Con lo que hemos dicho anteriormente, esto nos lleva al título que hemos
dado a este escrito: Soy católico, pero… Es decir: ¿Qué tipo de catolicismo
estoy viviendo o es el que quiero vivir? ¿Qué clase de católico soy? ¿Vivo un
catolicismo a mi conveniencia o me esfuerzo en vivirlo como debe de ser? ¿Soy
católico, pero sólo voy a misa los domingos, porque leo la Biblia y rezo el
rosario? ¿Soy católico porque me gusta la discoteca, el alcohol, etc.? ¿Es esto
lo que me da mi identidad católica? ¿Soy católico, porque escucho al Papa, a mis obispos, sacerdotes,
pero no les obedezco? ¿Soy católico porque estudié en un colegio o universidad
católica, pero nunca me preocupé por hacer o cumplir con lo que en esas
instituciones académicas me enseñaban en cuanto a mi fe? ¿Soy católico porque
me bautizaron de pequeño, pero no me he interesado por crecer, profundizar y
madurar mi fe bautismal? ¿Soy católico porque me casé por la Iglesia, pero no
me he preocupado ni interesado por fortalecer la gracia matrimonial que recibí
en ese sacramento? ¿Soy católico porque hice la primera comunión, pero nunca me
he preocupado por seguir practicando ni recibiendo la gracia de la comunión?
¿Soy católico, pero sólo voy a misa el viernes santo? Y resulta que el viernes
santo es el único día que no se celebra la misa. Y un sin número de preguntas
más.
Sabemos también de grupos que se
denominan católicos, pero sólo utilizan el nombre de católicos como un título,
y otros no se esfuerzan por poner en práctica la doctrina católica. Tenemos,
por ejemplo, el conocido grupo, -que es más bien una ong proaborto -,
“católicas por el derecho a decidir”: este grupo recibe financiamiento
internacional para su lucha, defensa e imposición del aborto en las
legislaciones de los países. Existe otro grupo llamado “católicas 2.0”, que
promueven, entre otras cosas, la ordenación sacerdotal de las mujeres. Están
los grupos de “católicos progresistas” en los Estados Unidos que promueven el aborto,
la homosexualidad, eutanasia, etc. En fin, son esos católicos que se han dejado
arropar por la visión laicista y han asumido sus postulados, pero se siguen
llamando católicos.
Sabemos también de muchas
personas que se aprovechan de la riqueza de la doctrina católica, su enseñanza
en la educación en colegios y universidades; incluso personas que profesan otra
fe no católica ni cristiana o, incluso atea, ya que tienen un nivel alto y
decente. La pregunta aquí es: ¿Porque están en estas instituciones y aprenden a
citar incluso pasajes bíblicos y se insertan en la catequesis, son católicos?
La respuesta es NO. Todos estos saben muy bien manipular a los demás con el
tema religioso para lograr alcanzar sus propios fines, y no los de Cristo.
Hoy muchos cristianos católicos
viven un cristianismo “bajo en compromiso, acomodado, ligero”. Quitándole al
Evangelio todo aquello que es o pueda ser incómodo para la sociedad. El
arzobispo de Glasgow, Mons. Philip Tartaglia, dijo al respecto: “Los católicos
escoceses están demasiado despreocupados en defender sus creencias. Demasiados
creyentes se han adaptado al mundo secular que los rodea al enfatizar no su
propia fe sino sus propios valores éticos”. Y agregó: “Demasiados creyentes ya
no hablan de que Jesús ganó la salvación por los pecadores, sino en lugar de
eso, le señalan como un ideal moral que los humanos deben esforzarse por
lograr. Nos acomodamos, no nos comprometemos, evitamos los conflictos, incluso
cuando el conflicto es el único camino correcto, somos demasiado vanos, como
diríamos en Escocia”.
¡O estamos con Cristo, o contra
Cristo! ¡O cosechamos con Cristo, o desparramamos! Tenemos que ser verdaderos y
auténticos cristianos. Hemos sido bautizados no para sentirnos hijos de Dios,
sino para vivir como hijos de Dios. ¿Cómo lo logramos? Jesús ya lo dijo: “Todo
el que escuche mis palabras y las ponga en práctica, ese es mi hermano, mi
hermana y mi madre”. También nos dijo: “Ustedes son mis amigos, si hacen lo que
yo les mando”. Tenemos que aprender a vivir como auténticos cristianos en medio
de esta realidad que nos ha tocado vivir. Ser fieles discípulos de Cristo y
fieles miembros de su familia espiritual, la Iglesia. Tener cuidado con los
lobos disfrazados de ovejas que están dentro del rebaño de Cristo para no ser
confundidos ni devorados por estos. Ser amigos de Cristo y no del mundo; servir
a Dios y no al mundo. Escuchar y ser de Cristo es ser verás.