Cuando echamos una mirada a
nuestro alrededor, nos damos cuenta de que los signos de descomposición no son
pocos; vemos cómo se propaga el mal, las dificultades, las malas costumbres y
los malos hábitos, la corrupción, la frivolidad, la banalidad. Pero lo que más
llama la atención de todo este panorama, es ver cómo estas conductas que están
anulando y deshumanizando a la persona, se presentan como leyes en nuestras
sociedades. Ante este panorama, es interesante la visión que plantea el
arzobispo de Los Ángeles Monseñor José
Gómez, para que tengamos una idea ante el realismo que estamos viviendo, y para
que tengamos un sano optimismo y no nos dejemos dominar por el miedo o temor de
quedarnos encerrados en nuestros templos o en una vivencia religiosa meramente
privada y así no dar cumplimiento al mandato de Jesús de ser anunciadores de su
evangelio a todo el mundo. Ante lo que ha sucedido en estas últimas semanas en
los EE. UU. , con los asesinatos de policías y aprobación de leyes
anticristianas, el arzobispo dijo: “ante las tragedias recientes podemos ver
señales de que nuestro tejido social se está fracturando. Los que moldean y
gobiernan las acciones de la sociedad han desarrollado una hostilidad hacia la
religión y hacia los valores tradicionales de la familia; con una insistencia
cada vez mayor vemos que están utilizando la fuerza bruta de la ley, -leyes
impuestas de espaldas a la sociedad-, para imponer sus puntos de vista y negar
los derechos fundamentales de los que no estamos de acuerdo con ellos”.
No podemos negar que estamos atravesando en
nuestros países un momento histórico en el que el compromiso de los cristianos
en la esfera pública es más necesario que nunca. Los cristianos, - seamos católicos,
protestantes u ortodoxos-, debemos poner entre paréntesis nuestras diferencias
y cooperar para ofrecer respuestas auténticas a un occidente cada vez más
extraviado y desesperanzado.
En nuestra sociedad estamos asistiendo a un
enfrascamiento cada vez más profundo contra esta mentalidad nihilista y
deshumanizadora del hombre con estas legislaciones que nos quieren imponer bajo
el manto de unos “falsos derechos”, y vemos cómo grupos se abanderan con estas
nuevas ideologías que no es más que la destrucción de la población y por lo
tanto, destrucción de la vida humana ejemplificada en la eliminación de los más
indefensos, como lo es el niño por nacer. Y es que la moda dominante del
relativismo detesta la doctrina y las posiciones del cristianismo.
Nos parecen acertadas las palabras del actor
mexicano Cantinflas, en su película Su Excelencia, que dijera en un discurso a
la asamblea de representantes de los países del mundo, lo siguiente. “Estamos
pasando un momento crucial, en que la humanidad se enfrenta a la misma
humanidad. Estamos viviendo un momento histórico en que el hombre, científica e
intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo… No considero justo
que la mitad de la humanidad, sea la que fuere, quede condenada a vivir bajo un
régimen político que no es de su agrado por el simple voto de uno solo. Por eso
no votaré por ninguno de los dos bandos: los procedimientos de los colorados
(socialistas) son desastrosos, y los procedimientos de los verdes (capitalistas)
tampoco son de lo más bondadosos que digamos. Para mí, todas las ideas son respetables,
aunque sean ideítas o ideotas, aunque no esté de acuerdo con ellas. Lo que
piense cada quien no impide que seamos buenos amigos. Todos creemos que nuestra
manera de vivir, pensar, caminar, etc. es la mejor y queremos imponerle el
chaleco a los demás; tan fácil que sería la existencia si tan solo respetásemos
el modo de vivir de cada quien. Hace cien años ya lo dijo una de las figuras más
humildes y grandes de nuestro continente “el respeto al derecho ajeno es la
paz” (Benito Juárez). No podemos volarnos la barda de las ideas, porque el día
que pensemos igual dejaremos de ser hombres para convertirnos en máquinas…
Hablan de la libre determinación de los pueblos, y sin embargo hace tiempo que
oprimen a los pueblos sin permitirles que se den la forma de gobierno que más
les convenga; cómo podemos votar por un sistema que habla de dignidad y acto
seguido atropella lo más sagrado de la dignidad humana que es la libertad de
conciencia eliminando o pretendiendo eliminar a Dios hasta por decreto. Los
capitalistas hablan de paz y cosas muy bonitas, pero a veces pretenden imponer
su voluntad por la fuerza del dinero. Ustedes también han sucumbido ante el
materialismo; se han olvidado de los más bellos valores del espíritu pensando solo en el negocio… Debemos de
pugnar para que el hombre piense en la paz. Ayúdennos respetando nuestras
costumbres, creencias, dignidad como seres humanos y personalidad como naciones,
por pequeños y débiles que seamos. Practiquen la tolerancia y la fraternidad,
que sabremos corresponderles, y no nos traten como peones en el tablero del
ajedrez en la política internacional, no como clientes ni ratones de
laboratorio, sino como seres humanos. En nuestro mundo debe reinar la buena
voluntad y la concordia, si tan solo rigiéramos nuestras vidas por las palabras
de Jesús: “amaos los unos a los otros”. Pero hemos entendido mal, y confundimos
los términos, y lo que hemos hecho es armarnos los unos contra los otros.”
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