No podemos negar que esta
llegada o aparición del virus covid-19 ha sido inesperada y sorpresiva y que,
como decimos en el buen dominicano, nos agarró fuera de base. La crisis
mundial, - económica, política, social, cultural -, que ha provocado el virus y
en la que ha sumido a la humanidad no tiene parangón en la historia moderna.
Estamos caminando o, más bien, nos está llevando esta crisis a vivir quisa la situación
más difícil que jamás se ha visto en generaciones. Como en una ocasión ya he
dicho: este virus llegó para quedarse y nos tendremos que ir adaptando y sorteando
todo lo que nos pueda traer como sufrimiento debido a las secuelas que durante
años viviremos, además de los cambios que experimentaremos de manera permanente
porque, como ya se ha dicho, la vida nuestra no volverá a ser igual. Se habla
por esto de la vida antes del covid-19 y la vida después del covid-19. Gran
parte de la humanidad se pregunta ¿cuándo volveremos a la normalidad de
nuestras vidas? Ya sabemos que la respuesta es “nunca”. De hecho, desde hace
meses atrás se viene hablando de “nueva normalidad”, término este que no todos
los analistas comparten y más bien dicen que, si hay una nueva normalidad, es
porque nunca ha habido una normalidad; lo normal no es nuevo. También está la
opinión de que este virus o, como otros prefieren llamarla “pandemia”, ha
marcado un punto de inflexión en la trayectoria global; y otros incluso hablan
de una profunda crisis de connotaciones bíblicas. Estas mismas consecuencias
son de magnitudes monumentales que afectan la realidad medioambiental y la
incrementación de la influencia de la tecnología en nuestras vidas.
De los cambios muy marcados que esta
presencia del covid-19 ha provocado tiene que ver cómo este estado de miedo y
pánico en que se le ha sumido a la población, suspendiendo casi toda actividad
y dejándose encerrar en sus casas, - como una especie de cárcel domiciliaria -,
ciertamente no son buenos tiempos para la libertad. Recordemos que sin respeto
a las libertades fundamentales no puede haber democracia. Con respecto al virus
lo cierto es que, desde su aparición hasta el día de hoy, las cosas e
información sobre el mismo no han fluido del todo claras. Siempre ha habido un
manto de oscuridad, dudas y contradicciones que surge desde la misma autoridad
sanitaria, - la Organización Mundial de la Salud y los gobiernos -, puesto que
parece ser que las medidas que se han tomado van más en el plano político y no
de una real y verdadera acción de cuidado de la salud pública. Parece ser que
los gobernantes esperan y quieren que sus gobernados les crean o creamos sin más,
sin cuestionar, sin preguntar, sumisos a sus órdenes y pareceres, no
importándoles que estén llevando o conduciendo a sus países a la ruina
económica, conculcando derechos humanos fundamentales en nombre de su sesgo
ideológico. Podemos hablar sin más de un virus político y económico que puede
ser tanto o más mortal que el biológico. No hay dudas de que, si no toda la humanidad,
pero si gran parte de ella, están o estamos viendo cómo la vida que conocemos y
vivimos se está desmoronando a una velocidad alarmante.
Pues esta llegada del virus covid-19 o pandemia,
nos está encaminando a lo que se ha denominado “El Gran Reinicio” (en inglés
The Great Reset). Este concepto también es acuñado por el fundador del Foro
Económico Mundial (FEM), conocido como el Foro de Davos, el economista Klaus
Schwad. Digo “también”, porque este señor es el precursor de lo que ha llamado y
promovido como “La Cuarta Revolución Industrial”, de la cual ya he hecho
referencia en un artículo anterior. Este Gran Reinicio lo define el FEM como la
cura, la respuesta, la solución a todas las consecuencias sociales, políticas y
económicas derivadas de la pandemia. Por esto he titulado este artículo con esas
palabras y también he argumentado por lo que ya más arriba he dicho. Pero sé
que algunos de los que lean este artículo quizá no sepan o no tengan una idea
de qué se trata esto del Reseteo o reinicio. Pues podemos decirlo de la
siguiente manera. El gran Reinicio es como un guion, un gran proyecto, amparado
en la excusa del covid-19, para hacer una reingeniería social a nivel global.
Aquí juegan un papel fundamental los gigantes tecnológicos como China y los
Estados Unidos, la Unión Europea y otras organizaciones mundiales, en donde
resalta precisamente el FEM. Se está proponiendo una reestructuración del
modelo económico del capitalismo que, - según sus detractores, ha sido un
sistema de depredación -, guiado por la tecnología para así entonces ayudar a preservar
el medio ambiente. Hay que plantear una
solución y parece ser que ésta es implantar el socialismo reinventado y el avance
hacia un gobierno mundial. En su libro “Covid-19:
El Gran Reinicio”, el señor Schwad nos dice que este es un intento de identificar
y arrojar luz sobre los cambios que se avecinan, y de contribuir modestamente a
definir cómo podría ser su forma más deseable y sostenible. Y es que las
pandemias han demostrado siempre ser agentes de cambios duraderos y a menudo
radicales, provocando disturbios y enfrentamientos entre poblaciones y derrotas
militares, pero también impulsando innovación, modificando fronteras nacionales
y, a menudo, allanando el camino a las revoluciones.
Este gran reseteo mundial, que alientan estos
grupos globalistas aprovechando la excusa del covid-19 o pandemia junto a las
medidas de control exageradas, draconianas e inservibles que han aplicado los
gobiernos, fueron resaltadas por la ex presidente de Chile y Comisionada de la
ONU para los Derechos Humanos, la señora Michelle Bachelet; ella destacó el
antes y después que supone el covid-19 para la implementación de una “nueva
era” basada en el principio masónico de la fraternidad, relacionándolo con
la vacuna fijándose un objetivo: “Tenemos que vacunar a todos los seres humanos
de la tierra”. El mismo Bill Gates, el principal financiador de las vacunas
contra el covid-19, ya ha dicho que “no tenemos ninguna opción; la gente
actúa como si tuviese una opción. La normalidad solo regresa cuando hemos
vacunado en gran medida a toda la población mundial”. Pero ¿cuál es el
interés, la obsesión, la insistencia de este señor con el tema de las vacunas?
Por si alguien todavía no lo sabe, pues en una conferencia en Canadá en el 2015
dijo que la tierra está sobrepoblada y con las vacunas se buscará reducir la
población mundial en un 15 %. No puedo negar la repulsa que siento cada vez que
escucho a este señor hablando como todo un experto en lo que respecta a la ciencia
médica, virología, epidemiología y vacunas, cuando ni siquiera se graduó en el
área en la cual ha logrado amasar toda su fortuna. No hay dudas de que este ser
humano odia a la raza humana. Pero sigamos con la señora Bachelet que dijo en
la misma conferencia: “La pandemia del covid-19 nos ha demostrado que el
modelo de sociedad existente construido sobre desigualdades generalizadas no es
sostenible. No podemos volver al día cero, esa es una normalidad mala, que
permitía un mundo tremendamente desigual… Necesitamos un nuevo contrato social
por una nueva era… Para esto contamos con uno de los principios masónicos, la
solidaridad, la fraternidad. Confío en que podamos unirnos y actuar como una
sola humanidad. Porque esto es lo que somos... Cuando partió el covid-19 yo
dije: Ojalá esta pandemia tenga el mismo efecto que la Segunda Guerra Mundial.
El coronavirus tendría que servir para una afirmación de respuestas globales a
problemas como el cambio climático o las migraciones. Tenemos que vacunar a
todos los seres humanos de la tierra, porque mientras uno no esté a salvo,
nadie va a estar a salvo. Y por eso estamos llamando a que la vacuna sea un
bien público universal”. Es decir, que la vacuna sea obligatoria. El
coronavirus no viene a cambiar nada, sino más bien a acelerar un proceso que ya
estaba en marcha desde hace muchos años atrás. Su aparición lo que ha hecho es
intensificar este proceso. La pandemia tiene la capacidad de desencadenar una
crisis transformadora de proporciones anteriormente inimaginables.
Según el pensador y analista político Miklos
Lucas, este es el tiempo menos democrático que vivimos. Los estados no
funcionan en base a los intereses de los ciudadanos, sino en base a los
intereses de estos grupos y organismo supranacionales, todos de corte socialistas
e izquierdistas. El poder político ha sido comprado, privatizado y prostituido
por los metacapitalistas, por estos grandes filántropos que compran a los
políticos, pero ellos mismos no participan en la política, ni hacen campaña
política; ponen a sus lacayos o mecenas en el poder y desde ahí van imponiendo
sus políticas al pueblo. Los Estados serán una especie de vigilantes que estén
pendientes de que las órdenes emanadas de sus amos se cumplan al pie de la
letra en sus territorios.
No hay dudas de que este virus traerá o provocará
unos cambios trascendentales para la humanidad, aunque en estos momentos no los
podamos dilucidar del todo. Estos cambios traerán un nuevo mundo, un nuevo
orden mundial, y la presencia del covid-19 con sus “milagrosas vacunas” son la
gran panacea buscada y elegida para lograr este gran reseteo mundial y lograr
una mayor solidaridad y ser más igualitarios.
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