jueves, 15 de diciembre de 2016

¿Nueva Tolerancia o Autoritarismo?


Etimológicamente la palabra tolerancia significa la actitud de la persona que respeta las opiniones, ideas o actitudes de las demás personas aunque no coincidan con las propias. El hablar de nueva tolerancia ya nos da la idea de que hay una vieja tolerancia o una tolerancia pasada de moda, etc. Esto, visto así, es un absurdo. El cristianismo en este punto es fundamental, ya que es y ha sido siempre desde sus inicios el fruto del carácter cristiano. El apóstol san Pablo la menciona en su carta a los Gálatas como una de las actitudes fundamentales de todo cristiano: capacidad de soportar sin quejarse, y como base de la convivencia.

  Actualmente, y desde hace mucho tiempo, podemos decir que estamos viviendo un despojamiento de la racionalidad, esto causado por la falacia de esta nueva tolerancia en nuestra cultura, y cada vez es más profundo. Francisco Goya, en su obra “Los caprichos”, -que es una crítica a la sociedad española-, en uno de sus grabados que es un auto-retrato, presenta al pintor durmiendo sobre su escritorio después de haberse agotado, y su frase lapidaria es que “el sueño de la razón produce monstruos”. Es decir, si nosotros suspendemos la  razón, llegamos a la monstruosidad. Así va naciendo esta nueva tolerancia. La humanidad hace tiempo que viene huyendo, escapándose de lo racional y adentrándose en lo absurdo; el sociólogo Juan José Sebreli, en  su libro “El olvido de la razón”, donde cuestiona a otros grandes pensadores como Freud, Nietzsche, Heidegger, etc., dice que éstos formulaban preguntas cuyas respuestas estaban alejadas de la racionalidad, y así nos conducen a un callejón sin salida. En este marco aparece entonces esta nueva tolerancia. El absurdo es la negación de la razón. Hoy se está dando prioridad al sentimiento por encima de la razón.

  Entonces, todo esto aplicado a lo que en la actualidad estamos viviendo, hay que decir y afirmar que todo este nuevo pensamiento o, mejor dicho, “pensamiento único”, que ha hecho su entrada al mundo y se nos está imponiendo, nos lleva a vivir, proclamar y defender este absurdo. Esta Ideología de género que se está imponiendo en las sociedades es el gran absurdo de la humanidad: ¿cómo se puede interpretar el hecho de que una persona que nace siendo hombre se le ocurra decir después de unos años, que se siente mujer y viceversa, que por tanto hay que cambiarle el nombre y todo lo demás? Es decir, la persona puede llegar a ser cualquier cosa. Y a esto es lo que muchos llaman “progreso”. Somos iguales ante la ley, pero no iguales mediante la ley: la igualdad jurídica no puede ni debe suplantar la desigualdad biológica. Por ende, las leyes positivas, -es decir, las leyes escritas-, deben subordinarse a las leyes naturales y no colisionar con ellas.  El Papa Francisco ha  afirmado y denunciado que imponer esta ideología de género, -o como él ha llamado colonización ideológica-, a los niños en las escuelas y colegios es una maldad. Se establecen leyes por pura subjetividad y esto no es más que un absurdo jurídico, porque no se legisla para un grupito sino para la mayoría, aunque lo quieran pintar de otra cosa que suene bonito. Nuestros legisladores, legisladoras, jueces y demás autoridades deben tener mucho cuidado en no caer y no dejarse chantajear por esta irracionalidad para que no construyan monstruos.

  En el mundo hay muchas idioteces y éstas las promueven, proclaman y defienden los idiotas; por lo tanto, en nuestro mundo hay muchos idiotas. Y al utilizar esta palabra no lo hacemos con intención de ofender a la sociedad, porque la idiotez, según los griegos, es la persona sin formación académica, la persona que no razona culturalmente. Vivimos en lo se ha llamado como la “idiotización de la cultura”: y es que estamos en medio de una batalla cultural que busca generar cambios reales a partir del cambio cultural. Así entonces, esa vieja tolerancia que preconizaba la valoración del individuo, el respeto y la aceptación del otro ya es obsoleta, y ahora hay que darle paso a la nueva tolerancia para abandonar así los viejos principios y valores e inventarse y asumir otros nuevos. En la vieja tolerancia se discutían las ideas para llegar a la verdad, mientras que en la nueva tolerancia estas discusiones están vedadas porque es discriminación: cada grupo e individuo tiene sus verdades éticas. Esto es un relativismo moral, no hay valores morales absolutos. Es cierto que todas las verdades de los demás son respetables, pero también es cierto que son discutibles. Y es que pensar distinto no es intolerancia. Estamos siendo llevados a vivir en una sociedad autoritaria, y eso es peligroso: ejemplo de esto son EE.UU, España, Argentina, Francia, México, Canadá, etc.

  Aquí hay que mencionar otra consecuencia que está provocando esta nueva tolerancia, y es que se está llevando a la humanidad a un “vaciamiento espiritual”. Si todo es relativo, ¿qué valores les enseñaremos a nuestros hijos? ¿Qué valores enseñarán los maestros en las escuelas y colegios a los estudiantes? ¿Sobre qué se van a sustentar los valores de la sociedad en el futuro? Los cristianos, los que pensamos diferente, no podemos dejar que se nos avasalle; que se nos trate como ciudadanos de segunda, tercera o cuarta categoría.  Tenemos que seguir siendo tolerantes, pero de convicciones profundas,  proclamarlas y defenderlas; porque, como ya lo dijo Jesús “si callamos, las piedras hablarán” (Lc 19,40).

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