miércoles, 26 de septiembre de 2018

El neo lenguaje o lenguaje inclusivo


Desde que la izquierda moderna se decidió a meterse a la fuerza e imponer su nueva manera de ver la vida o la realidad, han venido destrozando, cual espada de Democles, todo lo que a su paso encuentran para darle un nuevo giro o sentido a lo que no lo tiene. Hoy se denuncia mucho que el sentido común es el menos común de los sentidos; y en esto los promotores y apañadores de esta nueva izquierda se pintan solitos. Se han metido de lleno hasta las más altas esferas, sobre todo de la política, -y con fuerte respaldo económico de organismos internacionales como la ONU, UE, BM, FMI, BID,- para desde ahí imponer su avasalladora forma o manera de percibir la realidad con su nueva visión que raya muchas de las veces en la idiotez, imbecilidad, estupidez y la sinrazón. Y  es una realidad que en este mundo hay muchas estupideces e idioteces, y las mismas las promueven los idiotas y estúpidos; por lo tanto, en el mundo actualmente hay muchos idiotas y estúpidos. Y lo peor de esto es que quieren imponerles sus idioteces al resto de la humanidad de una forma irracional. Es lo que muchos han llamado como lo políticamente correcto. Pues lo mejor que podemos hacer es declararnos “políticamente incorrectos”.

  Desde hace tiempo venimos soportando un sin número de cosas que cuando nos detenemos a analizar y reflexionar en las mismas, no queda más que la pregunta: ¿A dónde diablos es que estos grupitos nos quieren llevar? Pero también: ¿Por qué nos dejamos dominar, avasallar e imponer sus estupideces? ¿Es que el resto de la población no razonamos? ¿Por qué tenemos miedo a enfrentar a estos grupitos y decirles en su cara que ya basta de sus estupideces irracionales? ¿Por qué los que representan el poder político doblan la muñeca tan fácil ante estos grupitos de gente que parecen que no tiene nada que hacer más que estarle fastidiando la vida a los demás con sus antojos, idioteces y estupideces?

  Todo lo anterior viene al caso por el asunto de que ahora nos han metido o llevado por un derrotero más, una estupidez más: el asunto del lenguaje inclusivo. Primero aclaremos esto desde el uso correcto del lenguaje: si el participio activo del verbo “atacar” es “atacante”, y del verbo “existir” es “existente”; entonces ¿cuál es el participio activo del verbo “ser”?: “ente”, que significa “el que tiene identidad”. Por esto, cuando queremos nombrar a la persona que ejerce acción, se añade la terminación “ente”. Así entonces tenemos que, al que preside se le llama presidente y no presidenta; independientemente del género; lo mismo pasa con la palabra “estudiante” y no “estudianta”; el participio activo del verbo “cantar” es cantante, no cantanta; se dice capilla ardiente, no capilla ardienta; se dice adolescente, no adolescenta; se dice paciente, no pacienta; se dice dirigente, no dirigenta; etc. En estos casos, el género lo indica el artículo.   Dicen los partidarios de esta estupidez que la lengua castellana es una lengua machista. Pero ¡por Dios! Con respecto a esto se ha pronunciado la Real Academia Española (RAE), para denunciar y condenar esta nueva manera de presentar y de maltratar nuestra lengua castellana. Precisamente, en España es donde esta aberración y estupidez está avanzando más. Se está tratando de someter un proyecto de ley para cambiar la Constitución española y quitarle todo ese conato de lenguaje machista que tiene la misma y que utilice un lenguaje más inclusivo.  Aquí en América Latina tenemos el caso de la ex presidente de Argentina Cristina Kishner que en sus discursos ya utilizaba esta manera de hablar, cuando decía: todos y todas, estudiantes y estudiantas; jóvenes y jovenas; lo mismo sucede en el régimen socialista del presidente Maduro en Venezuela; está el caso de la portavoz en el Congreso español del partido Podemos, Irene Montero, que utiliza las palabras jóvenes y jovenas,  portavoces y portavosas. Esto raya en la ridiculez. Y es que el político, pero también toda persona que no se adhiera a esta manera del lenguaje, está en contra de la igualdad de género y del movimiento feminista. Y es que estos grupos ideológicos feministas de extrema izquierda ven el machismo hasta en la sopa; tienen una obsesión tan marcada contra el machismo o el heteropatriarcado, que no les deja ver más allá de sus narices.

  También estos paladines de este neo lenguaje ya se les escucha hablar así: queridos, queridas y querides; amigos, amigas y amigues. Hace un tiempo atrás se intentó usar la “@” y la “X”, pero como eran imposible pronunciarlas, pues la cambiaron por el uso de la “e”. Así, en la Argentina, parte de la clase política se refieren a sus colegas como “les diputades indecises”. Pero, ¿de quién fue esta flamante idea de deconstruir, desdoblar el lenguaje?  La que inició con esto fue la ex presidente de Islandia, Vigdis Finnbogadottir, y que tiene una presencia cimera en la ONU como embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO; y que,  con la intención de deconstruir la educación para dar paso a todo esto de la ideología de género, pues se le ocurrió que hay que destrozar el lenguaje para hacerlo más genérico. ¿Qué pensaríamos de una persona que ante un público de diferentes edades y sexo y profesiones u oficio, hablara de esta manera: “la pacienta era una estudianta adolescenta, sufrienta, representanta, integranta e independienta de las cantantas y también atacanta y la velaron en la capilla ardienta ahí existenta?”. Ya lo dijo el gran filósofo danés y luterano Soren Kierkegaard: “El sufragio universal ha establecido la hegemonía de la idiotez”.

  En español el plural masculino implica ambos géneros gramaticales. Así que al dirigirse al público no es necesario ni correcto decir “dominicanos y dominicanas, niños y niñas, hermanos y hermanas”. Y es que a eso vamos a la escuela y colegios: a aprender el uso correcto del lenguaje. Hoy en día, políticos e ignorantes comunicadores continúan con el error. Decir ambos géneros es correcto sólo cuando el masculino y el femenino son palabras diferentes, por ejemplo: mujeres y hombres, toros y vacas, damas y caballeros.

  En conclusión, abogamos por el uso correcto de nuestro lenguaje. Allí donde haya que diferenciar los hombres de las mujeres, pues que se haga; pero allí donde no sea necesario hacer esta distinción, pues que también se haga. No se trata de caer en un “quítate tú para ponerme yo”, en lo que al uso de las palabras se refiere. Se trata de ser correctos a la hora de hablar.

La Dirección Espiritual nos lleva hacia la docilidad.


“No confíes en que vivan mucho tiempo, ni creas que terminarán bien. Vale más hijo dócil que mil que no los son; vale más morir sin hijos que tener hijos insolentes” (Eclo 16,3).



  Según el diccionario, la docilidad es el carácter del que es fácil de educar o dirigir; y también carácter del que cumple lo que se le manda. Va muy relacionado a la obediencia: la persona dócil es una persona obediente.

  En el libro de los Reyes se nos narra la historia de un general sirio llamado Naamán, que estaba enfermo de lepra, que oyó a una esclava hablar de un profeta de Israel con poder para curarle ese mal. Así que se puso en camino con sus soldados y llegó frente a la puerta de Eliseo. Este le mandó a decir que se fuera a bañar siete veces en el Jordán y así su carne quedaría sanada. Este general no ocultó su molestia porque pensó que el profeta le había hecho un desplante y lo irrespetó al no recibirlo; se enojó con el profeta. Uno de sus servidores lo convenció de que cumpliera con lo mandado por el profeta puesto que no era nada complicado; éste reflexionó y cumplió con el mandato del profeta y su carne quedó curada. Esta actitud es lo que podemos decir que la asumió con docilidad y humildad, que desde su punto de vista parecía inútil. Tuvo una buena disposición interior y así las palabras del profeta Eliseo se cumplieron en él.

  La docilidad es una de las virtudes que nos enseña el mismo Señor Jesucristo. Se habla muchas veces de la docilidad al Espíritu. El Papa Francisco, al canonizar al Papa Juan XXIII, lo describió como el “Papa de la docilidad al Espíritu”. Era el hombre, el sacerdote, el sucesor de san Pedro, vicario de Cristo…dócil al Espíritu. Hombre que se dejaba guiar y obedecía al Espíritu de Dios, al Espíritu Santo. La docilidad es una clara muestra de fe. Jesús en una ocasión dijo que lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Pero esto será posible si nos dejamos guiar y aprendemos a obedecer al Espíritu; si dejamos que la gracia de Dios actuara en nosotros. En la dirección espiritual podemos alcanzar esta virtud que nos llena de la gracia divina. Otro ejemplo de esta docilidad la encontramos en el apóstol Pedro que, después de haber estado toda la noche bregando en la pesca, no pescó nada y cuando obedeció al mandato del Señor de echar las redes al lado derecho de la barca, pescaron tal cantidad de peces que las redes casi se rompían. Por eso, el que obedece no se equivoca, y Pedro supo obedecer al Señor y no se equivocó.

  ¿Y qué decir de lo sucedido con el milagro de la multiplicación de los panes? Primero Jesús confronta a sus discípulos con esas palabras que a lo mejor los dejaron atónitos: “denles ustedes de comer”. Pero más adelante estos cumplen con lo mandado por su Maestro, en actitud de verdadera y profunda docilidad. Ellos pusieron en práctica lo que estaba a su alcance y el Señor Jesús hizo lo demás. Estas palabras nos las dirige el Señor a cada uno de nosotros; nos ubica en la realidad, que es contar con Él, que sigue actuando en nuestras vidas de modos concretos. Nos lleva a que contemos con Él para todo: “sin mi nada podrán hacer”. Otra enseñanza la encontramos en la curación de los diez leprosos. Estos quedaron sanos gracias a su docilidad a las palabras del Señor: sólo les dijo que fueran a presentarse con el sacerdote y por el camino quedaron sanados.

  No podemos dejar de mencionar al impetuoso San Pablo, con su fuerte personalidad y su carácter perseguidor, y que al encontrarse con el Señor en el camino a Damasco, a partir de ahí se convirtió en un apóstol de Cristo. San Pablo fue un hombre dócil al espíritu; pero también hay que resaltar que este hombre de carácter fuerte se dejó guiar, llevar por sus hombres a Damasco en donde Ananías, por revelación divina, le devolvería la vista, y así se convertiría en un hombre nuevo y útil para pelear a favor del Señor y su evangelio.

  La dirección espiritual se llena de frutos con la docilidad. Pero no podrá ser dócil quien se empeñe en ser tozudo, obstinado, incapaz de asimilar una idea distinta a la que ya tiene, o la que le dicta su experiencia. Aquí el soberbio, altanero y orgulloso se le dificultará seguir unos consejos; la vida siempre tiene algo que enseñarnos y solo quien está dispuesto con un verdadero espíritu de docilidad es el que puede aprender de lo desconocido, y reconoce que tiene que ser guiado e instruido. La docilidad requiere además de la virtud de la humildad, ya que nos lleva a sentirnos muy pequeños delante de Dios y necesitados de ayuda.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Santo Padre: No renuncie.


En el evangelio de san Mateo 26,31 se nos narra que Jesús les dice a sus discípulos, -al hablarles de lo que le sucedería en Jerusalén-: “heriré al pastor y se dispersarán las ovejas”.

  Desde hace un par de meses atrás, estamos siendo testigos de una nueva oleada de casos, de acusaciones; más bien de abusos de menores por parte de algunos sacerdotes acusados de pedofilia y también del hecho de encubrimiento de los mismos por parte de obispos y cardenales. Estos casos se han descubierto en el estado norteamericano de Pensilvania. Según el Gran Jurado formado para estas investigaciones, se han detectado aproximadamente más de mil casos, pero solamente se tienen documentación de unos trecientos, y de esos trecientos, solo cuatro están todavía dentro del tiempo de ser juzgados; los demás, ya perimieron. Son casos que datan desde la década de los 70s; muchos de los involucrados, tanto victimarios como víctimas, han muerto. Esta situación ha traído también lo que se podría llamar una cacería de brujas. Una vez más se señala a la jerarquía  católica norteamericana con el dedo acusatorio de su responsabilidad, complicidad y encubrimiento. Y como siempre, el dardo apunta a su cabeza: al Santo Padre.

  El diario norteamericano The Washington Post, -el segundo diario más importante de los Estados Unidos después del New York Times-; publicó en el mes de Agosto un artículo en el que pedía la renuncia del Papa Francisco. Hay que señalar que este diario es favorable a la Iglesia Católica. Pero este diario lo que más bien resalta con este artículo, es el sentir de una gran parte del catolicismo en Norteamérica, -del ala más conservadora-, que estos casos de abusos de menores por parte de algunos sacerdotes, es tan vergonzoso, que pareciera que lo que mejor puede sucederle a la Iglesia Católica es que el Papa renuncie; así, afirma el artículo, le estaría dando a sus opositores la oportunidad de ver a dos Papas eméritos, -Benedicto XVI y Francisco-, y dar oportunidad a una nueva cara fresca al frente de la misma. De hecho, estas ideas no nos pueden sorprender ya que, desde hace mucho tiempo se viene insinuando o cacareando de una posible renuncia al pontificado de Francisco; incluso en ocasiones periodistas le han llegado a preguntar sobre esta posibilidad. Y es que, si Benedicto XVI en su momento no pudo soportar más estar al frente de la Iglesia por todos los casos de corrupción, desorden y pederastia, pues a Francisco le sucedería lo mismo.

  Pero también esto tiene un conato de enfrentamiento entre lo que se ha llamado los dos bandos dentro del Vaticano: el ala tradicionalista o conservadora y el ala progresista o revolucionaria. Recordemos que el Papa Francisco, desde que asumió la guía de la Iglesia, se ha venido destacando por su reforma de la Curia Vaticana; también al mismo se la ha señalado que lleva a la Iglesia por un camino más progresista, más de avanzada, cosas que rayan muchas de las veces en una cierta apariencia de traición a la sana doctrina evangélica y eclesial de salvación de las almas; por una visión más social y de asistencialismo.  Por supuesto hay quienes no lo ven así y más bien lo aplauden y apoyan. Resalta mucho en esta situación, una carta que le dirigiera el ex nuncio apostólico en Estados Unidos, Mons. Carlos María Viganó al Papa Francisco, en donde lo acusa de encubrimiento de la conducta sexual inmoral del ex cardenal de Washington Monseñor Theodore McCarrick y le solicita que renuncie al pontificado. Esta carta ha tenido el apoyo de varios cardenales dentro y fuera de los Estados Unidos, pero también se han manifestado dentro y fuera del país muchos cardenales y conferencias episcopales, como la de España y el CELAM, en apoyo al santo Padre, que no hay que entenderlo como un “no haga nada, hágase el desentendido, mire para otro lado”.

  Sea cierto o no la veracidad de estos casos de abusos de menores por parte de algunos sacerdotes, es vergonzoso y execrable; no tienen defensa alguna. La Iglesia de Cristo se ve una vez más en el ojo del huracán y sus enemigos están aprovechando la ocasión para enfilar sus ataques. Es verdad que la pedofilia no es exclusiva de la Iglesia Católica. En otras instituciones humanas este flagelo está presente. Esto no debe ser un consuelo ni una justificación. El papa Benedicto XVI lo dijo en su momento, y Francisco por igual: “un solo caso de abuso es demasiado”. ¿Qué tiene que seguir haciendo la Iglesia al respecto? ¿Abolir el celibato? ¿Cortarle la cabeza en la plaza pública a los sacerdotes pedófilos? ¿Renunciar el Papa? ¿Que desaparezca la institución eclesial? Ninguna de éstas. Lo que tiene que seguir haciendo es endurecer más su política de “cero tolerancia”; seguir colaborando con las autoridades civiles para el esclarecimiento de los casos; ser más estricta en el discernimiento de los candidatos al sacerdocio ministerial, etc. Tenemos que llegar a la verdad de esta desgracia; tenemos que asumir la crudeza de esta situación, incluso con esperanza; no como consuelo. Vemos aquí, por un lado, cómo se está acusando y señalando a la Iglesia Católica de ser permisiva y laxa con la conducta sexual inmoral de algunos de sus sacerdotes y se le exige que actúe en consecuencia; pero por otro lado, vemos también cómo, en muchas sociedades, se viene normalizando esta conducta depravada, impuesta en la educación, la política, los medios de comunicación, el mundo del entretenimiento, etc.; y muchos no dicen nada, más bien lo aplauden porque dicen y defienden la pedofilia como un derecho. Y es que en el mundo, el panorama de los abusos sexuales a niños, niñas y adolescentes, fuera de los ámbitos de la investigación, es desconocido. La pedofilia es un mal que atraviesa diversos estratos sociales: un 97% se produce en las familias; 2% en ámbitos escolares y 1% en ámbitos religiosos, recreativos y deportivos. Así también, el mercado de la pedofilia asume cuatro formas, que son: 1- prostitución infantil; 2- pornografía infantil; 3- el tráfico de niños y niñas, y 4- el turismo sexual pedófilo. Según un informe de la UNICEF de 2006, alrededor de un millón ochocientos mil niños, niñas y adolescentes en todo el mundo son absorbidos por el comercio sexual, víctimas inocentes que amenazan sus vidas; un flagelo e industria que mueve miles y miles de millones de dólares al año.

  No cabe dudas que en todo esto los que van ganando son los degenerados. El poder está en manos de personas malas, que no dudan en mentir, engañar, robar, matar y destruir sociedades enteras. La pedocriminalidad, -como afirma la escritora española Pilar Baselga-, existe porque miles de personas colaboran, encubren o hacen de la vista gorda para que podamos seguir tranquilos con nuestras vidas más o menos mediocre. Pero ¿por qué es tan profundo y tan lucrativo este flagelo de la pederastia? Porque se trata de hacer el mayor daño posible. No hay mayor mal que hacerle daño a un niño inocente, por eso el daño que se le inflinge a los niños por nacer con el aborto, ya que no hay nada más puro que un recién nacido. Violarlo es lo peor, analmente todavía peor.

  No podemos seguir mirando para el otro lado ante este flagelo, porque estos delincuentes seguirán violando y matando. Estamos en un proceso arduo, permanente y profundo de purificación. Es doloroso pasar por el fuego para purificarnos, pero tenemos que hacerlo si queremos seguir siendo luz para el mundo. El Papa Francisco no debe renunciar al ministerio que Cristo le ha confiado, de ser pastor de SU Iglesia. Cristo prometió, en la persona del apóstol Pedro, que rogaría a Dios para que su fe no desfallezca y pueda seguir confirmando a sus hermanos en la fe. El Santo Padre no está solo en este camino de cruz, dolor y sufrimiento. Desde que fue elegido para este ministerio y hasta el día de hoy, ha pedido y pide que oremos por él. Es lo que debemos seguir haciendo. La oración nos da fortaleza.