Así es hermanos, estamos en el mes de nuestra
Feria del Libro Católico; evento que ya es tradición y muy esperado, no sólo
por nuestros fieles, sino también por el público en general. Y es que, aunque
es un evento de nuestra Iglesia Católica, se ha convertido en un evento para
todos los que esperan encontrar un buen libro para leer y fortalecer el espíritu,
así como participar de las diferentes actividades que se realizan en la misma
ya que son para toda la familia. En nuestra feria del libro católico lo que
queremos hacer es que la Palabra de Dios se siga anunciando, predicando y
proclamando para que pueda ser recibida en cada corazón como terreno fértil donde
ella pueda germinar. Que agradable y satisfactorio es saber y enterarnos de que
ya para estas fechas se nos acercan muchas personas para preguntarnos sobre
este evento y cuál será su contenido. Pero siempre nos quedamos en el factor
sorpresa; no nos gusta adelantarnos sin antes tener la seguridad de lo que
hemos planeado para cada ocasión; ya cuando está todo asegurado, es entonces
que ya después se elabora todo el programa de la Feria y se da a conocer por
los medios de comunicación televisivos, radiales, escritos y las redes sociales,
así como con la colaboración de cada persona que se convierte en un promotor de
este evento. Siempre nos esforzamos por dar lo mejor en cada Feria, ya que cada
año es diferente y lo hacemos siempre con la intención de estar acorde con lo
que está sucediendo en la actualidad y, sobre todo, hacer la planeación de
acuerdo con el camino que está recorriendo nuestra Iglesia universal y particular
en la República Dominicana. Queremos así estar, -como diría nuestro querido
monseñor Amancio Escapa, - a quien esperamos que Dios tenga en su gloria -, en sintonía
con la Iglesia.
El lema que hemos escogido para esta edición trigésimo-primera
de nuestra Feria es “La buena lectura desborda de sabiduría el alma”.
Y es que esto es tan cierto que, el mismo Dios quiso que su Palabra quedara
escrita de manera permanente para que nosotros tuviéramos acceso a ella
siempre. Esa Palabra de Dios que es Palabra de vida, de fortaleza, de gracia y
de verdad que nos reveló en su Hijo muy amado Jesucristo, su predilecto.
Estamos llamados por el mismo Dios a buscar y llenarnos de su sabiduría. En el
libro del profeta Nehemías 8,8 se nos dice: “Y leían en el libro de la ley
de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura”;
y san Pablo escribirá en 1Tim 4,13: “Entre tanto que voy, ocúpate de la
lectura, la exhortación y la enseñanza”. Fijémonos que no es cualquier
lectura. Es la lectura nada más y nada menos que de las Sagradas Escrituras; la
lectura del libro de la vida, de la verdad, de la sabiduría. Por eso hemos
resaltado de que se trata de la “buena lectura”. Y es que hay otras lecturas
que ciertamente no son para nada buenas. Hay lecturas que destruyen, que no
edifican, que no fortalecen; nosotros promovemos, anunciamos y predicamos la
lectura de la Palabra de Dios, la que nos da y llena de sabiduría, del
conocimiento de Dios, tal y como lo especificó el mismo Señor: “Entonces
respondió Jesús y les dijo: Están equivocados por no entender las Escrituras ni
el poder de Dios (Mt 22,29)”. Pues es el mismo Jesús el que nos insta a
acercarnos y leer, estudiar y aplicar la Palabra de Dios a las situaciones de
la vida diaria con coherencia, ya se trate de tentaciones, pruebas o triunfos.
Por esto, la buena lectura de la Palabra de
Dios nos lleva a conocer a Dios; conocer a Dios es conocer la sabiduría divina
que lo impregna todo, toda nuestra existencia, todo nuestro ser. La buena
lectura de la Palabra de Dios nos lleva a vivir y actuar de manera correcta; a
caminar por el sendero correcto de nuestra fe que nos lleva a Dios-Padre; a no
caer en errores doctrinales; para enseñarles a los demás la verdad que nos hace
libres y verdaderos discípulos de Cristo. La buena lectura de la Palabra de
Dios nos da sabiduría para saber vivir con autenticidad nuestro ser cristiano y
filiación divina; la buena lectura de la Palabra de Dios nos da la sabiduría
para saber usar la autoridad que Dios participa a los padres, pastores y
autoridad civil para que podamos ejercerla según su voluntad, porque es una
palabra poderosa, útil para enseñar, exhortar, corregir, amonestar, guiar,
construir, edificar. Es la palabra de Dios que inspira a tantos hombres y
mujeres para que plasmen sus ideas con la luz de la verdad.
Sean todos bienvenidos una vez más a su Feria
del Libro Católico. Esta es su casa, y este es su evento. Vengan a compartir
con nosotros estos días de fiesta educativa, esparcimiento, entretenimiento,
fraternidad y fortaleza en la fe. Que el mismo Dios y nuestra Madre del cielo
sean nuestros pilares en todo este caminar fraterno y eclesial.
Bendiciones.
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