Hace unos días hemos venido
escuchando sobre los diferentes pareceres que muchos, sobre todo, algunos
comunicadores, vienen manifestando con respecto a la posición en materia
migratoria de Monseñor López Rodríguez. Lo que ha suscitado o arreciado más
esta situación son unas palabras que pronunció en donde se refiere a un
sacerdote jesuita que ha llamado a desacatar la sentencia del Tribunal
Constitucional 168/13 que fija los alcances de la nacionalidad dominicana. El
señor cardenal, sabemos que es un hombre de convicciones y por lo tanto, muy
coherente. Un hombre que expresa sus ideas con claridad y sin cortapisas, no importándole
si los demás están o no de acuerdo con él. Eso lo tiene sin cuidado.
Toda persona tiene derecho a disentir (a no
estar de acuerdo; a no ajustarse al sentir o parecer del otro; opinar de modo
distinto), de los demás. Pero, para poder expresar ese disentir es necesario
hacerlo con fundamento y respeto. Una persona no puede llevar la contraria a
otra porque sí; más bien debe de manifestar sus argumentos para justificar su
postura. Cuando un padre le dice a su hijo que no haga tal cosa sin darle
razones, el hijo inmediatamente le reclamará, -y con derecho-, por qué no debe
hacerlo. El padre puede que le diga que es simplemente porque no quiere que lo
haga y ya, pero esa no es una razón válida porque entonces lo que provocará es
que el hijo se le revele. No se trata de ser un rosca izquierda porque sí. Pero
también está el respeto: el hecho de disentir de las ideas del otro no tiene
que llevar a la persona a asumir una actitud de irrespeto al grado de caer en
una actitud de insultos, diatribas, violencia, desconsideración, etc. Nuestro
Señor Jesucristo dijo “trata a los demás como quieres que te traten a tí”. El
que quiera que lo respeten, pues debe primero respetar. Esto es lo que no ha
sucedido con nuestro señor Cardenal López Rodríguez. Una cosa es lo que nuestro
Cardenal, en su condición de sacerdote y obispo, manifiesta y enseña con
respecto a la doctrina de la Iglesia, y otra cosa es lo sus ideas con respecto
a otros temas de corte social, político, etc. Con la primera no tenemos que
dudar porque eso es parte del magisterio eclesial iluminado por el evangelio.
Con la segunda son cosas fruto de sus reflexiones personales.
Hay algunos comunicadores y comunicadoras que
se han dado a la tarea de aprovechar esta situación para enfilar hacia el
Cardenal un ataque sin más por sus ideas, su visión con el tema migratorio. Ha
habido hasta de los más impublicables insultos que lo único que falta es que le
arranquen la cabeza al cardenal. Esta es una nueva forma de inquisición. Pero
lo más chulo de esto es que algunos de ellos se llenan la boca de decir que son
católicos. Bueno, con católicos asi, ¿para que queremos atraer a los que están
alejados? Estos comunicadores no son capaces de discutir seriamente las ideas,
sino más bien se han ensañado de una
manera visceral hacia la figura de nuestro cardenal. Esto se llama
intolerancia. Pero los que tenemos un poco más de conocimiento de la situación,
sabemos que estos ataques no son gratis. Estos ataques responden a una línea
política y también ideológica. No podemos ocultar que la persona del Cardenal López
Rodríguez ha sido una piedra de choque para otros grupos que han querido
imponerle a nuestra sociedad sus ideas descabelladas, sobre todo en materia
moral. Pero también está el asunto que tiene que ver con la migración. Hay toda
una maquinaria detrás de ellos que son los que de alguna manera están
financiando todo este “lobysmo”. Estos comunicadores, que no son más que
comerciantes de la verdad y de su conciencia, lo que buscan es influenciar de
tal manera en la mentalidad de la sociedad, que buscan predisponerla contra el
cardenal, llegando incluso a los mismos feligreses. Pero se han equivocado,
porque el tiro les ha salido por la culata. El Cardenal tiene todo el respaldo
de su feligresía y de sus sacerdotes que estamos al tanto de esto y les estamos
haciendo ver a la gente lo que hay detrás de estos ataques. Nuestro Cardenal no
está solo. Cuenta con nuestras oraciones pero también con nuestra presencia a
su lado. Caminamos con él y luchamos con él; pero lo hacemos con las armas que
nos proporciona la fe: la oración.
Aquí hay personas que saben buscar muy bien
en los medios cuando “quieren” oír lo que quieren oír; pero no les gusta
escuchar lo que “tienen” que escuchar. Por esto es que la Iglesia siempre ha
sido el enemigo perfecto, es decir, la Iglesia nunca ataca con las mismas armas
con que a ella es atacada. Su arma es la oración. Pues entonces, el que no
quiere escuchar lo que tiene que escuchar, que se tape los oídos. Seamos todos
respetuosos de la opinión de los demás, aunque no las compartamos, para que podamos
vivir en paz, como diría el benemérito de las Américas Benito Juárez.
Salvo algunos comunicadores, la gran mayoría responde a intereses económicos, así sean comunicadores católicos o protestantes, eso viene de la cultura que se viene desarrollando en nuestro país de cambiar meteoricamente el estatus económico. Pero no hay cambio en lo social, ni espiritual...
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