miércoles, 11 de noviembre de 2015

Papa Francisco...el Papa de la misericordia


“Vayan, aprendan lo que significa misericordia quiero y no sacrificios…” (Mt 9,13).



  La palabra misericordia viene del latín “miser” (miseria, miserable, desdichado), y “cordis” (corazón). Es decir, se refiere a la capacidad de sentir desdicha de los demás.

  La misericordia es una de las características del creyente cristiano, del seguidor de Cristo y su evangelio. Ya el mismo Jesús en el evangelio de san Mateo 25, 31-46, nos habla del juicio final y también enseña de las obras o actitudes que se tomarán en cuenta para la salvación o condenación de los hombres: “tuve hambre y me dieron de comer; estuve desnudo y me vistieron; en la cárcel y me visitaron; enfermo y fueron a verme…” Estas actitudes que describe el Maestro de Nazaret es lo que la tradición de la Iglesia ha llamado o calificado como las “obras de misericordia”. Estas obras o actitudes son las que nos darán el pase o no al Reino de los cielos ya que Jesús deja bien claro que cuando actuamos a favor de las personas que están en estas situaciones, lo hacemos con Él. Por eso también en otra parte del evangelio Jesús nos advertirá que si nuestra justicia no es mejor que de la de los fariseos correremos la misma suerte que ellos. El poner en práctica estas obras de misericordia es lo que podríamos entender también como el “ir acumulando un tesoro en el cielo donde los ladrones no pueden robar ni la polilla destruir”.

  El Papa Francisco, como fiel custodio del evangelio y la tradición eclesial, ha insistido en su pontificado sobre este aspecto del auténtico cristianismo. Él mismo ha declarado que el próximo año 2016 sea el año de la misericordia. Nos conduce de esta manera a que fortalezcamos y profundicemos en este aspecto de nuestra fe no nada más en una forma teórica sino y, sobre todo, en la práctica. Debido a esta invitación, el santo padre concedió a todos los sacerdotes la facultad de absolver del pecado del aborto a quien se acerque a la confesión con una actitud de verdadero arrepentimiento y propósito de enmienda.

  Ahora bien, volviendo al título de este escrito, el Papa Francisco ha realizado su décimo viaje pastoral fuera del Vaticano y esta vez volvió a América, específicamente a Cuba y Estados Unidos. Algunas de las pancartas que se utilizaron para promocionar esta visita en suelo cubano fue una que decía “Papa Francisco: el Papa de la misericordia”. Hay que decir aquí que, si bien es cierto que el santo padre es el Papa de la misericordia, lo cierto es también que no es el Papa del permisivismo. Lamentablemente esto es lo que, -principalmente-, los enemigos y detractores de la Iglesia Católica han querido presentar al mundo como la línea del pontificado de Francisco. Esto es un error y una manipulación tanto de la figura del Papa como del pontificado. El Papa no puede ir jamás en contra del evangelio y mucho menos de Jesucristo. El mismo Jesús dijo que Él vino a buscar y salvar al pecador, pero no al pecado. Es al pecador que hay que salvar, pero el pecado se rechaza; es al enfermo que hay que sanar de su enfermedad. Jesús nos reveló que Dios-Padre es el Dios misericordioso, pero no permisivo; Él mismo no lo hizo y esto lo dejó muy claro a sus apóstoles.

  Cuba ha sido un país que ha estado sometido a un régimen de gobierno comunista, dictatorial y por lo tanto represivo, en donde las libertades no existen. Ha pasado el tiempo, más de medio siglo, y las cosas en la isla están tomando otro giro. Recordamos la visita del Papa san Juan Pablo II cuando en una de sus homilías dijo las palabras “que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”; después el Papa Benedicto XVI,-peregrino de la caridad-, en su discurso de despedida invitó a los cubanos a crear una sociedad solidaria en la que nadie se sienta excluido. Por su parte, el Papa Francisco ha insistido en el mismo escenario en la práctica de la cultura del encuentro. El pueblo cubano ha sufrido mucho y tenemos que aprender a dolernos de su sufrimiento, pero no como algo puramente sentimental, sino más bien con la firme intención de ayudar a esa nación a que siga abriéndose al mundo. Tenemos que comportarnos como verdaderos prójimos de nuestro prójimo, como lo enseñó Jesucristo en la parábola del buen samaritano. No esperemos a que el otro se acerque; acerquémonos primero nosotros como lo hizo Jesucristo. Esto es ser prójimo de mi prójimo; y esto también es lo que ha hecho el Papa Francisco hacia el pueblo cubano.

  Seamos verdaderos creyentes-cristianos misericordiosos; pero rechacemos la permisividad, el libertinaje, la impiedad, la indiferencia, el sin sentido. El Papa Francisco nos sigue dando el ejemplo. Esto no es ideología; es más bien puro evangelio.


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