangelio y el anti-evangelio. Cristo y el anticristo (3)

 

Por P. Robert A. Brisman P

  Bueno, pues la reacción de la Iglesia católica alemana no se hizo esperar, y respondieron a este comunicado con estas palabras: “Lamentamos con irritación que esa comunicación directa no haya tenido lugar todavía. Según nuestro entendimiento, ¡la iglesia sinodal es diferente! Esto también se aplica al tipo de comunicación actual, que causa asombro en nosotros. No indica un buen estilo de comunicación dentro de la Iglesia si no se publican declaraciones firmadas por su nombre”. Se refieren los obispos alemanes que el comunicado no iba firmado por ninguna autoridad vaticana ni si quiera por el santo padre. Pero ya el papa había aclarado que fue un error de procedimiento, más no de voluntad.

  Vayamos entonces a lo que recientemente ha sucedido en este camino sinodal alemán con relación a las conclusiones a las que han llegado. El pasado 10 de marzo, el camino sinodal alemán aprobó y quedó asentado en sus documentos, la bendición a parejas del mismo sexo. Pidieron a los obispos alemanes que en sus diócesis aplicaran las celebraciones de bendición de las parejas que se aman, pero a las que no llega el matrimonio sacramental. Esto también aplica a las parejas del mismo sexo sobre la base de una revalorización de la homosexualidad como variante normal de la sexualidad humana. En el texto de conclusión, el sínodo alemán afirma que “esta prohibición resulta despiadada e incluso discriminatoria”.

  Por otro lado, el sínodo alemán pide al papa que reconsidere la eliminación o la opción del celibato sacerdotal, afirmando que los “pilares que lo sostienen han caído de modo que a veces se han convertido en un modo de vida precario”. Al mismo tiempo, piden además que los obispos tengan potestad de conceder dispensas en casos individuales, como las que ocurren con pastores evangélicos casados que se han convertido a la Iglesia Católica. Y como si todo esto fuera poco, piden también que “cuando tenga lugar la exención general de la promesa del celibato, examine si se puede abrir también la posibilidad de que los sacerdotes ya ordenados sean liberados de la promesa del celibato sin tener que renunciar al ejercicio del ministerio”. Como vemos, estos dan casi por sentado que estas peticiones serán escuchadas, ponderadas y aceptadas.

  Piden o sugieren también la incorporación o implantación de la ideología de género en la Iglesia y la ordenación de mujeres al ministerio del diaconado. Pero esto no es más que el inicio de lo que vendría después y que es en realidad lo que pretenden: que las mujeres puedan acceder al presbiterado y episcopado. Y es que el sacramento del Orden es un solo sacramento, hay una unidad entre los tres grados. Pero también han concluido el que los laicos puedan predicar en las misas, puedan administrar válidamente los sacramentos del bautismo y el matrimonio; también que puedan confesar, aunque este punto lo trataran en otra ocasión; que haya acceso a la comunión sacramental para todos, incluyendo los divorciados vueltos a casar y de protestantes casados con católicos. Así tenemos que el obispo de la diócesis de Osnabrück (Alemania), Mons. Franz Jösef Bode, ha hecho un llamado en su diócesis a que todas las parejas que no pueden o no quieren casarse por la Iglesia, que se acerquen a las parroquias a recibir la bendición, dijo: “Animo a todas las parejas de nuestra diócesis que no puedan o no quieran casarse por la Iglesia, pero que, aun así, quieran someter su relación a una bendición eclesiástica, a que se pongan en contacto con nosotros”. Pero, sus acciones no terminan ahí. También anunció que está preparando a un grupo de laicos para iniciarlos en la administración del bautismo de manera ordinaria, predicar en las misas y que participen en la elección del obispo.

  Vemos que el documento de las conclusiones utiliza un lenguaje ambiguo y estratégico para confundir. Apelan en el mismo al sentimentalismo dejando a un lado la razón. Es la estrategia usada por todo y en todo lo que sea a favor de esta mentalidad modernista y progresista. Es la nueva religión del nuevo orden mundial: una religión que se centra en el ser humano y se olvida de la trascendencia de este. Una religión que aparta al Dios único, vivo y verdadero; que rechaza a Cristo y pierde el camino. Así se confunde mejor a una feligresía poco formada y fácil de manipular. Y es que estos alemanes han afirmado que su intención o plan es influir en la Iglesia Universal para que adopte estas decisiones.

  Pero las reacciones contra estas conclusiones del camino sinodal alemán no se han hecho esperar. Tenemos la reacción del Cardenal Gerard Müller, ex Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, que dijo, entre otras afirmaciones: “El camino sinodal alemán ha robado a los católicos la verdad del evangelio”. Dijo además que “el camino sinodal alemán ha reemplazado esa verdad con el producto de una ideología homosexualizada, que es el verdadero centro de gravedad del sinodalismo alemán”. Hizo el señalamiento de que el camino sinodal alemán no era en ningún sentido “una discusión abierta basada en la palabra de Dios y no tenía ningún fundamento en la constitución sacramental de la Iglesia. El camino sinodal alemán no representa a nadie más que a sus propios miembros, y que debe haber un juicio y deben ser sentenciados y destituidos de su cargo si no están aceptando la doctrina católica… agregando que “es muy triste que una mayoría de obispos votara explícitamente en contra de la doctrina revelada, y de la fe de la Iglesia católica. De todo nuestro pensamiento cristiano, en contra de la Biblia y de la tradición apostólica”.

viernes, 24 de marzo de 2023

La Iglesia y la anti-iglesia. El Evangelio y el anti-evangelio. Cristo y el anticristo (2)

 

Por P. Robert A. Brisman P.

  Y con todo lo dicho anteriormente, llegamos al momento actual. Y nos referimos al camino sinodal que la Iglesia Católica en Alemania viene recorriendo desde el 2019 y que ya está plasmando sus conclusiones; mismas que son un claro enfrentamiento contra la doctrina milenaria católica y que se interpreta también como la lucha contra el mismo Jesús y su evangelio. Por eso es por lo que ya estamos en la confrontación de la Iglesia y la anti-Iglesia; la confrontación del evangelio y el antievangélico; de la lucha entre Cristo y el anti-Cristo. Todo lo profetizado ha comenzado a suceder, y parece ser que se pondrá peor. Estamos viendo la presencia del inicio de un nuevo cisma en la familia de Cristo, su Iglesia; cisma que presagia que será peor que el sucedido en 1517 encabezado por Martín Lutero.

  Veamos algunos datos. El camino sinodal alemán inició en diciembre de 2019. Lo que dio origen al mismo fueron los abusos sexuales cometidos por algunos sacerdotes y religiosos contra menores y buscarle posibles soluciones. Este camino sinodal alemán se enfrascó en evaluar, cuestionar y responder a una nueva manera de vivir y proclamar el mensaje del evangelio; una nueva manera de adaptar el evangelio al mundo; cuestionando, sobre todo, la moral sexual católica; planteándose nuevas maneras y métodos sobre este tema y otros, - como son el ejercicio del poder en la Iglesia, el sacerdocio y el celibato; así como el papel de la mujer en la Iglesia con la posibilidad de acceder al ministerio sacerdotal - ; para proponer al hombre actual una nueva forma de vivir su fe y acercarse a Dios y a la Iglesia; una Iglesia más acorde a los tiempos actuales y no a Cristo; una Iglesia que se adhiera al mundo separándose de la enseñanza de su fundador y Señor; una Iglesia que deja de ser luz para el mundo, y se convierte en cómplice del mundo; una Iglesia que, como Judas, abandona la Luz, para irse a meter en las tinieblas, en la oscuridad.

  Este camino sinodal alemán no sólo involucró a la jerarquía católica, sino que fue convocado con la participación de todos los fieles: obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos/as, y laicos. La palabra sínodo significa “caminar juntos”. Es un medio que la Iglesia católica tiene para tratar asuntos o temas de índole pastoral, pero no doctrinal. Sin embargo, esto es lo que ha sucedido con los alemanes, vienen tratando temas doctrinales y disciplinares para darles una nueva orientación, y en esa dirección es que están llegando en sus conclusiones.

  El papa Francisco, en una carta que le envió a la iglesia católica alemana en el 2019, decía que “La Iglesia Universal vive en y de las iglesias particulares, así como las iglesias particulares viven y florecen en y de la Iglesia Universal, y si se separan de todo el cuerpo eclesial, se debilitan, se pudren y mueren”. Así, el santo padre alertaba sobre la tentación de adaptar la Iglesia a la lógica del presente o de un grupo particular, lo que sería caer en el pecado más grande de mundanidad y de espíritu mundano antievangélico. El santo padre invitaba así a la evangelización, que es la misión esencial de la Iglesia y para la cual existe (recordando la enseñanza del papa san Pablo VI en su Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi; y que el papa Benedicto XVI habría dicho que la misión de la Iglesia no es la de gobernar a los pueblos, sino la de evangelizar a los pueblos).

  En su carta, el papa francisco también alertaba sobre la “tentación del padre de la mentira y la división, al maestro de la separación que, impulsando buscar un aparente bien o respuesta a una situación determinada, termina fragmentando de hecho el cuerpo del santo pueblo fiel de Dios”.  A esta carta, los obispos alemanes no hicieron caso.

  Por otro lado, también tenemos la comunicación que enviara a la Iglesia Católica alemana, la Congregación para la Doctrina de la fe, ahora llamado Dicasterio, sobre la pregunta de impartir la bendición a las uniones de parejas homosexuales (3/2021). La pregunta fue “¿La Iglesia dispone del poder para impartir la bendición de uniones a personas del mismo sexo?” la respuesta tajante fue NO. Argumentaba que “al género de los sacramentales pertenecen las bendiciones, con las cuales la Iglesia invita a los hombres a alabar a Dios, los anima a pedir su protección, los exhorta a hacerse dignos con la santidad de vida, de su misericordia. Ellas, además, instituidas imitando en cierto modo a los sacramentos, significan siempre unos efectos, sobre todo de carácter espiritual, pero que se alcanzan gracias a la impetración de la Iglesia…”, y sigue el documento diciendo que “no es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas inclusos estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio, (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta, por sí misma, a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo”. Y concluye el documento aclarando que esta medida no debe interpretarse como una discriminación injusta, sino que reclama la verdad del rito litúrgico y de cuanto corresponde profundamente a la esencia de los sacramentales, tal y como la Iglesia los entiende.

jueves, 23 de marzo de 2023

La Iglesia y la anti-iglesia. El Evangelio y el anti-evangelio. Cristo y el anticristo (1)

 Por P. Robert A. Brisman P.

“No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos” (Mt 7,21); “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando” (Jn 15,14).

 

  Titulo este artículo tomando las palabras que pronunciara el entonces cardenal Karol Jozef Wojtyla, en el Congreso Eucarístico en la ciudad de Filadelfia-Pennsylvania en 1976, y que quiero citar in extenso para mi reflexión. Cito: “Ahora estamos parados frente a la mayor confrontación histórica que la humanidad ha experimentado alguna vez. No creo que el gran círculo de la sociedad americana, o de todo el amplio círculo de la comunidad cristiana se dé cuenta de esto completamente. Ahora nos enfrentamos a la confrontación final entre la Iglesia y la anti-iglesia, entre el Evangelio y el antievangélico, entre Cristo y el anti-Cristo. El enfrentamiento se encuentra dentro de los planes de la Divina Providencia. Está, por lo tanto, en el plan de Dios, y debe ser un juicio que la Iglesia debe asumir y afrontar con valentía. Tenemos que estar preparados para someternos a grandes pruebas en un futuro no muy lejano. Pruebas que nos obligarán a estar dispuestos a renunciar incluso a nuestras vidas. Y una entrega total de sí mismos a Cristo y para Cristo. A través de sus oraciones y la mía, es posible aliviar esta aflicción, pero ya no es posible para evitar que suceda. ¡Cuántas veces la renovación de la Iglesia ha sido a través de la sangre! ¡No va a ser diferente esta vez!”.

  En la actualidad, la humanidad está transitando por una situación de crisis cada vez más profunda en todos los ámbitos: en lo político, lo económico, lo social, lo cultural y lo religioso. Estamos, desde hace unos años atrás, al borde de una nueva guerra mundial con el conflicto entre Rusia y Ucrania, pero que involucra a otros países poderosos, donde los intereses económicos son siempre los que priman. ¡Toda guerra es guerra económica! Parece que los líderes políticos del mundo están esperando que sea el rival el que dé el paso de apretar el tan dicho “botón” para el inicio oficial de una guerra nuclear. Desde hace tiempo se vienen provocando uno al otro, y en el medio del conflicto está la gran mayoría de la población mundial. Podríamos parafrasear esta situación de crisis con la aplicación del dicho popular “amagar y no dar”, o también “un pellizquito y mándate a huir”.

  A esta crisis política o de geopolítica, se suma otra crisis que, desde hace unos años atrás ya se venía anunciando, - y que tomó auge con la pasada pandemia del virus del Covid, por las medidas extremas que aplicaron los gobiernos en todo el mundo y que afecto grandemente la economía mundial -, y es la crisis económica. Ya han empezado a quebrar grandes bancos de naciones poderosas, y ésta empezó con la quiebra del banco de Silicon Valley, en el estado norteamericano de California. Y ha empezado ya el efecto dominó. De hecho, se presagia que esta crisis financiera será peor que la ya conocida Gran Depresión del siglo pasado. Recordando que ya tuvimos la amarga experiencia de otra crisis financiera en el 2008, a la cual el recordado pontífice Benedicto XVI había señalado que el origen de esa crisis financiera era una crisis moral.

  Pues en medio de estas crisis, nos enfrentamos como Iglesia, a una gran crisis que se ha venido “anunciando”, - que más bien tiene un sentido profético -, desde hace tiempo atrás. Y aquí han hecho su señalamiento los pontífices san Juan Pablo II y Benedicto XVI. Este último, cuando aún era sacerdote, dijo en una serie de discursos pronunciados por la radio en 1969, con relación a esta crisis a la que se enfrentaría la Iglesia de Cristo, titulado “¿Cómo será la Iglesia en el 2,000?”: “El futuro de la Iglesia puede y provendrá de aquellos cuyas raíces son profundas, y que viven de la plenitud pura de su fe. No saldrá de aquellos que se acomodan simplemente al momento que pasa, o de aquellos que simplemente critican a otros, y asumen que ellos mismos son varillas de medición infalible; ni saldrá de aquellos que toman el camino más fácil, que esquivan la pasión de la fe, declarando falsos y obsoletos, tiranos y legalistas, todo lo que hace demandas a los hombres, que los hiere y los obliga a sacrificarse. Para poner esto más positivamente: el futuro de la Iglesia, una vez más como siempre, será remodelado por los santos… ¿Cómo afecta todo esto al problema que estamos examinando? Significa que el gran diálogo de aquellos que profetizan una Iglesia sin Dios y sin fe, es todo charla vacía. No tenemos necesidad de una Iglesia que celebre el culto de la acción en las oraciones políticas. Es absolutamente superfluo. Se destruirá a sí misma. Lo que quedará es la Iglesia de Jesucristo, la Iglesia que cree en el Dios que se ha hecho hombre y nos promete la vida más allá de la muerte”. Podemos interpretar aquí que el sacerdote Ratzinger deja ver claro que la Iglesia permanecerá gracias a un pequeño grupo de fieles.

  Sigue diciendo el padre y teólogo Ratzinger: “El tipo de sacerdote, que no es más un trabajador social, puede ser reemplazado por el psicoterapeuta y otros especialistas; pero el sacerdote que no es un especialista, que no está de pie, observando el juego, dando consejos oficiales, sino que, en nombre de Dios, se pone a disposición del hombre, que está al lado de ellos en sus penas, en sus alegrías, en su esperanza y en su temor, tal sacerdote será ciertamente necesario en el futuro. De la crisis de hoy surgirá la Iglesia del mañana, una Iglesia que ha perdido mucho. Se volverá pequeña, y tendrá que empezar de nuevo más o menos desde el principio. Ya no podrá habitar mucho los edificios que construyó en su prosperidad. A medida que disminuya el número de sus adherentes, perderá muchos de sus privilegios sociales”. Interpretamos aquí el señalamiento que hace el sacerdote Ratzinger de que la Iglesia de Cristo será la Iglesia de los mínimos, del resto fiel que estarán o estaremos dispuestos a dar hasta la propia vida por el nombre de Cristo, sin importar lo que esto provoque en cuanto a la pérdida de privilegios terrenos.

  El teólogo Ratzinger sigue señalando en este discurso profético: “Y así me parece que la Iglesia se enfrenta a tiempos muy difíciles. La verdadera crisis a penas a comenzado. Tendremos que contar con terribles trastornos. Pero estoy igualmente seguro de lo que quedará al final: no la Iglesia del culto político, que ya está muerta, sino la Iglesia de la fe. Puede que ya no sea el poder social dominante en la medida en que lo fue hasta hace poco; pero disfrutará de un nuevo florecimiento y será vista como el hogar del hombre, donde encontrará vida y esperanza más allá de la muerte”. Estas palabras del teólogo Ratzinger nos recuerdan la promesa de Cristo de que su Iglesia no será derrotada por los poderes del infierno. Será sí sometida a pruebas, a grandes tribulaciones, fuertes embates; pero jamás será hundida ni destruida ni derrotada. De hecho, esta crisis servirá también para su purificación; para separar las ovejas de los lobos; los verdaderos cristianos de los falsos cristianos.

miércoles, 1 de marzo de 2023

Sobre los Capellanes Castrenses (y 2)

 

  Para establecer estos Ordianriatos castrenses en los países, se debe tomar en cuenta los tratados firmados por la Santa Sede y los Estados, que serán mediante estos que se establecerán las normativas para su funcionalidad. En el caso de la República Dominicana, debemos tomar en cuenta el Concordato firmado entre la Santa Sede y el Estado dominicano en 1954, entre el Papa Pío XII y el presidente de entonces Rafael Leónidas Trujillo.

  Este Concordato establece lo siguiente, en relación al Ordinariato castrense en la República Dominicana: “El estado dominicano garantiza la asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas de tierra, mar y aire, y a este efecto se pondrá de acuerdo con la Santa Sede para la organización de un cuerpo de capellanes militares, con graduación de oficiales, bajo la jurisdicción del arzobispo Metropolitano en lo que se refiere a su vida y ministerio sacerdotal, y sujetos a la disciplina de las Fuerzas Armadas, en lo que se refiere a su servicio militar” (n XVII). Y en el Decreto E Suprema Militantis Ecclesiae (Desde lo alto de la Iglesia Militante), del Papa Pío XII, de fecha 23 de enero de 1958, que da cumplimiento a lo establecido en el Concordato, erigió el Vicariato castrense para la República Dominicana. Esta a su vez está dividida en cuatro regiones militares, al frente de cada una está un Vicario Episcopal y al frente de cada institución militar se encuentra un capellán mayor.

  Como podemos interpretar en lo establecido en este acuerdo o Concordato entre la Santa Sede y el Estado dominicano, le corresponde al arzobispo Metropolitano de Santo Domingo ser el Ordinario del Ordinariato castrense o diócesis castrense. Cabe destacar que, cuando este Concordato se firmó, la realidad eclesial de la República Dominicana era muy diferente a la actual. En aquel tiempo se podría decir que el arzobispo Metropolitano de Santo Domingo podía realizar ambas funciones sin muchas complejidades: ser Obispo de Santo Domingo y Obispo Castrense. Pero, en la actualidad esto es muy difícil, por no decir imposible, que se pueda realizar ambas funciones al mismo tiempo. Desde hace unos años atrás, se vienen haciendo intentos por nombrar un Ordinario (obispo), para el Ordinariato castrense de nuestro país. Cabe destacar que el Ordinario castrense es uno solo para todo el país. Es decir, que abarca las FFAA y la policía a nivel nacional.

  Ahora, siguiendo con la regulación de este Ordinariato castrense en nuestro país, según la ley orgánica de las Fuerzas Armadas de República Dominicana (139-13), aprobada por el Congreso Nacional, en septiembre del 2013, en la Sección XII, Del Vicariato Castrense y de las personas con misión pastoral militar, en su artículo 59 leemos: “Misión Pastoral Militar: En virtud de lo establecido en los artículos 39 y 45 de la constitución de la República, las Fuerzas Armadas garantizan a sus miembros la no discriminación por razones religiosas y la libertad de conciencia y de cultos, con sujeción al orden público y respeto a las buenas costumbres”. Y seguidamente en su párrafo I leemos:  “Habrá un cuerpo de capellanes militares católicos en virtud del acuerdo por el Estado dominicano con el Estado del Vaticano, con la clasificación de militares de servicios auxiliares, bajo la supervisión respectiva de la Santa Sede y del Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Primado de América y Vicario Castrense, en lo que se refiere a su vida y ministerio sacerdotal, y sujetos a la disciplina, organización y jerarquía de las Fuerzas Armadas, respecto a su servicio militar”. Y en el Acuerdo entre la Santa Sede y el Estado dominicano sobre la Asistencia Religiosa a las Fuerzas Armadas, en su Reglamento (art IV P. IV) leemos: “Al Vicario castrense, que no ostentará grado, se le rendirán, sin embargo, los honores equivalentes al grado de General de Brigada. Al pro-vicario se le conferirá el grado de coronel. A los capellanes mayores se les distinguirá con el grado de capitanes. A los demás capellanes les corresponderá el grado de Oficial inicial”. El otorgarle rango militar no es un asunto de privilegio ni un honor ni mucho menos para ostentar poder. Esto es más bien para que puedan desempeñar una mejor función en su ministerio sacerdotal dentro de la institución militar y policial.

  Como al arzobispo de Santo Domingo le corresponde presidir este Ordinariato castrense, por eso ostenta el más alto rango entre los capellanes castrenses y policiales. Es decir, el arzobispo de Santo Domingo es el “jefe militar” de los capellanes castrenses y policiales. De ahí es que tenga el rango de general o mayor general. Los capellanes militares y policiales pueden usar los uniformes de la institución castrense a la que están asignados de acuerdo con el grado que ostenten en su momento.

  Concluyendo. Así como todo obispo, al cumplir 75 años de edad tiene que presentar su renuncia al gobierno pastoral de la diócesis al santo padre y éste tiene la potestad de aceptarla o no; también, en el caso de ser Ordinario castrense, se estipula la misma medida. El Cardenal López Rodríguez primero le fue aceptada su renuncia al gobierno pastoral de la arquidiócesis de Santo Domingo, y después su renuncia al Ordinariato castrense. Por eso entonces, Monseñor Osoria fue designado como arzobispo de Santo Domingo y después designado obispo del Ordinariato castrense. De su parte, el poder ejecutivo, en la persona del presidente, jefe supremo de las Fuerza Armadas y la Policía Nacional, le otorgó el rango de Mayor General castrense y puso en retiro al Cardenal que ostentaba ese rango. En este punto es atribución exclusiva del poder ejecutivo otorgar dicho rango militar al Ordinario castrense. Y eso fue lo que sucedió.

  No hay razones para alarmarse ni mucho menos de criticar sin fundamentos lo sucedido en este caso. Debemos más bien concentrarnos en lo esencial de todo esto: nuestros cuerpos castrenses, sus miembros, - un gran porcentaje -, son personas y además creyentes en Dios; son personas de fe que necesitan toda la atención pastoral y espiritual que ameritan, y la Iglesia católica les debe proporcionar, - y de hecho, lo hace, - ese servicio. Estos miembros de los cuerpos armados y policial, también pertenecen al Pueblo Santo de Dios. Los soldados, militares y policías, como creyentes en Dios, muchos de ellos, también están en el camino de conversión y la Iglesia quiere y tiene la obligación de acompañarlos y asistirlos en esa intención y voluntad divina.

Sobre los Capellanes Castrenses (1)

 

“Asimismo le preguntaban los soldados: Y nosotros, ¿Qué tenemos que hacer? Y les dijo: no hagan extorsión a nadie, ni denuncien con falsedad, y conténtense con su paga” (Lc 3,14).

  A raíz de la celebración del aniversario de la Independencia Nacional el pasado 27 de febrero, como es costumbre de parte del poder ejecutivo, se publican los decretos de cambios en el tren gubernamental y estos incluyen cambios en el estamento militar y policial. Pues debido a esto último, fue noticia que llamó la atención de gran parte de la población el que se anunciara que el ejecutivo pusiera en retiro al Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, ya que este aún estaba activo con el rango de mayor general. Esto concitó la sorpresa de muchos y ha provocado un sin número de comentarios, muchos de ellos de forma ensañosa hacia la persona del Cardenal, así como otros comentarios sin fundamentos, señal de que la gran mayoría de nuestra sociedad no conocen el funcionamiento de esta pastoral católica castrense.

  Mi intención con este escrito no hacer un recorrido histórico de cómo ha venido evolucionando este ministerio; como tampoco hacer un exhaustivo análisis de este. Lo que pretendo más bien es ayudar a edificar al lector a que conozca lo fundamental de este ministerio de servicio pastoral y espiritual castrense. El tema es muy amplio, así que solo me enfocaré en uno que otro aspecto fundamental sobre este tema.

  El servicio pastoral y espiritual castrense es muy antiguo en nuestra Iglesia católica. En Constantinopla, Justiniano I ordenaba el nombramiento de capellanes militares que habían sido requeridos por los mismos militares. En 1643, el papa Urbano VIII concedió al penitenciario del emperador Fernando III jurisdicción espiritual durante el tiempo de guerra para todos aquellos que se encontraban vinculados al ejército. La primera ordenación jurídica sobre los capellanes militares fue el Breve de Inocencio X Cum Sicut Majestatis Tuae (1645), para el territorio español. Los capellanes militares desempeñaban su servicio como un añadido suplementario de la cura pastoral que llevaba a cabo el clero del territorio. Y después de 1700 se percibe un desarrollo de la pastoral militar como institución fija y permanente, con capellanes que ofrecían un cuasi servicio parroquial. Con el Motu Proprio In Hac Beatissimi Petri Cathedra (1910), los capellanes dependientes de un vicario castrense o capellán mayor se convierten en los sacerdotes propios de los militares.

  El Código de Derecho Canónico c. 569 dice que los capellanes militares se rigen por leyes especiales. Y el papa san Juan Pablo II, en su Constitución Apostólica Spirituali Militum Curae (1986), estableció estas leyes especiales, que son una renovación de las ya contenidas en la Instrucción Sollemne Semper (1951). Dice el santo padre que la asistencia espiritual de los militares es algo que la Iglesia ha querido cuidar siempre con extraordinaria solicitud según las diversas circunstancias.

  En esta Constitución Apostólica, el papa establece lo siguiente con relación a la pastoral castrense. Los Ordinariatos militares, también llamados castrenses, se asimilan a las diócesis, se rigen por estatutos propios (I). Para cada Ordinariato militar será nombrado como propio un Ordinario, dotado de dignidad episcopal, el cual goza de todos los derechos de los obispos diocesanos y tiene sus mismas obligaciones…(II). También establece esta Constitución que el Ordinario castrense estará libre de otras obligaciones que lleven consigo la cura de almas, a no ser que las circunstancias aconsejen otra cosa.

Los Ordianriatos militares pueden erigir, con la aprobación de la Santa Sede, sus propios seminarios y promover a las sagradas órdenes en el Ordinariato a sus alumnos, una vez completada su especifica formación espiritual y pastoral (VI). A estos Ordinariatos se pueden incardinar otros sacerdotes idóneos conforme al derecho. Indica también esta Constitución los que pertenecen al Ordinariato castrense: todos los fieles que son militares y los empleados civiles que sirven a las Fuerzas Armadas; todos los miembros de sus familias, es decir, esposos e hijos, incluidos aquellos que estén emancipados y vivan en la misma casa; así como los parientes y empleados domésticos que así mismo vivan en la misma casa; los que frecuentan hospitales militares y trabajan en ellos (X).

  Este ministerio pastoral lo que indica es la presencia de la Iglesia entre los militares. Por esto es que los sacerdotes que presten su servicio pastoral en estas instituciones deben tener un conocimiento profundo y directo de la vida militar, tener actitudes para adecuarse a la vida de los militares, conocer los problemas morales que interesan más en el ambiente de las Fuerzas Armadas, estar a su lado sobre todo en los mementos más difíciles.

  El capellán castrense es un sacerdote que da un servicio espiritual a los militares y policías. Está al servicio de ellos, tomando en cuenta el sentido cristiano de esta palabra enseñado por el Maestro de Nazaret a sus discípulos: “Yo estoy en medio de ustedes como el que sirve”; y también, “Yo no viene a ser servido, sino a servir”.