miércoles, 23 de septiembre de 2020

Los homosexuales son hijos de Dios e hijos de la Iglesia.

 

  La semana pasada, el papa Francisco, después de haber concluido una audiencia pública en el Vaticano, saludó a un pequeño grupo de asistentes, entre los cuales algunos de ellos se identificaron como LGTBIQ, y que estaban ahí acompañados por sus padres. El papa les dirigió a estos padres unas breves palabras en dónde les dijo que "Dios ama a sus hijos como son" y "la Iglesia ama a sus hijos como son porque son hijos de Dios". Cabe resaltar que estas palabras no se las dirigió el pontífice a estas personas en una audiencia privada, sino pública, como ya he dicho anteriormente.

Como era de esperarse, estas palabras del papa al referirse de esta manera a estas personas, estos hijos de Dios y de la Iglesia; han causado revuelo y, por otro lado, malas interpretaciones. Una vez más se aprovecha para tergiversar el sentido de las palabras del papa y empezar a sacar conclusiones que van, sobre todo, contra la doctrina eclesial sobre este tema; y también se aprovecha para provocar confusión entre los católicos. Por otro lado, muchos católicos manifestaron por diferentes medios su malestar y escándalo de lo dicho por el papa. Esto es lo que quiero ayudar a aclarar en este escrito.

  Lo primero que tenemos que saber es que, el papa no ha dicho nada que vaya o esté en contra del evangelio ni la doctrina eclesial al respecto de este tema. Recordemos que Dios, en la Biblia, es muy claro cuando dice y hace la distinción entre "pecador y pecado": Dios ama al pecador, pero aborrece y rechaza el pecado. Es al pecador que hay que sanar y salvar de la enfermedad del pecado. Esta enseñanza, Cristo la ratificó y profundizó en el evangelio: "Vine a buscar, a sanar y a salvar al pecador; no son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos; no teman al que mata el cuerpo, pero no el alma. Teman más bien al que, mata el cuerpo y también el alma". Ya en otra ocasión, fue el mismo Jesucristo que dijo "No todo el que me diga Señor, Señor se salvará, sino el que escuche mis palabras y las ponga en práctica".

  En cuanto a la Doctrina de la Iglesia, tenemos lo que nos dice en el Catecismo en el capítulo sobre La Castidad y la Homosexualidad, en los números 2357, 2358 y 2359; donde nos deja claro lo que debemos de entender, distinguir y hacer con la persona homosexual y la homosexualidad. Pero, no solamente tenemos esta enseñanza de la Iglesia en el Catecismo. Existen también otros documentos del Magisterio Eclesial que nos hablan al respecto de estos aspectos de la persona humana y esta conducta. Así entonces tenemos los siguientes: 1- "Declaración acerca de ciertas Cuestiones de Ética Sexual" de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (1975); 2- "Carta a los Obispos de la Iglesia Católica Sobre la Atención Pastoral a las Personas Homosexuales" (1986); 3- "Siempre serán nuestros hijos: un Mensaje Pastoral a los padres con hijos homosexuales y Sugerencias para Agentes de Pastoral", del Secretariado para la Familia, Laicos, Mujeres y Juventud de la CEUSA (1987).

  San Agustín dijo: "La verdad debe ser dicha con amor; pero el amor nunca puede impedir que la verdad sea dicha". Como vemos, por los documentos citados, - en sus títulos, ya que, hacerlo en su contenido sería muy extenso, y que mejor es que el amigo lector se interese por leerlos -, lo que enseña la Iglesia Católica sobre la persona homosexual y la homosexualidad no se circunscribe nada más al Catecismo. Aquí el grave problema sigue siendo que católicos no conocen la verdadera enseñanza de nuestra Iglesia sobre las personas homosexuales y la homosexualidad; y cuando digo "católicos", me refiero también al desconocimiento que tienen muchos sacerdotes de estos documentos doctrinales y por eso es por lo que se manifiestan esas actitudes erróneas, de rechazo y hasta de juicio por ambas partes. Como muchos no conocen esta doctrina, pues se les hace fácil señalar, hacerse prejuicios y rechazar a estos hijos de Dios y de SU IGLESIA y, por lo tanto, nuestros hermanos en la fe, como ya lo dijo el Jesucristo: “Un sólo Padre tienen ustedes”; así que, todos los bautizados somos hermanos; aunque no todos vivamos como hijos de Dios ni como hermanos.

  Por otro lado, quiero señalar lo siguiente. Si es verdad que todos somos criaturas de Dios; por otro lado, no todos somos hijos de Dios. Es decir, ¿qué es lo que nos hace o convierte en hijos de Dios? El bautismo. El bautismo no sólo borra el pecado original, sino que también nos convierte en hijos de Dios. Pero esta filiación divina, - que es un don, un regalo de Dios para nosotros, y no un derecho, no es para que presumamos o nos llenemos la boca diciendo "soy bautizado", como si con eso ya tuviera mi vida de fe resuelta; la gracia bautismal es, sobre todo, para que "vivamos como hijos de Dios", con todo lo que esto significa: ser luz en medio de la oscuridad. Es decir, no se trata de brillar, sino de iluminar. El bautizado, iluminado por la luz de Cristo, da testimonio de esa luz y así la vida de los que están a su alrededor, viendo las buenas obras de los hijos de Dios y de SU IGLESIA, se ven iluminados por Cristo y dan gloria al Padre del cielo.

  Por esto mis hermanos, ¿por qué hay quienes se empeñan en seguir rechazando a estos bautizados, hijos de Dios y de SU IGLESIA? ¿Por qué se sigue señalando a la Iglesia de que estos hijos de Dios y suyos, ella los rechaza, cuando es todo lo contrario? No es la Iglesia la que los rechaza ni los aparta de Dios ni de ella; son más bien estos hijos suyos los que se apartan de Dios y de la Iglesia, porque en realidad no conocen su enseñanza, su amor, su comprensión, su compasión. Todos los bautizados estamos llamados a vivir la santidad; pero no la podemos vivir como se nos antoje; no la podemos vivir al mismo tiempo que arrastramos nuestro pecado; nuestro Padre Celestial nos reveló por medio de su Hijo amado, su predilecto, que debíamos escuchar su palabra y ponerla en práctica; y nuestra madre santísima nos lo recordó: "Hagan lo que él les diga".

  La Iglesia ama a los hijos de Dios, que también son sus hijos. Pero no ama su pecado, al igual que hace Dios. Todos tenemos nuestro lugar en la Iglesia de Cristo; pero nuestro pecado se queda afuera. Sí, Dios nos ama como somos, pero no ama lo que nosotros hacemos, - sobre todo lo que es contrario a su enseñanza y voluntad. No se trata de dejar al pecador en su pecado ni solidarizarnos en el pecado; nos solidarizamos con el pecador; se trata de llevarlo, conducirlo a su sincero arrepentimiento y su reconciliación con Dios. Ya lo dijo san Pablo "reconcíliense con Dios" (2Cor 5,20). Tenemos que dejarnos transformar por el amor de Dios; si no fuera así, pues nuestra fe y nuestra pertenencia a la Iglesia no dieran frutos. Cristo nos eligió y llamó para que demos frutos buenos y abundantes y esos frutos permanezcan.

  En conclusión, sí es cierto que el bautismo nos hace y convierte en hijos de Dios, y miembros de SU IGLESIA, su cuerpo místico, su nueva familia: “Todo el que escucha mis palabras y las cumple, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Todos los bautizados estamos llamados a vivir la castidad, aun dentro del matrimonio. Pero si seguimos entendiendo y asociando esta virtud sólo como una “prohibición”, ese es el problema: la virtud de la castidad no limita el ni reprime el amor, sino que lo purifica del egoísmo y lo eleva a su plena madurez. Por lo tanto, todo bautizado se convierte en coheredero de la promesa eterna. También es cierto que el Señor es el que tiene la última palabra en lo que a la salvación se refiere, como lo hizo con el ladrón arrepentido en los últimos momentos de su vida agonizando en la cruz. La Iglesia lo único que puede hacer es aquello mandado por su Señor: ir por todo el mundo anunciando el evangelio de Cristo, para que todo el que escuche ese mensaje, se arrepienta, se convierta y se reconcilie con el Señor; ¡se bautice y viva! Todos somos pecadores y necesitamos del perdón, de la misericordia, del amor de Dios para reconciliarnos con ÉL Y SU IGLESIA.

Dar razón de nuestra fe (2ª.)

 

“En la exhortación apostólica Ecclesia in America afirmé que es necesario que los fieles pasen de una fe rutinaria, a una fe consciente, vivida personalmente. La renovación de la fe será siempre el mejor camino para conducir a todos a la verdad, que es Cristo” (n. 73). Por eso, es esencial desarrollar en sus Iglesias particulares una nueva apologética para su pueblo, a fin de que comprenda lo que enseña la Iglesia y así pueda dar razón de su esperanza. En un mundo en donde las personas están sometidas a la continua presión cultural e ideológica de los medios de comunicación social y a la actitud agresivamente anticatólica de muchas sectas, es esencial que los católicos conozcan lo que enseña la Iglesia, comprendan esa enseñanza y experimenten su fuerza liberadora. Sin esa comprensión faltará la energía espiritual necesaria para la vida cristiana y para la obra de la evangelización” (san Juan Pablo II: Discurso a los obispos de las Antillas, visita Ad Limina, 7 de mayo de 2002).

 

 ¿Para qué existe la Iglesia? El papa Pablo VI ya lo dijo: “La Iglesia existe para evangelizar”. Esto fue refrendado también por el papa Benedicto XVI, pero añadiéndole un elemento más aclaratorio: “La misión de la Iglesia es la evangelización; no la de gobernar a los pueblos, eso es función de la política y los políticos”. La misión de la Iglesia de Cristo es la de salvar las almas, conducir las almas hacia Dios. Pero para poder lograr esto, debe la Iglesia de ejercer una real y verdadera defensa de la sana doctrina, de exponer las verdades reveladas en el evangelio por Jesucristo; sin prebendas ni adaptarse al mundo y sus instituciones. Debe de hacerlo con claridad para que la verdad revelada en el evangelio pueda ser comprendida por los fieles y personas en general. La Iglesia no es dueña de la verdad revelada, sino más bien portadora de ella; y como tal debe de proponerla a los demás: enseñarles así a todos a cumplir todo cuanto Jesús nos enseñó. Esta verdad revelada por Jesucristo no tenemos que inventarla ni crearla, sino buscarla para encontrarla y llegar así a nuestra plenitud.

Vivimos en lo que el papa Francisco ha calificado como “La cultura del descarte”. El papa san Juan Pablo II ya la había calificado como “La cultura de la muerte”; y el papa Benedicto XVI, la calificó como “La dictadura del relativismo”. Pues en medio de este panorama sombrío es donde la Iglesia de Cristo tiene y debe de seguir proclamando, anunciando, proponiendo la verdad absoluta y universal del evangelio en un mundo asolado por diferentes crisis y profunda incertidumbre sobre la existencia o no de esta verdad. ¿Pero solo debe proponer la verdad con las palabras, las ideas? Pues no. Debe de hacerlo, sobre todo, con la fuerza de su testimonio auténtico. Por esto mismo, el Papa san Pablo VI identificó cuatro cualidades a tener en cuenta para lograr este cometido: claridad, afabilidad, confianza y prudencia.

  Es verdad que hablar de estas cosas no siempre es del todo fácil para que puedan ser entendidas y asimiladas por los oyentes en general, ni si quiera para los mismos católicos. Esto conlleva y exige un constante ejercicio de profundización, para explicar y no solo repetir. Por eso es necesaria esta nueva apologética, adecuada a los tiempos actuales. Una apologética que busque el reflexionar en las formas, pero que proclame sin errores ni cambios el contenido de la verdad revelada; porque la intención es siempre ganar almas para Dios y su Reino. Es una constante lucha espiritual contra las ideologías y criterios de este mundo; se trata de proponer el evangelio de la luz y la salvación en medio de este mundo que proclama, defiende e impone la oscuridad y perdición de las almas; no se trata de proponernos a nosotros mismos como salvadores, sino de reivindicar y promover el único Evangelio de salvación.

  Tiene que ser una apologética que nos interpele en lo más profundo de nuestra fe; una apologética que no se fundamente en un puro sentimentalismo ni espiritualismo sombrío que no fortalece el amor ni compromiso cristiano, y que más bien puede llevarnos a una separación de la verdad de Dios. Debe de ser una apologética que implique grandes exigencias en nuestra vida y prácticas cristianas que nos conduzca a la única verdad que libera, Cristo: “Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Jn 8,32).

sábado, 19 de septiembre de 2020

La bandera gay en el despacho de la viceministra de la presidencia

 A raíz de la publicación y comentario de la viceministra administrativa de la presidencia, sra. Dilia Leticia Jorge Mera, de que por medio de su despacho en el palacio nacional,no se practicará la discriminación de nadie ni de ningún grupo y que todos tendrán un espacio de inclusión desde ese lugar gubernamental; al mismo tiempo, la funcionaria muestra en una foto las banderas de colectivo LGTBIQ+ y la bandera del colectivo transgénero pederasta (me imagino que tendrá conocimiento de eso); lo hace también usando el mal llamado "leguaje inclusivo". Quiero emitir mi opinión al respecto.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que, cada persona en lo individual, - esto incluye los funcionarios públicos-, tiene todo el derecho de pensar y actuar de acuerdo a sus convicciones. Pero, por otro lado, no es correcto que la persona quiera insinuar ni llevar a los demás a que asuman sus ideas como propias. No es correcto que esta alta funcionaria del gobierno utilice su cargo público para promover esta ideología, carente por demás de asidero científico, como lo es la ideología de género. Por lo menos hasta el día de hoy, esa no es la línea del gobierno central, ni tampoco el presidente Abinader ha hablado ni dado señal, - desde que asumió la presidencia -, para que sus funcionarios asuman dicha línea ideológica. Es verdad, y no es un secreto, que en la campaña del 2016, cuando era candidato a la presidencia de la República, Abinader se manifestó públicamente en apoyo a la comunidad gay: "La clase política, la sociedad civil y religiosa del país debe actualizar y redefinir su participación en un sistema democrático globalizado, asumiendo como una realidad la inclusión de todos los segmentos de la población, entre ellos los gays, aunque no se comparta con el estilo de uno que otro determinado grupo, siempre debe primar el respeto de toda persona a la libre elección de su estilo de vida" (mensaje enviado por Luis Abinader mediante una delegación invitada al 8o. Foro LGTBIQ+ por los DDHH y Diversidad Sexual). Se pueden interpretar estas palabras del hoy presidente Abinader como una línea ideológica de su gobierno para su promoción e implementación? Usted, amigo lector, saque sus conclusiones.
Por otro lado, tenemos los pronunciamientos (no los cito por asunto de espacio),de varios altos funcionarios del gobierno, - sin olvidar los propios de la Primera Dama -, que han reafirmado los valores, principios y fundamentos de la RD, sin menoscabo ni desprecio ni discriminación de ningún grupo de la sociedad.
El uso de esas banderas de ideologías y feministas en el despacho de la viceministra, junto a la bandera nacional, se puede entender como una provocación y desatino por parte de ella, donde lo correcto es que su superior inmediato o máxima autoridad, le llame la atención. Permítaseme este ejemplo: yo como sacerdote, tengo en mi oficina las imágenes de Cristo y la Viregen, así como la bandera del Vaticano; y en el mismo lugar tengo la bandera del movimiento LGTBIQ+. Si dijera que aquí en mi parroquia "todes son bienvenides sin discriminación, y tendrán aquí su voz y serán escuchades" cualquiera me podrá señalar el que tenga mis ideas personales ideológicas, pero esa no es la línea de la institución religiosa. Es decir, no es correcto utilizar la institución para promover mis ideas personales; otra cosa será si fuera la línea institucional.
La viceministra, si quiere tener esas banderas en su escritorio, que las ponga en el escritorio de su casa, pero no en el que tiene en el palacio nacional. El Palacio Nacional no es una oficina privada. Es la sede del gobierno dominicano. La única bandera que debe de ondear en las instituciones públicas , es la que nos identifica y une a todos los dominicanos, no importa raza, color de piel, creencia religiosa, condición social ni económica, preferencia sexual, etc.
Por otro lado, hay quienes han objetado el que, en el despacho, sobre todo del presidente, así como en otros de funcionarios; esté presente la imagen de la Virgen María o la de Cristo. Dicen que esas tampoco deben de estar ya que es apoyar o promocionar "una ideología religiosa". A ver: es verdad que la religión puede y corre el riesgo de convertirse en ideología. Pero para que esto suceda, el cristiano ha de dar prioridad y encerrarse en sus propias ideas, condicionando su accionar cristiano. Por otro lado, la fe no es ideología; posee un sistema de ideas, pero sin reducirse a la ideología. Por la fe se muere; mientras que por la ideología se mata. Ya lo dijo el papa Bendicto XVI: "La religión es paz, no violencia". Las verdades de la fe iluminan la vida y ayudan a dar razón de nuestra esperanza; la persona de fe se pregunta por los acontecimientos de la vida. Por esto, la fe no es una meta, sino un camino que se recorre cada día. La fe tiene su raíz en el Dios de las verdades; la ideología en las verdades de Dios. La fe es un don, una conquista; la fe hace crecer siempre, conduce hacia adelante y abre el corazón a las señales del ser divino. La fe genera mártires; la ideología genera verdugos. La ideología es una obstinación. Los que defienden ideologías no dialogan; exigen tolerancia, pero ellos no están dispuestos a ser tolerantes. Para el cristiano, la verdad le hace libre; para el ideólogo, mientras más libre es, más verdadero será.
Por esto entonces, recordemos que la historia fundacional de la RD, sus valores, identidad, principios, etc., están fundamentados en el cristianismo católico, - aunque esta certeza no la acepten muchos -, no importa que haya alguien que no crea en ello. Por eso es que nuestra nación honra y venera la memoria e imágenes cristianas en las oficinas públicas , así como en los tribunales judiciales.
Debemos tener siempre un corazón abierto a Dios; que no sea perverso, duro, que no nos conduzca a la pusilanimidad, que no sea obstinado, que no nos lleve a la rebelión , a la ideología. Debemos tener un corazón según el Espíritu Santo.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Estado de Emergencia y Toque de Queda o Confinamiento

 

  La Constitución de la República Dominicana, en su título XIII, que habla de los Estados de Excepción, en su artículo 262, especifica la modalidad del Estado de Emergencia. En el artículo 265 dice que esta modalidad podrá declararse cuando ocurran hechos que perturben o amenacen perturbar en forma grave e inminente el orden económico, social, medioambiental del país, o que constituyan calamidad pública. En el art. 266, que habla de las disposiciones regulatorias para establecerlo, en el inciso 4 no. 6, especifica entre los derechos que quedan suspendidos cuando se declara los Estados de Conmoción Interior y de Emergencia: la libertad de tránsito, dispuesta en el art. 46, así como las libertades de asociación y de reunión, establecidas en los arts. 47 y 48. De mi parte, yo no voy a hacer ningún comentario al respecto de estos números constitucionales, ya que, no soy abogado; esto más bien lo dejo a ellos ya que tienen el conocimiento y argumentos para su análisis. Yo solo me he concretado a mencionarlos para tener y dar como referencia al tema que sí me interesa tratar en este artículo, que no pretende ser un análisis exhaustivo, sino más bien una opinión que no necesariamente tiene que ser compartida por el lector, o también puede ser enriquecida con otras opiniones. 

  Como ya sabemos, desde el mes de marzo nuestro país ha venido transitando por este camino difícil que ha provocado a nivel mundial la ya conocida “pandemia” para unos; para otros es una “plandemia”; y hay otros que se han referido a la misma como “farsa”. Cada uno, de acuerdo con sus convicciones, la llama como mejor le parezca. Pero recordemos que nuestras autoridades, - que todavía estaban al frente de la cosa pública -, declararon el Estado de Emergencia, dando cumplimiento así a lo establecido por la Constitución. Para llevar a cabo este Estado de Emergencia, hay que implementar también una serie de medidas que ayuden a lograr el objetivo trazado o buscado para el cuidado de la población general, en este caso específico, el de la salud pública. Al mismo tiempo, se ha denunciado por varios gobiernos, entre ellos el de Bielorrusia, que esto del Estado de Emergencia imponiendo el confinamiento a la población, no ha sido más que una treta o exigencia del Fondo Monetario Internacional que, para otorgar ayuda económica a los países, pone como exigencia estas medidas. Estos gobernantes pues se han negado ceder en estas exigencias de FMI. Por otro lado, tenemos que hay países que nunca establecieron ni impusieron a su población el Estado de emergencia ni confinamiento; otros gobiernos lo asumieron de manera opcional.

  Pues una de estas medidas que implementó el gobierno central en nuestro país fue el referente al “toque de queda”. Esto, lógicamente, conllevó a que se viera afectado el aparato productivo-económico nacional, porque la población se le impuso el confinamiento en sus hogares. Este toque de queda nunca, - y hasta el día de hoy -, no se ha podido implementar de manera absoluta ya que la situación, sobre todo económica de la población no lo permite. Es cierto que ha habido voces de personas de diferentes estratos sociales que han pedido que se establezca el toque de queda de manera absoluta, es decir, de 24 horas para que así la ya mencionada curva o aplanamiento del virus llegue. Pero, siendo honestos y sinceros, aplicar de manera absoluta el toque de queda sería una opción que considero draconiana, y que provocaría una situación social que a mi entender sería incontrolable, inmanejable y desastrosa, tanto para las autoridades como para la misma sociedad. La realidad es que nuestra población en general no soportaría un confinamiento o toque de queda de 24 horas ya que, la mayoría no cuenta con los recursos económicos suficientes para abastecer, sobre todo, su alimentación por tantos días sin salir a trabajar. Aquí hay un gran porcentaje de la población que tiene que salir todos los días a buscar su sustento y no es verdad que se quedarán de brazos cruzados en sus casas viendo cómo los suyos gritan por el hambre, y el gobierno central no tiene los recursos suficientes para abastecer de lo esencial a toda la población. Aunque esta sea una opción, no es factible implementarla de esa manera. Y es que, una población hambrienta, cuando se decida tirarse a las calles, no hay nada que la detenga, ni siquiera las balas, porque romperán todo lo que encuentren a su paso; ejemplos los tenemos en lo que han vivido y están viviendo otros países.

  En lo que concierne al toque de queda, este se implementó como un medio para ayudar, disque, a la reducción de los contagios. Pero resulta que los contagios siguen; no importa el distanciamiento social (que también este, según los expertos, no ha sido aplicado de manera correcta por sus consecuencias sico-social), las normas de higiene, la manera de saludarnos (con los codos y puño), mascarillas. El toque de queda o confinamiento que ha sido implementando en muchos otros países, lo cierto es que no ha logrado su objetivo buscado; de ahí que ya en muchos de estos países, sus ciudadanos se han cansado y otros se  están cansando de seguir cumpliendo con una medida que no ha logrado nada bueno, sino más bien, lo que ha logrado o provocado es que se agraven otras situaciones de la salud de la población en otros aspectos psicológicos y sociales, como la ansiedad, - tanto en personas que ya la padecen y la tenían controlada, así como en otras que la habían superado -, la animosidad, el estrés, incertidumbre, miedo al futuro, estrés postraumático (que suele ser muy severo), los suicidios, las enfermedades del corazón, la diabetes, y otras más. Muchos han tenido que vivir la frustrante situación de ni siquiera poder darle cristiana sepultura a sus familiares y amigos que han muerto, ya sea por el virus u otra causa, no han podido hacer un duelo reparador. ¡Y qué no decir con respecto a las crisis en el ámbito espiritual! Y es que tenemos que ser sinceros. Desde el principio hasta el día de hoy, las medidas que asumió el gobierno saliente, como las que ha continuado el gobierno actual, se asumieron más con tinte político y económico (para el gobierno, sobre todo), tomando como pretexto la salud pública. Recordemos que, en nuestro caso, este proceso nos agarró en medio de un proceso electoral y esto influyó para, decirlo de una manera popular, que el gobierno no apretara demasiado la tuerca a la población por el costo político que le podría causar en las elecciones presidenciales. Nos fueron llevando poco a poco hasta el día de las elecciones; muchas protestas por parte de los legisladores; pero al final, el partido oficialista perdió las elecciones y de inmediato cambió la actitud de todos. A partir del día después de las elecciones, la solicitud de duración del Estado de Emergencia dio un gran giro: se extendieron más los días, las medidas y no hubo protestas por ninguna otra autoridad. Pareciera que fue una especie de venganza contra la población.

  De las medidas tomadas por las autoridades nuestras, la que más está provocando sin sabores, desacuerdos, protestas y otras cosas más, es precisamente el toque de queda. Hay que preguntarnos con sinceridad: ¿ha logrado el toque de queda el objetivo buscado? Se ha dicho que es para ayudar a frenar o bajar los contagios del virus, pero ¿se ha logrado? Hay que sincerizar esta medida; es decir, ver y analizar sinceramente su eficacia; se ha implementado un horario específico que inicia, de lunes a viernes de 7pm a 5am; y los fines de semana de 5pm a 5am. Se ha establecido diferentes horarios para algunas provincias: ¿ha sido acertada? ¿Es la RD un país tan extenso territorialmente que sea necesario establecer diferentes horarios en las provincias? ¿Se ha pensado lo frustrante y desequilibrante que es para la población que, si una persona tiene que viajar a una provincia, tiene que preguntar o preguntarse a qué hora inicia el toque de queda en la misma? El toque de queda ha aumentado el tema del soborno o macuteo: se tiene conocimiento de que las autoridades le piden dinero a las personas que se topan fuera del horario normal para no llevarlos al cuartel; otra situación que se está dando es que hay personas comprando combustibles en galones para después vendérselo a los automovilistas más caro; el toque de queda no se aplica de manera igualitaria a toda la población. Se ha dicho que podría más bien focalizarse, pero lo cierto es que las autoridades no tienen ni cuentan con la logística para poder aplicarlo de esta manera, y ellas lo saben. El toque de queda ha venido a provocar el que se disparen otras enfermedades, agravando más la situación actual de la salud pública.

  Por otro lado, se habla de una posible segunda ola del virus, (que ya se tienen reportes de algunos países), si no se llega a la curva o aplanamiento de este; a este respecto, ya muchos científicos y expertos en virología y epidemiologia han advertido que estos vaticinios no tienen ningún fundamento científico ya que la expansión o rebrote de un virus no se puede predecir jamás de esa manera. No dudo de que hay quienes anhelan de que así suceda, ya que los recursos económicos, - sobre todo -, fluirán con más rapidez. El tema de los test ayuda a esto: una práctica que ya ha sido denunciada como inefectiva por todas las inexactitudes que arroja. Otro tema que tiene a la población en expectativa es la llegada de la o las vacunas, con todo lo que tiene que ver en lo referente a que se están saltando las normas para su creación, como lo es el proceso de experimentación que, según los científicos, tarda entre 6 a 10 años. Es como que nos han vendido a la población la solución de la cura, pero al mismo tiempo parece que no la quieren demasiado pronto, quieren que el miedo, el pánico, el terror, la angustia, la ansiedad, las depresiones, etc., continúen. Pero lo que no comenta, con relación a las vacunas, es lo que hay detrás en cuanto a la inversión billonaria que ya están haciendo las grandes farmacéuticas y el costo que vendrá después para los gobiernos y población en general; vacunas que ya están incluso, siendo falsificadas. En fin, todo esto parece que se trata de control, dinero y poder.

  Así que, esperemos a ver si cuando concluya la fecha límite de este toque de queda, a final de este mes, las autoridades toman en consideración estos y otros factores que puedan servir para lograr una mejor eficacia de esta medida. Tienen que cuestionarse si la misma ha logrado su objetivo; si decidieran seguir aplicándola, lo más conveniente y prudente es que la unifiquen: que sea un mismo horario para todos los días y a nivel nacional.

  

jueves, 3 de septiembre de 2020

Dar razón de nuestra fe

 

“Sino glorifiquen a Cristo Señor en sus corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que le pida razón de su esperanza; pero con mansedumbre y respeto...” (1Pe 3,15-16).

  La apologética, - del original griego apologetikós; y derivado al latín apologeticus -, es la parte de la teología que busca explicar lo que creemos y hacemos como católicos y, así mismo, expone los errores para proteger la integridad de la fe.

  Desde los primeros tiempos del cristianismo o, mejor dicho, desde tiempos del mismo Jesucristo; siempre han existido y proclamado en la Iglesia errores doctrinales, y esto provocó o llevó a los responsables de las comunidades a asumir lo que sería la defensa de la fe y las buenas costumbres que se fundamentan en Jesucristo y su evangelio. Hay que recordar que fue el mismo Señor Jesucristo quien dio autoridad a los cabezas, - Los Doce y en ellos, a sus sucesores -, de su Iglesia de atar y desatar, y también le entregó al apóstol Pedro las llaves del Reino: esta es una imagen precisamente de autoridad. La apologética fue y se convirtió en una necesidad, ya que ni en tiempos de los apóstoles dejaron de aparecer o existir quienes se empecinaran en tergiversar y confundir a los otros haciendo una falsa y manipulada interpretación de la nueva y sana doctrina. Es responsabilidad de la Iglesia de conducir y mantener por el camino correcto a los fieles y discípulos de Cristo, guiándolos en el conocimiento y aceptación del evangelio, de la buena noticia de la salvación; así se lo expresó Cristo al apóstol Pedro: “He rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos en la fe” (Lc 22,32). La Iglesia debe de conducir a los cristianos a la maduración y plenitud de la fe.

  La Iglesia de Cristo ha tenido que enfrentar en todo su caminar las herejías, las apostasías y los cismas. Personas que hacen juicios erróneos de la inteligencia sobre verdades de fe definidas como tales, juicio erróneo sostenido de forma voluntaria y pertinaz en contra de la autoridad de Dios depositada en los apóstoles y sus sucesores. La Iglesia, durante su caminar de siglos ha tenido que enfrentar innumerables situaciones de divisiones, rupturas dentro y fuera de ella. Bien se ha dicho que los peores enemigos de la Iglesia han salido de ella misma; por eso el mismo apóstol san Pablo se pronunció sobre éstos: “Les exhorto, hermanos, por el nombre del mismo Señor Jesucristo, a que todos tengan un mismo lenguaje y a que no haya divisiones entre ustedes, a que vivan unidos en un mismo pensar y en un mismo sentir” (1Cor 1,10). Nuestro Señor Jesucristo siempre pidió al Padre por la unidad de su familia, de los suyos, de sus seguidores y discípulos: “Que todos sean uno; como Tú, Padre, en mí y yo en ti, que así ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado” (Jn 17,21). Pero esta unidad querida, deseada y pedida por Jesús, siempre se ha visto amenazada por las actitudes de muchos de los que se dicen seguidores del Maestro. Con razón el mismo Señor Jesucristo prometió que nunca permitiría que su Iglesia, su familia espiritual, sería derrotada por ningún poder; que la mantendría en pie con su presencia divina por medio del Espíritu Santo. Además, el signo de la unidad de los discípulos de Cristo sería testimonio para el mundo de la presencia y existencia de Dios. Esta es una de las verdades proclamada por la Iglesia Católica en el Credo: “Creo en la Iglesia que es UNA…” Podemos decir que esta unidad de la Iglesia es, al mismo tiempo, un don y una tarea: don, regalo de Dios y tarea de nosotros los cristianos. Tenemos el compromiso de llegar a la unidad en el seno de la única Iglesia. Pero solos jamás podremos lograrlo; necesitamos la ayuda, fortaleza y gracia de Dios. El evangelista san Juan llama a estos propulsores de la división en la Iglesia, nada más que anticristos: “Hijitos, es la ultima hora. Han oído que tiene que venir el anticristo: pues bien, ya han aparecido muchos anticristos. Por eso sabemos que es la última hora. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Porque si hubieran sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros” (1Jn 2,18-19).

  La división en la iglesia, sobre todo con la mal llamada Reforma Protestante, ha provocado en la misma una herida que parece ser que no tendrá sanación y es hasta irreconciliable con la Iglesia fundada por Cristo. Entre ellos mismos se vienen produciendo divisiones que están fuera de su control. No nos ha de extrañar que estas actitudes también estén muy enraizadas en muchos fieles católicos que, aun profesando la fe apostólica, católica y romana, rechazan los dogmas de la fe católica. Entonces, ¿cuál es fin de estas divisiones, pleitos y herejías? Pues el de herir y destruir la iglesia de Cristo; construir una iglesia a nuestra imagen y semejanza; adaptada a nuestras necesidades. Pero cuidado: esas iglesias no salvan. Pero resulta que, al mismo tiempo, estas situaciones han llevado a la misma Iglesia a reforzar y ahondar la doctrina evangélica y explicar las verdades de la fe.  

 

Ut Cooperatores Simus Veritatis

 

Es tradición de nuestra Iglesia Católica que, al elegir a uno de sus hijos presbítero para el ministerio del episcopado, éste debe de elegir un lema que será el que guiará su ministerio episcopal durante toda su vida. Es parte de la tradición eclesial que el mismo esté escrito en latín, que es la lengua madre de la Iglesia con el la cual ella escribe sus documentos y otros escritos. El elegido al episcopado debe de seleccionar los elementos de su escudo episcopal y acompañarlo de esta frase o lema que puede ser tomado de las sagradas escrituras o de algún escrito o documento patrístico. Las palabras con la que hemos titulado este artículo es el lema episcopal del cardenal Joseph Ratzinger, -papa Benedicto XVI -, que se traducen así: “Debemos servir de modo que seamos cooperadores de la verdad”.

  La figura del papa emérito Benedicto XVI no deja de ser atrayente y, sobre todo, por la sabiduría, elocuencia, vida espiritual, sencillez y humildad que adornan su persona. Desde ya hay quienes, dentro y fuera de la Iglesia, están pidiendo que sea declarado con el título de “Doctor de la Iglesia”. Sus escritos son un gran aporte, no sólo para la Iglesia Católica y sus fieles, sino también para el mundo. No podemos poner en dudas la grandeza intelectual de este hombre de Dios, de este hijo de Su Iglesia, de este maestro de la espiritualidad cristiana, y que será, sin dudas, un gran legado que alimentará el rico depósito de la fe que custodia la iglesia de Cristo para que siga siendo luz en este mundo que está envuelto cada vez más en un gran manto de tiniebla.

  Los escritos de este papa emérito son un gran tesoro de sabiduría y conocimiento de un hombre que, con el paso de los años y sus experiencias de vida desde su niñez hasta nuestros días, ha tenido tanto que compartir y decirle al mundo de que, ciertamente, la esperanza cristiana nunca muere. Es el hombre y sacerdote de Dios, que sigue sirviendo a la verdad, la única verdad, - aunque a muchos esto les incomode -, de Dios revelada en su Hijo amado, su predilecto, al que debemos de escuchar y que nos hace realmente libres. Esa verdad a la cual él siempre ha querido servir y defender aun a costa de todos los inconvenientes e incomprensiones que esto le ha provocado desde siempre, pero de una manera más particular, desde que fue puesto al frente, por el papa san Juan Pablo II, de la Congregación para la Doctrina de la Fe y después en su ministerio petrino, como sucesor del apóstol san Pedro y Vicario de Cristo. Este papa emérito, quiso retirarse a un lugar apartado, lejos del bullicio para dedicar el final de sus años de vida en este mundo a la contemplación, meditación y estudio, y así seguir aportando a la vida de la Iglesia los dones con los cuales Dios mismo lo revistió. Si es verdad que Benedicto XVI se retiró del pontificado, no es menos cierto que sigue presente entre nosotros aportando desde el silencio y la clausura con su oración, humildad y reflexión al fortalecimiento de la única Iglesia de Cristo.

  En una homilía pronunciada en la Basílica vaticana en abril del 2005, dijo: “A quien tiene una fe clara, según el credo de la Iglesia, a menudo se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina, parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida solo el propio yo y sus antojos”. Palabras certeras que dejan al descubierto lo que hoy caracteriza a la sociedad moderna y progresista: ya no es un simple relativismo, sino la dictadura del relativismo. Ya no se trata de que las cosas dependen del cristal con que se miren, sino que, las cosas dependen de que no llevemos la contraria a los adversarios porque corremos el riesgo o amenaza de ser eliminados. Esta verdad absoluta que Cristo encarna, hoy en día es la verdad atacada y rechazada por los progresistas modernos que tienen cada uno su verdad o verdades.

  El papa emérito es un visionario que ha señalado en varias ocasiones la crisis en la cual viene caminando la Iglesia, sobre todo cuando la señala desde su parte interior, su jerarquía: Ante la prolongada crisis que viene atravesando el sacerdocio desde hace muchos años, le ha parecido necesario remontarse a las raíces más hondas del problema. En el libro escrito a “dos manos”, junto al cardenal Robert Sarah, - Prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos -, “Desde lo más hondo de Nuestros Corazones”, dice: “Es urgente, es preciso que ninguno de nosotros, obispos, sacerdotes y laicos, nos dejemos impresionar por los argumentos equivocados, las puestas en escenas teatrales, las mentiras diabólicas, los errores de moda que quieren desvalorizar el celibato sacerdotal”. Es una inquietud que inunda su corazón, pero sabe que el amor siempre tiene la última palara. El sacerdote tiene la misión de velar. Debe estar en guardia ante las fuerzas amenazadoras del mal. Debe mantener despierto al mundo para Dios. Debe estar de pie frente a las corrientes del tiempo. De pie en la verdad. De pie en el compromiso por el bien. Y es que los fieles esperan de los sacerdotes solamente una cosa:  que seamos especialistas en promover el encuentro del hombre con Dios.