Así es.
Cristo ya había dicho que el que no toma su cruz para seguirle, no es digno de
él. Pues esto lo tiene muy claro la masonería y sus adeptos. La orientación que
va tomando nuestra cultura moderna, nos comprueba que sigue el camino del
hedonismo, la vida fácil y un cierto empeño por eliminar la cruz de Cristo. Una
civilización actual tambaleante por el deterioro gravísimo de sus cimientos. Y
es que una sociedad que no conoce pierde su medida; cuando Dios muere en una
sociedad es el fin de la libertad, porque muere el propósito de la orientación,
desapareciendo la brújula que enseña a distinguir el bien del mal. G.K. Chesterton
dijo: “Cuando se deja de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa”.
Es
mucho lo que se ha escrito sobre este grupo oscuro o secta satánica, diabólica
y luciferina. Es una fuerza contrapuesta y antagónica al cristianismo. Parece que el plan de este grupo es liquidar
al cristianismo y los mandamientos que le dejó Dios. Esta lucha del
cristianismo contra la masonería, la Iglesia Católica la ha tomado muy en
serio, sobre todo hace unos siglos atrás, con el magisterio de algunos
pontífices, como León XIII, con su encíclica Humanum Genus, de 1884;
Clemente XII, Benedicto XIV, Pío VII, León XII; Pío VIII, que dijo: “La
masonería es una secta satánica, que tiene al demonio como su dios. Y su
esencia consiste en la perversión, en la subversión del orden divino y de la
creación y en la transgresión de las leyes dadas por Dios”; también
Gregorio XVI y Pío IX, el Código de Derecho Canónico, etc. Siglo y medio de
condena de esta secta oscura: su único objetivo siempre ha sido la lucha contra
la Iglesia Católica, contra todo lo que representa y custodia. Ya la misma
Congregación para la Doctrina de la Fe, publicó la Declaración Quaessitum
est, de noviembre de 1983, cuando aún era prefecto de ésta el cardenal
Joseph Ratzinger (futuro papa Benedicto XVI), - y bajo el pontificado de san
Juan Pablo II -, donde advirtió que “Los fieles católicos que se inscriban
en asociaciones masónicas están en pecado grave y no pueden recibir la santa
comunión”. Y esta condena sigue vigente hasta el día de hoy.
Es de
resaltar que estas condenas pontificias de la masonería no tienen nada que ver
con asuntos políticos; más bien son condenas que están muy bien fundamentadas
con argumentos teológicos y filosóficos. Pero hay que señalar que en algunas
ocasiones es la misma institución religiosa católica, en la persona de su alta
jerarquía, como es el caso del presidente del Consejo Pontificio para la
Cultura, el cardenal Gianfranco Ravasi que, en 2016 publicó un artículo a favor
del diálogo entre la Iglesia Católica y la masonería: “Tenemos los católicos
en común con los masones, entre otras cosas, el ser creyentes”, dijo el
cardenal en esa ocasión. Aquí recuerdo
las palabras del papa Francisco advirtiéndonos de que “con el diablo no se
dialoga”. Este mismo cardenal presentaba como justificación para este
diálogo el que, entre ambas, - Iglesia Católica y masonería -, existen puntos
de unión. Pareciera que este cardenal habría leído al autor masón Alvin Reuben
Montañez Schilansky, su libro “Albert Pike. El Padre de la Masonería”,
donde escribe lo siguiente: “Albert Pike era un profundo teólogo. Escribió:
Dios es uno, inmutable, inalterable, infinitamente justo y bueno; su luz
superará finalmente toda oscuridad, el bien finalmente vencerá el mal, y la verdad
será vencedora sobre el error… para todo masón hay un Dios -supremo, infinito
en bondad, en sabiduría, en previsión, en justicia y benevolencia. Creador y
conservador de todas las cosas... Albert Pike tenía una confianza
inquebrantable en la bondad de Dios y una fe inquebrantable en la inmortalidad
del alma”. Pero cuidado, porque las
creencias de los masones postulan que existe un conocimiento salvífico que te
lleva a la perfección absoluta. Y que te convierte en un ser autónomo, en un
ser privilegiado que no necesita de ningún salvador. Para ellos su máxima
deidad es el gran arquitecto del universo que no es el Dios de la revelación y
del evangelio. Y es que en ninguna parte de las Constituciones de Anderson se
menciona a Cristo. Su dios es Baphomet, - el dios luciferino -, es el portador
de luz.
Los
adeptos de esta secta luciferina siempre han querido infiltrar a la Iglesia
Católica desde los seminarios ya que ésta ha sido y sigue siendo una especie de
dique de contención para que los postulados de la masonería no lleguen a
imponerse ni dominar el mundo con sus garras asesinas. Existe una lista de
1976, publicada por el periodista italiano Mino Pecorelli -, quien fuera
asesinado en el 1979 de forma misteriosa -, que contiene los nombres de
aproximadamente 124 obispos cardenales y sacerdotes italianos iniciados en la
logia P2, con nombre, seudónimo y fecha de ingreso (a esta lista se puede
acceder en internet). Hay que recordar
que, con la ruptura provocada por Martín Lutero y la Reforma Protestante, donde
sostenía que solamente la “sola escritura” era digna de veneración, pues todo
lo demás del depósito sagrado de la Iglesia era rechazable: desde la tradición
hasta la obra de los santos padres y doctores; desde las declaraciones
dogmáticas hasta el magisterio, sobre todo el primado de Pedro; pues la
masonería hace su propuesta de creencias con el deísmo, sincretismo, panteísmo
y gnosis. Esto es lo que podríamos llamar una religión a la carta, - pero en
apariencia -, para quien se aproxime a ella por primera vez. Este grupo
esotérico, oscuro, luciferino, es un grupo en extremo exigente e intolerante:
amordaza al adversario afectando respetarle mientras se le exige el máximo
respeto. ¿Le suena a alguien el término “corrección política o, lo
políticamente correcto”?
Este
diálogo que el cardenal Ravasi ya había propuesto hace unos años atrás, ha
traído sus consecuencias en lo referente a la doctrina católica. Vemos cómo en
la actualidad muchas o algunas de las enseñanzas doctrinales del catolicismo
han venido suavizándose hasta llegar al punto de hacerlas desaparecer. Pensemos
en el ejemplo de lo que está sucediendo con la Iglesia Católica en Alemania y
su camino sinodal; así como otros países de Europa, Canadá, Estados Unidos de
América, Argentina, Colombia, Brasil.., donde son los obispos (con algunas
excepciones), los que están encabezando este desafío a la Santa Sede y la
doctrina milenaria católica; y lo sucedido con el pasado Sínodo de la Amazonía
y su ritual pagano llevado a cabo en la ciudad del Vaticano a la diosa de la
Pachamama (la madre tierra).
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