miércoles, 21 de septiembre de 2016

El drama de la Homosexualidad (1a. parte)


  ¿Qué nos dice las Sagradas Escrituras al respecto? Gen 19,1-29: “destrucción de Sodoma y Gomorra: Lot hospeda a dos hombres en su casa, y los aldeanos quieren abusar de ellos…” Lev 18,22: “no te acostarás con varón como con mujer: es abominación”; Rm 1,24-27: “Dios los entregó a sus pasiones infames, sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza. Igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrazaron a sus deseos de unos por otros, cometiendo infamia de hombre con hombre…”; 1Cor 6,10: “no heredarán el Reino los ladrones, avaros, borrachos, ultrajadores, explotadores, adúlteros, afeminados, homosexuales…”; 1Tm 1,10: “la ley ha sido instituida para los prevaricadores, impíos, pecadores, irreligiosos, adúlteros, homosexuales, mentirosos…”

  La homosexualidad la podríamos calificar como un fuerte drama, es decir, la persona homosexual sufre mucho, y quien conozca o tenga contacto con alguna de estas personas, sabe o tiene que darse cuenta de que tiene que asumir una actitud de comprensión y aprecio muy especiales por ellas. Tenemos que ser capaces de comprender el dolor y sufrimiento por el que transitan estas personas.

  La homosexualidad se puede superar. Pero no es fácil. La medicina ha avanzado mucho, y hay abundante experiencia clínica de que la homosexualidad se puede superar con una terapia adecuada. El sicólogo holandés Gerard van der Aardweg, que tiene una experiencia de más de veinte años trabajando con la homosexualidad y homosexuales, afirma que el homosexual tiene instintos heterosexuales, pero que suelen ser bloqueados por su convencimiento homosexual. Por eso, la mayor parte de los pacientes que lo desean verdaderamente, y se esfuerzan con perseverancia, mejoran en uno o dos años, y poco a poco disminuye o desaparecen sus obsesiones homosexuales. Dejarse llevar por estos impulsos homosexuales produce angustia aún más grande, pues lleva una vida de profundos desequilibrios afectivos, disfrazados quizá por una satisfacción aparente, pero que acaba conduciendo a una mayor desesperanza y un mayor deterioro psíquico.

  La iglesia católica les anima a asumir la cruz del sufrimiento y de la dificultad que puedan experimentar por su condición, es decir, esa cruz es la castidad: un sacrificio que les proporcionará como beneficio una fuente de auto donación que los salvará de una forma de vida que los amenaza continuamente con destruirlos. La actividad homosexual impide la propia realización y felicidad, porque es contraria a la naturaleza. En los casos más graves quizá no sean aptos para el matrimonio, pero siempre son aptos para amar –de otra manera- a los demás, y así pueden vivir incluso con un amor mayor que el que reina en muchos matrimonios.

  Hay quienes dicen y hasta afirman que la homosexualidad tiene un origen genético. Esto es falso. Por lo menos hasta el día de hoy la ciencia no lo ha demostrado. Hace un tiempo atrás se habló del gen de la homosexualidad, pero esto fue desmentido por la misma ciencia. Graig Venter, fundador de una de las compañías más punteras de la investigación genética dijo: “no tenemos genes suficientes para justificar la noción de un determinismo biológico, y es altamente improbable que puedan existir genes específicos sobre el alcoholismo, la homosexualidad o la agresividad. Los hombres no son prisioneros de sus genes, sino que las circunstancias de la vida de cada individuo son cruciales en su personalidad”. La homosexualidad no es genética, sino sobrevenida.






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