miércoles, 13 de enero de 2016

La dedicación pastoral del sacerdote


“Más tú enseña lo que es conforme a la sana doctrina… Exhorta igualmente a los jóvenes para que sean sensatos en todo. Muéstrate como modelo de bellas obras: pureza de doctrina, dignidad, palabra sana, intachable, para que el adversario se avergüence no teniendo nada malo que decir de nosotros” (Tit 2,1. 7-9).



  Desde hace mucho tiempo a los sacerdotes se les conoce como “curas”, esta palabra lo que hace referencia es a la “cura de almas”; así como el médico cura las dolencias del cuerpo, el sacerdote ayuda a curar las dolencias del alma. Esto lo podemos relacionar al cuidado o dedicación pastoral que debe de ejercer el ministro del sacerdote a favor del pueblo a él encomendado por Cristo. El ministro del sacerdote está constituido para la atención, el servicio y el favor del pueblo de Dios, y no es una categoría o rango que lo hace superior a los demás fieles. Recordemos que este fue uno de los grandes aportes del Concilio Vaticano II en la visión de la Iglesia como Pueblo de Dios, es decir, la Iglesia antes de este Concilio se definía a partir de la constitución jerárquica; era una visión piramidal en donde en la cima estaba la jerarquía eclesiástica y el resto del pueblo hasta abajo en la base. Pero a raíz de este Concilio esta pirámide se invirtió y así quedó establecida la nueva y definitiva imagen de la Iglesia de Cristo que se define entonces a partir del pueblo y la jerarquía queda ahora en la base. Es decir, la jerarquía está al servicio del Pueblo de Dios y no al revés.

  Esta visión nueva de la Iglesia es lo que ha llevado a que esta jerarquía se constituya en servidora de ella y se dedique por entero a su atención pastoral; así ese cuidado pastoral y dedicación por amor a la iglesia, se convierte en cuidado comunitario más que un cuidado individualista de personas. Entonces, hay que preguntarse cómo me estoy preparando para ejercer ese cuidado pastoral que me exige el amor cristiano. Ya sabemos que el evangelio tiene una dimensión comunitaria más que personal; y este sentido comunitario del evangelio es el que me tiene que impulsar a fortalecer y profundizar este celo de atención y dedicación pastoral a favor de todos. El mismo Señor fue quien mandó a los apóstoles a predicar el evangelio a todas las gentes de todos los pueblos y tiempos sin excepción; él extendió el deseo, voluntad y mandato del Padre a su Iglesia y en ella a sus ministros; por eso la insistencia del Señor de que “nos pongamos en camino”. Así también, los discípulos de Jesús son convocados a formar parte de un pueblo nuevo, incorporados al único Cristo. Debido a esto, según el p. Ariel David Busso “tener el cuidado de la grey no es principalmente el desempeño de un oficio, algo para hacer. La caridad pastoral se expresa, sobre todo, en lo que se denomina la identidad sacramental del sacerdote”.

   El sacerdote debe por esto configurar toda su vida a lo que sería el conjunto de la vida espiritual. Así su adhesión a los valores evangélicos de la pobreza en los bienes confiados, a la santificación de las horas, el acercamiento a los pequeños y pobres, a la obediencia, a su abandono a la providencia de Dios, tienen sentido con la dedicación pastoral. El sacerdote está al servicio de toda la comunidad eclesial y no solo a un grupito de su elección que esta más en sintonía con sus ideas y visión. En palabras del apóstol san pablo es que el sacerdote debe “hacerse todo a todos para ganarlos a todos” (1Cor 9,22). El sacerdote no puede ser electivo en el trabajo y atención pastoral porque esto empobrecería su ministerio.

  Por otro lado, sí es verdad que debe de tener una preferencia por los más alejados, los más pobres. Pero sin caer en la exclusividad. Jesús hizo una preferencia por los pobres y marginados, pero su actitud no fue excluyente sino más bien incluyente. En palabras del Papa Francisco es que el sacerdote salga a las periferias y deje su acomodamiento; es, si se quiere, abandonar la postura de los sacerdotes y escribas de la corte de Herodes que sabían dónde iba a nacer el rey de los judíos, pero ellos no movieron ni un dedo para ir a adorarlo porque no querían renunciar a sus comodidades. Esto es tener en cuenta de que el mensaje del evangelio es universal, incluye a todos al encuentro y experiencia de este amor que sana, libera y salva.

 

Bendiciones.

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