“Pero, ten por seguro que, si te olvidaras del
Señor, tu Dios, y, marchando tras dioses extraños, le rindieras culto y te prosternaras
ante ellos, te aseguro hoy en su presencia que perecerás irremisiblemente; de
la misma manera que las naciones a las que el Señor ha hecho perecer ante su
vista: así perecerán por no haber escuchado la voz del Señor, su Dios” (Dt
8,19-20).
Etimológicamente,
la palabra “esquizofrenia” viene del vocablo griego “schizein”, que significa
“dividir, escindir, hendir, romper”; y de “phren” que significa “entendimiento,
razón, mente”. Es decir que, la esquizofrenia es “la división, el rompimiento
de la mente, del entendimiento, de la razón”. Y en cuanto a su definición, la
esquizofrenia es un grupo de enfermedades mentales que se caracterizan por
alteraciones de la personalidad, alucinaciones y pérdida de contacto con la
realidad; también como un trastorno que afecta la capacidad de una persona para
pensar, sentir y comportarse de manera lúcida. El esquizofrénico pierde el
contacto con la realidad. Si aplicamos estas palabras a la humanidad, podríamos
decir que, ciertamente, ésta está padeciendo un fuerte trastorno esquizofrénico
ya que, nos están llevando a una especie de rompimiento, de división de la
razón y así hacernos caer en una pérdida de contacto con la realidad y
comportarnos de una manera desorganizada.
Pero
esta esquizofrenia no nos ha caído del cielo ni ha aparecido de repente en
nuestro camino. Esta aparición es más bien causada por alguien o algunos poderosos
que han venido empujando, sino a toda la humanidad, sí a gran parte de ella, y
como consecuencia, así el resto se va contagiando de la misma; dicho más
gráficamente, es como que están llevando a la humanidad a ponerla entre la
espada y la pared. Hay quienes dicen que, más que una enfermedad mental, lo relacionan
más a una enfermedad del alma. Y es que, como bien sabemos, los seres humanos somos
una composición o unidad de alma y cuerpo, materia y espíritu. Se habla de alma
humana y alma animal; el alma como el “aliento” de vida. El alma humana procede
de Dios, es propiedad de Dios. En el libro del génesis leemos que, después de
haber creado al hombre del barro, Dios insufló en sus narices el “aliento” de
vida a esa materia. Pero, también es importante tener en cuenta que, los seres humanos,
a diferencia de los demás seres vivientes, también tenemos “espíritu”. Es
decir, el alma es el aliento de vida, pero el espíritu es el que nos da la
posibilidad de relacionarnos con el trascendente, con Dios. Podríamos decir que
no basta el alma para salvarnos, sino que es necesario tener el Espíritu. Y
éste es el que los cristianos recibimos cuando somos bautizados.
La
persona que vive en esa constante y permanente separación de su alma para con
lo trascendente (llámele, Dios, Alá, Buda, Cristo, etc.); corre el riesgo de,
al mismo tiempo, relacionarse con otro u otros sustitutos del ser trascendente.
Y es que el hombre, por más que quiera, no puede vivir sin Dios o sin un
sustituto de Dios; tiene o tendrán siempre su o sus pequeños dioses. El hombre
que se aparta de Dios ya sea porque no le interesa, por indiferencia o ateísmo,
sólo le queda el puro intelecto; pero este es limitado.
Las
causas de la esquizofrenia no están del todo identificadas con exactitud. Hay autores
que señalan unas causas colectivas, como son las drogas narcóticas, alcohol,
los medios de comunicación, -con su línea de desinformación y manipulación-, la
industria del entretenimiento (cine, música), adoctrinamientos; otra de las
causas colectivas que está contribuyendo a esta esquizofrenia es la migración
masiva ilegal que está encaminada a lo que algunos han calificado como el
“suicidio étnico” de los pueblos, es decir, que no existan las razas. Y he aquí
algo contradictorio: estos grupos de la nueva izquierda no quieren que haya
razas, pero sí denuncian el racismo. Esta esquizofrenia, quien o quienes la están
provocando es porque algún interés busca con ello, como si buscaran el
propósito de desarticular, desarmar la sociedad humana; volverla una especie de
rompecabezas en el que las fichas se pondrían medalaganariamente por el
armador. ¿Qué es lo que le da al hombre la fortaleza como ser humano? Pues la
familia. Y esta es la principal fortaleza que estos re-ingenieros quieren y
están desarticulando; volver al hombre vulnerable y así quede debilitado y cada
vez más empequeñecido, y lógicamente, así quedará como una presa más fácil. Parece
que la intención es generar, buscar, fomentar, crear pueblos, naciones, sociedades
cada vez más desorientados, vulnerables, desarticulados, infelices,
desculturizados, que no piensen por ellos mismos. Y es que, no hay nada más
difícil de controlar que un pueblo, sociedad o nación inteligente, bien
articulado, bien organizado y que piense por ella misma; una sociedad que no
sea borrega, que no sea ni viva como una masa, como un conglomerado. Hoy, gran
parte de la humanidad está “loca”, es decir, fuera de lugar, fuera de sitio.
Por lo tanto, hay que ver la forma, la manera de cómo hacer volver a esa parte
de la humanidad a alinearse con la realidad. ¡Tenemos que recuperar los valores
éticos-morales; tenemos que recuperar nuestra identidad y principios cristianos
en los que fue fundada nuestra cultura occidental; tenemos que recuperar la
soberanía de los pueblos!
Bendiciones.
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