Ya está publicada la Exhortación
apostólica post-sinodal “Amoris Laetitia” (la alegría del amor en la familia),
que es el resultado del Sínodo sobre la familia que tuvo lugar el año pasado en
la ciudad del Vaticano. Este documento es el resultado de una amplia reflexión
sinodal y papal, fruto de ese pasado Sínodo que tuvo como preámbulo un Sínodo
extraordinario, es decir, que es fruto de dos años de reflexión sobre el tema
de la familia en su situación actual. Ha sido un documento muy esperado, no
solo por los católicos sino también por el resto del mundo ya que generó desde
el principio muchas expectativas y también muchas especulaciones en donde se
esperaba la postura del santo Padre en materia doctrinal y eclesial. Hay que
recordar que este Sínodo sobre la familia, desde el principio se dijo que no
iba a tratar aspecto de la doctrina, sino más bien era en lo referente a los
desafíos pastorales que hoy presenta esta institución humana y cristiana en el
contexto de la nueva evangelización.
Fueron muchas las opiniones que se dieron en
torno a este Sínodo tanto desde el ámbito externo como a lo interno de la
Iglesia. Opiniones muy variadas, hasta de varios cardenales, como lo fue el
cardenal alemán Kasper sobre el tema de la comunión a los divorciados vueltos a
casar. Ya el mismo santo padre había dicho que el tema de la familia es muy
basto y complejo para querer enmarcarlo a un solo aspecto como el ya
mencionado, como si fuera éste el único problema que afecta a la familia.
Fueron muchas las especulaciones y hasta se dieron por seguras una que otra
idea que el santo padre ya había dicho. Hemos dicho en otras ocasiones que una
de las particularidades del Papa Francisco es que él deja que todos opinen y
hablen, pero después él viene con las palabras definitivas al respecto de
cualquier tema que tenga que ver con su magisterio y la doctrina eclesial.
Este documento post-sinodal, podríamos decir
que ha causado mucha “decepción” en muchas personas que pensaron que el santo
padre una vez más pondría en entredicho la enseñanza y doctrina eclesial de más
de veinte siglos; pensaban que en este documento quedaría ya manifestada la
“nueva postura” de la Iglesia Católica con respecto a estos temas; era, por así
decirlo, la “modernización” de la Iglesia, o la nueva postura de una Iglesia Católica
disque anquilosada y atrasada, etc. Pero nada de eso ha sucedido. Lo externado
por el santo padre en este documento es una prueba más de que sigue en
continuidad con el magisterio eclesial de tantos siglos del cristianismo.
Aun así, no han parado, -sobre todo los
medios de comunicación secular y uno que otro católico-, de hacer sus
especulaciones o interpretaciones a conveniencia; han querido o forzado a decir
al Papa lo que no ha dicho o querer hacerle decir al documento lo que no dice.
Se sigue insistiendo en el tema de la comunión a los divorciados vueltos a
casar y se especula que el Papa ha dado el permiso para que esto pueda ser
posible. Pero la realidad es que en ninguna parte del documento dice tal cosa.
El santo padre reitera la doctrina eclesial al respecto de este tema. Esta
exhortación apostólica es un documento muy extenso, consta de nueve capítulos:
1- a la luz de la palabra; 2- la
realidad y desafíos de la familia; 3- mirando a Jesús: vocación de la familia;
4- el amor en el matrimonio; 5- amor que se vuelve fecundo; 6- perspectivas
pastorales; 7- fortalecer la educación de los hijos; 8- acompañar, discernir e integrar
la fragilidad y 9- espiritualidad matrimonial y familiar. Por lo cual el mismo
Papa invita a que sea leído con pausa y discernimiento. Dice el Papa en el no.
2: “los debates que se dan en los medios
de comunicación o en publicaciones, y aún entre ministros de la Iglesia, van
desde un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión o
fundamentación, a la actitud de
pretender resolver todo aplicando normativas generales o derivando
conclusiones excesivas de algunas reflexiones teológicas”.
Es compleja la situación de la familia actualmente.
Esto lleva a la Iglesia a estar buscando constantemente nuevas formas o maneras
de cómo responder a estas problemáticas sin que esto quiera decir que tiene que
traicionar la enseñanza evangélica y eclesial de más de veinte siglos. El santo
padre invita y nos recuerda como una propuesta para las familias cristianas,
que las estimule a valorar los dones del matrimonio y de la familia, a sostener
un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad
y la paciencia.
No esperemos más. Leamos con fe y desafío
esta exhortación para que juntos busquemos y logremos fortalecer esta
institución fundamental de la sociedad y los retos pastorales que nos presenta.
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