Así se titula el nuevo documento que ha
publicado la Congragación para la Educación Católica del Vaticano, y que viene
a ser una especie de respuesta y de camino a seguir en cuanto a la enseñanza
católica sobre el ser humano, basados en la ley natural y aporte científico a
todo lo referente a la antropología; documento que es una guía sobre la
cuestión del gender en la educación.
En el documento se explica que se difunde cada vez más la conciencia de que
estamos frente a una verdadera y propia emergencia educativa, en particular por
lo que concierne a los temas de afectividad y sexualidad. La Santa Sede de que
uno de los grandes enemigos para la juventud es la imposición de la ideología
de género en los colegios y escuelas. El mismo papa Francisco se ha manifestado
en varias ocasiones al respecto cuando ha dicho bien claro que estamos ante una
“colonización ideológica”.
El
documento también advierte sobre la desorientación antropológica, que
caracteriza ampliamente el clima cultural de nuestro tiempo, y que ha
contribuido a desestructurar la familia natural, con las tendencias a cancelar
las diferencias entre el hombre y la mujer, consideradas como simples efectos
de condicionamiento histórico cultural. Así, en este contexto, la misión
educativa enfrenta el desafío que surge de diversas formas de una ideología,
genéricamente llamada gender, que
niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y mujer. Esta ideología
presenta una sociedad sin diferencia de sexos, y vacía el fundamento
antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y
directrices legislativos que promueven una identidad personal y una intimidad
afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y
mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que
también cambia con el tiempo.
Por el
contrario, la visión antropológica cristiana ve en la sexualidad un elemento
básico de la personalidad, un modo propio de ser, de manifestarse, de
comunicarse con los demás, de sentir, de expresar, y de vivir el amor humano.
Por esto, la Congregación para la Educación Católica, dentro de sus
competencias, tiene la intención de ofrecer algunas reflexiones que puedan
orientar y apoyar a cuantos están comprometidos con la educación de las nuevas
generaciones a abordar metódicamente las cuestiones más debatidas sobre la sexualidad
humana, a la luz de la vocación al amor a la cual toda persona es llamada. Su metodología
se basa en tres pilares fundamentales: escuchar, razonar y proponer.
Este documento no es extenso, no es un
documento que proyecte una lectura incomoda ni aburrida. La estructura del
mismo es la siguiente: inicia con una introducción, luego las tres actitudes o
momentos que ya mencionamos, y que son escuchar:
comprender la perspectiva o ideología de género, lo hace a través de un
recorrido histórico muy sucinto, señala un posible punto de encuentro que puede
haber entre la ideología de género y el pensamiento cristiano. Pero este punto
de encuentro no hay que entenderlo ni asumirlo como claudicación de la doctrina
cristiana católica; y en segundo momento hace una crítica, haciendo uso de la
filosofía, la biología y elementos propios de la fe cristiana; y los otros dos momentos
son el razonar y proponer que, deja
muy en claro la enseñanza de la iglesia sobre la relación de la fe y la razón.
Es un análisis racional, con la inteligencia aplicando la razón natural; así,
en el proponer, hace referencia a la antropología cristiana, es decir, la
visión del hombre que subyace y que está siempre presente en la revelación
bíblica. Después se habla del papel de la familia, la escuela, de cómo influye
o debería influir la sociedad; no sin dejar de mencionar la importancia de la
formación de los formadores. O sea, de cómo aquellos que tienen a su cargo la
dirección de las instituciones educativas y el contacto con los niños, deben
estar verdaderamente bien formados. Y ya la parte final está la conclusión
El
documento señala que a la acción educativa de la familia se une al de la
escuela, que interactúa de manera subsidiaria. Entonces, la escuela católica
debe convertirse en una comunidad educativa en la que la persona se exprese y
crezca humanamente en un proceso de relación dialógica, interactuando de manera
constructiva, ejercitando la tolerancia, comprendiendo los diferentes puntos de
vista y creando confianza en un ambiente de autentica armonía. La educación en
la afectividad necesita un lenguaje adecuado y moderado. En primer lugar debe
tener en cuenta que los niños y jóvenes aún no han alcanzado la plena madurez y
empiezan a descubrir la vida con interés. Por lo tanto, es necesario ayudarlos
a desarrollar un sentido crítico ante una invasión de propuestas, ante la pornografía
descontrolada y la sobrecarga de estímulos que pueden mutilar la sexualidad.
No se
puede dejar a la familia sola frente al desafío educativo. Por su parte, la
Iglesia continua ofreciendo apoyo a las familias y a los jóvenes en las
comunidades abiertas y acogedoras. No podemos nosotros quedarnos indiferentes
ante este desafío que tenemos de frente y adoctrinamiento ideológico que socava
lo más esencial de la persona humana, la imagen de Dios manifestada en el
hombre. Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, y esto es lo que estos
promotores de esta ideología quieren destruir en nosotros. No sucumbamos a esta
colonización ideológica, como ya lo ha denunciado el papa Francisco. No dejemos
que destruyan en nosotros, ni mucho en nuestros niños, la belleza de ser hombre
y mujer. Unámonos todos y enfrentemos estos poderes facticos y sin escrúpulos y
digámosle “¡CON MIS HIJOS NO TE METAS!”