lunes, 15 de abril de 2013

¿Por qué casarse por la Iglesia?


“La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma” (salmo 19,8).

La oración colecta por los matrimonios del misal romano dice en sus primeros renglones “Dios Todopoderoso, que al crear al género humano, estableciste desde el principio la unión entre el hombre y la mujer…” Como vemos en esta oración, se nos está recordando aquella primera voluntad de Dios con respecto al matrimonio. Ya en el libro del Génesis, en el primer relato de la creación leemos “sean fecundos y multiplíquense, y llenen la tierra y sométanla…” (Gen 1,28); y en el segundo relato de la creación leemos “por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer…” (Gen 2,24). Está claro cuál ha sido la voluntad, -la ley- de Dios desde el principio con respecto al matrimonio y cómo lo estableció, “la unión entre un hombre y una mujer”.

Todo este plan se fue desarrollando a lo largo de todo el Antiguo Testamento tal cual Dios lo estableció desde el principio. Ya entrando al Nuevo Testamento, Cristo vino a perfeccionar esta voluntad de Dios con respecto al matrimonio cuando ratificó este mandato de Dios Padre y además Cristo mismo le añadió un elemento más cuando lo elevó a “sacramento”, es decir, “medio de salvación”: “… ¿No han leído lo que el Creador estableció desde el principio? Los hizo hombre y mujer, y dijo: por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De manera que lo que Dios unió no lo separe el hombre” (Mt 19,4-8). Esta fue la enseñanza que recibió la Iglesia departe de su fundador, Cristo.

Aquí llegamos al punto entonces de que la Iglesia, como depositaria del mensaje del evangelio, no puede cambiar lo que ella no ha inventado. El matrimonio lo inventó Dios y estableció la forma cómo este debía de realizarse; Cristo ratificó esta voluntad del Creador y además lo elevó a sacramento (medio de salvación), y la Iglesia, como depositaria del mensaje del evangelio, es lo que siempre ha transmitido y enseñado y no lo puede cambiar. Aquí está claro que aquellos que propugnan porque la Iglesia católica celebre matrimonios sacramentales de parejas del mismo sexo no es posible ya que, si lo llegara a permitir estaría nada más y nada menos que cambiando y traicionando el plan de Dios y su voluntad. Es cierto que hay otras iglesias que celebran matrimonios de homosexuales, pero eso es un asunto de ellos que han interpretado el evangelio de otra forma y han roto con la tradición eclesial, aplicando sus propios criterios para ello. Las consecuencias de esta medida ya la sabemos.

Ahora, volvemos a nuestra pregunta inicial que da título a este artículo, ¿por qué celebrar el matrimonio por la Iglesia? Celebrar el matrimonio por la Iglesia o como sacramento indudablemente que tiene mucho significado, dependiendo del nivel de conciencia de los contrayentes. Podemos decir, a manera general que, celebrar el matrimonio por la Iglesia o sacramental es darle participación a Dios en tan importante proyecto de vida y felicidad. Es querer o manifestar que Dios desde el principio esté presente en el proyecto matrimonial y familiar de los esposos guiándoles en cada paso en el camino. En el sacramento, como bien sabemos, los esposos reciben una gracia especial para que les ayude y acompañe a lo largo de toda su vida. Esta gracia sacramental no es magia; es más bien la misma vida y fortaleza de Dios que les ofrece a los esposos para que fortalezca la voluntad de ellos para que en el matrimonio puedan vivir las condiciones o exigencias del mismo capacitándolos en su esfuerzo, perseverancia y sacrificio para que vayan así logrando las demás gracias que Dios da. Esta gracia se manifiesta de diferentes maneras en los esposos: fortaleciendo su amor, guardarse mutua fidelidad, apoyarse mutuamente en las buenas y en las malas, aceptación mutua, procreación y educación de los hijos, etc. Esta gracia santificante en los esposos es algo que ellos tienen que ir profundizando y robusteciendo en el día a día.

Es triste ver a tantos matrimonios, principalmente jóvenes, como solo celebran su matrimonio en el templo pero jamás vuelven a la iglesia ni andan el camino de Dios. Uno de los factores para esto por lo común ha sido que el matrimonio sacramental no se asume ni se celebra con la debida preparación, conciencia ni compromiso. Muchas veces no se tiene conciencia de lo que se celebra y por qué se celebra. La idea muchas veces es celebrar el matrimonio por la iglesia porque es más bonito y nada más. Al matrimonio no se va a improvisar. Este estado de vida exige responsabilidad y preparación de conciencia, material y espiritual (en el caso de los creyentes cristianos).

 

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