Actualmente
nos hallamos en un momento histórico en el que, bajo la influencia de la
corrección política marcada por la opresión de la imperante ideología de
género, expresiones como hombre, mujer, padre, madre han perdido su sentido
teológico-antropológico y se encuentran vacías de contenido, borradas por una
idea de identidad absoluta e intercambiabilidad entre los sexos que lo inunda
todo, desde la educación en las escuelas, hasta el contenido de las leyes.
El intento de vivir sin una identidad, masculina o femenina, está provocando frustración,
desesperación e infelicidad entre muchas mujeres y hombres incapaces de ir en
contra de su propia esencia. Hay una fuerte y profunda crisis de identidad en
la sociedad contemporánea en los países más desarrollados, pero esta crisis ya
ha llegado y se está instalando en las sociedades llamadas del tercer
mundo.
Lo primero que tenemos que saber es qué es
una ideología: “conjunto de ideas (cerradas) fundamentales que caracteriza el
pensamiento de una persona, una colectividad o época, y tiende a conservar o transformar el sistema social,
económico, político o cultural existente”. La ideología es una herramienta de
control social para despojar al ser humano de su libertad, transformándolo en
parte de una masa manipulable. Ahora, ¿qué es la ideología de género?: “es un
sistema de pensamiento cerrado que defiende que las diferencias entre el hombre
y la mujer, a pesar de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una
naturaleza fija, sino que son unas construcciones meramente culturales y
convencionales, hechas según los roles y estereotipos que cada sociedad asigna
a los sexos”. Dicho en otras palabras, el sexo es algo accidental. El Papa
Benedicto XVI, refiriéndose a esta filosofía de género, dijo: “el sexo ya no es
un dato originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar
personalmente de sentido… El hombre niega tener una naturaleza preconstruida
por su corporeidad, que caracteriza al ser humano. Niega la propia naturaleza y
decide que ésta no se le ha dado como hecho preestablecido, sino que es él
mismo quien se la debe crear”. La raíz de esta ideología es la filosofía
nietzscheana: “todo está conformado por nuestra voluntad; por lo que la
realidad es obra de cada cual; hemos matado a Dios y ahora sólo quedamos
nosotros. Nada nos puede determinar: sólo yo decido quién soy y lo que soy.
Pero nuestra voluntad no es voluntad de existir, sino es voluntad de poder, de
prevalecer”. ¿Por qué utilizan la palabra género en vez de sexo? Porque el término
sexo hace referencia a la naturaleza, e implica dos posibilidades, varón y
mujer; mientras que el término género procede de la lingüística y permite tres
variaciones, -masculino, femenino, neutro, y muchas más. No existe sexo, sino
género: roles adquiridos.
La ideología de género busca transformar,
reinventar, reconstruir lo natural, no lo artificial. Es una ideología
totalmente antinatural. En todo esto subyace un interés económico e ideológico.
También se puede decir que la “ideología de género” es, en sentido
estricto, ideología política, que tiene
como objeto la conquista del poder por parte de la mujer. Sus más versados
exponentes son Carl Marx, Sigmun Freud, Jean Paul Sartre, Michael Foucault,
Jacques Derridá, Simón de Beauvoir. Éstos pretenden destruir o deconstruir la
misma feminidad porque la mujer, -como categoría-, es un invento de los
varones. Prima la cultura sobre la naturaleza. Simón de Beauvoir destruyó la
maternidad; Frida el trabajo de ama de casa; Derridá el comportamiento sexual de
la mujer; la nueva identidad alemana de la ideología de género quiere destruir
hasta la misma identidad femenina, porque el género (lo sexual) es
performativo: es algo que se va haciendo a lo largo de toda la vida y que
depende de la voluntad del sujeto. No existe identidad sexual definida,
normativa. El sujeto se define a partir de su práctica sexual, que es acción
política: practicar el sexo es practicar la política: no hay normalidad sexual
y la acción política liberadora consiste en la elección libre de la identidad
de género, permanentemente cambiante. Hay que redefinir la sexualidad: el
binomio heterosexual-homosexual es una producción homofóbica; así como el
binomio hombre-mujer es una producción sexista.
Quienes defienden y promueven esta ideología
parten de la base de que no existe una ley natural. El sexo, según esta
ideología, no es algo que venga dado por la naturaleza o por Dios, sino que es
más bien una opción de la persona. Lo que determina el género es la educación.
De aquí sale el que para éstos es más conveniente hablar de “genero” que de
sexo, porque lo que cuenta es el género humano, mientras que el sexo cada uno
lo construye o decide voluntariamente a cual pertenece o quiere pertenecer:
puede cambiar voluntariamente de sexo cuantas veces quiera; no es necesario que
se opere o haga tratamientos con una repercusión física; simplemente basta que
exprese esa voluntad y se le tiene que reconocer hombre o mujer en función de
lo que la persona manifieste. Es decir, es una autoconstrucción de la persona y
no es algo que venga dado. Es de Simone de Beauvoir, en su obra “El segundo
sexo” (1949), la frase “mujer y hombre no se nace, sino que se hace”.
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