martes, 3 de diciembre de 2024

El Mundo de lo absurdo

 

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la palabra “absurdo” como contrario y opuesto a la razón, que no tiene sentido. Y esta definición aplicada a la realidad del mundo de hoy es precisamente lo que estamos viviendo. Vivimos en el mundo de lo contrario y opuesto a la razón y al sinsentido. Dicho de otra manera, es aplicar la frase conocida de que hoy el sentido común es el menos común de los sentidos.

  Pues no es de extrañar que, si no todos, si muchos nos preguntemos ¿Qué le está pasando a la humanidad? ¿Por qué hemos caído en lo absurdo? ¿Quién es el que está mal: yo o el resto del mundo? ¿Por qué la humanidad hoy ha perdido el sentido común? ¿Qué le está sucediendo a la humanidad hoy, que parece que ya ha dejado de pensar? Parece que estamos viviendo en un mundo utópico, el cual ya describió el novelista británico, George Orwell, en su novela utópica “1984”. Si este autor hubiera vivido en nuestros días de seguro que se habría quedado asombrado de ver cómo lo que describió a mitad del siglo pasado en su novela, hoy se está convirtiendo en una realidad.

  Se percibe un cierto sentido de demencia total en el que muchos, sobre todo aquellos que nos sentimos y nos esforzamos por vivir en la cordura, nos sentimos hasta a veces solos, solitarios; se percibe una sensación de vivir en otro planeta muy lejano a la tierra. Nuestra sociedad occidental ha venido sufriendo lo que se ha denunciado como su decadencia. Cicerón dijo: “Cuanto más cerca está la caída de un imperio, más locas son sus leyes”. Y esta decadencia parece que tiene un tinte de irreversibilidad. Pero esto no ha sido algo fortuito, sino más bien provocado, buscado y fomentado. Porque hay una élite globalista que se ha enfocado precisamente en inflingir el más grande y profundo daño a los valores y principios occidentales para ellos poder ir imponiendo su propio estilo de vida a la humanidad. Se han erigido en una especie de dioses que, - sin que nadie se lo haya pedido ni tampoco han consultado-, le vienen a decir al resto del mundo cómo tienen que vivir. Pero son medidas que ellos no están dispuestos jamás a enseñar con el ejemplo. Todo viene siendo parte de una agenda que es bien conocida como “Agenda 2030 Objetivos del Desarrollo Sostenible”, y que se ha prolongado ahora en una nueva agenda llamada “Pacto del Futuro 2045”, denunciada por muchos. Ya un ministro del interior español afirmó que esta Agenda era la “biblia”.

  Parece que estamos viviendo una de esas películas de ficción, que ya muchos no saben distinguir entre la realidad de la ficción, ciertamente. Como ejemplo de este mundo absurdo, parece que tenemos que creernos cosas como esta: un hombre, - en el estado norteamericano de Arkansas -, que se enamoró de su automóvil, acabó con su corazón partido porque el carro Chevy Monte Carlo del 98, fue desguazado por un accidente cuatro años antes. Esto es lo que se ha denominado “objetofilia”, amor por los objetos. Años atrás, estas conductas eran objeto de que a la persona se le tratara de manera psiquiátrica. Pero hoy esta conducta es validada y defendida, y hasta legislada como un derecho. Nos hace pensar en la canción de Juan Luís Guerra que lleva por título La guagua va en reversa. Pues así va el mundo, en reversa. Esta gente ahora se cree que son los normales y, los que permanecen o permanecemos en la cordura, en el sentido común, en la realidad, son o somos tachados de anormales, homófobos, tránsfobos… y toda hierba aromática que se les ocurra. Afirmar que un hombre es un hombre y que una mujer es una mujer, es de retrógrados y discriminadores. Pero es que esto es parte de este mundo absurdo, de esta sociedad decadente.

  Hoy, a nuestros gobernantes parecen ser que no les importa hacer las cosas con lógica para que sus ciudadanos vivan con y en libertad, sino más bien lo que les importa y quieren es contribuir a acabar con sus gobernados imponiendo leyes absurdas, contrarias a la razón y al designio divino. Es una nueva reingeniería social.

  Pues no lo permitamos. No debemos ceder un solo ápice para que esta élite globalista siga con su intención de destruir a la humanidad. Ninguno de ellos es Dios. No podemos permitirles que destruyan lo que ellos no crearon. Somos creación de Dios: si dejamos de creer en Dios, creeremos cualquier cosa, dijo G. K. Chesterton.