martes, 21 de abril de 2020

Mi opinión


  Antes que nada, quiero dejar en claro que no es mi intención hacer un análisis exhaustivo de esta pandemia y sus consecuencias que estamos viviendo, como tampoco pensar que lo que voy a decir es lo único o como si fuera palabra de Dios. Sé que el que lea estas ideas podrá tener sus diferencias de opinión, podrá no estar de acuerdo o, también podrá enriquecerlas con las propias o ver la situación de otra manera, etc., (aunque, una cosa es no estar de acuerdo con lo expresado aquí, y otra cosa es afirmar que lo que aquí expreso sea mentira). Lo bueno de esto es que nos da la oportunidad de reflexionar sobre esta situación. Pues así invito a quien lo lea, que pueda aportar esas ideas propias y juntos poder tomar conciencia de buscar y provocar lo mejor para nuestra sociedad en todos los ámbitos en que nos desarrollamos.

  Como ya sabemos, la humanidad está viviendo una situación difícil con esto del coronavirus o covid19, - o hay quienes lo prefieren llamar con su nombre original de SARS 2.0 -, puesto que este virus ya tiene varios años de existencia y tiene variaciones, cada una de ellas más peligrosa que la anterior, siendo esta última la más peligrosa, según los expertos bioanalistas y epidemiólogos, y otras personalidades de ciencia.

  Para mí, esta situación del virus yo la contemplo desde dos perspectivas o dos partes. La primera me la imagino como si estuviéramos en una obra de teatro: esta el escenario donde se nos está representando la obra con un número de actores muy reducidos; y los demás, -que somos la inmensa mayoría-, estamos de público. En el escenario se nos están representando las causas de esta pandemia: dónde se originó, por qué salió el virus, el número de infectados que hay, también el de los contagiados, el número de los que han fallecido (por día), las medidas que están tomando las autoridades de cada país para contrarrestar el virus: como son los recursos, insumos médicos, medidas económicas, la cuarentena, etc. Y esto es lo que la mayoría estamos viendo y todo esto nos está provocando diferentes reacciones, sobre todo, de sorpresa, miedo, pánico, desesperación, impotencia, dolor, tristeza, sufrimiento, incertidumbre, depresión, angustia, ansiedad, etc.

  Yo he querido, decidido más bien, no quedarme con lo que se nos está representando en el escenario ya descrito, sino que estoy haciendo el ejercicio de ver lo que hay detrás del escenario para tener una visión más completa o detallada de esta obra. En lo personal me he puesto a darle seguimiento a los análisis de expertos científicos bioanalistas, - así como de expertos analistas internacionales de renombre -, que han emitido su opinión al respecto de cómo se está manejando la situación: detrás del escenario podemos ver y escuchar quién o quiénes están detrás del origen y propagación del virus, qué es lo que en realidad se está buscando con el mismo, cuáles son las reales intenciones que un grupito de poderosos buscan con esto (y no es ninguna teoría de la conspiración); de hecho, se mencionan nombres específicos de los más grandes millonarios, instituciones farmacéuticas, fundaciones, organismos internacionales que tienen su cuota de responsabilidad en esta pandemia. Se resalta también el accionar de varios gobiernos, sobre todo, el del presidente de los Estados Unidos, como el primer abanderado de enfrentar a este grupo de poderosos que están detrás de la pandemia.

  Esta pandemia no es la primera ni será la única que enfrentará la humanidad. De hecho, en años y siglos anteriores, ya la humanidad ha experimentado estas cosas; pensemos en la pandemia de la llamada “fiebre española” (que no es muy correcto el nombre) de 1918. Pero, lo cierto es que la humanidad tiene que aprender a vivir con un virus más en su historial, como lo ha hecho con el Ébola y la gripe H1 N1. Es decir, al igual que estos virus, pues también el Covid19 llegó para quedarse.

  Entre las medidas adoptadas por las autoridades, está el punto del confinamiento domiciliario que, en cada país se ha aplicado de manera diferente: en unos está siendo más estricto que en otros, a tal grado que, tenemos el caso de Filipinas donde su presidente dio la orden al cuerpo del orden de que tirara a matar a quien estuviera en las calles sin ninguna justificación. Esta medida del confinamiento se ha tomado como preventiva para ayudar a que el virus no se siga propagando, evitando las aglomeraciones de personas en lugares públicos como parques, teatros, centros comerciales, espectáculos públicos, iglesias, etc.

  En lo que respecta a nuestra realidad dominicana, este confinamiento domiciliario, se ha implementado en un horario específico de 5pm a 6am, dejando un espacio para que las personas puedan realizar algunas acciones o actividades que se consideran necesarias o indispensables, como, por ejemplo, el abastecerse de alimentos. Claro que, también se ha establecido con sus respectivas excepciones para que personas e instituciones gubernamentales y privadas sigan ejerciendo su trabajo en beneficio de la población, como lo son las empresas que tienen que ver con el abastecimiento de alimentos y combustibles, centros de salud. El tema aquí es que, este confinamiento domiciliario, - por una actitud de inconciencia e irresponsabilidad en un alto porcentaje de la población, y de falta de educación por otro -, no se está cumpliendo como debe de ser. Se han escuchado voces de diferentes actores o personalidades llamando a la conciencia de la población para que se queden en sus casas si no tienen que salir necesariamente a la calle o, también pidiendo el que las autoridades apliquen el confinamiento por 24 horas. Si es verdad que estar confinados en las casas puede ayudar a que el virus no se propague tan rápido, no es menos cierto que el mismo confinamiento no es solución al mismo. Hay casos en los que personas se han contagiado sin haber salido de su casa porque el virus tiene sus formas de propagación. Además, la realidad de nuestra sociedad dominicana no permite que seamos sometidos a un confinamiento tal ya que, un gran porcentaje de nuestra población es de clase baja, pobre, sin recursos o recursos muy limitados, y tienen que comer en el día a día. Es decir, tienen que salir todos los días a buscar el sustento de sus hogares porque no disponen de una despensa que puedan abastecer por una o dos semanas, a diferencia de otras familias que sí pueden. Si esta medida se aplicara por parte del gobierno, el problema social que se provocaría sería de magnitudes insospechadas porque de seguro que provocaría el que la gente saliera a las calles a sequiar comercios, tiendas, locales, etc., porque una población hambrienta no habría manera de reprimirla y mucho menos con balas, ni las cárceles fueran suficientes para apresar y tener una cantidad de personas que sería inmanejable (ejemplos ya los tenemos en otros países latinoamericanos actualmente). Creo que lo que tenemos que seguir exigiendo a las autoridades es que sean más estrictas en la aplicación de las mediadas (sin caer en abusos), y también que se enfoquen en dar las respuestas idóneas que la población necesita ante esta pandemia. Esta situación epidemiológica lo que ha venido a poner en evidencia son las limitaciones y precariedades, que tiene nuestro sistema de salud y educación. En realidad, no estamos preparados para enfrentar en lo más mínimo una pandemia de tal magnitud. El mismo gobierno no ha sabido enfrentar con decisión la tragedia; en muchos casos no ha querido recibir ayuda o dejarse ayudar; hay personas que han asumido una acción de colaboración que en realidad es el gobierno que debe de hacerlo; y claro que esto no ha sido por una real labor altruista, sino buscando otros intereses.

  En lo que respecta a la parte religiosa, ya sabemos que nuestras autoridades, nuestra jerarquía se ha sumado a llamar a sus feligreses para que asuman su responsabilidad en ayudar a la no propagación de esta pandemia. Se tomó la decisión de cerrar los templos para no provocar aglomeración de personas en los mismos; no hay ningún servicio religioso ni de oficina en las iglesias; implementándose así el uso de las celebraciones cibernéticas o por otros medios de comunicación, como la televisión y la radio. Esto ha venido a ayudar un poco a nuestra feligresía a que se mantenga en contacto con la Palabra de Dios y la misa. Pero, aun así, esto no ha dejado de provocar el que los mismos feligreses estén manifestando y, a veces es como queja, de que se debería ya dar el paso de, por lo menos, permitir la reapertura de los templos para participar de la misa. Y yo creo que ha llegado el momento de que nuestra jerarquía eclesiástica vea esa posibilidad. De hecho, ya hay algunos obispos de otros países que en sus respectivas diócesis han tomado la decisión de reabrir los templos para celebrar la misa con pueblo tomando en cuenta aplicar las medidas recomendadas por las autoridades para que el virus no se siga propagando, como son: el distanciamiento entre cada persona, el suprimir el gesto de la paz, el dar la comunión sacramental en la mano, aumentar el número de celebraciones el día domingo para evitar el aglomeramiento de personas, el que los fieles asistan al templo con mascarillas y guantes, etc. Creo que nuestros obispos deberían tomar como ejemplo estas medidas de otros obispos para implementarlas aquí. Es ir implementando medidas poco a poco. Nuestros feligreses necesitan participar, vivir en presencia física la vida comunitaria, eclesial, sacramental de la misa con la comunión, la administración del bautismo, la confesión sacramental y la unción de los enfermos. Necesitan ya recibir esa gracia santificante de una manera presencial.

  Según los expertos bioanalistas, -aunque no todos coinciden -, esto no se sabe con exactitud cuándo pasará. El confinamiento se ha venido extendiendo, y ya tenemos más de un mes en esto y cuando se aproxima la fecha conclusiva del mismo, par de días antes se da la noticia de que se prolongará por dos semanas más. Hay quienes han vaticinado el que podríamos llegar a los meses de agosto, septiembre y octubre confinados. Yo me pregunto: ¿Quién aguanta estar confinado hasta esas fechas? Además, ya tenemos muchos casos de personas que se han suicidado, han caído en depresión por el hecho de que no saben manejar toda esta situación de información y medidas preventivas y esto está complicando más la misma.

  Creo que las autoridades tendrán que asumir o ver la manera de ir cediendo en cuanto a las medidas de confinamiento. Estamos acercándonos o llegando al límite de aguante de la población. La gente se está desesperando y llegará el momento en que ya no soportarán estar un minuto más en su casa. Hay países en la que la población ya está tirada a las calles y no están en actitud de dejarse someter por desobediencia civil. Creo que las autoridades tendrán que ir dando pasos para reactivar la vida social y económica porque estamos llegando al límite y los gobiernos tampoco tienen recursos económicos infinitos para soportar esto. El gobierno se nutre de los impuestos que cobra al empresariado, del turismo y otras áreas de la producción. Las empresas ya están en el límite y los empleados no recibirán sueldo si no hay producción, si no trabajan. El presidente de los Estados Unidos ya ha comunicado que a partir del 1 de mayo se reactiva la economía del país, y me imagino que esto será seguido por otros gobiernos. Ya sabemos que la vida de la humanidad no volverá a ser igual a partir de esta pandemia y tendremos que aprender a vivir con ella asumiendo las acciones que ayuden a prevenir futuros contagios. Tendremos que volver a las calles, a los trabajos, a las escuelas, a los templos, a los parques, a las playas, a los campos, a las montañas, a los viajes al extranjero (cual sea el motivo), y quien se contagie y enferme del virus que vaya al hospital o clínica para ser atendido buscando sanación y quien no rebase la enfermedad, pues que Dios lo acoja en su gloria.

  Fíjense que no abundé en cuanto al tema político de nuestra sociedad dominicana como tampoco al tema económico desde esta pandemia para no extenderme. Creo que eso lo pueden hacer otros con más objetividad y certeza que yo. Estamos en una situación en que TODO es coronavirus; no se habla de otra cosa que no sea coronavirus; también cualquier persona que muere inmediatamente se pregunta si fue por el coronavirus y no por otras causas; el coronavirus ha tapado u opacado otras cosas que están sucediendo en nuestra vida diaria: en lo político, cultural, económico. En medio de la pandemia, el banco central dominicano solicitó al FMI un préstamo de 650 millones de dólares; el gobierno dominicano pagó una deuda con el consorcio Odebrecht de 395.5 millones de dólares por la construcción de la planta de Punta Catalina para evitar un arbitraje.

  No hay dudas de que estamos atravesando un valle de lágrimas con esta pandemia, pero debemos tener la certeza de fe y esperanza en Dios de que la superaremos. Pero tendremos, - y de hecho ya lo estamos haciendo -, que pagar un precio muy alto por nuestra tozudez de no querer aprender por las buenas y de esa actitud de querer dominarlo todo y no depender de nadie y mucho menos de Dios. Ya lo dice el dicho popular “Dios aprieta, pero no ahorca”; y su palabra nos dice que “Dios reprende a quien ama”. El reprendimiento es duro, pero necesario, y es signo del amor de Dios por sus hijos porque quiere que cambie de actitud y vuelva a él, ya que no quiere su condenación ni perdición, sino que cambie de conducta y que viva.


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