jueves, 23 de enero de 2025

La atención pastoral y espiritual a los feligreses: misa en creole ¿sí o no?

 

Por Pbro. Robert A. Brisman P.

  Hay un dicho popular que reza: “Hay tres temas que al dominicano le gusta hablar, aunque no tenga el más mínimo conocimiento de ellos: la política, la religión y el beisbol”. Y cuando habla de esto, lo hace con una actitud como si fuera todo un experto.

Una de las características de nuestra sociedad dominicana, es que es una sociedad muy politizada. Todo lo ve y lo analiza desde la política, sobre todo, desde la política partidaria. Se puede decir que el dominicano sueña, se desayuna, come y cena con la política. Pareciera como si la política fuera inherente al dominicano; como si viniera en su ADN. Esto, claro que tiene a gran parte de la población en el nivel del hartazgo. Hace unas décadas atrás, la programación de las emisoras de radio solo era de música, noticieros; uno que otro programa educativo, de orientación médica, etc. Pero esto cambió. Comenzaron a incluirse en las programaciones radiales programas de contenido y análisis sociopolíticos, y esto fue en aumento hasta que, en la actualidad, solo existe una que otra estación radial que su programación la dedica solo a la música de diferentes géneros. Pero música al fin.

  Como he dicho más arriba, al ser la nuestra una sociedad muy politizada, pues las demás realidades se comentan, se analizan y se miran desde el ámbito político, y esto incluye la realidad religiosa. La política ha impregnado la cuestión religiosa y esto no ha sido para nada positivo ya que, son dos realidades que cada una tiene su propio terreno. No es que sean antagónicas. Pero sí cada una informa su propio terreno. Se puede decir incluso que hasta se acompañan, se apoyan, pero sin confundirse.

  La Iglesia católica tiene una misión bien clara y definida que le viene dada desde su fundación por el mismo Cristo: la salvación de las almas. Y esto lo busca y logra con la predicación del evangelio de Jesús. La Iglesia es Madre y, como madre, debe preocuparse por todos y cada uno de sus hijos e hijas, no solo en lo espiritual, sino también en las demás realidades que impregnan sus vidas.

  Pero, enfoquémonos en lo espiritual. Es obligación de la Iglesia velar, cuidar, fortalecer y promover el cuidado espiritual de sus hijos e hijas. La vida sacramental en la que se nos comunica la gracia de Dios, - su misma vida -, es fundamental para la vivencia y testimonio de la fe en Cristo, y que nos impulsa al apostolado. El Papa san Juan XXIII, en su encíclica Iglesia: Madre y Maestra, nos dice: “La doctrina de Cristo une la tierra con el cielo, ya que considera al hombre completo, alma y cuerpo, inteligencia y voluntad, y le ordena elevar su mente desde las condiciones transitorias de esta vida terrena hasta las alturas de la vida eterna, donde un día ha de gozar de felicidad y de paz imperecederas” (n 2). Entonces, si la Iglesia no cumple con su misión de cuidar y fortalecer la vida espiritual de sus hijos e hijas, ¿cómo podrá lograr alcanzar esta meta? La Iglesia es universal, su doctrina es universal. Está destinada para atraer a todos los hombres y mujeres, de todos los lugares y tiempos, a Cristo; ofreciéndoles el mensaje del evangelio donde se nos comunica y revela la voluntad de Dios, Creador y Padre nuestro.

  Hace un par de días, con motivo de la celebración de nuestra Señora de la Altagracia, - Protectora del pueblo dominicano -, se celebró en la Basílica una misa en creole. Esto provocó un malestar y comentarios negativos hacia la institución religiosa católica. Se acusó a la Iglesia católica de ser, fomentar y contribuir a la ya crisis de la migración ilegal haitiana. Es decir, por llevar a cabo un acto meramente religioso con una asamblea compuesta por persona haitianas católicas, como lo es la misa, se hizo una acusación política. Se politizó un acto religioso. Hay que tener mucho cuidado para no caer en este tipo de confusiones. Todo católico, sea de donde sea, tiene el derecho a ser y recibir atención, así como acompañamiento espiritual por parte de la Iglesia. ¿Es raro encontrar en comunidades parroquiales el que se ofrezcan servicios religiosos para personas extranjeras que viven en esa demarcación parroquial? Pues no. Aquí en República Dominicana hay varias parroquias donde se ofrecen este tipo de servicios religiosos a extranjeros de diferentes países, entre ellos, los católicos haitianos. En el clero dominicano hay sacerdotes de diferentes nacionalidades que ofrecen servicios religiosos a sus conciudadanos como también lo hacen con los dominicanos.

  Al hacer esto, - atender pastoral y espiritualmente a sus feligreses -, la Iglesia no está violando las leyes migratorias dominicanas, ni fomentando la migración ilegal haitiana, ni de ningún otro país. Lo que está haciendo es cumplir con su rol de atención pastoral y espiritual a esa población del pueblo de Dios. Para entrar a un templo católico, participar en un retiro espiritual, en algún taller de formación cristiana católica, etc., no se necesita ni se exige a los extranjeros carnet de residencia legal, ni se le pregunta a ninguno su estatus migratorio. La basílica de nuestra señora de la Altagracia, como cualquier otro templo católico, no son solo para los dominicanos y extranjeros legales. Es la casa de Dios donde tienen cabida todos sus hijos e hijas. La situación migratoria de los extranjeros es otra cosa que no puede confundirse.

  Por lo tanto, aprendamos a diferenciar estas realidades. La República Dominicana vive una situación difícil en lo que respecta a la migración. Aquí hay muchos extranjeros de diferentes países, que viven de manera ilegal en nuestro territorio, y realizan su vida de lo más tranquilos. Nuestras autoridades aun no tienen ni cuentan con los mecanismos legales, estrategias, equipo humano y tecnológico para aplicarlas y controlar la migración legal e ilegal. Si vienen haciendo esfuerzos para ello y hasta ahora son insuficientes. Y es que hay todo un entramado de corrupción en lo que a ese tema respecta. No hay un registro claro y confiable de los extranjeros que viven en nuestro país y saber su estatus migratorio. Claro que hay extranjeros que están regularizados. La atención pastoral y espiritual de los cristianos no se detiene ante fronteras, ni idioma, ni cultura.

  No nos dejemos confundir por esta situación difícil que nuestro país está viviendo con el tema de la migración ilegal, sobre todo, pero no nada más, de Haití. Hay una realidad en nuestro país con la población haitiana, y la Iglesia, pastoral y espiritualmente hablando, no puede ser indiferente. Ella debe dar atención a esa población. Otra cosa será el que esté fomentando, incentivando, provocando y llamando para que vengan a República Dominicana los extranjeros que quieran violando las leyes migratorias de nuestro país. La Iglesia y los cristianos debemos tener cuidado de no utilizar ni manipular de manera burda, la sagrada escritura para justificar la inmigración. Hay muchos dignatarios eclesiásticos “expertos” y feligreses solidarios en materia migratoria que adoban de citas bíblicas descontextualizadas la migración.

  Pues como ya hemos dicho, no tiene nada de malo ni extraño, ni mucho menos tiene que ver con violación a nuestras leyes migratorias, el que se celebre la misa en cualquier lugar o templo, para una comunidad de fieles católicos de cualquier país en su idioma o dialecto. Esto es tarea de la Iglesia, que es el pueblo de Dios, de atender y acompañar pastoral y espiritualmente a sus hijos e hijas, sin importar de dónde vienen.

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