miércoles, 24 de agosto de 2022

¿Desaparecerá la Iglesia? (2)

 

  El celibato sacerdotal quedó establecido en la legislación de la Iglesia católica latina en el Concilio de Elvira, - la actual Granada. Fue un concilio disciplinar. Es bueno aclarar que la Iglesia no inventó un estilo o estado de vida al establecer la legislación del celibato sacerdotal, sino más bien que, oficializó con esta legislación una práctica de vida que ya se venía realizando desde hace siglos atrás en la Iglesia por muchos de sus miembros, tanto sacerdotes como laicos.

  El Papa san Pablo VI, en un mensaje dirigido a los sacerdotes y seminaristas españoles en 1965, dijo: “Hoy como ayer, la misión específica del sacerdote es la de comunicar el pan de la palabra; la de distribuir, como ministro del culto, el perdón, la gracia y la santidad. Podrán cambiar los tiempos y los métodos, según la evolución de las costumbres, pero el contenido del mensaje seguirá siendo el mismo: el apostolado será siempre la transmisión de la vida espiritual”.

  Y el Papa Pío XII, en su carta encíclica Sacra Virginitas, sobre la Sagrada Virginidad, dice: “La santa virginidad y la castidad perfecta, consagrada al servicio divino, se cuentan, sin duda, entre los tesoros más preciosos dejados como herencia a la Iglesia por su Fundador. Por eso, los santos padres afirmaron que la virginidad perpetua es un bien excelso nacido de la religión cristiana”.

  El Decreto Presbiterorum Ordinis, del Concilio Vaticano II, en su número 16, leemos: “La perfecta y perpetua continencia por amor del Reino de los cielos, recomendada por Cristo Señor, aceptada de buen grado y laudablemente guardada en el decurso del tiempo y aún en nuestros días por no pocos fieles, ha sido siempre altamente estimada por la Iglesia de manera especial para la vida sacerdotal…, el celibato, que primero se recomendaba a los sacerdotes, fue luego impuesto por ley en la Iglesia latina a todos los que habían de ser promovidos al Orden sagrado. Esta legislación, por lo que atañe a quienes se destinan al presbiterado, la aprueba y confirma de nuevo este Sacrosanto Concilio, confiando en el Espíritu que el don del celibato, tan en armonía con el sacerdocio del Nuevo Testamento, será liberalmente dado por el Padre, con tal que quienes por el sacramento del Orden participan del sacerdocio de Cristo, e incluso toda la Iglesia, lo pidan humilde e insistentemente”. Como podemos deducir de este texto conciliar, el celibato es un don-regalo de Dios a su Iglesia, a su familia, y también él da las gracias necesarias para que los llamados al ministerio ordenado puedan vivirlo con generosidad y desprendimiento, con un corazón indiviso.

  En el Catecismo de la Iglesia Católica, en el numeral 1579, leemos: “Todos los ministros ordenados de la Iglesia latina, exceptuados los diáconos permanentes, son ordinariamente elegidos entre hombres creyentes que viven como célibes y que tienen la voluntad de guardar el celibato por el Reino de los cielos”. Aquí nos presenta el Catecismo que lo que le da sentido a este estado de vida, a esta renuncia voluntaria y libre al matrimonio y formar una familia, es el “amor por el Reino de los cielos”. Reafirma así el Catecismo lo que ya había dicho Jesús con respecto a los “eunucos”, que se hacen a sí mismo por esta causa. El celibato no es una huida al matrimonio ni a la familia. Es la elección de un bien mayor, utilizando las palabras del apóstol san pablo. Pero sin menoscabo del estado de vida matrimonial, que también es una vocación a la santidad.

  Por otro lado, la Iglesia, en el Catecismo, nos recuerda quiénes pueden recibir este sacramento del Orden: “Sólo el varón bautizado recibe válidamente la Sagrada ordenación. El Señor Jesús eligió a hombres para formar el Colegio de los Doce apóstoles (Mc 3,14.19; Lc 6,12-16), y los apóstoles hicieron lo mismo cuando eligieron a sus colaboradores (1Tim 3, 1.13; 2Tim 1,6). La Iglesia se reconoce vinculada por esta decisión del Señor. Esta es la razón por la que las mujeres no reciben la ordenación” (n. 1577). Y no podemos dejar de mencionar la carta apostólica de san Juan Pablo II, “Ordinatio Sacerdotalis”, donde dejó zanjada esta cuestión sobre la imposibilidad del sacerdocio femenino en la Iglesia Católica de rito latino: “Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a mis hermanos (Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia” (n. 4b).

  La vocación al sacerdocio ministerial contiene un elemento de misterio. Pero esto no hay que entenderlo como si hubiera algo en el llamado que no debiéramos o no pudiéramos saber porque se nos está prohibido; sino más bien, porque, como llamado del Señor, no sabemos a ciencia cierta por qué elige y llama a algunos hombres a este estado de vida. El Señor sólo espera del que es llamado, una respuesta desprendida y generosa a su invitación a seguirle y servirle de un modo más particular a través de este ministerio.  El sacerdocio ministerial no es un derecho que tenemos los católicos en la Iglesia, sino más bien un don-regalo de Dios a su Iglesia y está ordenado al servicio del sacerdocio común de los fieles. La vocación sacerdotal no es un llamado al poder, sino más bien, un llamado al servicio.

martes, 23 de agosto de 2022

En solidaridad y oración con la Iglesia de Nicaragua

 "Hermanos, siempre hemos de dar gracias a Dios por ustedes, como es justo, por cuanto crece sobremanera su fe, y abunda la mutua caridad de cada uno de todos ustedes, de tal manera que nosotros mismos nos gloriamos de ustedes en las iglesias de Dios, con motivo de su constancia y fe en medio de todas sus persecuciones y de las tribulaciones que sufren. Esta es una señal del justo juicio de Dios, para que sean hechos dignos del Reino de Dios por el cual padecen..." (2Tes 1,3-5).

 

  El insigne sacerdote y teólogo Joseph Ratzinger, futuro papa Benedicto XVI, en el año de 1968, dijo "que cuando Dios haya desaparecido totalmente para los seres humanos, experimentarán su absoluta y horrible pobreza. Y entonces descubrirán la pequeña comunidad de los creyentes como algo totalmente nuevo". Estas palabras dichas por este sacerdote es lo porque muchos han calificado como "La profecía olvidada de Benedicto XVI sobre la Iglesia del futuro". Es lo que en otras palabras se ha calificado como la "Iglesia de los mínimos". El presbítero Ratzinger es, como muchos lo han calificado "el último gran teólogo de nuestros tiempos". Un sacerdote de gran erudición y visión celestial magnificas. Estas palabras y otras más las expresó en una entrevista radial titulada “¿Bajo qué aspectos se presentará la Iglesia en el año 2000?” Afirmaba con "contundencia que la Iglesia del futuro tendría que olvidarse de los aspectos políticos para centrarse en lo espiritual". Y es que mucho se ha hablado y señalado a la Iglesia una especie de sesgo político o de estar alineada con las ideologías políticas. Se le ha señalado en muchas ocasiones sobre un cierto maridaje político; y esto rompe con su esencia, puesto que ella está para velar y buscar la salvación de las almas. La Iglesia se hará pequeña, tendrá que empezar todo desde el principio. Perderá adeptos, y con ellos muchos de sus privilegios en la sociedad.

  Se plantea así una vuelta a los orígenes, a la fuente viva del evangelio. De no ser así, la Iglesia volverá a las catacumbas. La belleza de sus edificios no le servirá de nada; más bien, sólo servirán para alimentar a los perros, enemigos de Dios, de la fe, de la Iglesia, de los cristianos.

  Para este teólogo, "la Iglesia que surgió tras las revoluciones a finales del siglo XVIII, se había hecho más pequeña y había perdido esplendor social, pero al mismo tiempo se había hecho más fecunda por la nueva fuerza de su interioridad que, a través de los grandes movimientos de laicos y en las numerosas y nuevas fundaciones de órdenes, que tuvieron lugar desde mediados del siglo XIX, produjo nuevas fuerzas para la formación y la realidad social, hasta tal punto que no es posible imaginar nuestra historia más reciente sin ellas".

  No hay dudas de que la Iglesia está transitando en la actualidad por un camino difícil. Se ha recrudecido más la persecución por diferentes grupos. Hay una clara intención de, si no hacerla desaparecer, sí de reducirla a su mínima expresión o influencia. La Iglesia católica es el último reducto con el que se ha topado esta imposición ideológica que quiere reducir al mismo ser humano al nihilismo y a la institución católica con su doctrina, a un grupo religioso más, pero sin ninguna injerencia en la vida de las personas y las sociedades. En estos momentos, los cristianos católicos, sobre todo en Nicaragua, están viviendo una situación de persecución difícil. Sobre el régimen comunista y dictatorial del presidente Daniel Ortega y la vicepresidente, que es nada más y nada menos, su esposa; han enfocado sus ataques hacia la institución católica y sus miembros. Tenemos el caso lamentable del apresamiento del obispo de la diócesis de Matagalpa, Mons. Rolando José Álvarez Lagos, por supuestamente intentar organizar grupos violentos con el fin de alterar la vida y desestabilizar el gobierno. Ni ellos mismos se creen esa mentira. El presidente Daniel Ortega siempre ha tenido a la Iglesia católica entre ceja y ceja, y más a este obispo antes mencionado. Pero ¿quién es este obispo a quien el régimen comunista de los Ortega tiene apresado? Este obispo ha sido muy crítico con el régimen comunista nicaragüense por su abusos y violaciones a los derechos humanos.

  El régimen comunista nicaragüense, por medio de la institución policial, en una nota de prensa publicada el 5 de agosto, acusó a las autoridades de la Iglesia católica en Matagalpa, de "utilizar medios de comunicación y redes sociales para intentar organizar grupos violentos, incitándolos a ejecutar actos de odio en contra de la población, provocando un ambiente de zozobra y desorden, alterando la paz y armonía en la comunidad". Sigue diciendo el comunicado que "tales acciones tienen el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales". Así anunció la Policía de Nicaragua que ya "había iniciado un proceso de investigación, con la finalidad de determinar la responsabilidad penal de las personas involucradas". Y también el comunicado agrega que "las personas involucradas se mantendrán en sus casas". Pero la persecución a este obispo, sacerdotes y laicos no termina ahí. El régimen comunista nicaragüense ordenó el cierre violento de por lo menos ocho emisoras católicas de radio.

  Pero, sigamos abundando un poco más sobre este obispo a quien el régimen comunista de los Ortega tiene en esta situación de persecución. Este sacerdote recibió la ordenación episcopal de manos del arzobispo de Managua, Mons. Leopoldo Brenes, y fue nombrado obispo ordinario de la diócesis de Matagalpa por el Papa Benedicto XVI en el año 2011 y asumió como lema de su escudo episcopal “Hágase en mi según tu palabra”; fue secretario de prensa y comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN). Si es verdad que en Nicaragua la llamada "teología de la liberación" tuvo su auge años atrás, no es menos cierto que este obispo se ha mantenido al margen de esta y con un discurso combativo contra ella. Hay que recordar que el Papa san Juan Pablo II, en su momento, condenó esta corriente teológica por su contenido marxista. Este obispo de Matagalpa fue quien encabezó los diálogos de negociación y de paz ante el intento de golpe de Estado que hubo en 2018, donde Ortega se queda en el poder que derivó en un proceso electoral antidemocrático e ilegal, con muchas detenciones donde ha estado presente la tortura, las violaciones a los derechos humanos, asesinatos, etc. Y es en este tétrico escenario donde el obispo asume la vocería y defensa contra el régimen de los Ortega, porque lo acusaron de haber sido cabeza y orquestar una revuelta en su contra. Pues parece ser que esta es la causa principal de esta persecución contra este obispo.

  Ahora viene el punto que muchos, - católicos y no católicos, personalidades de las altas esferas políticas internacional -, han señalado al Papa Francisco que no se haya pronunciado contra esta persecución contra la Iglesia católica y sus feligreses. Lo primero que hay que pensar y tener en cuenta es que la CEN, hasta el día de hoy no se ha pronunciado en el sentido de hacer un reclamo al santo padre sobre este aspecto. Yo no creo que el Papa Francisco sea o esté indiferente y ajeno a lo que está sucediendo con la Iglesia católica en Nicaragua con esta persecución. El silencio del Papa yo no lo interpreto como un "silencio cómplice ni de miedo ni de indiferencia". Es ya conocida la expresión del Papa Francisco con respecto a la persecución religiosa: "Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades" (Evangelio Gaudium, 49). Es lo que el Papa Francisco ha llamado "Iglesia en salida". Es una Iglesia que tiene presencia en las periferias. Y es que la visión del dolor ajeno despierta una mirada más penetrante y sabia.

  Por un lado, tenemos que ya algunos obispos, tanto de Nicaragua como de otros países, así como sacerdotes y fieles laicos, se han pronunciado en contra de esta persecución y en apoyo a los fieles cristianos católicos. Los obispos de Cuba, que también han sufrido por décadas la persecución del régimen castrista, afirman en su comunicado que "los obispos católicos de Cuba, junto a nuestros sacerdotes, diáconos, vida religiosa y fieles, oramos y acompañamos con todo el afecto fraterno a la Iglesia de Dios en Nicaragua". Siguen diciendo que "agradecen el testimonio de fidelidad a Cristo y a los humildes que están ofreciendo la comunión que han mantenido en medio de las pruebas y la serena confianza en el Señor resucitado que están proclamando en estos momentos de cruz".

  Así mismo, el arzobispo de la ciudad de Miami, Mons. Thomas Wenski, se pronunció condenando el "martirio de la Iglesia", llamando a los católicos a rezar por el obispo de Matagalpa, que fue secuestrado por la Policía de la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua.

  Tenemos también el pronunciamiento de la Asociación española de laicos católicos que lanzaron una campaña de denuncia de la vulneración de la libertad religiosa en Nicaragua, advirtiendo que "todo lo que está pasando no sale en los telediarios, pero es extremadamente grave". Hacen también un llamado a la OEA, y a la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos para que "tomen medidas para poner fin a estas persecuciones, agresiones y movilizaciones de odio" en Nicaragua. Denuncia también que "los cristianos están sufriendo en Nicaragua una terrible persecución llena de agresiones y odio, no solamente a ellos como personas por profesar la fe católica, sino también a las iglesias y nuestros símbolos; los templos están siendo profanados y destruidos por fanáticos anticatólicos, destacando que estos ataques están siendo promovidos por el totalitarismo dictatorial del gobierno nicaragüense y protegidos por las Fuerzas de Seguridad".

  Pero, de los pronunciamientos a favor de los cristianos católicos nicaragüenses y contra la dictadura de los Ortega, el que más ha llamado la atención es el publicado por un grupo de 26 exmandatarios de Latinoamérica y España, pidiendo al Vaticano, en la persona exclusiva del santo padre Francisco, una defensa más enérgica frente a la persecución de la dictadura de los Ortega. En este comunicado, los exmandatarios expresan la "preocupación agravada por lo que acontece en Nicaragua bajo la primitiva dictadura de los Ortega". Afirman estos exmandatarios que, "luego de perseguir y criminalizar a los liderazgos políticos y sociales como de cercenar de modo radical toda la libertad de expresión y de prensa, ahora avanza hacia la persecución de los líderes episcopales católicos, los sacerdotes y las religiosas". Dicen además que, "les preocupan que la quema de iglesias y la salvaje destrucción de las imágenes del culto católico, avanza en una línea de destrucción de bases sociales y antropológicas que mejor recuerda la quema de libros judíos, socialistas y pacifistas y de bibliotecas enteras por los partidarios del régimen nacional socialista alemán en 1933".

  Hay que tener cierta reserva de este comunicado de estos exmandatarios. Porque, lo cierto es que hay que preguntarnos qué hicieron ellos, en sus respectivos gobiernos, para proteger y salvaguardar el derecho humano a la libertad religiosa, cuando sabemos que, en sus gobiernos, también se realizaron fuertes persecuciones a la fe, sobre todo contra el catolicismo con la vandalización, profanación y quema de templos y no hicieron grandes acciones para proteger a los que hoy dicen defender. Yo más bien veo aquí, detrás de este comunicado, una oportunidad política que éstos saben aprovechar muy bien. Aunque es significativo este pronunciamiento, no deja de haber un aprovechamiento político detrás del mismo.

  Como ya hemos dicho anteriormente, son muchos los grupos, instituciones y personalidades que le han exigido al santo padre que se pronuncie contundentemente contra esta persecución del régimen de Daniel Ortega hacia la Iglesia católica y sus fieles. Se menciona aquí la actitud de "la prudencia" que ha tenido el santo padre, pero muchos lo han interpretado quizá erróneamente como "complicidad, miedo e indiferencia". Ciertamente que un mismo hecho, sea positivo o negativo, no se ve de manera igual desde dentro que desde afuera. Ya hemos dicho que la CEN no ha hecho ningún señalamiento al respecto. Lo cierto es que aquí hay que jugar o tener en cuenta la diplomacia. Cabe preguntarnos si es obligatorio que el santo padre se pronuncie ante esta atrocidad persecutoria del régimen de los Ortega, sabiendo de que a lo mejor esto pueda provocar un endurecimiento o recrudecimiento de la persecución. ¿No interpretaría el régimen de los Ortega tal pronunciamiento como una injerencia y oportunidad para justificar más su persecución?

  Pero, ya lo que muchos exigían y esperaban, sucedió. El santo padre Francisco, se ha pronunciado al respecto de esta situación de persecución del régimen de los Ortega contra la Iglesia católica y sus fieles. En el rezo del Ángelus del domingo XXI, del tiempo ordinario dijo que "sigue con preocupación y dolor la situación creada en Nicaragua, que involucra a personas e instituciones”. Dice el santo padre que de esta manera "expresa su convicción y deseo que por medio de un diálogo abierto y sincero se pueden todavía encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica".

  En definitiva, no creo que la actitud del santo padre, su silencio, sea manifestación de miedo, complicidad e indiferencia. Hay que actuar con prudencia, que no debe ser entendida precisamente como miedo. Creo que ciertamente el santo padre está muy cerca del pueblo católico nicaragüense. Esta es una situación que amerita actuar y moverse con prudencia, sabiduría y discernimiento. Ciertamente, el arma más poderosa del cristiano es la oración hecha con fe, confiada, humilde y perseverante. ¡Tiembla el mundo cuando un cristiano cae de rodillas!, decimos los cursillistas de cristiandad.

  Si es verdad que somos una sola familia espiritual y tenemos que luchar por la unidad, no es menos cierto que, también desde fuera, debemos de actuar con prudencia. Creo que si el santo padre le hiciera caso a cada persona, grupo e institución para que hable cuando a ellos les parece, sería catastrófico, no sólo para la institución religiosa, sino también para sus hijos amados.

  Lo que están viviendo nuestros hermanos cristianos en Nicaragua en estos tiempos, debe de ser para nosotros una motivación para seguir fortaleciendo nuestra fe, amor y confianza en nuestro Señor Jesucristo. Son tiempos difíciles para la vivencia y testimonio de la fe. Recordemos que san Juan Pablo II calificó a Latinoamérica como el “Continente de la Esperanza”. Pero ya en la mayor parte de este se ha ido instalando la ideología política socialista-comunista, y esto está siendo una gran prueba sobre todo para la fe cristiana católica. Esta es una guerra espiritual entre dos poderes: el poder de Dios contra el poder del mundo; el Reino de Dios contra el Reino del mundo; Dios contra Satanás: "La lucha no es contra sangre y carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los poderes mundanos de estas tinieblas, contra los espíritus de la maldad en lo celestial". Se nos quiere reducir a lo mínimo; se quiere borrar de toda nuestra vida nuestra imagen y semejanza con Dios; muchos de los hijos de Dios se han revelado contra él. Estamos transitando el camino de las tinieblas y sólo la luz de Cristo, que es Cristo mismo, nos llevará a vencer estas tinieblas. Cristo sigue rogando al Padre celestial para que, al igual que le dijo al apóstol Pedro, nuestra fe no desfallezca. Nos ha tocado vivir un tiempo de prueba de fe muy difícil, a unos más que otros. Si esta persecución nos lleva a retornar a las catacumbas, que así sea. Si tenemos que ser parte de esa Iglesia de los mínimos, que así sea. Pero Iglesia fiel a Cristo y a su evangelio. Con el apóstol San Pablo digamos: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece; y también: "Si Cristo está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?"

miércoles, 3 de agosto de 2022

¿Desaparecerá la Iglesia? (1)

 

“Y yo te digo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella” (Mt 16,18).

  Esta es una pregunta o afirmación que muchas personas, creyentes y no creyentes, se hacen y otros la dan como un hecho. Desde hace mucho tiempo atrás, siempre hemos escuchado que, si la Iglesia Católica no se “adapta” a los nuevos tiempos, desaparecerá porque lo que enseña, el mensaje que proclama está desfasado y esto provocará que sus miembros la abandonen. Pero, los que afirman o se preguntan esto, se olvidan de las palabras dichas por el mismo Jesús de que “el cielo y la tierra pasarán, pero sus palabras no pasarán”.

  Tenemos que la revista The Economist, - que aborda la actualidad de las relaciones internacionales y de la economía desde el marco global y que tiene su sede en la ciudad de Londres -, publicó un artículo en su edición de julio, bajo el título “La Tormenta sin fin”, en donde anuncia o predice un cisma en la Iglesia Católica. Dice el artículo: “La Iglesia tiene que seguir Aggiornandosse, adaptándose al mundo a toda velocidad, empezando por permitir el matrimonio a los sacerdotes, en la creencia de que el celibato es la causa última de los abusos sexuales por el clero”. Lo cierto es que esta tesis ya está desmontada por las investigaciones hechas, - como el Centro por la Protección de la Infancia de la Pontificia Universidad Gregoriana, que concluyó en un estudio realizado que, más del 90% de los abusos sexuales los cometen quienes no viven en celibato, es decir, en las familias, en las asociaciones de deporte y otros grupos e instituciones, y está también la Fundación ANAR, (Ayuda a niños/as y adolescentes en Riesgo), que en su estudio realizado entre 2008-2019, ha concluido que los abusos a menores en el clero en España son inferior al 1%. Claro que esto no debe tomarse como un alivio o justificación. Ya lo dijo el Papa Benedicto XVI y el Papa Francisco lo ha reiterado: “un solo caso de abuso ya es demasiado”. Es mentira que el celibato sea la causa de estos abusos. Se toma esto más bien como la excusa para atacar el don del celibato que por tantos siglos, a pesar de los errores cometidos, le ha funcionado y ha sido una bendición para la Iglesia. No es cierto que, si se aboliera el celibato, desaparecerían los casos de abusos. Y entonces, los casos de abusos sexuales que suceden en la familia, y entre los pastores casados de iglesias protestantes - que son en un porcentaje mucho mayor que en el clero católico-, ¿cuál es la causa? Y es que el problema real no está en el celibato, sino en el interior de la persona, en su afectividad, en su psicología. La verdad que está disfrazada en este artículo de opinión de este semanario inglés es su sesgo cristianófobo.

  Pero, sigue diciendo el artículo del semanario que “La Iglesia necesita cambios, que esos cambios se van a dar y que eso, probablemente, lleve al cisma que, citando fuentes vaticanas, está en el aire”. De seguro que a lo que apunta este artículo es a lo que viene sucediendo desde hace un par de años en la Iglesia Católica en Alemania con el Camino Sinodal que llevan a cabo. Dice también el artículo que “el mundo debe tener una religión universal coherente con las ideas hoy dominantes en medios y en la esfera pública, y para asumir ese papel la Iglesia debe renunciar lo más posible a doctrinas específicas, y a la pretensión exclusiva de ser custodia de una Verdad Universal y eterna”. Pero si la Iglesia hiciera esto, estaría traicionando al mismo Jesucristo. La Iglesia está en el mundo, pero No es del mundo. Está en el mundo para iluminarlo, guiarlo fuera de sus oscuridades y llevarlo a Cristo. Ya el escritor estadounidense, de origen japonés, Francis Fukuyama, en su libro El fin de la Historia y el Último Hombre, afirma que la religión cristiana, concretamente el catolicismo, debe de renunciar a creerse la religión verdadera, renunciar a sus dogmas, y pasar a ser una religión más entre otras. Lo cierto es que los cañones de ataque están dirigidos a la Iglesia Católica, pero ¿por qué? ¿Por qué si las otras iglesias cristianas, muchas de ellas se han plegado a esta agenda globalista con sus postulados, su concentración es doblegar a la Iglesia Católica con sus postulados? La respuesta es clara: la Iglesia católica, con el mensaje que proclama del evangelio, es una piedra de choque para toda esta agenda globalizada y genocida que quiere imponer la élite mundial por medio de la agenda 2030 y la ideología de género. Y es que el concepto del hombre y la naturaleza que proclama la Iglesia, no se deja manipular. La Iglesia sólo se arrodilla ante su Señor Jesucristo y no ante estos dioses de barro promotores de esta ideología. La intención es clara: acabar, desprestigiar moralmente a la Iglesia católica.

  Pero, sigamos citando el artículo en cuestión. Ante esta problemática de la Iglesia Católica, el semanario propone la solución: “Lo primero que dicen estos globalistas es que están apoyados por diversos obispos, proponiendo una modernización de la Iglesia en la que el Papa deberá aceptar la abolición del celibato para los sacerdotes, pero también apertura a las mujeres sacerdotisas y aceptación del matrimonio entre personas del mismo sexo”. Pues ya vemos por donde vienen estos gurúes globalistas que se presentan como una especie de “salvadores” de la Iglesia para que no desaparezca. Es decir que, la salvación de la Iglesia ya no está ni depende de la gracia santificante de Cristo, del Espíritu Santo, sino de estos gurúes globalistas. Son ellos los que se están presentando y pretenden hacer cumplir la promesa de Cristo.