El papa
san Juan XXIII, en su carta encíclica Madre
y Maestra (Mater et Magistra), de 1961; nos dice que la Iglesia Católica
fue fundada por Jesucristo para que, en el transcurso de los siglos encontraran
su salvación, con la plenitud de una vida más excelente, todos cuantos habían
de entrar en el seno de aquélla y recibir su abrazo (n.1). Y ya el papa san
Pablo VI nos insistirá en su carta encíclica El Anuncio del Evangelio (Evangelii Nuntiandi), que la Iglesia
existe para evangelizar. Por lo tanto, la misión de la Iglesia de Jesucristo es
procurar la salvación de las almas.
Pues
teniendo en cuenta estas enseñanzas de estos santos papas, tenemos la agradable
noticia de que ha llegado a nuestro país, concretamente a nuestra Arquidiócesis
de Santo Domingo, el apostolado dedicado al trabajo evangelizador para personas
con atracción al mismo sexo (PAMS), llamado Courage.
Este apostolado nació por inspiración e iniciativa del sacerdote norteamericano
John Harvey, osfs; en los Estados Unidos de Norteamérica. Este apostolado es un
modelo que ha dado resultados exitosos para la atención pastoral de personas
con atracción al mismo sexo. Es bueno saber además que, este no es el único
apostolado que existe dentro de nuestra Iglesia que se dedica de manera
especial a estos hermanos en la fe; existen otros como Dignity en los Ángeles, CA. También es bueno saber que estos apostolados
eclesiales cuentan con el aval o aprobación de nuestra alta jerarquía, comenzando
por los últimos pontífices. En unos países ya tienen una larga trayectoria de
experiencia pastoral, y en otros, como es nuestro caso, apenas se iniciará formalmente,
-con la aprobación del arzobispo-, dicho trabajo eclesial.
Es
bueno resaltar que este trabajo pastoral con estos hermanos en la fe, no es una
novedad en el sentido de que es iniciativa de algunos fieles católicos. Esta
enseñanza está ya desde hace varias décadas atrás establecida por nuestra
Iglesia como parte de la doctrina y enseñanza cristiana: recordemos que una
cosa es el pecador y otra es el pecado; que Dios nuestro Padre, ama al pecador,
pero rechaza el pecado; que Cristo vino a sanar a los enfermos (pecadores) de
la enfermedad del pecado y hacerlos participes de la salvación. Es la persona
la que hay que sanar, liberar y salvar de la esclavitud del pecado.
El
documento de la Congregación para la Doctrina de la fe, -la Declaración Persona
Humana-, y la carta a los obispos de 1986, -sobre la atención pastoral a las
personas homosexuales-, así como el Catecismo de la IC, se insta a la
responsabilidad de toda la comunidad eclesial en la acogida y seguimiento de
estas personas: “Esta Congregación anima
a los obispos para que promuevan en sus diócesis una pastoral que, en relación
con las personas homosexuales, esté plenamente de acuerdo con la enseñanza de
la Iglesia”. Se exhorta así a los cristianos a acoger a estos hermanos con
amor y respeto, y apoyarlas en su vida de fe. Por eso, nuestro arzobispo, dando
cumplimiento a este requerimiento de la Iglesia y necesidad pastoral, ha
nombrado un delegado pastoral para este específico sector de la población y ya
se ha empezado a trabajar en los lineamientos pastorales de la misma.
El apostolado
Courage va dirigido concretamente
para personas con AMS que quieran vivir su fe católica de acuerdo a las
enseñanzas del evangelio y de la sana doctrina eclesial en una vida de
castidad. Pero también existe al mismo tiempo el apostolado EnCourage, que va destinado al acompañamiento
para las familias de estas personas que también necesitan de esta ayuda
pastoral, espiritual y profesional para la aceptación de sus familiares con
AMS. Ya el mensaje pastoral de la Conferencia Episcopal Norteamericana de
octubre de 1997, titulado: “Siguen siendo
nuestros hijos. Mensaje pastoral de los obispos estadounidenses a los padres
con hijos homosexuales”; exhortan a los padres católicos a acoger y amar a
sus hijos homosexuales y recuerdan a los ministros de la Iglesia su obligación
de escuchar y acercarse a estas personas. El documento insiste en la
responsabilidad de toda la comunidad en la acogida de los hermanos homosexuales,
así como el derecho de éstos, -siempre que su vida resulte coherente con la
doctrina moral de la Iglesia-, a ser acogidos en la comunidad e incluso a ejercer
labores de guía y responsabilidad dentro de ella: “La comunidad cristiana debe comprender y atender pastoralmente a los
hermanos homosexuales. Estos deben desempeñar un papel activo en el seno de la
comunidad cristiana; tienen derecho a ser acogidas en la comunidad, a escuchar
la Palabra de Dios y beneficiarse de una atención pastoral. Las personas homosexuales
castas deben tener la posibilidad de guiar y servir a la comunidad”.
En hora
buena, sea bienvenido este apostolado a nuestra Iglesia arquidiocesana, así
como a todos agentes de pastoral que tomarán parte en el mismo. Hemos de
desearles que la gracia de Dios les guíe e ilumine en tan laborioso y necesario
trabajo pastoral de nuestra Iglesia: “Hay
más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y
nueve justos que no necesitan arrepentirse”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario