“Más tú enseña lo
que es conforme a la sana doctrina… Exhorta igualmente a los jóvenes para que
sean sensatos en todo. Muéstrate como modelo de bellas obras: pureza de
doctrina, dignidad, palabra sana, intachable, para que el adversario se
avergüence no teniendo nada malo que decir de nosotros” (Tit 2,1. 7-9).
Desde hace mucho tiempo a los sacerdotes se
les conoce como “curas”, esta palabra lo que hace referencia es a la “cura de
almas”; así como el médico cura las dolencias del cuerpo, el sacerdote ayuda a
curar las dolencias del alma. Esto lo podemos relacionar al cuidado o dedicación
pastoral que debe de ejercer el ministro del sacerdote a favor del pueblo a él encomendado
por Cristo. El ministro del sacerdote está constituido para la atención, el
servicio y el favor del pueblo de Dios, y no es una categoría o rango que lo
hace superior a los demás fieles. Recordemos que este fue uno de los grandes
aportes del Concilio Vaticano II en la visión de la Iglesia como Pueblo de
Dios, es decir, la Iglesia antes de este Concilio se definía a partir de la
constitución jerárquica; era una visión piramidal en donde en la cima estaba la
jerarquía eclesiástica y el resto del pueblo hasta abajo en la base. Pero a
raíz de este Concilio esta pirámide se invirtió y así quedó establecida la
nueva y definitiva imagen de la Iglesia de Cristo que se define entonces a
partir del pueblo y la jerarquía queda ahora en la base. Es decir, la jerarquía
está al servicio del Pueblo de Dios y no al revés.
Esta visión nueva de la Iglesia es lo que ha
llevado a que esta jerarquía se constituya en servidora de ella y se dedique
por entero a su atención pastoral; así ese cuidado pastoral y dedicación por
amor a la iglesia, se convierte en cuidado comunitario más que un cuidado
individualista de personas. Entonces, hay que preguntarse cómo me estoy
preparando para ejercer ese cuidado pastoral que me exige el amor cristiano. Ya
sabemos que el evangelio tiene una dimensión comunitaria más que personal; y
este sentido comunitario del evangelio es el que me tiene que impulsar a fortalecer
y profundizar este celo de atención y dedicación pastoral a favor de todos. El
mismo Señor fue quien mandó a los apóstoles a predicar el evangelio a todas las
gentes de todos los pueblos y tiempos sin excepción; él extendió el deseo, voluntad
y mandato del Padre a su Iglesia y en ella a sus ministros; por eso la
insistencia del Señor de que “nos pongamos en camino”. Así también, los
discípulos de Jesús son convocados a formar parte de un pueblo nuevo,
incorporados al único Cristo. Debido a esto, según el p. Ariel David Busso
“tener el cuidado de la grey no es principalmente el desempeño de un oficio,
algo para hacer. La caridad pastoral se expresa, sobre todo, en lo que se
denomina la identidad sacramental del sacerdote”.
El sacerdote debe por esto configurar toda
su vida a lo que sería el conjunto de la vida espiritual. Así su adhesión a los
valores evangélicos de la pobreza en los bienes confiados, a la santificación
de las horas, el acercamiento a los pequeños y pobres, a la obediencia, a su
abandono a la providencia de Dios, tienen sentido con la dedicación pastoral.
El sacerdote está al servicio de toda la comunidad eclesial y no solo a un
grupito de su elección que esta más en sintonía con sus ideas y visión. En
palabras del apóstol san pablo es que el sacerdote debe “hacerse todo a todos
para ganarlos a todos” (1Cor 9,22). El sacerdote no puede ser electivo en el trabajo
y atención pastoral porque esto empobrecería su ministerio.
Por otro lado, sí es verdad que debe de tener
una preferencia por los más alejados, los más pobres. Pero sin caer en la
exclusividad. Jesús hizo una preferencia por los pobres y marginados, pero su actitud
no fue excluyente sino más bien incluyente. En palabras del Papa Francisco es
que el sacerdote salga a las periferias y deje su acomodamiento; es, si se
quiere, abandonar la postura de los sacerdotes y escribas de la corte de Herodes
que sabían dónde iba a nacer el rey de los judíos, pero ellos no movieron ni un
dedo para ir a adorarlo porque no querían renunciar a sus comodidades. Esto es
tener en cuenta de que el mensaje del evangelio es universal, incluye a todos
al encuentro y experiencia de este amor que sana, libera y salva.
Bendiciones.