miércoles, 14 de septiembre de 2016

La anulación del hombre


Hace ya un tiempo atrás, la humanidad viene experimentando uno de los más nefastos problemas que está contribuyendo a que el hombre cada vez más se sienta y viva en un mundo más aislado. Esto puede parecer contradictorio, ya que, estamos en lo que muchos han llamado la era de las comunicaciones. Pero lo cierto es que a pesar del avance de las comunicaciones, el hombre hoy en día está más aislado que hace unos años atrás. El hombre de hoy, por culpa de este avance tecnológico, ya no conversa. Esa capacidad de la cual Dios nos dotó ha mermado mucho en nuestra cotidianidad. Si algo hay que caracteriza al ser humano y lo hace diferente a los demás seres vivientes, es su capacidad de poder comunicarse, poder hablar, poder conversar. Eso lo vemos tan claro en el mismo relato de la creación cuando Dios, después de crear todas las cosas, no puede entrar en relación con la creación y es entonces cuando crea al ser humano y lo dota de la capacidad necesaria para poder relacionarse con él y, a través de él, con el resto de la creación. Pero hoy  esto ha cambiado. Volvemos a recalcar que el hombre de hoy ya no conversa, no dialoga, no se comunica con el otro cara a cara. Todo hoy lo hace por medio de la tecnología. Es como si le tuviera miedo al otro y no quiere verle a los ojos.

  Etimológicamente, la palabra “conversar” significa “dar vueltas en compañía”. Dar vueltas a todo lo que pasa y hay a nuestro alrededor; a todo lo que nos encontramos en nuestro camino, empezando por uno mismo y llegando al otro. Mirar, observar la novedad de lo que nos regala cada día desde que nos levantamos de la cama; observar con detenimiento el transcurrir de nuestro día a día. Conversar nos permite celebrar la vida, meternos en ella con un entusiasmo tal que nos conduzca a inquirirla en todo su misterio. El conversar nos conduce a ir descubriendo nuestra propia alma así como la del otro. Pero, ¿será esto posible en este mundo tan tecnológico en donde los instrumentos han sustituido el diálogo, la conversación cara a cara entre las personas? Hoy es difícil encontrar o escuchar a los hijos preguntarle a sus padres cómo se conocieron, cómo se enamoraron, etc. Las familias de hoy, muchas de ellas ya no conversan, no dialogan; no hay tiempo para fomentar o profundizar en el conocimiento y acercamiento del otro. Hoy la humanidad está sometida a un fuerte aceleramiento de vida que no hay espacio para el compartir, para el diálogo, para la conversación. Se llega tarde y muy cansado del trabajo y solo hay tiempo para tirarse a la cama y cerrar los ojos y entregarse a los brazos de Morfeo, y la persona que está a nuestro lado, bien gracias.

  De la conversación se llega al conocimiento y del conocimiento al amor. La conversación nos lleva también a la amistad. En estos tiempos, a diferencia de años atrás, los vecinos no se conocen; cada quien sabía y conocía las familias que vivían a su alrededor. Pero hoy esto ya no es así en muchos casos: hoy muchas familias, muchos hogares, viven en el anonimato total. Hoy muchos vecinos no conversan; son extraños a pesar de vivir unos al lado de los otros. A penas en muchos solo se cruzan unas palabras casi obligatorias de buenos días y ya.

  Para muchos, el ritmo de vida que llevamos es un total absurdo. Vamos masificados por las calles, cada quien en su propio mundo, en total aislamiento. Basta con mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta de que muchos andan con sus aparatos en los oídos o caminando por las calles con la vista fija en su móvil y tropezones van y vienen, ya sea con los pies o con otras personas, pero esto no nos inmuta. Llegamos a la oficina o al restaurante y lo primero que acomodamos son nuestros aparatos tecnológicos para estar pendientes si nos llaman o si nos mandan mensajes para inmediatamente responder y hundirnos en ellos mientras en frente de nosotros esta como si nada la otra persona como si se estuviera viendo en un espejo.

  No caben dudas, nos estamos anulando como personas. Nos estamos aislando cada vez más. El hombre de hoy le cuesta conversar con los demás y consigo mismo. El hombre de hoy no es capaz de adentrarse en su interior en una actitud de conversación para encontrarse con su hacedor que dijo que si le abren la puerta, su Padre y él vendrán y harán su morada en su corazón. Pero ¿cómo será posible esto, si la criatura no es capaz de conversar con su Creador? Hoy es más fácil tener un amigo virtual, una fe virtual, que una verdadera amistad que se funda nada más y nada menos que en los lazos del amor inquebrantable con que Dios nos ha creado para que le amemos a Él, amemos a los demás y nos amemos a nosotros mismos.



Bendiciones

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