El cardenal Joseph Ratzinger,
futuro papa Benedicto XVI, en la misa Pro Eligendo Pontifice que él
presidió, en su homilía hizo una afirmación que a lo mejor algunos de los que
estaban presentes y, muchos de los que estuvimos fuera, nos pareció muy
exagerada o a lo mejor no entendimos a qué se refería. Pues tuvo que pasar el
tiempo para poder darnos cuenta precisamente a qué se refería viendo los hechos
que vienen aconteciendo en el mundo en todos los ámbitos y de manera particular
en lo referente al ámbito religioso.
Recordemos esas palabras en la homilía de
aquella misa del 18 de mayo del 2005: “¡Cuántos vientos de doctrina hemos
conocido durante estos últimos decenios! ¡Cuántas corrientes ideológicas! ¡Cuántas
modas de pensamientos!... la pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos
ha sido zarandeada a menudo por estas olas, llevada de un extremo al otro.
Mientras que el relativismo, es decir, dejarse llevar a la deriva por cualquier
viento de doctrina, parece ser la única actitud adecuada en los tiempos
actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce
nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus
antojos”.
La modernidad está caracterizada por el afán
y búsqueda de más y más dinero, que nos va esclavizando y nos aleja de nuestro
fin último. Es verdad que lo material no nos da la felicidad, aunque ayude. Por
otro lado, podemos decir también que estos tiempos modernos han sido de mucho
avance para el ser humano, pero también son tiempos de muchas desigualdades.
Vivimos una hiper comunicación a niveles mundiales, pero eso no significa que
estemos más unidos. La realidad es que hoy vivimos una más marcada separación y
alejamiento unos de otros. El mundo hoy sólo acepta lo material, lo que nos indique
la ciencia y la técnica, cuando no el propio individualismo de los hombres. De
esta manera, Dios ya no interesa. Ya el papa san Juan Pablo II había
denunciado, en su momento que el gran pecado de la humanidad hoy en día es
la perdida de la conciencia de pecado: ¡todo es bueno, todo es válido! Y en
su Exhortación apostólica Ecclesia en Europa, dijo que “estábamos
asistiendo a una apostasía silenciosa por parte del hombre autosuficiente que
vive como si Dios no existiera” (n 9).
Y es que la humanidad ha venido caminando en
un relativismo cada vez más profundo. Ya sabemos que esta idea filosófica
afirma que no hay ideas absolutas, que todo depende del cristal con que se
mire; que cada cual puede y tiene su propia verdad, y que eso hay que
respetarlo. Pero, la dictadura del relativismo, a la cual hizo alusión el
cardenal Ratzinger, ha dado un paso más profundo y de lo que se trata es de ya
no que cada cual tenga su propia verdad, sino que, el que no esté de acuerdo
con esa verdad, se expone a su eliminación.
Todo lo anterior viene al caso de que tengamos
en cuenta cómo ha venido avanzando e imponiéndose esta dictadura del relativismo
en lo referente a la religión. Esta dictadura del relativismo del nuevo orden
mundial, que se viene imponiendo en Europa, específicamente en España y en el
Reino Unido-Inglaterra, el Parlamento británico ha legislado para condenar como
delito el rezar frente a los centros de aborto. Vemos en este tipo de
legislaciones que poco a poco se vienen penalizando y reduciendo cada vez más
las libertades y derechos fundamentales de los individuos. Son medidas
liberticidas. Con esta medida, el Parlamento inglés respalda la censura y
criminaliza actividades pacíficas como la oración silenciosa. Con estas medidas
se criminaliza también el pensamiento. La pena por esta “práctica subversiva”
es sólo de multa, pero quién quita y que más adelante se aplique la prisión.
Sea como sea, esto no es más que la imposición de la dictadura moderna. Vemos
que en realidad no se están protegiendo las libertades ni los derechos humanos
fundamentales, sino más bien se está abriendo las puertas para la persecución
de “delitos de pensamiento”. De esta manera pareciera que el Estado quiere
decirnos y mostrarnos qué, cómo, cuándo y lo que debemos pensar.
Esto ocurrió en este país porque ya había
sucedido el arresto de personas que se dedicaban a rezar en silencio frente a
los centros de abortos. Fue el caso muy sonado el de la señora Isabel
Vaughan-Spruce que fue detenida por varios policías por rezar en silencio cerca
de un centro de aborto en Birmingham. El Tribunal de Magistrados la acusaron
penalmente de que sus rezos silenciosos e imperceptibles equivalían a
intimidación. Y lo sucedido en un colegio católico en Canadá, donde fue arrestado
un joven que protestó contra el uso de los baños por transexuales y por decir
que sólo existen dos géneros, así como por expresar sus creencias religiosas en
clase. ¡No cabe dudas de que, cuando un cristiano cae de rodillas, tiembla el
mundo! ¡Tiembla el maligno!