jueves, 23 de abril de 2020

Se acerca la fecha límite


  Como ya sabemos, llevamos más de un mes en confinamiento domiciliario. Este confinamiento se ha asumido por los gobiernos de los países como una de las medidas para ayudar a contrarrestar la propagación del virus. Pero lo cierto es que dicho confinamiento, en realidad, no detiene el avance del virus; más bien hay quienes ven en la aplicación de esta medida una manera de mantener encerrada y controlada a la población, y como una violación a derechos fundamentales. Ya hay gobiernos que han tomado la decisión de ir terminando con el confinamiento domiciliario gradualmente y creo que esta medida la debemos de ir pensando también otros. Se me podría decir o alegar que en esos países la situación de la pandemia está mejor controlada porque tienen un sistema de salud y de conciencia en la población mucho más elevado que nosotros. Tienen razón. Pero tampoco creo que sea ese el parámetro que nos lleve a medir a todos por igual. De hecho, no importa que un país tenga un sistema de salud avanzado más que otros, porque el eso al virus no le importa; tanto la población de países desarrollados como en vía de desarrollo, se contagian y enferman por igual; el virus mata a cualquiera por igual sin importarle que viva en un país desarrollado o subdesarrollado.

  Por otro lado, desde hace semanas se viene cacareando el tema de que aquí en nuestro país aún no hemos llegado al famoso “pico o curva” del virus y que, por lo tanto, debemos de continuar en confinamiento. Pero la pregunta es: ¿y cuándo va a llegar ese pico o curva? Y ese pico, ¿tiene número? ¿Cuántos tiene que morir e infectarse para saber o dar como valido ese pico? Hay quienes hasta han dado fechas: unos dicen que a principio de mayo o a mitad, otros hablan de agosto, septiembre, octubre, etc. A ciencia cierta no se sabe cuándo llegaremos a ese famoso pico o curva. De hecho, en ningún país, ni si quiera los más desarrollados, se ha podido establecer ese pico. Lo que han ido haciendo es ir enfrentando en el día a día la lucha contra este virus y por eso es que hemos escuchado el que día a día el número de contagiados baje o suba, igual que los enfermos, así como los fallecidos y recuperados. Esto ha llevado a que ya en algunos países hayan tomado la decisión de ir pensando en reactivar gradualmente la vida social y productiva.

  Aquí en nuestro país, llevamos más de un mes en este confinamiento domiciliario con sus excepciones. Se sigue señalando la poca conciencia que está manifestando gran parte de la población de que no acate estas recomendaciones y por eso nos encontramos con que hay muchas personas en las calles, tratando de realizar sus actividades de abastecimiento alimentario, ir a los bancos, hacer ejercicios físicos al aire libre, etc. La fecha de prolongación del confinamiento se ha ido extendiendo con el paso de las semanas. Estamos llegando al final de otra fecha más para terminar con el confinamiento, pero desde ya se están haciendo consultas por las redes para ir sopesando la visión de la gente con respecto a que si el confinamiento debe seguir o debe de terminar; ya las autoridades civiles están haciendo lo suyo al respecto y el presidente ya ha dicho que aún lo más difícil de la pandemia está por venir, ¿anja? ¿y cuándo va a llegar? Y, como se ha de esperar, ya está concitando la opinión de mucha gente de que el confinamiento debe continuar. Es decir, ya se está preparando a la población para que, llegada la fecha límite del confinamiento, se prolongue por un par de semanas más; ósea, no nos sorprenda el que dos días antes del 30 se nos diga que el confinamiento continuará hasta el 15 o 20 de mayo; y así sucesivamente.

  Para algunos la cuarentena le ha asentado muy bien porque han tenido tiempo para la reflexión, estar con ropa muy cómoda, tomándose un café, un té y hasta un traguito de ron, whisky, vino; un tiempo de vacaciones y paz. Otros están viendo o pensando qué tipo de mascarillas, guantes, desinfectante usarán como método más efectivo de prevención; otros están desempolvando cosas que ni se acordaban de que tenían en sus casas, deshaciéndose de lo superfluo y lo que es basura; otros se la pasan en pura criticadera a las autoridades y otros se aferran más a la práctica religiosa para poder mantener su paz y estabilidad emocional… y tantas cosas más que están pasando. No hay un criterio uniforme. Todos tenemos nuestra opinión y visión de la situación. Pero en medio de todo, tenemos que buscar un equilibrio.

 Según un estudio de la universidad de Harvard, publicado en la revista científica Science de abril de este año 2020, sugiere que el distanciamiento social podría mantenerse hasta el 2022: dice que el esfuerzo único de aislamiento como el que se está realizando en muchos países del mundo no detendrá la transmisión del virus, y que el mismo será estacional, como los otros coronavirus estrechamente relacionados que causan el resfriado común, con tasas de transmisión más altas en los meses más fríos. Es decir, lo he dicho y lo repito: este virus llegó para quedarse y lo que nos queda es aprender a convivir con él protegiéndonos lo mejor que podamos sabiendo de que esto mismo no es garantía de que no nos contagiemos y enfermemos. ¿Qué es lo razonable: que se aíslen los enfermos y los sanos? O ¿Qué se aíslen los enfermos y, los sanos salgan a producir, a trabajar? Es a los enfermos que hay que aislar y proteger a los más vulnerables, como los ancianos; y también de los sanos que se vayan enfermando aislarlos y ayudarlos a sanar. Se me puede alegar de que yo estoy fijándome más en el tema económico antes que en el humano. Y es que la economía no son sólo nada más números. Resulta que por la economía es que nosotros somos capaces de llevar el pan a la mesa, y otras cosas más. Hay que estar claro en esto: alimento de sobra hay para la población; lo que está escaseando o se está acabando es el dinero para comprar los alimentos, y se está acabando porque hace más de un mes que no se está produciendo; y cuando el dinero se acabe, ¿qué es lo que va a suceder? Pues que la gente se tirará a las calles a buscar a como dé lugar el sustento de los suyos y eso implica el saqueo a todo tipo de comercio y entonces sí se le presentará a las autoridades una situación de ingobernabilidad difícil de controlar. Y no digamos ya de los antisociales que se están dedicando, en medio de la pandemia, a asaltar y robar a los transeúntes. Ahí están los hechos. La miseria económica es hambre, es conflictividad social explosiva, es mala salud, es menos dinero para sanidad. Que el gobierno puede solventar o facilitar algunos recursos para ayudar a apaliar esas necesidades, sí; pero recordemos que el gobierno usa el dinero que recibe por los impuestos; no es dinero de su bolsillo que otorga.

  ¿Qué hacer ante todo esto? ¿Qué es lo correcto o lo más prudente? ¿Qué es lo que más conviene al bienestar común? ¿A quién le vamos o tenemos que hacerle caso? ¿Hasta dónde aguantaremos este confinamiento, sin pensar en que los recursos económicos se nos están acabando y las empresas ya no podrán seguir pagando sueldos, mientras otras empresas están suspendiendo trabajadores? Hay mucha gante que sigue viendo sólo lo que se nos está representando en el escenario sobre esta obra. Muchos están siendo presa del miedo, del pánico, del estrés, la angustia, la desesperación, la depresión, el sufrimiento… pero también de la comodidad, del ocio, de la haraganería; hay quienes están engordando sin más y otros están luchando por mantenerse en el peso ideal; hay otros que están estudiando desde la comodidad de su casa, pero sin tener contacto físico, etc. Para algunos, el confinamiento es prevención; para otros, es dictadura.

  ¿Saben qué? ¡Pues los enfermos al aislamiento y los sanos a trabajar! Y cuidémonos todos lo mejor que podamos. En las cuarentenas racionales, sensatas, se aísla a los enfermos, no a los sanos. Dios nos envía la lluvia a todos y usamos el paraguas para mojarnos lo menos posible; pues así mismo: nos llegó este virus, pues protejámonos lo más y mejor que podamos.


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