Por P. Robert A. Brisman P.
Y con todo lo dicho anteriormente, llegamos
al momento actual. Y nos referimos al camino sinodal que la Iglesia Católica en
Alemania viene recorriendo desde el 2019 y que ya está plasmando sus
conclusiones; mismas que son un claro enfrentamiento contra la doctrina
milenaria católica y que se interpreta también como la lucha contra el mismo
Jesús y su evangelio. Por eso es por lo que ya estamos en la confrontación de
la Iglesia y la anti-Iglesia; la confrontación del evangelio y el antievangélico;
de la lucha entre Cristo y el anti-Cristo. Todo lo profetizado ha comenzado a
suceder, y parece ser que se pondrá peor. Estamos viendo la presencia del
inicio de un nuevo cisma en la familia de Cristo, su Iglesia; cisma que
presagia que será peor que el sucedido en 1517 encabezado por Martín Lutero.
Veamos algunos datos. El camino sinodal
alemán inició en diciembre de 2019. Lo que dio origen al mismo fueron los
abusos sexuales cometidos por algunos sacerdotes y religiosos contra menores y
buscarle posibles soluciones. Este camino sinodal alemán se enfrascó en
evaluar, cuestionar y responder a una nueva manera de vivir y proclamar el
mensaje del evangelio; una nueva manera de adaptar el evangelio al mundo;
cuestionando, sobre todo, la moral sexual católica; planteándose nuevas maneras
y métodos sobre este tema y otros, - como son el ejercicio del poder en la
Iglesia, el sacerdocio y el celibato; así como el papel de la mujer en la
Iglesia con la posibilidad de acceder al ministerio sacerdotal - ; para
proponer al hombre actual una nueva forma de vivir su fe y acercarse a Dios y a
la Iglesia; una Iglesia más acorde a los tiempos actuales y no a Cristo; una
Iglesia que se adhiera al mundo separándose de la enseñanza de su fundador y
Señor; una Iglesia que deja de ser luz para el mundo, y se convierte en
cómplice del mundo; una Iglesia que, como Judas, abandona la Luz, para irse a
meter en las tinieblas, en la oscuridad.
Este camino sinodal alemán no sólo involucró
a la jerarquía católica, sino que fue convocado con la participación de todos
los fieles: obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos/as, y laicos. La palabra
sínodo significa “caminar juntos”. Es un medio que la Iglesia católica
tiene para tratar asuntos o temas de índole pastoral, pero no doctrinal. Sin
embargo, esto es lo que ha sucedido con los alemanes, vienen tratando temas
doctrinales y disciplinares para darles una nueva orientación, y en esa
dirección es que están llegando en sus conclusiones.
El papa Francisco, en una carta que le envió
a la iglesia católica alemana en el 2019, decía que “La Iglesia Universal
vive en y de las iglesias particulares, así como las iglesias particulares
viven y florecen en y de la Iglesia Universal, y si se separan de todo el
cuerpo eclesial, se debilitan, se pudren y mueren”. Así, el santo padre
alertaba sobre la tentación de adaptar la Iglesia a la lógica del presente o de
un grupo particular, lo que sería caer en el pecado más grande de mundanidad y
de espíritu mundano antievangélico. El santo padre invitaba así a la evangelización,
que es la misión esencial de la Iglesia y para la cual existe (recordando la
enseñanza del papa san Pablo VI en su Exhortación apostólica Evangelii
Nuntiandi; y que el papa Benedicto XVI habría dicho que la misión de la Iglesia
no es la de gobernar a los pueblos, sino la de evangelizar a los pueblos).
En su carta, el papa francisco también
alertaba sobre la “tentación del padre de la mentira y la división, al
maestro de la separación que, impulsando buscar un aparente bien o respuesta a
una situación determinada, termina fragmentando de hecho el cuerpo del santo
pueblo fiel de Dios”. A esta carta,
los obispos alemanes no hicieron caso.
Por otro lado, también tenemos la
comunicación que enviara a la Iglesia Católica alemana, la Congregación para la
Doctrina de la fe, ahora llamado Dicasterio, sobre la pregunta de impartir la
bendición a las uniones de parejas homosexuales (3/2021). La pregunta fue “¿La
Iglesia dispone del poder para impartir la bendición de uniones a personas del
mismo sexo?” la respuesta tajante fue NO. Argumentaba que “al género de
los sacramentales pertenecen las bendiciones, con las cuales la Iglesia invita
a los hombres a alabar a Dios, los anima a pedir su protección, los exhorta a
hacerse dignos con la santidad de vida, de su misericordia. Ellas, además,
instituidas imitando en cierto modo a los sacramentos, significan siempre unos
efectos, sobre todo de carácter espiritual, pero que se alcanzan gracias a la
impetración de la Iglesia…”, y sigue el documento diciendo que “no es lícito
impartir una bendición a relaciones, o a parejas inclusos estables, que
implican una praxis sexual fuera del matrimonio, (es decir, fuera de la unión
indisoluble de un hombre y una mujer abierta, por sí misma, a la transmisión de
la vida), como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo”. Y
concluye el documento aclarando que esta medida no debe interpretarse como una
discriminación injusta, sino que reclama la verdad del rito litúrgico y de
cuanto corresponde profundamente a la esencia de los sacramentales, tal y como
la Iglesia los entiende.
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