Así es. Es la gran pregunta
que muchos se han empezado a hacer y hasta ya de seguro se están empezando a
dar una que otra respuesta. Tenemos que recordar que este Sínodo fue realizado
para tratar de establecer las líneas pastorales, -no doctrinales-, sobre las
nuevas situaciones que están amenazando a la familia en nuestros tiempos.
Recordemos además que el año pasado se realizó un Sínodo extraordinario que
sirvió de preparación para este Sínodo ordinario. De ese Sínodo extraordinario
salió un documento de trabajo en el que se tomaron en cuenta las opiniones de
las diferentes conferencias episcopales del mundo, y fue este “instrumentum laboris” el que se trabajó
en el pasado Sínodo. Muchas personas, azuzadas por los medios de comunicación, principalmente
adversos a la Iglesia, creyeron que ese documento
de trabajo era el documento conclusivo; pero nada que ver. Ese fue solo un
instrumento para trabajar. El documento conclusivo consta de 94 puntos y esta más
elaborado y enriquecido con citas bíblicas, con una reafirmación de la
naturaleza del matrimonio. En el desarrollo del Sínodo salieron otros puntos a
trabajar que no estaban en el instrumento de trabajo.
El Papa Francisco tiene una particularidad
que ha hecho visible en su pontificado y es que él deja que todo el mundo hable
y opine, tanto los de dentro como los de fuera, y es como si al final
preguntara si ya acabaron de decir lo que tenían que decir para entonces él venir
con la opinión definitiva. Muchas veces el Papa dejó en claro que la doctrina
católica no se iba a tocar, sino que más bien eran aspectos pastorales los que
se iban a tratar de cómo tenía la Iglesia que afrontar estos nuevos retos en
torno a las familias. No podemos dejar de mencionar la controversia que
despertó el cardenal alemán Kasper cuando propuso el que se le diera acceso a
la comunión sacramental a los divorciados vueltos a casar, cuya visión tuvo sus
seguidores pero también sus opositores. Se argumentó que esto, de aceptarse,
rompería con la enseñanza evangélica y doctrina eclesial. El Papa insistió en
que no se polarizara el tema de la familia únicamente a ese punto como si fuera
el único problema que aqueja a la familia; hay otras grandes problemáticas, por
ejemplo: ¿qué hacer con los niños que son adoptados por parejas homosexuales,
hay que bautizarlos sí o no?
Es muy importante que tengamos en cuenta el
discurso de clausura del Sínodo del Papa Francisco. Quiero resaltar de este discurso
tres puntos,-no los únicos-, que me parecen importantes. Dice el Papa: “que nos hayamos reunido aquí no significa
que se hayan encontrado soluciones exhaustivas de fondo a todas las
dificultades y dudas que amenazan a las familias; dichas dificultades se han
puesto a la luz de la fe y se han afrontado sin miedo... Es una conversión
pastoral que nos implica a todos... Nos ha llevado a comprender la importancia
y mantenimiento de la institución familiar entre un hombre y una mujer, fundado
sobre la unidad e indisolubilidad y célula fundamental de la sociedad”.
Otro punto interesante y controvertido que toca el Papa es el referente a los
homosexuales y la homosexualidad. Éstos requieren de un acompañamiento pastoral
generoso, bondadoso; con un gran sentido de la dignidad humana; estas
atracciones homosexuales en ninguna forma disminuyen el deber de atender
pastoral y con caridad a estos hijos de Dios. Se deja claro en el documento que
no hay por qué estar de acuerdo con la ideología homosexual. No hay comparación,
ni siquiera remota, entre las uniones homosexuales y la unión establecida por
Dios entre un hombre y una mujer. Como un tercer punto es el referente a los
divorciados vueltos a casar. Se reafirma la doctrina eclesial y se elogia a
aquellos católicos que permanecen en fidelidad al compromiso contraído y no
rompen el vínculo con otra unión, a pesar de lo doloroso que esto pudiera ser
para muchos. Se reafirma también la enseñanza de la familiaris consortio de san Juan Pablo II con respecto a este tema.
Aquellos católicos que están en nueva unión matrimonial están integrados a la
Iglesia y deben de ser acogidos y motivados a un trabajo apostólico profundo y
compromiso eclesial serio. No están excomulgados; ni tienen ni deben de ser
rechazados.
A todo esto, hay quienes han afirmado que la
Iglesia se ha quedado nuevamente en el atraso, que no ha sabido adaptarse a los
nuevos tiempos. Una vez más son aquellos que todavía no comprenden la
naturaleza de la Iglesia y no comprenden para qué existe la Iglesia. Quieren
ver una Iglesia acomodada, adaptada a los criterios del mundo. Son personas que
hablan de una institución que en realidad no conocen porque no han tenido la
actitud de estudiarla desde sus orígenes y siempre tendrán una mirada miope, limitada,
pírrica de la Iglesia. Pontifican sobre el evangelio y la persona de Jesús,
pero en realidad no los conocen. Quieren que la Iglesia sea progresista, pero
la pregunta es ¿hacia dónde se quiere progresar? El progreso es bueno, pero se
puede caer en la vieja técnica de autodenominarse progresista para tachar a los
demás de inmovilistas, y descalificar sin debate alguno a todo aquel que piense
de manera distinta. Hay que recordarles que la Iglesia no es un sindicato ni
una ONG ni una empresa, ni mucho menos un partido político. Las verdades de fe
o las exigencias de la moral no pueden tratarse como si lo de menos fuera la
verdad y lo importante fuera ser eficaz, ser muchos o ser modernos. Nosotros
somos servidores de la Iglesia, no los que decidimos lo que es la Iglesia.
Tenemos que saber qué quiere Dios y ponernos a su servicio.
La Iglesia tiene una lógica interna
aplastante,-si se quiere-, cuando dice: “a mí no me pidan que cambie la norma,
adapte usted su comportamiento a la norma si quiere vivir realmente la fe
católica”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario