"Hermanos, siempre
hemos de dar gracias a Dios por ustedes, como es justo, por cuanto crece
sobremanera su fe, y abunda la mutua caridad de cada uno de todos ustedes, de
tal manera que nosotros mismos nos gloriamos de ustedes en las iglesias de Dios,
con motivo de su constancia y fe en medio de todas sus persecuciones y de las
tribulaciones que sufren. Esta es una señal del justo juicio de Dios, para que
sean hechos dignos del Reino de Dios por el cual padecen..." (2Tes
1,3-5).
El insigne sacerdote y teólogo Joseph
Ratzinger, futuro papa Benedicto XVI, en el año de 1968, dijo "que
cuando Dios haya desaparecido totalmente para los seres humanos, experimentarán
su absoluta y horrible pobreza. Y entonces descubrirán la pequeña comunidad de
los creyentes como algo totalmente nuevo". Estas palabras dichas por
este sacerdote es lo porque muchos han calificado como "La profecía
olvidada de Benedicto XVI sobre la Iglesia del futuro". Es lo que en
otras palabras se ha calificado como la "Iglesia de los mínimos".
El presbítero Ratzinger es, como muchos lo han calificado "el último
gran teólogo de nuestros tiempos". Un sacerdote de gran erudición y
visión celestial magnificas. Estas palabras y otras más las expresó en una
entrevista radial titulada “¿Bajo qué aspectos se presentará la Iglesia en
el año 2000?” Afirmaba con "contundencia que la Iglesia del futuro
tendría que olvidarse de los aspectos políticos para centrarse en lo
espiritual". Y es que mucho se ha hablado y señalado a la Iglesia una
especie de sesgo político o de estar alineada con las ideologías políticas. Se
le ha señalado en muchas ocasiones sobre un cierto maridaje político; y esto
rompe con su esencia, puesto que ella está para velar y buscar la salvación de
las almas. La Iglesia se hará pequeña, tendrá que empezar todo desde el
principio. Perderá adeptos, y con ellos muchos de sus privilegios en la
sociedad.
Se plantea así una vuelta a los orígenes, a
la fuente viva del evangelio. De no ser así, la Iglesia volverá a las
catacumbas. La belleza de sus edificios no le servirá de nada; más bien, sólo
servirán para alimentar a los perros, enemigos de Dios, de la fe, de la
Iglesia, de los cristianos.
Para este teólogo, "la Iglesia que
surgió tras las revoluciones a finales del siglo XVIII, se había hecho más
pequeña y había perdido esplendor social, pero al mismo tiempo se había hecho
más fecunda por la nueva fuerza de su interioridad que, a través de los grandes
movimientos de laicos y en las numerosas y nuevas fundaciones de órdenes, que
tuvieron lugar desde mediados del siglo XIX, produjo nuevas fuerzas para la
formación y la realidad social, hasta tal punto que no es posible imaginar
nuestra historia más reciente sin ellas".
No hay dudas de que la Iglesia está
transitando en la actualidad por un camino difícil. Se ha recrudecido más la
persecución por diferentes grupos. Hay una clara intención de, si no hacerla
desaparecer, sí de reducirla a su mínima expresión o influencia. La Iglesia
católica es el último reducto con el que se ha topado esta imposición
ideológica que quiere reducir al mismo ser humano al nihilismo y a la
institución católica con su doctrina, a un grupo religioso más, pero sin
ninguna injerencia en la vida de las personas y las sociedades. En estos
momentos, los cristianos católicos, sobre todo en Nicaragua, están viviendo una
situación de persecución difícil. Sobre el régimen comunista y dictatorial del
presidente Daniel Ortega y la vicepresidente, que es nada más y nada menos, su
esposa; han enfocado sus ataques hacia la institución católica y sus miembros.
Tenemos el caso lamentable del apresamiento del obispo de la diócesis de
Matagalpa, Mons. Rolando José Álvarez Lagos, por supuestamente intentar
organizar grupos violentos con el fin de alterar la vida y desestabilizar el
gobierno. Ni ellos mismos se creen esa mentira. El presidente Daniel Ortega
siempre ha tenido a la Iglesia católica entre ceja y ceja, y más a este obispo
antes mencionado. Pero ¿quién es este obispo a quien el régimen comunista de
los Ortega tiene apresado? Este obispo ha sido muy crítico con el régimen
comunista nicaragüense por su abusos y violaciones a los derechos humanos.
El régimen comunista nicaragüense, por medio
de la institución policial, en una nota de prensa publicada el 5 de agosto,
acusó a las autoridades de la Iglesia católica en Matagalpa, de "utilizar
medios de comunicación y redes sociales para intentar organizar grupos
violentos, incitándolos a ejecutar actos de odio en contra de la población,
provocando un ambiente de zozobra y desorden, alterando la paz y armonía en la
comunidad". Sigue diciendo el comunicado que "tales acciones
tienen el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las
autoridades constitucionales". Así anunció la Policía de Nicaragua que
ya "había iniciado un proceso de investigación, con la finalidad de
determinar la responsabilidad penal de las personas involucradas". Y
también el comunicado agrega que "las personas involucradas se
mantendrán en sus casas". Pero la persecución a este obispo,
sacerdotes y laicos no termina ahí. El régimen comunista nicaragüense ordenó el
cierre violento de por lo menos ocho emisoras católicas de radio.
Pero, sigamos abundando un poco más sobre
este obispo a quien el régimen comunista de los Ortega tiene en esta situación
de persecución. Este sacerdote recibió la ordenación episcopal de manos del
arzobispo de Managua, Mons. Leopoldo Brenes, y fue nombrado obispo ordinario de
la diócesis de Matagalpa por el Papa Benedicto XVI en el año 2011 y asumió como
lema de su escudo episcopal “Hágase en mi según tu palabra”; fue
secretario de prensa y comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Nicaragua
(CEN). Si es verdad que en Nicaragua la llamada "teología de la
liberación" tuvo su auge años atrás, no es menos cierto que este obispo
se ha mantenido al margen de esta y con un discurso combativo contra ella. Hay
que recordar que el Papa san Juan Pablo II, en su momento, condenó esta
corriente teológica por su contenido marxista. Este obispo de Matagalpa fue
quien encabezó los diálogos de negociación y de paz ante el intento de golpe de
Estado que hubo en 2018, donde Ortega se queda en el poder que derivó en un
proceso electoral antidemocrático e ilegal, con muchas detenciones donde ha
estado presente la tortura, las violaciones a los derechos humanos, asesinatos,
etc. Y es en este tétrico escenario donde el obispo asume la vocería y defensa
contra el régimen de los Ortega, porque lo acusaron de haber sido cabeza y
orquestar una revuelta en su contra. Pues parece ser que esta es la causa
principal de esta persecución contra este obispo.
Ahora viene el punto que muchos, - católicos
y no católicos, personalidades de las altas esferas políticas internacional -,
han señalado al Papa Francisco que no se haya pronunciado contra esta persecución
contra la Iglesia católica y sus feligreses. Lo primero que hay que pensar y
tener en cuenta es que la CEN, hasta el día de hoy no se ha pronunciado en el
sentido de hacer un reclamo al santo padre sobre este aspecto. Yo no creo que
el Papa Francisco sea o esté indiferente y ajeno a lo que está sucediendo con
la Iglesia católica en Nicaragua con esta persecución. El silencio del Papa yo
no lo interpreto como un "silencio cómplice ni de miedo ni de
indiferencia". Es ya conocida la expresión del Papa Francisco con
respecto a la persecución religiosa: "Prefiero una Iglesia accidentada,
herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el
encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades"
(Evangelio Gaudium, 49). Es lo que el Papa Francisco ha llamado "Iglesia
en salida". Es una Iglesia que tiene presencia en las periferias. Y es
que la visión del dolor ajeno despierta una mirada más penetrante y sabia.
Por un lado, tenemos que ya algunos obispos,
tanto de Nicaragua como de otros países, así como sacerdotes y fieles laicos,
se han pronunciado en contra de esta persecución y en apoyo a los fieles
cristianos católicos. Los obispos de Cuba, que también han sufrido por décadas
la persecución del régimen castrista, afirman en su comunicado que "los
obispos católicos de Cuba, junto a nuestros sacerdotes, diáconos, vida
religiosa y fieles, oramos y acompañamos con todo el afecto fraterno a la
Iglesia de Dios en Nicaragua". Siguen diciendo que "agradecen
el testimonio de fidelidad a Cristo y a los humildes que están ofreciendo la
comunión que han mantenido en medio de las pruebas y la serena confianza en el
Señor resucitado que están proclamando en estos momentos de cruz".
Así mismo, el arzobispo de la ciudad de
Miami, Mons. Thomas Wenski, se pronunció condenando el "martirio de la
Iglesia", llamando a los católicos a rezar por el obispo de Matagalpa,
que fue secuestrado por la Policía de la dictadura de Daniel Ortega en
Nicaragua.
Tenemos también el pronunciamiento de la
Asociación española de laicos católicos que lanzaron una campaña de denuncia de
la vulneración de la libertad religiosa en Nicaragua, advirtiendo que "todo
lo que está pasando no sale en los telediarios, pero es extremadamente
grave". Hacen también un llamado a la OEA, y a la oficina del Alto
Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos para que "tomen
medidas para poner fin a estas persecuciones, agresiones y movilizaciones de
odio" en Nicaragua. Denuncia también que "los cristianos están
sufriendo en Nicaragua una terrible persecución llena de agresiones y odio, no
solamente a ellos como personas por profesar la fe católica, sino también a las
iglesias y nuestros símbolos; los templos están siendo profanados y destruidos
por fanáticos anticatólicos, destacando que estos ataques están siendo
promovidos por el totalitarismo dictatorial del gobierno nicaragüense y
protegidos por las Fuerzas de Seguridad".
Pero, de los pronunciamientos a favor de los
cristianos católicos nicaragüenses y contra la dictadura de los Ortega, el que
más ha llamado la atención es el publicado por un grupo de 26 exmandatarios de
Latinoamérica y España, pidiendo al Vaticano, en la persona exclusiva del santo
padre Francisco, una defensa más enérgica frente a la persecución de la dictadura
de los Ortega. En este comunicado, los exmandatarios expresan la "preocupación
agravada por lo que acontece en Nicaragua bajo la primitiva dictadura de los
Ortega". Afirman estos exmandatarios que, "luego de perseguir
y criminalizar a los liderazgos políticos y sociales como de cercenar de modo
radical toda la libertad de expresión y de prensa, ahora avanza hacia la
persecución de los líderes episcopales católicos, los sacerdotes y las
religiosas". Dicen además que, "les preocupan que la quema de iglesias
y la salvaje destrucción de las imágenes del culto católico, avanza en una
línea de destrucción de bases sociales y antropológicas que mejor recuerda la
quema de libros judíos, socialistas y pacifistas y de bibliotecas enteras por
los partidarios del régimen nacional socialista alemán en 1933".
Hay que tener cierta reserva de este
comunicado de estos exmandatarios. Porque, lo cierto es que hay que
preguntarnos qué hicieron ellos, en sus respectivos gobiernos, para proteger y
salvaguardar el derecho humano a la libertad religiosa, cuando sabemos que, en
sus gobiernos, también se realizaron fuertes persecuciones a la fe, sobre todo
contra el catolicismo con la vandalización, profanación y quema de templos y no
hicieron grandes acciones para proteger a los que hoy dicen defender. Yo más
bien veo aquí, detrás de este comunicado, una oportunidad política que éstos
saben aprovechar muy bien. Aunque es significativo este pronunciamiento, no
deja de haber un aprovechamiento político detrás del mismo.
Como ya hemos dicho anteriormente, son muchos
los grupos, instituciones y personalidades que le han exigido al santo padre
que se pronuncie contundentemente contra esta persecución del régimen de Daniel
Ortega hacia la Iglesia católica y sus fieles. Se menciona aquí la actitud de "la
prudencia" que ha tenido el santo padre, pero muchos lo han
interpretado quizá erróneamente como "complicidad, miedo e
indiferencia". Ciertamente que un mismo hecho, sea positivo o
negativo, no se ve de manera igual desde dentro que desde afuera. Ya hemos
dicho que la CEN no ha hecho ningún señalamiento al respecto. Lo cierto es que
aquí hay que jugar o tener en cuenta la diplomacia. Cabe preguntarnos si es
obligatorio que el santo padre se pronuncie ante esta atrocidad persecutoria
del régimen de los Ortega, sabiendo de que a lo mejor esto pueda provocar un
endurecimiento o recrudecimiento de la persecución. ¿No interpretaría el
régimen de los Ortega tal pronunciamiento como una injerencia y oportunidad
para justificar más su persecución?
Pero, ya lo que muchos exigían y esperaban,
sucedió. El santo padre Francisco, se ha pronunciado al respecto de esta
situación de persecución del régimen de los Ortega contra la Iglesia católica y
sus fieles. En el rezo del Ángelus del domingo XXI, del tiempo ordinario dijo
que "sigue con preocupación y dolor la situación creada en Nicaragua,
que involucra a personas e instituciones”. Dice el santo padre que de esta
manera "expresa su convicción y deseo que por medio de un diálogo abierto
y sincero se pueden todavía encontrar las bases para una convivencia respetuosa
y pacífica".
En definitiva, no creo que la actitud del
santo padre, su silencio, sea manifestación de miedo, complicidad e
indiferencia. Hay que actuar con prudencia, que no debe ser entendida
precisamente como miedo. Creo que ciertamente el santo padre está muy cerca del
pueblo católico nicaragüense. Esta es una situación que amerita actuar y
moverse con prudencia, sabiduría y discernimiento. Ciertamente, el arma más
poderosa del cristiano es la oración hecha con fe, confiada, humilde y
perseverante. ¡Tiembla el mundo cuando un cristiano cae de rodillas!, decimos
los cursillistas de cristiandad.
Si es verdad que somos una sola familia
espiritual y tenemos que luchar por la unidad, no es menos cierto que, también
desde fuera, debemos de actuar con prudencia. Creo que si el santo padre le
hiciera caso a cada persona, grupo e institución para que hable cuando a ellos
les parece, sería catastrófico, no sólo para la institución religiosa, sino
también para sus hijos amados.
Lo que
están viviendo nuestros hermanos cristianos en Nicaragua en estos tiempos, debe
de ser para nosotros una motivación para seguir fortaleciendo nuestra fe, amor
y confianza en nuestro Señor Jesucristo. Son tiempos difíciles para la vivencia
y testimonio de la fe. Recordemos que san Juan Pablo II calificó a
Latinoamérica como el “Continente de la Esperanza”. Pero ya en la mayor
parte de este se ha ido instalando la ideología política socialista-comunista,
y esto está siendo una gran prueba sobre todo para la fe cristiana católica.
Esta es una guerra espiritual entre dos poderes: el poder de Dios contra el
poder del mundo; el Reino de Dios contra el Reino del mundo; Dios contra
Satanás: "La lucha no es contra sangre y carne, sino contra los
principados, contra las potestades, contra los poderes mundanos de estas
tinieblas, contra los espíritus de la maldad en lo celestial". Se nos
quiere reducir a lo mínimo; se quiere borrar de toda nuestra vida nuestra
imagen y semejanza con Dios; muchos de los hijos de Dios se han revelado contra
él. Estamos transitando el camino de las tinieblas y sólo la luz de Cristo, que
es Cristo mismo, nos llevará a vencer estas tinieblas. Cristo sigue rogando al
Padre celestial para que, al igual que le dijo al apóstol Pedro, nuestra fe no
desfallezca. Nos ha tocado vivir un tiempo de prueba de fe muy difícil, a unos
más que otros. Si esta persecución nos lleva a retornar a las catacumbas, que
así sea. Si tenemos que ser parte de esa Iglesia de los mínimos, que así sea.
Pero Iglesia fiel a Cristo y a su evangelio. Con el apóstol San Pablo digamos: "Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece; y también: "Si Cristo está con
nosotros, ¿quién estará contra nosotros?"