El pasado mes de abril, -justamente en semana
santa-, que para nosotros los cristianos católicos es de importancia
trascendental, como lo es el Santo Triduo Pascual y el Domingo de Resurrección,
el catolicismo fue objeto, o más bien, víctima de dos horrendos acontecimientos
que marcan o alimentan más lo que es la persecución a la que hace mucho tiempo
atrás nos han sometido, sobre todo, en la Europa cristiana que, cada vez más se
está descristianizando. Y todo esto debido a un plan muy bien orquestado por
grupos poderosos económica y políticamente; así como por una parte radical de
los musulmanes, apoyados e impulsados por organismos internacionales que se han
dado a la tarea de someter a la Europa cristiana en un proceso profundo y
continuo de descristianización. Se han puesto como meta romper, destruir todo
vestigio de cristiandad en el viejo continente, porque es el gran obstáculo que
tienen estos grupos y organismos para imponer su agenda globalista-mundial del
tan llamado Nuevo Orden Mundial. El papa Francisco ya ha dicho en reiteradas
ocasiones una verdad que está en nuestras narices: “hoy en día, en estos
tiempos modernos, -en este siglo XXI-, la persecución religiosa contra los
cristianos es más fuerte que en los primeros tiempos del cristianismo. Hoy en
día, hay más mártires por la fe, que en los primeros años del cristianismo”.
Hay una
acción muy marcada por acabar, borrar las raíces cristianas de occidente.
Estamos en una guerra espiritual, una guerra entre el bien y el mal. Es el
poder mundial que quiere destruir el cristianismo. Hay quienes que, viendo este
tétrico panorama, piensan a lo mejor que es difícil, por no decir imposible,
que el bien pueda vencer al mal. Hay una realidad que nuestros políticos no
quieren ver, o se hacen los desentendidos; que más bien la fomentan, y es esa
actitud de colaborar, por sus mezquinos intereses grupales,
políticos-partidarios de socavar los cimientos cristianos de nuestros países
para dar paso a toda una serie de medidas y de grupos anti cristianos, con sus
creencias, costumbres, cultura, y fomentando con ello un multiculturalismo que
borra las identidades de los pueblos para querer convertirnos en “ciudadanos
del mundo”. Este lenguaje chabacano y manipulador que ya están fomentando y
exportando a los demás países desde la sede de este poder global que es la ONU.
Y es
que nuestra fe cristiana, una de las enseñanzas que proclama es “hacer el bien,
orar y amar a nuestros enemigos”. Pero es que también este buenismo nos ha
llevado a muchos a no ver la realidad. Es decir, muchos de nosotros creemos que
los demás, los que no son cristianos y que profesan otra creencia religiosa,
son también practicantes de esta enseñanza, ¡y no es cierto! Bien dicen muchos
que “los cristianos somos el enemigo perfecto”, ya que, mientras a nosotros nos
atacan con bombas y persecuciones de todo tipo, nosotros les respondemos con
oraciones; pero no tratan así a otros creyentes religiosos, por ejemplo, los
musulmanes. La realidad es que estos grupos quieren y están destruyendo la institución
familiar natural fundada en el cristianismo. La cultura occidental-cristiana,
está sufriendo un ataque directo al corazón de nuestras tradiciones, cultura,
creencias, valores, principios e identidad. Hay un grupo muy específico que se
sabe y se le señala que está detrás de toda esta agenda discriminatoria y de
persecución contra el occidente cristiano, y son los grupos de izquierdas
radicales o marxistas, donde se incluye también la rama feminista de izquierda
marxista que, encabezan una lucha sin sentido de una guerra de la mujer contra
el hombre. Estos grupos hablan mucho y exigen a los demás que sean tolerantes,
pero ellos a su vez no lo son; esta actitud contradice la enseñanza evangélica
de “trata a los demás como quieres que te traten a ti”.
Volviendo
a los hechos que mencionamos al principio de este escrito, hay algunos críticos
y analistas, sobre todo del ámbito religioso, que han advertido y señalado,
-por estos hechos, sobre todo el acto terrorista de Sri Lanka-, que este 2019
será “el año más sangriento para los
cristianos”. El tema del incendio de la catedral de Notre Dame ya hay indicios
de que fue un hecho provocado. Hay analistas, expertos en arquitectura que han
dicho que esa estructura de la catedral está hecha para resistir esos tipos de
siniestros; hay otros que, según las investigaciones, han encontrado el químico
que se conoce como “nano termitas”. Apunta todo esto a un plan dirigido por las
logias masónicas para convertir la catedral en una especie de museo público o
plaza pública, quitándole así todo el significado de lo religioso. Sumémosle a
esto más de 1,200 atentados terroristas registrados en Francia en el 2018
contra los templos cristianos,
específicamente contra los católicos. De los atentados terroristas en los
templos cristianos en Sri Lanka, la rama radical del ISIS se adjudicó el mismo
disque en represalia por el atentado de hace unas semanas atrás en una mezquita
en Nueva Zelanda llevado a cabo por un supremacista blanco que asesinó con
ametralladora a más de cincuenta fieles musulmanes. ¡Éstos les cobraron a los
cristianos aquella barbaridad! Se estima el número de muertos en unos 300 y más
de 500 heridos, en un país donde la población cristiana representa el 7%; entre las víctimas fatales,
habían unos niños que estaban celebrando su primera comunión. Esto nos recordó
el asesinato del obispo san Arnulfo Romero que fue asesinado mientras presidia
la eucaristía. Se resalta de este atroz hecho que, varios líderes mundiales,
entre ellos el ex presidente estadounidense Barack Obama y la ex candidata a la
presidencia de los EE.UU., la demócrata Hillary Clinton, que se refirieron al
hecho lamentando la tragedia de esos “adoradores de pascua”. Es decir, estos
líderes políticos ni siquiera se refirieron a estas víctimas como “cristianos”.
Por otro lado, el gobierno de Sri Lanka estaba advertido de que había la
posibilidad de este atentado terrorista y no hizo absolutamente nada para
evitarlo. Se puede decir que fue cómplice de esta matanza.
Con
este acto terrorista aprendemos que, para ser testigo cristiano no hace falta
morir en un espectáculo público; porque el martirio es imitación de Cristo y
anticipación del cielo. Definitivamente, estos hermanos mártires son el
verdadero rostro de la Iglesia de Cristo.
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