miércoles, 1 de diciembre de 2021

ADVIENTO: Estar vigilantes mediante la oración, la mortificación y el examen de conciencia.

 

  “En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: estén sobre aviso, velen y oren, porque no saben cuándo será el tiempo… Velen pues porque no saben cuándo vendrá el dueño de la casa: si a la tarde, o a medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana. No sea que cuando viniere de repente, los halle durmiendo. Y lo que a ustedes les digo, se lo digo a todos: estén en vela” (Mc 13,33-37).

  No podemos negar que el tiempo de adviento nos recuerda también el tiempo de la cuaresma; por lo menos en sus partes esenciales. El adviento es un tiempo de espera gozosa, pero que tenemos que prepararnos en el camino para ello. Por eso se nos invita también a que profundicemos y fortalezcamos la oración, la mortificación y el examen de conciencia. Para poder mantener estos pilares esenciales de este tiempo litúrgico que iniciamos, es necesario luchar contra todo aquello que, sobre todo en estos días festivos, nos lleva a mantener nuestra mirada en las cosas terrenas. El adviento no es un tiempo de preparación para una fiesta cualquiera o para pensar en qué es lo que me voy a comprar. Es el tiempo de preparación para disponer nuestro corazón, como un pesebre, al nacimiento del Hijo de Dios. Pero también es preparar el pesebre a ese nacimiento en nuestro hogar.

  Este tiempo de adviento debemos de cuidarnos, para no caer en lo que se ha hecho característica para muchos estos días en cuanto a la glotonería y embriaguez, para que no nos lleve a perder de vista todo lo sobrenatural que deben tener nuestros actos. Debemos ser como esos soldados que estamos en guardia, siempre vigilantes, con las armas listas para no dejarnos sorprender: “Este adversario, enemigo nuestro, por donde quiera que pueda procura dañar; y él no anda descuidado, no lo andemos nosotros” (Santa Teresa).

  La oración personal y comunitaria es uno de los medios por el cual nos podremos mantener en alerta y evitamos la tibieza. Recordemos las palabras del Apocalipsis 3,16, que nos advierten contra la tibieza espiritual: “Así, porque eres tibio, y no caliente ni frío, voy a vomitarte de mi boca”. La tibieza espiritual mata en nosotros los deseos de santidad: “Sean santos como su Padre celestial es santo”, nos dijo Jesucristo; y también recordemos que nosotros somos el pueblo santo de Dios. Por la tibieza, la vida interior, va sufriendo un cambio profundo: no tiene ya como centro a Jesucristo; las prácticas de piedad quedan vacías de contenido, sin alma y sin amor. Es el amor en decaimiento.

  A la oración de fe, debe también acompañarle la mortificación, que no necesariamente tienen que ser grandes, pero sí que nos mantengan despiertos y listos para las cosas de Dios. Necesario será también el que nos dejemos iluminar en nuestro interior, en nuestra conciencia, con la luz de Cristo para que nos haga ver y aceptar con humildad, las actitudes en las que nos hemos separado de su doctrina, - a lo mejor en muchas de ellas sin darnos cuenta -, apartados de su camino.

  San Bernardo, en su sermón sobre Los Seis Aspectos del Adviento, nos exhorta: “Hermanos, a ustedes, como a los niños, Dios revela lo que ha ocultado a los sabios y entendidos: los auténticos caminos de la salvación. Mediten en ellos con suma atención. Profundicen en el sentido de este adviento. Y, sobre todo, fíjense quién es el que viene, de dónde viene y a dónde viene; para qué, cuándo y por dónde viene. Tal curiosidad es buena. La Iglesia universal no celebraría con tanta devoción este adviento si no contuviera algún gran misterio.” Salgamos con corazón limpio a recibir al Rey Supremo, porque está para venir y no tardará. Los dos pilares fundamentales del adviento son la Navidad y la Epifanía. Dios prefiere vivir con nosotros a pesar de nuestra ira, nuestra violencia y nuestra falta de amor mutuo. Encontramos a Dios aquí en la tierra.

  La Virgen María es la mujer del adviento. Es la persona que mejor se hace eco y revela la profundidad de lo que se ha llamado “Los dos advientos”: El primer adviento es la Encarnación, la Navidad y la Epifanía; el segundo adviento es la Venida de Cristo en la gloria para llevar a cumplimiento el reino que vino a la tierra en la persona de Jesús. Y este es el tiempo que la Iglesia anhela y espera el retorno del Señor Jesús, el rey de la gloria.

  Concluimos estas palabras uniéndonos a la oración de Nuestra señora del adviento, del P. McNichols: “Señora y Madre del que era y es y ha de venir, amanecer de la nueva Jerusalén, te suplicamos de todo corazón: concédenos por tu oración vivir de tal manera en el amor que la Iglesia, Cuerpo de Cristo, pueda permanecer en la oscuridad de este mundo como icono ardiente de la nueva Jerusalén. Te pedimos que nos concedas esta gracia por medio de Jesucristo, tu Hijo y Señor. Amen”.

 

martes, 23 de noviembre de 2021

Prediquemos el evangelio, invitando a la conversión.

 

  En el capítulo 4,17 el evangelista san Mateo nos dice que Jesús llamó a sus primeros discípulos y que desde entonces comenzó a predicar diciendo que hay que arrepentirse porque el reino de los cielos está cerca. Pero ya el evangelista san Marcos en 6,7-13 nos dice que Jesús envió a los Doce de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos, poder para curar a enfermos, además de predicar la conversión.

  Fijémonos que, precisamente ésta sigue siendo la misión de la Iglesia. Para esto fue creada, fundada y es su razón de ser, según la voluntad de su fundador Jesucristo. La Iglesia es la prolongación de su fundador, maestro y Señor. La iglesia existe para evangelizar; no para gobernar a los pueblos. Esta es la única fuerza con la que cuentan los discípulos y seguidores de Cristo: la fuerza del Espíritu Santo. ¿Y por qué es la única fuerza? Pues porque no necesita de otra; con esta le basta y sobra: “Cuando los encarcelen no se preocupen por lo que van a decir, porque en ese momento se les inspirará lo que han de decir, ya que no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu Santo hablará por ustedes con palabras que nadie podrá rebatir”, nos dijo nuestro señor Jesucristo.

  La predicación del Evangelio y la conversión no se circunscribe a un lugar y espacio específico, sino que abarca y llega a todos los hombres y mujeres de todos los lugares y tiempos hasta que el Señor vuelva en su gloria. Por eso es por lo que, a partir de la comunidad apostólica hasta el día de hoy, estamos en el tiempo de la Iglesia, en el tiempo de la evangelización; y este tiempo terminará con el regreso glorioso de nuestro Señor. El mensaje de salvación, de la buena noticia del evangelio tiene y debe de ser predicado, anunciado y proclamado para que todos los hombres y mujeres conozcan a Cristo. El evangelio es sobre todo una persona, la persona de cristo, el Hijo de Dios, nuestro redentor, nuestro salvador.

  El apóstol de Jesucristo es un envidado por Él y su Espíritu. Y así actualiza el único mensaje de salvación de Jesucristo ahora, aquí y para todos. El enviado va con los poderes del que lo envía: Cristo curó a muchos enfermos, liberó a muchos poseídos por espíritus inmundos, perdonó pecados, resucitó muertos. Y estos poderes los ejerce en su nombre y en razón de su misión. Otro elemento importante de esta predicación es el llamado e invitación a la conversión. Este era el tema central de su predicación. Esta conversión no sólo tiene y debe predicarse a los que están alejados de la Iglesia, sino que también tiene y debe de ser predicada a los que estamos dentro de ella. La Iglesia, que es la comunidad apostólica, siempre ha tenido presente esta dimensión del evangelio y siempre ha enviado a sus misioneros a aquellos lugares y países donde todavía no se ha proclamado el kerigma cristiano. La Iglesia es enviada a evangelizar; es una misionera, enviada a buscar las ovejas que se apartaron del redil, o que nunca pertenecieron a él porque lo desconocieron.

  Lamentablemente, muchos cristianos han olvidado esta dimensión de su bautismo. Han olvidado que también, en razón de nuestro bautismo, todos hemos sido enviados a anunciar, predicar y proclamar el evangelio de Jesucristo. Y es que también hemos sido elegidos por el señor para esta misión: el apóstol Pablo, en la carta a los Efesios 1,3-14, nos dice que “Dios nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos…” Dios-Padre, en su Hijo Jesucristo nos ha mirado con especial predilección. Por esto es por lo que el objetivo de nuestra vida es la de “ser santos”: sean santos, como su Padre celestial es santo; y también, “somo el pueblo santo de Dios”.  Pero para lograr esta santidad, debemos esforzarnos en pensar y actuar según la voluntad del Señor: “ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando”. La santidad no es para unos pocos, para un grupito de privilegiados. No. ¡Es para todos! Porque todos hemos sido elegidos y llamados por Dios a ser sus hijos.

  Tenemos que aprovechar los dones y las gracias que el Señor nos da y hacerlas fructificar en todos los ámbitos de nuestra vida, especialmente en nuestro diario vivir, comenzando por nuestra familia ya que, no todos sus miembros están en el camino de Dios ni escuchan su palabra. Tenemos que anunciar con fidelidad el mensaje del evangelio de Jesucristo; hacer el bien a todos y aliviar todo sufrimiento; ser transmisores de la paz y la esperanza cristiana a cuantos nos escuchen.

  Hoy más que nunca se hace indispensable que el evangelio de Cristo, su mensaje de salvación tiene que seguir siendo predicado. La humanidad está atravesando un evidente declive social y cultural que conlleva a otro declive profundo: el moral, destruyendo así la convivencia social. El historiador agnóstico Niall Ferguson reconoce que el cristianismo es un baluarte fundamental de la frágil civilización que habitamos; y el activista provida y comunicador canadiense Jonathan Van Moren en una recopilación de conversaciones que tuvo con varios ateos y publicadas en el portal digital Convivium, llegó a esta conclusión: “Si el cristianismo desaparece de la civilización occidental, ésta no sobrevivirá mucho tiempo”.

domingo, 10 de octubre de 2021

¿A Quién Iremos?

 

Todo el capítulo seis del evangelio de san Juan es conocido y enseñado por los biblistas y exégetas, así como transmitido por la doctrina eclesial católica como el “Discurso eucarístico de Jesús”. En este capítulo seis se nos presenta también una controversia entre Jesús y sus oyentes porque ha puesto y profundizado su enseñanza sobre el Pan de Vida y sobre la necesidad de comer su carne y beber su sangre, para tener vida. Sus oyentes, al escuchar esas palabras, se muestran escépticos, actitud ante la cual Jesús tiene que usar palabras más fuertes para profundizar más en el mensaje que quiere transmitir; a estas palabras del Maestro, la respuesta de los oyentes no se deja esperar y comentan que “esa enseñanza es dura, ¿quién puede escucharla?” (v 60); y en el versículo sesenta y seis, sigue diciendo el evangelista que “Desde ese momento, muchos discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él”. Pero esta actitud o conducta de muchos de los creyentes y discípulos de Jesús sigue repitiéndose hoy, porque su mensaje y seguimiento comprometen toda la vida y todos los ámbitos de la vida.

  Esta breve introducción y, basándome en este pasaje bíblico del evangelio, viene a cuentas de echar una mirada a toda esta situación de crisis que nos está tocando vivir. Es una crisis en todos los aspectos o realidades de nuestra vida. Y qué más que partir de la misma Palabra de Dios que nos ilumina nuestra vida y nuestra realidad. Sin tratar de ser pretencioso en mi comentario, miremos lo que está sucediendo en el mundo en los diferentes ámbitos de la vida nuestra. El hombre de hoy, el hombre moderno mira con desprecio el pasado. Cree, afirma y defiende que su civilización es mejor que cualquier otra del pasado. Es una ilusión que se ha creado basándose sobre todo en el progreso científico-técnico. La intercomunicación que, desde que apareció el internet, ha venido desarrollando con el paso de los años, lo ha llevado a alimentar el orgullo de que el mundo está más y mejor comunicado.

  Se puede decir que el hombre moderno, al perder la memoria del pasado, vive hoy en una gran y profunda amnesia, en una profunda crisis de memoria que lo conduce por ello a otra gran y profunda crisis cultural. ¿Podemos nosotros en verdad romper, rechazar el pasado? Si esto fuera posible, ¿qué consecuencias nos traería de cara al futuro? ¿Podríamos afirmar que seríamos una sociedad, una civilización viva? ¿O más bien seríamos una sociedad, una civilización desmemoriada? ¿Cuál es el horizonte de la civilización moderna? Parece ser que el horizonte es el progreso. Aquí puede alguien preguntar ¿y es que tener como horizonte el progreso es malo? La respuesta puede ser: depende. ¿Depende de qué? Claro que el ser humano, al ser creado por su Señor, fue creado para que pusiera en práctica las capacidades dadas y pusiera a producir la tierra; el hombre no puede estancarse porque eso iría en contra de la voluntad de su Creador y Señor. Tiene que desarrollar sus capacidades. Pero cuando ese progreso se convierte para el hombre en una especie de ídolo, facilita la llegada de un hombre nuevo, y el nacimiento de una civilización puramente tecnológica, que ansía vivir, ocuparse en la opulencia y la sobreabundancia de unos bienes materiales que este mismo hombre moderno codicia ávidamente.

  El hombre moderno vive una especie de abrumadora y avasalladora saturación de información incapaz de digerir y, en muchos de los casos, hasta incapaz de discernir. Desde hace tiempo atrás se nos viene motivando a que demos el paso para irnos adaptando al cambio. Hoy más que nunca y, aprovechando la excusa perfecta de esta aparición del virus del covid-19, los amos y poderosos del mundo vienen insistiendo con más fuerza sobre la necesidad del cambio que debe asumir el mundo, y de su adaptación y aceptación por parte de la humanidad. Tenemos por ejemplo las palabras del director del Foro Económico Mundial o Foro de Davos, el señor Klaus Schwab que dijo: “La pandemia representa una ventana de oportunidad poco común pero estrecha para reflexionar, reimaginar y reiniciar nuestro mundo para crear un futuro más saludable, más equitativo y próspero”. Las preguntas aquí caen por su propio peso: ¿En verdad alguien se va a creer estas palabras de “buenas intenciones y de justicia social” de este señor y su camarilla de secuaces de querer, buscar y propiciar un mejor bienestar para la humanidad? ¿Cuándo se reunieron él y su camarilla para preguntarle a la humanidad qué es lo que necesitamos? ¿De dónde sacaron ellos o se adjudicaron esa autoridad para decidir lo que le conviene o no a la humanidad? Desde que esta “pandemia” hizo su aparición, lo cierto es que los gobiernos han implementado o impuesto encierros a sus ciudadanos; muchas industrias han colapsado y siguen colapsando; se ha generado una creciente desconfianza entre los ciudadanos y sus gobiernos; se ha producido una mayor adopción de tecnología de vigilancia biométrica; se ha profundizado la censura en las redes sociales en nombre de una falsa lucha contra la desinformación; se ha producido un desempleo masivo; disturbios, desórdenes en las calles.. y muchas otras fatalidades más.

  Les comparto otras palabras dichas por este señor Schwab, en una entrevista que dio en el 2016, donde afirmó: “En los próximos diez años se presentará un microchip implantable de “pase sanitario global” para rastrear y controlar a toda la humanidad. Al principio los implantaremos en las ropas y luego podríamos imaginar que los implantaremos en nuestro cerebro, o en nuestra piel”. ¿Pueden relacionar estas palabras del señor Schwab con la creación del llamado “pasaporte verde, pasaporte de vacunas o pasaporte sanitario” que ya algunos países están implementando o imponiendo a sus ciudadanos para viajar y acceder a servicios y lugares públicos y privados y que la misma OMS ya se ha pronunciado en su contra y también de la obligatoriedad de la vacuna? Pero sabemos que, en estas opiniones del organismo mundial de salud, los gobiernos no hacen caso ¿por qué? Pues porque no les conviene. Esto ha dado paso a lo que estos amos del mundo, a la cabeza el señor Schwab están fomentando y acelerando su tan amado sueño del “gran reseteo”. Este concepto o idea, lamentablemente mucha gente no está enterada de lo que se trata y está ajena al mismo y mucho menos se va a dar cuenta de su relación con este tema de la pandemia. Tenemos las palabras del príncipe Carlos que ya había dicho “La pandemia es la oportunidad de pensar en grande y actuar ahora”. Por otro lado, la famosa revista de comunicación Time, publicaba “La pandemia covid 19 ha proporcionado una oportunidad única para pensar sobre el tipo de futuro que queremos”. Y algunos jefes de estado, como el primer ministro de Canadá, el señor Trudeau, dijo en una conferencia de la ONU: “La pandemia proporcionó oportunidad para un reseteo de todo el mundo en el 2020”.

  Pues a nivel mundial ya estamos viendo, viviendo y padeciendo lo que está sucediendo, sobre todo desde la aparición de este virus del covid-19. Hemos venido viendo el accionar de los organismos internacionales, - como la OMS sobre todo -, el de los gobiernos, el de los ciudadanos, la economía mundial y de los países, el accionar de los profesionales del campo de la salud, el accionar en el campo de la educación, etc. A esto hay que sumarle ahora el estado de guerra entre Israel y Palestina.

  Toda esta situación de calamidades y crisis nos hace exclamar “¿A quién iremos?”. El mundo, la humanidad está viviendo una gran crisis, una gran convulsión. Pero ¿qué es lo que ha llevado a la humanidad a vivir esta gran crisis o convulsión? Esta civilización moderna y progre, sigue apostando a que esta búsqueda compulsiva del progreso por ella misma es la solución a los grandes problemas de la humanidad. Se sigue olvidando de que es criatura y que necesita encontrarse con Su Creador, con su Señor, con Dios. Y es que el sentido de cualquier progreso auténtico es Dios.

  Pero, echemos una mirada a nuestra situación particular como nación. Estamos viviendo actualmente una situación en extremo desestabilizadora, angustiante y desesperante. Ya tenemos la crisis sanitaria mundial del virus del covid-19. Pero las situaciones de crisis que como país producimos, se vienen a añadir o a sumar a ésta y nos complica más la vida, la convivencia y también nuestra ya difícil salud mental.

  En términos políticos seguimos padeciendo los mismos males que antaño. Sabemos que la corrupción pública de nuestra nación es un cáncer que sigue haciendo metástasis y no se vislumbra manera, medios, formas ni métodos para detener o eliminar dicho cáncer. Nuestros líderes políticos nos marean con el discurso demagógico de que van a acabar con la corrupción, de que con ellos viene el cambio, etc. Y la población le compra el discurso. Aquí me viene a la mente el conocido refrán popular “No es lo mismo con guitarra, que con violín”. Cuando se está abajo las cosas se ven de una manera, pero cuando se está arriba se ven de otra. Sabemos que nuestro aparato o sistema político-´partidario carece de muchas herramientas para discernir la idoneidad de los candidatos a postularse a un cargo público; no se hacen las investigaciones de lugar de los candidatos, como tampoco se investiga el origen o procedencia del dinero que gastan o invierten en sus campañas políticas, así como las de los partidos políticos. Al mismo tiempo tenemos al estamento militar y policial que, según establece nuestra Constitución, son “apolíticas”; pero en la práctica sabemos que no es así y tampoco hay un régimen de consecuencias, a menos que se destape una situación profunda de corrupción, como el actual caso que estamos viendo. El dinero que se roban de las arcas públicas no tiene dolientes porque parece ser que el lema es “agarra lo que quieras que ese dinero no es de nadie” ¿No es de nadie? ¿Qué no es dinero del pueblo? ¿Dinero recaudado de los impuestos del pueblo? La política es un negocio. Los políticos son negociantes que invierten en sus campañas para poder llegar a una posición pública y recuperar con creces lo invertido, resolver sus problemas y los de los suyos. El Estado sigue siendo un botín, aunque otros quieran ocultarlo. La política no es la ciencia de lo ideal, sino la ciencia de lo posible, y como sociedad tenemos que esforzarnos en “hacer lo posible” una realidad. Como en todo, también hay sus excepciones.

  Estamos lidiando con el tema de la salud pública en medio de esta pandemia. Se une a ésta el tema de las vacunas. Las vacunas, que se ha venido denunciado por gran número de científicos de diferentes países especialistas en virología, epidemiologia, bioanalistas, y otros más, son de fase experimental. Esta verdad, un alto porcentaje de personas no la quieren escuchar porque están aferrados a que la vacuna es “la salvación”. Así se viene promoviendo en muchas sociedades y, últimamente ha tomado relevancia un anuncio expuesto en el Cristo Redentor de la ciudad de Sao Paulo-Brasil, que dice “la vacuna salva”. ¿Salva de qué? Creo que más bien lo correcto hubiese sido decir que “cura, protege”. Pero ni eso hacen. Vemos así cómo se ha utilizado una imagen religiosa del catolicismo en el país latinoamericano donde hay más católicos para transmitir un mensaje que nada tiene que ver con la fe cristiana. Bien lo dijo el doctor Fauci, director de los CDC de Estados Unidos, en una entrevista reciente en el mismo corazón del catolicismo, el Vaticano, que es conveniente el que los sacerdotes católicos convenzan a los feligreses para que se vacunen ya que a ellos los siguen y escuchan. Pues conmigo que no cuenten.

 Pues parece ser que la ciencia es el nuevo dios, el nuevo salvador, el nuevo redentor. Hay mucha presión, - y yo diría que demasiada presión -, por parte de nuestras autoridades para que toda la población se vacune. Se ha llegado hasta a proponer una ley de vacunación obligatoria, que sería violatoria a nuestra Constitución y acuerdos internacionales de derechos humanos, que establecen que la vacunación no es obligatoria y deja más bien la decisión en la persona adulta.

  Tengo conocimiento y hasta lo he dicho como advertencia y denuncia que, tanto en el sector público como en el privado, se viene presionando y chantajeando a los empleados para que se vacunen obligatoriamente diciéndoles que, si en sus lugares de trabajo se producen contagios del virus, ellos tendrán culpa por no vacunarse y hasta podrían perder sus trabajos. Y como no pueden darse el lujo de perder su trabajo en medio de esta crisis, no les queda otra que vacunarse en contra de su voluntad. Pero el problema que veo aquí es que nadie protesta. Nos dejamos violar nuestras libertades y derechos fundamentales. El gobierno ha hecho una inversión millonaria en la compra de las vacunas, pero ese dinero ha venido de préstamos internacionales; no ha salido de las arcas del estado. Tenemos el reciente “escándalo”, - si se quiere -, de la compra de diez millones de vacunas a la farmacéutica Pfizer a un costo de    ciento veinte millones de dólares y que dicho contrato establece que el país renuncia a su “inmunidad soberana”, es decir, que renuncia irrevocablemente a cualquier derecho de inmunidad y regirá ante cualquier procedimiento legal iniciado para confirmar o ejecutar una decisión arbitral u orden. En pocas palabras, el estado dominicano no puede reclamar absolutamente nada ante la farmacéutica. No hay duda, nuestras autoridades arrodillan al país. ¿Y me vienen a hablar a mí que sea responsable y que me vacune sin yo saber ni nadie decirme qué contiene esa vacuna? Es decir, ¿quieren que me inocule una vacuna de la que nadie se hace responsable y que más bien les proporciona inmunidad y riquezas a sus fabricantes? Vacunas estas que incluso ya otros países de Europa y Estados Unidos han suspendido por sus efectos secundarios irreversibles y de muertes. Y ya se viene hablando por parte del ministro de salud de que habrá que aplicar una tercera dosis. ¿Por qué no se atreven a decir cuál es el negocio que hay detrás de todo este entramado con la compra de estas vacunas? ¿Por qué se vino a destapar ahora el asunto de la compra de las vacunas Pfizer? ¿No sabía el gobierno lo que ha estado sucediendo en otros países con esa empresa farmacéutica y sus vacunas, que no cumplen con lo acordado entre comprador y vendedor? Que revisen el caso de la Argentina para que entiendan. Pues a esto le añado las palabras dichas por el premio nobel de medicina, el francés Luc Montaigner: “Las nuevas cepas del covid-19 han sido creadas por las diferentes vacunas”. El que no quiera oír ni entender, pues que siga en las nubes.

  Cuidado con seguir dejándonos presionar y chantajear. Aquí han jugado y siguen jugando un papel preponderante los medios de comunicación y las redes sociales, que se han prestado, y no gratis, para proporcionar información que emana de los gobiernos, pero que nunca se ha pronunciado ni han exigido un debate científico-médico de esta pandemia. Desde la aparición de este virus, el lema que ha regido es “la autoridad es la verdad”, apoyados por médicos comprados. Pero tenemos que cambiar por el lema “la verdad es la autoridad”. Sin debate científico no hay ciencia. ¿Dónde está el papel que debe jugar aquí el Colegio Médico Dominicano? Ya lo dijo el periodista y editor Joseph Pulitzer “Con el tiempo, una prensa cínica, mercenaria, demagógica y corrupta formará un público tan vil como ella misma”. Ah, pero ahora resulta que se ha dado la voz de alarma con los supuestos rebrotes del virus que están apareciendo. Esto era algo que se sabía que venía en camino. En el vecino país de Haití se ha detectado que han llegado las cepas del virus que se detectó en Brasil e Inglaterra. Es el mismo guion de otras naciones. Pero resulta que ahora la consigna es que los culpables de estos rebrotes son los no vacunados. Se está creando así la división entre unos y otros, y hasta hay quienes están exigiendo que se pongan o establecer restricciones y limitaciones a lugares, servicios públicos y privados a los no vacunados. Esto no es más que una pura señal de lo que sería un Estado totalitario y dictatorial, violador de las libertades y derechos fundamentales de sus ciudadanos.

  Pero viene a ser el caso de que un alto porcentaje de esos nuevos casos son de personas ya vacunadas con sus dos dosis, y hay un alto porcentaje de no vacunados que hasta ahora ni una gripe normal les ha dado. ¡Más chantaje! Así no avanzamos. Todo aquel que esté convencido o se deje convencer de la bondad y efectividad de la vacuna, que se inyecte; pero el que está convencido de lo contrario, pues que se espere un tiempo o que no se inyecte. Ambas decisiones hay que respetarlas. Por otro lado, quien todavía sigue creyendo en lo que dicen otros de que con la vacuna volveremos más rápido a la normalidad, entiendan que no será así. Esto también ya lo sentenciaron los amos del mundo del Foro Económico Mundial, el señor Schwab nuevamente. (Como nota aclaratoria: estas afirmaciones del señor Klaus Schwab pueden encontrarlas en sus diferentes entrevistas que ha dado en estos años y que están en la plataforma de YouTube; así como en sus libros La Cuarta Revolución Industrial y Covid-19: El Gran Reinicio).

  Una vez más decimos, ante esta realidad ¿A quién iremos? ¿Iremos a los nuevos dioses que la civilización moderna se ha creado o iremos al encuentro del Dios único, vivo y verdadero? ¿En quién tenemos puesta nuestra esperanza? La muerte de Dios anuncia el fin de la humanidad. La civilización moderna y progre quiere vivir sin Dios y esto no es más que vivir en el vacío, en una inquietud y un sufrimiento permanentes. Si la civilización moderna y progre, el hombre de hoy deja de buscar a Dios, si sigue creando sus propios dioses al servicio de sus ideas y antojos individuales y personales, el Dios verdadero desaparece del horizonte del mundo. Una cosa es que la civilización moderna y progre quiera ser autónoma respecto a su Creador, y otra es que jamás podrá matar a su Creador. Ya lo dijo san Agustín “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Y con el apóstol Pedro decimos “Señor, ¿a quién iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna, nosotros hemos creído y conocido que tú eres el santo de Dios”.

jueves, 7 de octubre de 2021

¡No tengan miedo!

 

“Mas Jesús se aproximó a ellos, los tocó y les dijo: Levántense; no tengan miedo” (Mat 17,7).

  El miedo es un sentimiento característico de nosotros los seres humanos. Hay quienes no les gusta y hasta evitan sentir miedo, pero por más que lo intenten, saben que esto es imposible porque sentir y experimentar el miedo es algo normal y natural. Hemos oído también a muchos decir y, hasta en ocasiones lo hacen como una actitud presumida, de que nunca han experimentado el miedo. Pero ni ellos mismos se lo creen. Personas que viven su vida con una cierta temeridad, pero que no pueden negar que de todas maneras han experimentado el miedo.

  ¿Y qué decir del miedo que experimentó el mismo Jesús? Recordemos que los evangelios no son una biografía, - en el sentido estricto del término -, sobre la vida, palabras y acciones de Jesús. Los evangelios son escritos para animar, alimentar la fe, la confianza, la fraternidad y el amor de la comunidad cristiana, para que así crean que Jesús es el Hijo y enviado de Dios para nuestra redención y salvación. Sabemos también que, - como lo dice las misma Sagradas Escrituras -, siendo Dios, asumió nuestra condición humana, se asemejó en todo a nosotros, menos en el pecado. Por lo tanto, por eso podemos ver en Jesús esas ocasiones en que él experimentó el miedo, y no en una o dos ocasiones. Los textos evangélicos son textos también paradigmáticos. Jesús no sólo experimentó el miedo en el huerto de los olivos antes de su prendimiento ni tampoco en su agonía en la cruz, cuando le reclamó a su Padre por qué lo había abandonado.

  Así entonces, si es cierto que es normal y propio del ser humano sentir y experimentar el miedo, no es menos cierto que tampoco es bueno dejarnos dominar por él, ya que nos paraliza. Y esto es lo que les sucede a muchos cristianos. El miedo los paraliza, no los deja avanzar en su caminar de fe y comunidad eclesial. Quizás cuando Jesús les dijo a sus discípulos que “no tengan miedo” se estaba refiriendo a eso mismo; y lo volvemos a ver en el mismo Jesús que, a pesar de haber sentido el miedo, no se dejó dominar por él ni se paralizó y más bien siguió avanzando en su misión de anunciar el Reino de Dios. Pues así mismo nosotros.

  Tenemos, por otro lado, la insistencia del papa san Juan Pablo II que, constantemente nos insistía en que “no tengamos miedo”. Son memorables aquellas palabras que dirigiera a todos los fieles de Cristo en su última Jornada Mundial de la Juventud que presidió en España cuando, en la misa solemne exhortó a todos con las palabras “No tengan miedo. Abran las puertas de su corazón de par en par a Cristo; porque Cristo lo pide todo y, al mismo tiempo, no quita nada”. Pero ¿por qué el papa polaco nos insistía mucho con estas palabras? ¿Acaso él sabía algo que se estaba fraguando contra la humanidad que nosotros no teníamos conocimiento o conciencia de ello? ¿Era ingenua esta exhortación suya para con nosotros? ¿Cómo nos exhortaba el papa para que disipáramos ese miedo?

  Recordemos que el pontificado del papa san Juan Pablo II ha sido uno de los pontificados más largos de la historia de la Iglesia Católica, el segundo para ser exactos (26 años, 5 meses y 18 días), después del pontificado del papa Pío IX, (31 años, 7 meses y 22 días). Pues este pontificado del papa polaco está muy relacionado al tercer secreto de Fátima. Hay que mencionar que, cuando el papa polaco fue objeto del atentado contra su vida en 1981 en la Plaza de san Pedro, durante su audiencia pública, fue al santuario de Fátima en Portugal a dar gracias a Dios por la intercesión de nuestra Madre y poner a los pies de la imagen bendita la bala que, según su testimonio, fue desviada para no quitarle la vida.

  Según el papa san Juan Pablo II, las profecías son condicionales, ya que su materialización depende de la respuesta del ser humano; si el ser humano se arrepiente y vuelve a Dios, él lo ve y no cumple la profecía de dejar pasar el castigo; también que las grandes tribulaciones que vinieran, los que estuvieran en amistad con Dios, que cumplieran sus mandamientos y se sacrificaran por la conversión de los pecadores, tendrían la protección de Dios; y, Dios quiere que vayamos al cielo, manteniendo nuestro estado de gracia y colaborar para la purificación de los pecadores.

  Pues cumplir con estas tres condiciones, nos lleva a nosotros a no tener miedo ante lo que se nos pueda venir y, de hecho, estamos viviendo en la actualidad. Tenemos que actuar y vivir como verdaderos cristianos, sobre todo en las tribulaciones, en las pruebas Por eso las advertencias que el Hijo de Dios nos ha hecho por medio de su santísima Madre durante los siglos. Nos ayuda mantenernos firmes en la promesa del Señor de que, así como él venció al mundo, nosotros también lo podemos lograr, si nos mantenemos adheridos a él como ramas pegadas al tronco para alimentarnos de sabia, de su gracia.

 

 

 

viernes, 24 de septiembre de 2021

Homilía en la Solemnidad Las Mercedes 2021. Patrona de la Rep. Dom.

 

  En la oración colecta de la misa, hemos recordado que Dios en su admirable providencia, hizo que la madre de su hijo participara en las angustias y sufrimientos humanos, y que por la intercesión de ella en su advocación de la Merced -misericordia-, consuelo de los afligidos y liberadora de cautivos, le pedimos que todos los que sufren cualquier tipo de esclavitud, consigan la verdadera libertad de los hijos de Dios.

  En agosto pasado, la familia de la Orden de la Merced celebró ochocientos tres años de existencia en la que ha venido realizando una misión y un apostolado de liberación de las diferentes esclavitudes a las que el ser humano ha sido sometido, de manera muy especial, de la esclavitud por causa de su fe en Jesucristo por los musulmanes. De hecho, esta situación fue la que dio origen al nacimiento de la Orden religiosa. Fue esta realidad la que provocó el que la madrugada entre el 1 y 2 de agosto de 1218, se manifestara al joven mercader Pedro Nolasco, la Madre del cielo, la virgen María con el título de Nuestra Señora de la Merced, redentora de cautivos por la fe. Por medio de la Madre de su Hijo, Dios escuchó el clamor y el sufrimiento de esos hijos suyos que sufren esclavitud por creer en él, y bajó a liberarlos.

  En la actualidad, la Orden de la Merced se dedica a liberar las almas de los cristianos de las cadenas del pecado, más fuertes y duras que las de la peor de las prisiones. El Señor dijo: “Mas a quien me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre celestial” (Mt 10,33). Pues muchos cristianos tuvieron que enfrentar y aceptaron la esclavitud por el hecho de no renegar de su fe en Cristo; supieron mantenerse firmes en la libertad que Cristo vino a ofrecernos; porque, como dice san Pablo en la segunda lectura, fuimos llamados a la libertad.

  Recordar y celebrar a nuestra Madre de la Merced, nos tiene que conducir a acordarnos de nuestros hermanos que de diferentes modos sufren cautiverio o son marginados a causa de su fe, o padecen en un ambiente hostil a sus creencias. Y es que la persecución por motivos religiosos siempre ha existido desde los orígenes de la Iglesia, del cristianismo. El mismo Jesús padeció la persecución. Él dijo que, si a él lo han perseguido, a nosotros, -sus discípulos-, también nos perseguirán. Pero el que se mantenga firme hasta el final, ese se salvará. Y esta persecución se da también en países de tradición cristiana.

  Dios sigue padeciendo en sus hijos. No llora en el cielo, sino más bien en la tierra. Sus lágrimas se deslizan ininterrumpidamente por el rostro divino de su Hijo amado que, aun siendo Uno con el Padre celestial, aquí en la tierra sobrevive y sufre. Y las lágrimas de Cristo son lágrimas de Dios. El monje holandés W. Van Straten, en su obra “Dios llora en la Tierra”, dice: “Dios llora en todos los afligidos, en todos los que sufren, en todos los que lloran hoy en día. No podemos amarlo sino enjugamos sus lágrimas.” Y es que Cristo sigue padeciendo hoy en día en cada hombre y mujer que sufre cualquier esclavitud. Sigue padeciendo con la cruz a cuestas ante nuestros ojos, y nosotros no podemos quedarnos indiferentes, como meros espectadores.

  El cristiano debe de ser, a ejemplo del Maestro de Nazaret, discípulo con corazón misericordioso para todos aquellos que sufren en su propia carne la esclavitud de la enfermedad o cualquier otra necesidad. Orar por aquellos que sufren a causa de su fe, para que sean fuertes y den testimonio de Cristo. Hemos de vivir la misericordia con aquellos que experimentan el mayor de los males y de las opresiones: el pecado. “Por esto, les dije que morirán en sus pecados. Sí, si no creen que yo soy, morirán en su pecado” (Jn 8,24).

  La humanidad está atravesando lo que podríamos calificar como “nuestro valle de lágrimas”. Estamos viviendo unos tiempos muy difíciles, de muchas convulsiones, que nos están llevando a una especie de colapso, de caos y de esclavitud. La humanidad parece no reaccionar ante este colapso que está experimentando y pareciera más que está poseída por una especie de “espíritu impuro”. Las sociedades están en un proceso de reinvención por la fuerza: las verdades fundamentales las están reemplazando por nuevas y falsas verdades. Hoy vemos cómo se ha caído en la destrucción de la misma vida del ser humano, sobre todo del ser humano más indefenso, el que se desarrolla en el vientre materno. Se siguen estableciendo leyes asesinas en las legislaciones de los países disfrazándolas de unos nuevos, pero falsos derechos de la mujer y que golpean de tal manera el conjunto de los verdaderos derechos humanos hasta su anulación, así como la cohesión social y el aparato económico. Se aprueban leyes que se ensañan contra los ancianos y los enfermos que, bajo la falsa de una “muerte digna”, se les asesina porque son un estorbo y ocasionan gastos económicos para el estado y las familias. Porque el fin no es eliminar la enfermedad, sino eliminar a los enfermos y a los ancianos.

  La civilización cristiana y occidental, que está fundamentada en la dignidad de la persona como criatura e hija de Dios, está siendo aniquilada, resquebrajada, borrada…, para ser sustituida por una nueva sociedad, por un nuevo orden. Las bases, los fundamentos y los principios de la sociedad occidental están siendo atacados por los partidarios del maligno, del enemigo de Cristo. Esta es una lucha entre dos poderes espirituales: el poder del bien enfrentando al poder del mal, el Reino de Dios contra el reino del mundo. Es como si el maligno gobernara las naciones.

  En la segunda lectura de la misa, hemos escuchado que el apóstol san Pablo nos recuerda que “Para ser libres, nos libertó Cristo. Y hay que mantenernos firmes, para no dejarnos oprimir nuevamente por el yugo de la esclavitud”. El cristianismo creó el concepto de libertad, pero esa libertad no implica que las criaturas se revelen al Creador: “Hemos sido llamados a la libertad; pero no podemos tomar esa libertad como pretexto para la carne”, - nos sigue diciendo el apóstol de los gentiles-; sino que debemos asumir plenamente que somos hijos de Dios, y que, como tales, debemos de actuar. Es por esto por lo que la libertad en sentido cristiano nos conduce a superar el egoísmo y a vivir la capacidad del amor. ¡Esta es la verdadera libertad de los hijos de Dios!

  Pero hay quienes están enfocados y empecinados en quitarnos esta libertad, para encadenarnos y esclavizarnos a sus directrices, para llevarnos al servilismo, para tiranizarnos con la drogadicción, la pornografía, el desenfreno, la avaricia, etc. Los poderosos de hoy, los que se han adueñado del mundo, los que se creen que son los amos del mundo, ridiculizan y combaten la fe, y esto sucede ante la mirada indiferente de gran parte de la humanidad e incluso de muchos que se dicen cristianos. Se forman en grupos para ir contra los símbolos religiosos y grandes figuras del pasado. Algunas instituciones católicas, como universidades y colegios, han claudicado a esta nueva dictadura del pensamiento único y de lo políticamente correcto. El occidente cristiano se ha convertido en una cultura de muerte y conflictos. Ya esto lo denunció el papa san Juan Pablo II cuando la calificó de la “cultura de la muerte”, con imposición de la ideología de género, aborto, eutanasia, legalización de las uniones civiles homosexuales, adopción por parte de estas uniones, legalización de las relaciones entre adultos y menores, que no es más que la legalización de la pederastia; el mal llamado “cambio de sexo”, que no es más que una cirugía de amputación del órgano sexual biológico y sano para implantarse uno artificial, y que en algunos países se ha legalizado para los menores sin el consentimiento de sus padres, ya que dicen que es violatorio a los derechos del menor;  el mal llamado lenguaje inclusivo, etc. Estos poderosos quieren hacer un mundo a su medida; quieren eliminar al Dios único y verdadero, nuestra fe en Jesucristo y su Iglesia, para imponer a su dios y sus ídolos. Siguen resonando en sus conciencias, -si es que la tienen -, las palabras dichas por la serpiente a Adán y a Eva: “serán como dioses”. Y todo esto, ya en algunos países se les enseña a nuestros niños desde su más tierna edad en las escuelas; y en nuestro país lo quieren imponer. ¿Qué es en realidad lo que está en caos? ¿El planeta o la civilización humana?, ¿Las relaciones entre las personas? ¿La valorización de la vida humana? La civilización occidental ha venido transitando el camino de labrar su propio destino, apartándose de Dios. Somos una especie de jurado que ha decidido quién vive y quién muere; quién es un hombre y quién es una mujer. Nos estamos destruyendo a nosotros mismos. Dios, por medio del profeta Jeremías (13,10), nos advirtió: “Este pueblo malo que rehúsa oír mis palabras, que siguiendo su obstinado corazón se va tras otros dioses, para servirles y adorarlos, vendrá a ser como este cinturón que para nada es útil”.

  ¿Cómo afecta todo esto a la religión, a la fe, al cristianismo? Pues hay muchos creyentes que dentro de la misma religión ya no creen que el mal existe. Pero es que esta es la gran estrategia del maligno: hacerle creer al hombre que él no existe, para entonces tener todo el camino libre para hacer su guerra, contando con la complicidad ciega de muchos cristianos de mentalidad liberal y progresista, y esto incluye a muchos políticos que promueven leyes morales contrarias a la fe cristiana. Sólo volviendo a Dios, aceptando humildemente nuestra condición de criatura de un Dios amoroso, entregándole las riendas e inclinándose en obediencia a él, nuestra cultura puede salvarse.

  Ya el papa Benedicto XVI había denunciado que la civilización occidental ha caído en las garras de la esclavizante “dictadura del relativismo”, que no es más que la doctrina que no reconoce nada como definitivo y que deja sólo al yo y sus deseos como medida última.

  Con todos estos acontecimientos que se están sucediendo en el mundo, podríamos decir que parece ser que nos encontramos ya en el final de los tiempos: un momento en que Dios hará una purificación de la civilización humana, donde vendrá una iluminación de conciencia de cada ser humano para que vuelva a él.

  Hoy la humanidad está inmersa y dominada por la esclavitud del miedo, del pánico y del terror. El miedo está anulando nuestra capacidad crítica y estamos asumiendo obligaciones y limitaciones que no tienen ninguna lógica. La mayoría, asustada, ya no cuestiona esta falta de lógica; y es que el temor, el miedo, el pánico y el terror les impide razonar. El novelista George Orwell dijo: “Lo importante es mantener a la población en estado de continuo miedo… así se mantiene un estado de emergencia nacional interminable justificando cualquier abuso de las autoridades”.

  Hay un mar de confusión. Por una parte, nuestras autoridades civiles demuestran una falta de criterio al dictar órdenes confusas y contradictorias; por el otro lado, tenemos unos medios de comunicación que se han unido a la narrativa de lo ilógico, confundiendo más que aclarando, desinformando más que informando. Nos encaminan hacia un proceso de control social, y no de un real y verdadero control de una enfermedad.

  Hoy celebramos a nuestra madre la Virgen María de la Merced, Patrona de nuestra República Dominicana. En nuestro escudo nacional tenemos la palabra “libertad”. Juan Pablo Duarte, en su proyecto de constitución de la república, escribió: “La nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad personal, civil e individual, así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen”. Vemos así que, para Juan Pablo Duarte, su primera preocupación era la libertad personal del ciudadano que ha de vivir en una sociedad libre. El deber de salvar y proteger esa libertad la sitúa en la comunidad humana y jurídica que es la nación. La protección jurídica de la libertad es un modo humanista de pensar, bien fundado en los postulados del evangelio, que él no sólo profesaba de palabra, sino que vive y proyecta fiel en su obra redentora. Sólo una educación de la libertad en la conciencia de cada ciudadano es fundamento sólido para que en la comunidad surja un verdadero respeto a ese don inapreciable que Dios ha dado al hombre.

  Debido a esta crisis mundial de salud, provocada por el virus del covid-19, nuestra sociedad dominicana se debate entre lo que parece ser la búsqueda del enfrentamiento y la división vs la protección de la libertad y de conciencia. Tenemos el ejemplo de lo que está sucediendo con el tema polémico de las vacunas (tema que nunca nos pondremos de acuerdo). Este tema ha venido calando en lo profundo de la sociedad provocando mucha división, incluso a lo interno de las familias y ha llegado a implantarse en la comunidad cristiana. Es una especie de nueva esclavitud que atenta contra la unidad de los cristianos querida por Jesús: “A fin de que todos sean uno, como Tú, Padre, en Mí y Yo en Ti, a fin de que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que eres Tú el que me enviaste” (Jn 17,22). La sociedad dominicana se ha dividido en dos grupos antagónicos: los pro-vacunas y los anti-vacunas. Han venido realizando una campaña publicitaria basada más en el miedo, el pánico y el chantaje; y no en una real y verdadera campaña de motivación, exhortación y concientización. Por un lado, una parte de nuestros legisladores quieren establecer una ley de vacunación obligatoria, violando así lo establecido en nuestra constitución y en los diferentes tratados internacionales de derechos humanos. Por el otro lado, no solamente hay quienes abogan porque se obligue a todos los ciudadanos a vacunarse, sino que también se les coarten sus libertades y derechos; y, como si fuera poco, que se imponga en la comunidad cristiana. Se crean así categorías de ciudadanos y también de feligreses. Se quiere que sólo los vacunados puedan entrar a los restaurantes, supermercados, tiendas, cines, gimnasios, bancos, plazas, eventos públicos, etc., y lo mismo al templo; y los no vacunados que se queden en sus casas y fuera del templo. Eso es discriminación y segregación; es establecer diferencias y categorías de ciudadanos y de cristianos. No podemos jamás permitir ni auspiciar que caigamos en esta especie de discriminación. Tan fácil es pedir que todo el que sienta que los demás son una especie de amenaza de contagio, pues que se compre un perro y se quede encerrado en su casa. La Iglesia, el templo es para todos, para los pecadores, no para el pecado. Lo que nos hace cristianos e hijos de Dios es el bautismo, jamás una vacuna. La casa de Dios no es un lugar exclusivo. No podemos hacer esta distinción entre los hijos de Dios, ni entre ciudadanos.  El apóstol Santiago (2,1-4), nos dice: “No junten la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Ven al bien vestido y le dicen: por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado. Al otro, en cambio: estate ahí de pie o siéntate en el suelo. Si hacen eso, ¿no son inconsecuentes y juzgan con criterios malos?”. ¿O también se le va a exigir a un católico que, para recibir la gracia de los sacramentos, tener un encuentro de fe con Cristo, debe estar vacunado?

  Entonces ¿quiere decir que nosotros vamos a decirles a los vacunados: pasa y siéntate aquí, en el lugar reservado porque estas protegido; y al no vacunado le diremos no vengas al templo y si vienes quédate en el rincón porque nos puedes contagiar? Ya se sabe, por los resultados científicos que los vacunados también se contagian y pueden contagiar a los no vacunados, porque todas las vacunas para este virus todavía están en su fase experimental. En fin, éstos son los nuevos leprosos y cautivos que nosotros, - los que nos creemos sanos, buenos y puros -, estamos creando y apartándolos de Cristo. Y yo pregunto: ¿quién les ha dado esa autoridad?

  Nuestra sociedad dominicana, hoy padece y experimenta lo que podríamos llamar como la claudicación de la libertad, de la libre expresión y libertad de conciencia. Nuestra sociedad hoy se debate entre la esclavitud de la degradación moral, - auspiciada por instituciones públicas y privadas, con esta agenda progresista, globalista, genocida y deshumanizante, llamada Ideología de género -; y  la puesta en práctica de valores básicos como son la verdad, el amor, el respeto mutuo, el trabajo, la honradez, la caridad, la solidaridad, la fraternidad, el desinterés, la valentía, la constancia y otros valores que por tanto se han de inculcar desde muy temprano en la juventud. Dante Alighieri, autor de la Divina Comedia, dijo: “Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en tiempos de crisis moral.”

  “La unidad hace la fuerza”, reza el dicho. Necesitamos hoy más que nunca que nuestra sociedad dominicana esté unida para poder enfrentar todas estas nuevas esclavitudes que amenazan nuestra convivencia. Hay quienes nos quieren divididos y enfrentados, sometidos a sus directrices esclavizantes. Quieren nuestra libertad, quieren tiranizarnos. No lo permitamos. Liberémonos de la esclavitud del miedo, del pánico, la manipulación y el chantaje. Aprendamos a cuestionar, a investigar, a saber escuchar a otros más doctos; ¡Manifestémonos en la plaza pública! En fin, no claudiquemos en nuestros derechos y libertades.

   Acudamos con confianza, amor y devoción a nuestra Madre de la Merced como eficaz intercesora, para que mueva a todos aquellos que se encuentran alejados de su Hijo para que se acerquen a él, especialmente a través del sacramento de la penitencia y para que fortalezca y alivie a quienes de alguna forma sufren persecución por ser fieles a su fe, a la Iglesia de Cristo y su evangelio. Vivamos en la libertad de los hijos de Dios si queremos que los demás sean libres. Asumamos en nuestra vida el lema de los mercedarios: ¡Libres para liberar!

 

Que Dios les bendiga.

 

miércoles, 22 de septiembre de 2021

La masonería está empeñada en eliminar la Cruz de Cristo (y 2ª. Parte)

 

La masonería no es una persona. Es más bien un grupo de personas, - de poderosos económicamente hablando -, dueños de la banca mundial, grandes cadenas y medios de comunicación, las llamadas Big Tech y Big farma; foros mundiales, como el de Davos; Club Bilderberg, Organismos Mundiales como la ONU, que ha dicho: “Las iglesias cristianas deben unirse a la burocracia internacional para defender los nuevos derechos humanos, la interrupción de la vida, la ideología de género y que no hacerlo es odio contra el progreso”; sumémosle a estas palabras de la ONU, aquellas otras palabras nefastas de la señora Hillary Clinton, cuando dijo: “Los códigos profundamente enraizados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse. Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales”. Dicho en otras palabras, lo que estaba proponiendo esta señora y sus amos, era que ellos se iban a encargar de decidir qué es lo que tenemos que creer y cómo tenemos que creerlo; tenemos también la OEA y sus organizaciones satélites; el Council on Foreign Relations (CFR), la Comisión Trilateral, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, las familias Rockefeller y Rothschild, los magnates George Soros y la Fundación de Bill y Melinda Gates, Fundación Ford, y un largo etcétera. Este grupo comanda una lucha, no contra Dios directamente ya que su Hijo Jesucristo venció al demonio; es una lucha más bien contra la misma humanidad; seres humanos tratando de destruir al mismo ser humano para quedarse con todo, por su afán desmedido de poder y dominio. ¿No es esto contradictorio? Crean el caos y el problema, para después venir a proponer el orden y la solución. ¿Algún parecido o coincidencia con la situación actual de esta crisis sanitaria mundial del virus del covid19? Y ya se viene hablando y denunciando la próxima gran crisis mundial, anunciada por los “amos del mundo” del Foro de Davos, que ya está calificada como “ciberpandemia”, y advierten que ésta será tan fatal para la humanidad, que la crisis del covid19 será algo insignificante; y el presidente de la firma Microsoft acaba de anunciar que en aproximadamente tres años más lo que muestra la novela de George Orwell, “1984”, podría ser una realidad en el 2024. Sumémosle a todo esto lo ya anunciado también por el dueño de Facebook, el señor Mark Zuckerberg, de “conectarse con Dios on line”, que no es más que un macabro plan global para borrar del mapa las religiones occidentales, induciendo a los miembros de estas a que abandonen sus creencias y lugares de culto para inducirlos a que se relacionen con Dios sin necesidad de ir a los templos mediante su plataforma digital de red social. ¡Bienvenidos a la nueva dictadura totalitaria mundial de la llamada inteligencia artificial!

  Las Constituciones de Anderson, que son una especie de “biblia masónica”, y contiene las obligaciones fundamentales del masón, se lee: “Además prometo solemnemente que no escribiré estos secretos, ni los dictaré, esculpiré, marcaré o dibujaré de ningún modo. Tampoco incitaré a otros a hacerlo ni toleraré que otros lo hagan, si está en mis manos evitarlo, sobre cualquier cosa móvil o inamovible bajo la bóveda del cielo, donde quiera que una letra, carácter o dibujo o la más mínima traza de letra, carácter o dibujo se pueda leer o comprender… para que nuestras artes secretas y misterios ocultos no sean inadecuadamente conocidos por culpa de mi imprudencia. Juro solemnemente observar todos estos puntos sin subterfugio, equívoco o restricción mental alguna bajo una pena no menor -si violase algunos de ellos-, que mi cabeza sea cortada, mi lengua arrancada de raíz y enterrada en la arena del mar sobre la línea de la marea baja, o a la distancia de un cable desde la playa, donde la marea regularmente fluye y refluye dos veces en 24 horas”. Por otro lado, tenemos el testimonio del masón arrepentido y converso al catolicismo, Serge Abad-Gallardo, en su libro “Por qué dejé de ser Masón”, la siguiente fórmula de juramento, practicada actualmente en su logia: “Yo, hermano o hermana, juro y prometo solemnemente, en presencia de esta respetable asamblea, no revelar jamás a ningún profano ni tampoco a ningún aprendiz los secretos correspondientes al grado de compañero. Juro estudiar y practicar las enseñanzas que acaban de serme dadas y renuevo mi promesa de amar a mis hermanas y hermanos y de socorrerles en la necesidad”. Las Constituciones de Anderson están impregnadas de la peor de todas las herejías; la más perversa.

  En definitiva, lo cierto es que estamos atravesando un camino difícil en la actualidad. ¡Nuestro valle de lágrimas! Gran parte de la humanidad ha perdido la brújula del sentido de la vida y de la existencia. Se sigue abogando, promoviendo y defendiendo la destrucción, eliminación del ser humano por diferentes medios: aborto, ideología de género, eutanasia, comunismo, marxismo propagado por los políticos masones. Se quiere amordazar a la Iglesia para que así su predicación desaparezca. La Iglesia está amenazada de volver a las catacumbas. El pensador y escritor católico G. K. Chesterton, lanzó su predicción de que se venía una batalla total para defender las obvias verdades del cristianismo, porque iba a ser criminalizado, señaló que “hay quienes odian al cristianismo, y hay quienes llaman a su odio un amor porque abarca a todas las religiones”. Aun así, con este panorama nada halagüeño, debemos de permanecer en pie, con la cabeza en alto porque se acerca nuestra liberación; y la Madre de Dios, madre nuestra, intervendrá de manera prodigiosa, sobre los destinos del mundo y la humanidad, gracias a sus elegidos, aplastando la cabeza del dragón rojo. Cristo venció al diablo, al príncipe de este mundo. Su triunfo es también nuestro triunfo, si permanecemos en él.

martes, 21 de septiembre de 2021

La masonería está empeñada en eliminar la Cruz de Cristo (1ª. Parte)

 

  Así es. Cristo ya había dicho que el que no toma su cruz para seguirle, no es digno de él. Pues esto lo tiene muy claro la masonería y sus adeptos. La orientación que va tomando nuestra cultura moderna, nos comprueba que sigue el camino del hedonismo, la vida fácil y un cierto empeño por eliminar la cruz de Cristo. Una civilización actual tambaleante por el deterioro gravísimo de sus cimientos. Y es que una sociedad que no conoce pierde su medida; cuando Dios muere en una sociedad es el fin de la libertad, porque muere el propósito de la orientación, desapareciendo la brújula que enseña a distinguir el bien del mal. G.K. Chesterton dijo: “Cuando se deja de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa”.

  Es mucho lo que se ha escrito sobre este grupo oscuro o secta satánica, diabólica y luciferina. Es una fuerza contrapuesta y antagónica al cristianismo.  Parece que el plan de este grupo es liquidar al cristianismo y los mandamientos que le dejó Dios. Esta lucha del cristianismo contra la masonería, la Iglesia Católica la ha tomado muy en serio, sobre todo hace unos siglos atrás, con el magisterio de algunos pontífices, como León XIII, con su encíclica Humanum Genus, de 1884; Clemente XII, Benedicto XIV, Pío VII, León XII; Pío VIII, que dijo: “La masonería es una secta satánica, que tiene al demonio como su dios. Y su esencia consiste en la perversión, en la subversión del orden divino y de la creación y en la transgresión de las leyes dadas por Dios”; también Gregorio XVI y Pío IX, el Código de Derecho Canónico, etc. Siglo y medio de condena de esta secta oscura: su único objetivo siempre ha sido la lucha contra la Iglesia Católica, contra todo lo que representa y custodia. Ya la misma Congregación para la Doctrina de la Fe, publicó la Declaración Quaessitum est, de noviembre de 1983, cuando aún era prefecto de ésta el cardenal Joseph Ratzinger (futuro papa Benedicto XVI), - y bajo el pontificado de san Juan Pablo II -, donde advirtió que “Los fieles católicos que se inscriban en asociaciones masónicas están en pecado grave y no pueden recibir la santa comunión”. Y esta condena sigue vigente hasta el día de hoy.

  Es de resaltar que estas condenas pontificias de la masonería no tienen nada que ver con asuntos políticos; más bien son condenas que están muy bien fundamentadas con argumentos teológicos y filosóficos. Pero hay que señalar que en algunas ocasiones es la misma institución religiosa católica, en la persona de su alta jerarquía, como es el caso del presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, el cardenal Gianfranco Ravasi que, en 2016 publicó un artículo a favor del diálogo entre la Iglesia Católica y la masonería: “Tenemos los católicos en común con los masones, entre otras cosas, el ser creyentes”, dijo el cardenal en esa ocasión.  Aquí recuerdo las palabras del papa Francisco advirtiéndonos de que “con el diablo no se dialoga”. Este mismo cardenal presentaba como justificación para este diálogo el que, entre ambas, - Iglesia Católica y masonería -, existen puntos de unión. Pareciera que este cardenal habría leído al autor masón Alvin Reuben Montañez Schilansky, su libro “Albert Pike. El Padre de la Masonería”, donde escribe lo siguiente: “Albert Pike era un profundo teólogo. Escribió: Dios es uno, inmutable, inalterable, infinitamente justo y bueno; su luz superará finalmente toda oscuridad, el bien finalmente vencerá el mal, y la verdad será vencedora sobre el error… para todo masón hay un Dios -supremo, infinito en bondad, en sabiduría, en previsión, en justicia y benevolencia. Creador y conservador de todas las cosas... Albert Pike tenía una confianza inquebrantable en la bondad de Dios y una fe inquebrantable en la inmortalidad del alma”.  Pero cuidado, porque las creencias de los masones postulan que existe un conocimiento salvífico que te lleva a la perfección absoluta. Y que te convierte en un ser autónomo, en un ser privilegiado que no necesita de ningún salvador. Para ellos su máxima deidad es el gran arquitecto del universo que no es el Dios de la revelación y del evangelio. Y es que en ninguna parte de las Constituciones de Anderson se menciona a Cristo. Su dios es Baphomet, - el dios luciferino -, es el portador de luz.

  Los adeptos de esta secta luciferina siempre han querido infiltrar a la Iglesia Católica desde los seminarios ya que ésta ha sido y sigue siendo una especie de dique de contención para que los postulados de la masonería no lleguen a imponerse ni dominar el mundo con sus garras asesinas. Existe una lista de 1976, publicada por el periodista italiano Mino Pecorelli -, quien fuera asesinado en el 1979 de forma misteriosa -, que contiene los nombres de aproximadamente 124 obispos cardenales y sacerdotes italianos iniciados en la logia P2, con nombre, seudónimo y fecha de ingreso (a esta lista se puede acceder en internet).  Hay que recordar que, con la ruptura provocada por Martín Lutero y la Reforma Protestante, donde sostenía que solamente la “sola escritura” era digna de veneración, pues todo lo demás del depósito sagrado de la Iglesia era rechazable: desde la tradición hasta la obra de los santos padres y doctores; desde las declaraciones dogmáticas hasta el magisterio, sobre todo el primado de Pedro; pues la masonería hace su propuesta de creencias con el deísmo, sincretismo, panteísmo y gnosis. Esto es lo que podríamos llamar una religión a la carta, - pero en apariencia -, para quien se aproxime a ella por primera vez. Este grupo esotérico, oscuro, luciferino, es un grupo en extremo exigente e intolerante: amordaza al adversario afectando respetarle mientras se le exige el máximo respeto. ¿Le suena a alguien el término “corrección política o, lo políticamente correcto”?

  Este diálogo que el cardenal Ravasi ya había propuesto hace unos años atrás, ha traído sus consecuencias en lo referente a la doctrina católica. Vemos cómo en la actualidad muchas o algunas de las enseñanzas doctrinales del catolicismo han venido suavizándose hasta llegar al punto de hacerlas desaparecer. Pensemos en el ejemplo de lo que está sucediendo con la Iglesia Católica en Alemania y su camino sinodal; así como otros países de Europa, Canadá, Estados Unidos de América, Argentina, Colombia, Brasil.., donde son los obispos (con algunas excepciones), los que están encabezando este desafío a la Santa Sede y la doctrina milenaria católica; y lo sucedido con el pasado Sínodo de la Amazonía y su ritual pagano llevado a cabo en la ciudad del Vaticano a la diosa de la Pachamama (la madre tierra).

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Cristianos en la Política

 

“Adúlteros, ¿no saben que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios? Quien, pues, quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios” (St 4,4).

  No podemos ocultar que el mundo, la humanidad hoy está cada vez más encaminándose a lo que podríamos llamar como su “decadencia”. Vemos, cada día, cómo los enemigos de Cristo, de su evangelio y de su Iglesia, están ganando terreno en los puestos de mando. Da la impresión de que esta guerra la estamos perdiendo sin más ya que, el esfuerzo que hacemos una gran parte de los que están convencidos de que el bien triunfa sobre el mal, no parece estar dando buenos ni motivantes resultados. Un alto porcentaje de la población parece que ha tirado la toalla en señal de rendición y derrota, mientras otros permanecemos en pie de guerra, siempre dispuestos al buen combate desde nuestra fe para intentar aportar y lograr los cambios que nuestra sociedad necesita en estos momentos de crisis. Vemos cómo el manto de tinieblas se sigue extendiendo sobre el mundo y la luz que debemos de irradiar los hombres y mujeres, desde nuestra fe, se hace cada vez más opaca. No podemos negar que estas escenas dantescas tienen desanimados a muchos y hasta nos hace preguntarnos si en verdad sigue valiendo la pena seguir luchando ante tantos signos de derrotas que estamos viviendo. ¿Son reales y verdaderas las palabras del Señor de que el enemigo no podrá derrotarnos? ¿De quién, en realidad, depende el triunfo, la victoria en este mundo cada vez más apartado de Dios?

  Se percibe un ambiente de pesadez, de derrota, de desilusión. Vemos cómo los principios morales y de felicidad siguen siendo pisoteados por el cinismo de muchos gobiernos y poderosas instituciones y familias financieras. Siguen las guerras que, junto con las grandes crisis económicas, son fruto de vergonzosas políticas cuyos verdaderos motivos permanecen ocultos. Tenemos el ejemplo de los Estados Unidos de Norteamérica que, en la administración pasada de Donald Trump, no inició un nuevo conflicto armado; más bien, todo lo contrario, fomentó y propició acuerdos de paz entre naciones enemigas de mucho tiempo. Pero ahora con la nueva administración, a días de haber asumido la presidencia el señor Joe Biden, ha retomado los conflictos bélicos y ya ordenó bombardear el país de Siria. Hemos de recordar, hace ya unas décadas atrás, las palabras que en su momento había dicho el papa san Juan Pablo II cuando se iniciaba la guerra contra Irak, que sabía que era una campaña para encubrir una guerra comercial animada por falsos principios humanitarios. Y que esos grupos militares-petrolíferos, en realidad, nunca les ha importado los derechos ni la vida del pueblo iraquí. Con el paso del tiempo, ¿tuvo o no tuvo razón el papa polaco? ¡Pues no hay duda de ello! Otro ataque que vemos que se está profundizando y arreciando más con la llegada de la nueva administración de los Estados Unidos de Norteamérica, es contra la institución familiar. Las señales que está dando esta administración es que parece que están decididos a recuperar aceleradamente, el tiempo perdido que le provocó la administración pasada de Trump a la agenda globalista y genocida para imponer sus ideologías de un “maravilloso bienestar” a la humanidad. Están fomentando así el esperado “reseteo o reinicio” de la humanidad, pero sin contar con Dios; un reinicio basado solamente en la pura percepción y capacidad humana, donde un grupito le ha prometido al resto de la humanidad de que en unos años no tendremos nada, pero seremos felices. Siguen apostando a proveer la felicidad sin acercarse a la fuente de ésta, que es Jesucristo.   Hay una quiebra en nuestra cultura occidental, que lleva a la crisis cultural y de identidad. Podemos muy bien decir que occidente está cada vez más paganizado y ésta paganización afectará al mundo entero llevándolo a la ruina general, destruyendo la cultura, la demografía y la religión de manera absoluta.

  ¿Qué nos queda a nosotros como cristianos seguir aportando a esta situación caótica y de degradación en la que está caminando la humanidad actualmente, y en ella, nuestra sociedad? Y es que, si la democracia sigue siendo la mejor forma de gobierno, en el que la mayoría puede decidir, desde su libertad y elección el bien y el mal, debe de tener unos criterios morales que orienten a elegir el bien. La sociedad y, en ella la Iglesia, están en grave y profunda crisis. La seguridad que tenían los cristianos dentro de la institución religiosa, hoy esa seguridad ya no es tal. El enemigo o los enemigos de Cristo y su Iglesia se han establecido en los altos puestos de mando del mundo y así viene avanzando la imposición de la agenda ideológica neomarxista.

  Los cristianos no debemos renunciar, aunque los tiempos no sean del todo motivadores, a nuestra participación en el terreno de la política. La solución a nuestros problemas en este terreno no nos caerá del cielo, si nosotros, desde nuestra fe, no asumimos nuestro compromiso de aportar al bien común desde el campo político; debemos interesarnos porque nuestra nación este bien dirigida; no importan las tentaciones y los peligros que nos podamos encontrar en ese terreno. Las tentaciones y los peligros se pueden vencer, siempre que estemos fortalecidos por la gracia de Dios. Son muchos los que huyen a esta responsabilidad ciudadana, como si los cristianos no fuéramos también ciudadanos de la nación. Se nos olvida que esa realidad también necesita ser sanada y santificada de todo aquello que la afea y la denigra. El cristiano tiene que ser y llevar la luz de Cristo al terreno de la política. Cristo no quiso que escapáramos a esta realidad. Él vino para anunciarnos que el Reino de Dios está entre nosotros y dentro de cada uno de nosotros. El Reino de Dios también debe de estar presente y transformar la realidad política desde su interior y eso se logra a través de cristianos comprometidos profundamente con Cristo, su evangelio y su Iglesia. Muchos cristianos han perdido la dirección de Dios en cuanto a lo que tenemos que aportar ante los gobiernos.

  Termino este artículo, citando un fragmento del documento titulado The Mayflower Compact, de noviembre de 1620, escrito por los Padres Peregrinos en el Estado de Virginia y considerado como el fundamento de la Constitución de los Estados Unidos de América: “En el nombre de Dios, amén. Nosotros, cuyos nombres quedan inscritos, nuestra soberana lealtad a nuestro Rey James, por la gracia de Dios, de la Gran Bretaña, Francia e Irlanda, rey, defensor de la fe; habiendo tomado para la gloria de Dios el avance de la fe cristiana, y en honor a nuestro rey y país, viajamos para establecer la primera colonia en las partes norteñas de Virginia, en presencia solemne y mutua de Dios, y entre unos y otros, pactamos y nos unimos en un cuerpo civil y político para un mejor orden y preservación futura. Y por virtud ahora actuar, constituir y formar leyes justas y de igualdad, ordenanzas, actos, constituciones y gobiernos, de tiempo en tiempo para la mejoría de nuestra colonia, lo cual prometemos en sumisión y obediencia”.

  ¿A quién queremos obedecer?: “A lo cual respondieron Pedro y los apóstoles: hay que obedecer primero a Dios antes que a los hombres” (Hc 5,29) ¿De quién queremos ser amigos?: “Ustedes son mis amigos, si hacen lo que les mando” (Jn15,14) ¿A quién queremos servir?: “Nadie puede servir a dos amos… no pueden servir a Dios y al dinero” (Jc 16,13).

miércoles, 31 de marzo de 2021

La impotencia y el dolor de la derrota

 

Agustín Laje vino, habló, debatió, se fue y dejó a los progres ardiendo, pero de coraje e impotencia. A escasos días de que el politólogo, escritor y provida argentino Agustín laje salió del país, se sigue hablando de él en los medios de comunicación y las redes sociales de lo que significó su visita en esta ocasión y, sobre todo, de lo que ocasionó en las diferentes entrevistas y debates a las que fue invitado, presentando sus razones y argumentos para justificar su pensamiento y su convencimiento de la lucha provida.

  Este artículo no pretende ser una evaluación estricta o completa acerca de los debates y entrevistas en las que participó este politólogo y escritor argentino, sino más bien una opinión más y que quizá pueda expresar alguna idea que otros a lo mejor no hayan mencionado o resaltado en sus opiniones.

  De todas las entrevistas, charlas, conferencias y disertaciones que tuvo Agustín Laje en nuestro país en estos días pasados, las que más han llamado la atención fueron la entrevista o, mejor dicho, debates, -porque así se promocionaron en los medios y hasta de una manera muy rimbombante -, que tuvo con el reconocido siquiatra dominicano Dr. Guerrero Heredia y la segunda con el dirigente político del Partido de la Liberación Dominicana, José La Luz. Esta última fue promocionada como “el debate del siglo”.

  Hablemos del primero. Ya sabemos, por videos que están circulando en las redes sociales que, este siquiatra había dicho en el año 2019 que el señor Agustín Laje había rechazado una invitación a su programa para una entrevista señalando al mismo tiempo que ese rechazo se debió a que el “extranjero” había cogido miedo. Ya para esta ocasión, el mismo doctor en su video de promoción del debate, había dicho que tendrían al invitado y que la discusión sería desde el plano científico para ver si era justificable su postura provida y demás. Pero, al ver el video de promoción del doctor y observar sus gestos en el mismo, nos podemos dar cuenta de que la real intención era ridiculizar al invitado porque se tiene la idea de que su pensamiento se fundamenta en razones más que científicas, sino en razones religiosas. Recordemos que el Dr. Guerrero Heredia presume y alardea de que es ateo y como “buen” ateo pues asume la actitud de burla e irrespeto al hecho religioso y los creyentes.

  No puedo hacer aquí un análisis del debate porque no es la ocasión. Pero lo que sí puedo mencionar es que, - y todos lo vimos -, como dice el dicho popular “el doctor fue por lana y salió trasquilado”. Se le llamó debate, pero en realidad no fue debate. Allí lo que menos se debatieron fueron las ideas. El doctor en realidad no se preparó para enfrentar con contenido científico las ideas de su invitado. Se metió en un terreno donde quedó evidenciado que no domina. Quiso llevar a su terreno a su invitado, pero fue todo lo contrario. Se le notó al doctor actitudes de enojo, soberbia, altanería, egocentrismo, pedantería, de no lograr sacar de sus casillas a su invitado. Recordemos que el señor Laje inició su intervención exigiéndole al doctor que se retractara de lo que había dicho en su video del 2019 donde lo acusó de rechazar su invitación al programa por miedo, al mismo tiempo que le señalaba que no era justo que utilizara esa artimaña para tener o subir rating.

  El doctor Guerrero Heredia, lleno de rabia e ira, se salió de la intención primaria del debate y el recurso que le quedó fue el de irse a lo personal. Utilizó palabras ofensivas, denigrantes, vejatorias y discriminatorias. Sacó a relucir en un momento determinado del acalorado “debate”, sus logros personales, como sus estudios en la Universidad de Yale mientras le decía a su invitado que viene de un campo de Argentina. Tampoco yo no quiero justificar las actitudes y reacciones del señor Laje pero, entiendo que si estas siendo atacado de mala manera, con mala intención, de humillarte y hacerte quedar en el ridículo, pues no le quedó de otra que rebatir y hasta de caer en ocasiones en las mismas actitudes que su atacante. Yo he visto muchas entrevistas y conferencias del señor Laje y han sido con toda la altura de lo que se llama debate, sin importar que sean acaloradas.

  Una de las cosas que más llamó la atención de ese encuentro radial entre estos dos personajes, fue que, en un momento de la acalorada discusión el señor Laje le enrostró al doctor Guerrero Heredia que él no sabía ni conocía el proyecto de ley que cursa en el Congreso Nacional sobre este tema ni tampoco conocía lo que dice la Constitución Dominicana al respecto. ¡Eso duele! Y, sin embargo, él que es extranjero, si los conoce.

  El doctor Guerrero Heredia siempre se ha ufanado de ser un hombre de ciencia. Él ha llegado a decir en otras ocasiones, al referirse a la Biblia, que ese es un libro innecesario y ocultista. Pues para esta ocasión hasta le extrañó que el señor Laje no se haya leído la Biblia; aprovechando después estas palabas como acusación de que defiende la vida en base a algo que él no se ha leído. Habría que preguntarle también al doctor si él se ha leído completamente, desde la A hasta la Z, el Manual de psiquiatría, que viene siendo una especie de “libro sagrado” para estos profesionales de la salud mental. El señor Laje le ripostó al doctor que él no es teólogo y mucho menos vino a hablar de religión. Algo que tiene el señor Laje, y eso se ve a simple vista, es que él no mezcla o no le gusta hacer uso del recurso de las ideas religiosas para sus debates ni moldear su pensamiento sobre este y otros temas. A todo esto, el doctor Guerrero Heredia parece que vio en estas palabras del Señor Laje un elemento de ataque y manera de desprestigiar su lucha provida acusándolo de que fue traído y contratado por la Iglesia Católica para estos debates y ni siquiera se ha leído la Biblia. Es decir, en otras palabras, lo acusaba de que es ateo, y cómo es posible que la Iglesia Católica trajera y contratara a un ateo para que hablara en contra del aborto desde el ámbito religioso. Pero esto es falso. El señor Laje no es ateo; es católico. Él mismo lo ha dicho. Y cuando le han preguntado por qué en sus debates y conferencias no habla de la religión, lo que ha respondido es que todo lo que él ha estudiado, investigado y reflexionado tiene material suficiente para argumentar sus ideas y pensamiento que no necesita del elemento religioso para ello. Y también así se evita que lo acusen y señalen de fundamentalista religioso.

  ¿Qué ha sucedido después de este debate? Pues que el doctor Guerrero Heredia se ha dedicado a ir a otros programas y en el suyo propio, a hablar sobre lo sucedido con el señor Laje. Realizó un programa en donde se puso a “deconstruir” la persona del señor Laje. El doctor se sigue justificando; él es el que estuvo siempre correcto; él fue el que sacó a Agustín Laje de sus casillas; se dirige a él con palabras despectiva y discriminatorias diciéndole “señorita”, “niña”, “el extranjero”. Esto no es más que una falta de respeto. Me viene a la mente el famoso dicho que dice “lo cortés no quita lo valiente”. Y esto fue lo que menos hizo el doctor Guerrero Heredia con su invitado: no fue cortés, ni respetuoso; más bien fue desconsiderado.

  ¿Y qué decir del calificado “debate del siglo”? Sabemos que el señor José La luz es político. No sé si estos dos profesionales en sus áreas han hecho o tienen un título académico en el terreno de la comunicación o el periodismo. Pero si los tuvieran, me parece que no pusieron en práctica, por lo menos para esta ocasión, quizá lo más fundamental de la comunicación en lo referente a cómo se hace o se realiza una entrevista o un debate.

  Todos o muchos conocemos al señor José La luz. Sus desmanes, su soberbia, también su ateísmo, si no todo su pensamiento, si gran parte de ello. Un hombre que tiene sus ideas políticas definidas. Es un político que ha manifestado su apoyo y bien parecer a toda esa política foránea que nos viene de los organismos internacionales como la ONU, ha asumido una política pro-haitiana, con lo que eso implica para nuestro país; ha asumido también su apoyo, porque lo ha manifestado en varias ocasiones, a lo que tiene que ver con la ideología de género; y otras ideas políticas más.

  Pues este señor José La luz, en ocasiones anteriores manifestó que quería tener un debate con el señor Laje, pero que no se pudo llevar a cabo la vez pasada cuando vino a nuestro país. El señor José La luz ha hecho comentarios acerca del señor Laje y su pensamiento, y en esta ocasión tuvo la oportunidad de ir a un debate de ideas con el argentino. Un debate que fue organizado por un tercero en su programa de red social. Está el video del debate y se nota a un José La Luz exaltado, no dejaba hablar a su oponente, no respetaba el tiempo de argumentación propio ni del otro; en muchas ocasiones durante el debate se le pedía que dejara hablar al señor Laje y éste mismo también se lo hacia notar. El señor José La Luz presentó en algunos momentos del debate argumentos válidos, aunque no de refutación para su oponente. Pero, lo que más llamó la atención de sus ideas fue cuando hizo referencia al asunto de por qué los hombres tenemos pezones para justificar que somos bisexuales y después cuando hizo la comparación con el caballito de mar y las bacterias; palabras estas que ni al caso y más bien lo que ha provocado es burla y memes. El señor José La luz, en la promoción del debate, se quejaba públicamente de que tenía muy poco apoyo de los dominicanos y que eso él lo veía mal. Hubo algunas personas que le endosaron su apoyo sólo por el hecho de ser dominicano. Pero, la pregunta aquí sería ¿es válido dar su apoyo a este señor sólo por el hecho de ser dominicano? ¿Y entonces la razón dónde queda? ¿La razón, la verdad tiene nacionalidad? ¿A quién se le da la razón: al que la tiene o al que la exige?

  Para mi esto no fueron debates de ideas. Más bien los considero espectáculos de muy mal gusto y donde nos dejan muy mal parados, no sólo ante el pueblo dominicano, sino en el extranjero. Solo hay que ver los comentarios que hacen a esos videos desde el extranjero para darnos cuenta de la imagen que estos dos profesionales en sus respectivas áreas y metidos a disque comunicadores, han echado en el saco de la basura al pueblo dominicano. Creo que estos errores son fruto de la carencia que tenemos en nuestra sociedad en cuanto a esta figura del debate se refiere. Carencia que viene desde el sistema educativo que no se nos ha educado ni enseñado para esto. Hemos visto muchos debates internacionales, pero cuando nos toca hacerlo nosotros, fallamos, ya que no tenemos ni conocemos las reglas fundamentales de esto. Un ejemplo real: ¿Cuándo aquí en nuestro país, nuestros políticos han debatido sus proyectos e ideas políticas cuando están en campaña? Recuerdo a uno de ellos que dijo: “El debate no es necesario cuando la persona sabe que está ganada”. Creo que esa figura debe establecerse en nuestra constitución, como lo hacen en otros países más desarrollados e igual que nosotros. La sociedad dominicana debemos de exigirles a nuestros políticos que debatan sus proyectos e ideas si es que quieren nuestro voto.      

martes, 23 de marzo de 2021

Agustín Laje: el azote de los progres y de los que creen que ser moderno es lo más cool.

 

Este comentario no pretende ser una defensa de la persona de Agustín Laje, ya que él no necesita que alguien lo defienda, porque eso lo hace excelentemente muy bien y, como decimos en el buen dominicano, tiene mucho menudo para devolver; tampoco pretende este comentario ser una especie de alabanza y culto a su persona; mucho menos es un recorrido por su vida, como si fuera una especie de biografía. Mi intención al escribir estas líneas es emitir una opinión acerca de lo que ha provocado y está provocando la visita de este distinguido ser humano e intelectual que, con su pensamiento sigue defendiendo la causa provida y nos da más ideas, herramientas y luz, frente a esta lucha que estamos llevando a cabo en nuestra sociedad dominicana con este tema de la legalización del aborto en sus tres causales. Desde hace varios años, la República Dominicana viene transitando este camino de la justicia sin un Código Procesal Penal, porque está al mismo tiempo inmersa en la discusión y elaboración de un código penal actualizado o, como prefieren decir otros, un código moderno; aunque la palabra moderno ya sabemos las connotaciones que sugiere. ¿Sería un código actualizado a la realidad de la República Dominicana? O más bien, ¿un código moderno que sea una especie de copia de otras sociedades, incluso más avanzadas que la nuestra, que sea acorde a los intereses de ciertos grupos y organismos foráneos y que sea una especie de atadura de manos del aparato judicial dominicano?

  Bueno, sabemos desde siempre que lo que ha mantenido en el tranque la aprobación del Código Penal es el tema del aborto. Este tema ha sido siempre una especie de «carta bajo la manga» que los diferentes gobiernos han sabido siempre usar a su conveniencia y usarlo en los momentos claves del caminar de nuestra sociedad. Es un tema de muchas controversias, de muchas aristas, de muchos pareceres e intereses. Todo ha ido dependiendo de cómo cada uno, cada partido político y grupo asuman el tema de acuerdo con esto último. Yo soy de los que piensan de que ya la discusión sobre el aborto se ha agotado porque se han presentado todos los argumentos habidos y por haber. Las ideas y los argumentos que se plantean y se discuten siempre son los mismos y más bien lo que ha venido sucediendo es un redundar. Hace tiempo ya que el Código Procesal Penal debió estar aprobado, promulgado y ejecutándose. Pero siempre ha hecho su aparición en el camino el obstáculo fijo de que cuando llega a manos del ejecutivo, éste lo devuelve al legislativo porque le hace la observación de que tiene que incluir el tema del aborto en sus tres causales. Y así siempre volvemos a la lucha del tema en cuestión y la aprobación del Código Procesal Penal vuelve al inicio. Por otro lado, el tema del aborto es un tema candente en nuestra sociedad y siempre es causa de polarización. Estamos divididos entre dos polos: los que defendemos la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural (providas), y los que defienden y promueven el asesinato en el vientre materno del no nato (proaborto o prochoice, que suena más cool). Hay un tercer grupo que son los indecisos o indiferentes, pero son un porcentaje muy pequeño.

  Pues esta es la lucha sin cuartel que tenemos en nuestra sociedad y que siempre que se habla en los linderos del poder legislativo de que ya es tiempo de aprobar el Código Procesal Penal, se activan las campanas de alerta de ambos polos. A esto, tengamos siempre en cuenta que nuestra Constitución establece claramente en su artículo 37, que la vida humana comienza en el momento de la concepción. Y esta afirmación no se fundamenta en argumentos religiosos, sino en argumentos científicos. Para esta ocasión, se ha añadido un elemento nuevo donde nos encontramos con voces, sobre todo del oficialismo, que han propuesto llevar este tema a un referéndum. Pero esto no procede ya que, según los expertos en derecho constitucional, no se puede hacer un referéndum para modificar un derecho humano. Es decir, no se le puede preguntar al pueblo si queremos que la Constitución, en su artículo 37, sea violada. Es aquí entonces donde hace su aparición, intervención y aportación al debate, el joven Agustín Laje. No podemos hablar de Agustín Laje sin mencionar a su compatriota, amigo y también escritor y conferencista Nicolás Márquez ya que, estos dos son los autores de uno de los libros más controversiales de los últimos años y que ha generado una guerra sin cuartel contra esta ideología genocida y dictatorial de género. El libro se titula «El libro Negro de la Nueva Izquierda». Es este libro el que ha mantenido a estos dos conferencistas argentinos viajando por el mundo dando sus conferencias que no son más que la forma y la manera de cómo ellos han venido haciendo sus aportes a esta lucha incansable contra la imposición de esta agenda ideológica marxista de género.  

  Pero, sigamos con Agustín Laje. Este joven politólogo argentino, no es la primera vez que viene a nuestro país. Podemos decir que casi ya lo podemos adoptar como nuestro porque siempre que se le ha requerido en nuestro suelo, ha dicho siempre presente. Agustín se ha convertido en una especie de «azote» para todos estos grupos que se han calificado ellos mismos como «progres», y son tan contundentes sus ideas y argumentos, que se ha llegado a afirmar que es difícil encontrarle el hueco por dónde atacarle para destruir su pensamiento. Se ha llegado también a comentar que cuando se anuncia la presencia de él en los escenarios de debate, sus contrarios tiemblan y hasta en ocasiones, rechazan debatir las ideas con él. Pero eso sí, lo que nunca les ha faltado para enfrentar a este politólogo argentino, son los improperios, los insultos, las bajezas, las vulgaridades, etc. Esto mismo es lo que ha estado sucediendo en nuestra sociedad desde el anuncio de su participación en el país en este debate nacional contra la legalización del aborto, y no se diga ya en el desarrollo de las mismas en sus diferentes actividades intelectuales que está agotando en esta visita. Se escuchan y se leen toda clase de insultos e improperios de sus contrarios porque, cuando no se tiene la capacidad para discutir las ideas, pues el único recurso que les queda es precisamente la descalificación del oponente. A este joven politólogo argentino se le ha dicho de todo a través de las redes sociales, precisamente porque aquí tenemos garantizado el derecho a la libre expresión del pensamiento y las ideas, pero el respeto y la veracidad de estas y a la persona, eso depende de a quién vaya dirigida. Hay comentarios muy pintorescos, como también de los más implacables y xenófobos hacia este joven politólogo argentino que nos visita para apoyar y darnos más herramientas para nuestra lucha contra el más grande genocidio que se ha llevado a cabo en el mundo y que es el aborto. Se ha llegado a señalar que su presencia aquí es una injerencia en temas nacionales. Pero hay que aclararle a esas personas que, este joven no es injerencista sino más bien conferencista, y viene a compartir sus conocimientos e ideas con nosotros en este tema en el que nos encontramos enfrentados a los promotores y defensores del aborto y toda la agenda ideológica de género de este Nuevo Orden Mundial, del Gran Reseteo y la Agenda globalista de la ONU 2030, que lleva por título «Los Objetivos del Desarrollo Sostenible». Con la presencia y pensamiento de Agustin Laje, hemos acuñado la “Lajefobia”. Más bien, creo que hay que preguntarle a esas personas qué opinan ellos de las acciones que asumen organismos internacionales como la ONU, UE, OEA, BM, BID, FMI, OPEN SOCIATY y sus ONGs satélites, en la imposición y laceración de la soberanía nacional en las políticas internas y migratorias de nuestro país.

  Las ideas y argumentos que nos comparte Agustín Laje son indudablemente de un gran peso y fortaleza, sobre todo científicas, que no hay forma de echarlas por el suelo. Con su pensamiento, su sabiduría, su franqueza y su seguridad, ha sabido siempre enfrentar a sus oponentes en este y otros temas de interés social, como lo es la ideología de género, siempre fundamentándose en los aportes científicos, biológicos, genéticos, estadísticos, de orden natural, etc. Como decimos en el buen dominicano, el hombre no baraja pleito. Por otro lado, Agustín Laje se ha convertido, desde el anuncio de su participación en este debate nacional hasta este momento, en tendencia en las redes sociales. Cabe señalar que incluso ha opacado otros temas de importancia nacional. No cabe dudas de que este joven politólogo argentino es una especie de imán que atrae hacia sí todo tipo de personas y de ideas que manifiestan, unos su rechazo, otros curiosidad, otros su deseo de escucharlo y aprender más sobre este y otros temas, para poder así seguir haciendo frente a esta  avalancha de imposición avasalladora y cual aplanadora avanza como caballo de Atila, siendo a la vez un caballo de Troya que quiere explotar en el interior de nuestra sociedad para socavar, desde sus cimientos nuestros valores, principios, fundamentos, identidad y cultura.

  No me queda más decir, de manera personal, bienvenido una vez más Agustín Laje a nuestro país. Somos una nación pequeña, pero gigante de corazón y que está luchando para que esta agenda ideológica marxista no se instale ni se imponga en nuestro país. Queremos seguir aprendiendo de otros países que también están llevando la misma lucha. Queremos seguir aprendiendo de otras personas que, como tú, están convencidos de que el aborto no es el camino que debemos asumir ni recorrer si queremos mantenernos en el tiempo como nación soberana y en dirección del verdadero y real progreso. Tus ideas y pensamiento son de gran ayuda y retroalimentación para nosotros continuar esta lucha campal. Gracias por aceptar nuestra invitación con esa disposición que te caracteriza. Tú, con tus ideas, pensamiento y visión de la situación actual del mundo, eres una especie de luz en este camino de oscuridad que cada vez más se cierne y está arropando en la ignorancia, el engaño, la manipulación, el miedo, el pánico, el terror y la imposición ideológica a la humanidad. Nos invitas a seguir luchando contra estos poderes globales como una especie de esos pequeños davides, - si cabe el término -, en contra de los goliats modernos. Concluyo mi comentario, trayendo a colación las palabras populares que dicen: el que no quiera oír ni escuchar tus palabras, tus ideas..., lo que tienes que decir; pues que se tape los oídos, que suba el vidrio y se dé una mudaita.