“Jesús se volvió a ellas y les dijo: hijas
de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos”
(Lc 23,28).
Ya el tribunal de lo civil y comercial dio su sentencia
en contra del recurso de amparo que interpuso la pastoral familiar y pastoral
de la salud, de la Arquidiócesis de Santo Domingo, y favoreciendo a la
institución de la sociedad civil, la Ong PROFAMILIA. Como era de esperarse, se
escuchan los tambores del triunfo departe de ésta y de aquellos que la apoyan
en su cruzada de la promoción a través de la publicidad comercial en los medios
de comunicación sobre los anticonceptivos, las relaciones sexuales
independientemente de la edad y del estado civil de la persona, y la promoción
del aborto. Ya lo dice el dicho “no hay peor ciego que aquel que no quiere
ver”. Eso es lo que ha pasado en este caso, sobre todo con todos
aquellos que se sumaron a favor de esta publicidad dañina.
Esta no ha sido una derrota ni de la Iglesia Católica ni
de los “curitas”, como lo dijo un comunicador conocido. Esta es una derrota de
la justicia dominicana y una afrenta a la familia dominicana, de todos aquellos
padres y madres, comunicadores, periodistas, empresarios, profesionales de la
conducta, etc.; que mostrando una mentalidad abierta, o como dicen en ingles,
“open main”, y también de una mal llamada libertad que más bien es libertinaje,
se han dejado confundir. San Agustín dijo: “Sostienen su opinión porque es la propia,
no porque sea la verdadera; no buscan la verdad, sino el triunfo”. Eso
es lo que ha sucedido con esta sentencia: han triunfado pero no han buscado la
verdad. En el diálogo de Jesús con Pilatos, éste no quiso reconocer ni aceptar
la verdad que estaba en frente de él en ese momento. Se cerró a ella. Prefirió
mejor seguir esclavizado a los criterios de este mundo y sus pompas, que aceptar
la libertad y felicidad que Cristo ofrece. Así mismo ha sucedido con estos
grupos que han rechazado la verdad y se han confabulado con los criterios de
esta institución que, aunque lleva el nombre de PROFAMILIA, es lo primero que
no hace. Esta institución que disfraza la mentira de verdad.
Nosotros debemos anhelar siempre no solo ver lo superficial, sino sobre todo lo
verdadero y el motivo original de todo y en todo, y más cuando se trata de la
persona. En este anhelo de luz e iluminación Jesús dice: “yo soy la luz del mundo; el que
me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida”
(Jn 8,12). Se ha preferido una vez más las tinieblas a la luz; se ha preferido
la mentira y no la verdad. Recordemos que las leyes deben hacer el bien a las
personas. Esta fue una causa más donde los enemigos de la Iglesia salieron a la
calle y a los medios; pero no solo es que son enemigos de la Iglesia, es que
son enemigos de las familias, de sus valores y principios.
Queridos padres y madres, son ustedes los que se tienen
que preparar para cuando lleguen esas lágrimas por causa de sus hijos. Son
ustedes los que van a llorar cuando su hijo o hija le diga en su propia cara
que usted no tiene derecho a marcarle a él ninguna pauta de comportamiento;
serán ustedes los que llorarán cuando sus hijos les digan que usted les está
violando sus derechos cuando los corrijan de su mal comportamiento; son ustedes
los que llorarán cuando sus hijos se aparezcan a sus casas embarazados antes de
tiempo, porque de seguro que PROFAMILIA no les brindará ningún apoyo para ello,
más que el aborto, porque a ellos lo único que les interesa es el negocio que está
detrás de todo esto.
Nos animan las palabras de Jesús en el evangelio de san
Juan: “Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del
mundo, como yo no soy del mundo… Santifícalos en la verdad: Tu palabra es
verdad. Por ellos me santifico a mí mismo para que ellos también sean
santificados en la verdad” (17, 14.17.19).
Bendiciones.
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