Esta
frase es del Papa Pablo VI. En una alocución titulada “Resístanles firmes en la
fe”, en la Basílica de San Pedro, el Papa Pablo VI, refiriéndose a la situación
de la Iglesia, dijo: “Tengo la sensación de que por alguna grieta ha entrado
el humo de Satanás en el Templo de Dios. Ahí está la duda, la incertidumbre, la
complejidad de los problemas, la inquietud, la insatisfacción, la
confrontación. Ya no se confía en la Iglesia, se confía en el primer profeta
profano que nos venga a hablar por medio de un periódico o movimiento social, a
fin de correr tras él y preguntarle si tiene la fórmula de la verdadera vida…
Entró la duda en nuestras conciencias y entró por puertas que deberían estar
abiertas a la luz… También en la Iglesia reina esta situación de incertidumbre.
Pensábamos que después del Concilio vendría un día soleado para la historia de
la Iglesia. Vino por el contrario un día lleno de nubes, de tempestad, de
oscuridad, de indagación, de incertidumbre… ¿Cómo ha sucedido esto? El Papa
confía a los presentes un pensamiento suyo: que se ha producido la intervención
de un poder adverso. Su nombre es Satanás, ese ser misterioso que también es
aludido por san Pedro en su Epístola… Creemos que algo preternatural vino al
mundo precisamente para perturbar, para sofocar los frutos del Concilio
Ecuménico y para impedir que la Iglesia prorrumpiera en un himno de alegría por
haber readquirido la plenitud de su conciencia sobre sí misma”. Recordemos
que el Papa Pablo VI es el autor de una de las encíclicas fundamentales del
magisterio de la Iglesia y, a la vez, una de las que más controversias ha
provocado, no sólo fuera de ella, sino también hacia dentro. La encíclica se
llama Humanae Vitae. Y es que el camino de la secularización y la falta de
unidad interna se han vuelto dos grandes problemas para la Iglesia en el mundo
entero.
Ya
antes de su muerte, el santo Pontífice le confiaría a su gran amigo, el
filósofo francés católico Jean Guitton: “Hay una gran turbación en este
momento de la Iglesia y lo que se cuestiona es la fe. Lo que me turba cuando
considero al mundo católico es que dentro del catolicismo parece a veces que
puede dominar un pensamiento de tipo no católico, y puede suceder que este
pensamiento no católico dentro del catolicismo se convierta mañana en el más
fuerte. Pero nunca representará el pensamiento de la Iglesia. Es necesario que
subsista una pequeña grey, por muy pequeña que sea”. Y años después este
filósofo comentaba: “Pablo VI tenía razón. Y hoy nos damos cuenta. Estamos
viviendo una crisis sin precedentes. La Iglesia, es más, la Historia del mundo
nunca ha conocido crisis semejante.. podemos decir que, por primera vez en su
larga historia, la humanidad en su conjunto es a-teológica. No posee de manera
clara, pero diría que tampoco de manera confusa, el sentido de eso que llamamos
el Misterio de Dios” (Revista 30 días #97, pp. 44 y ss.).
Lo
cierto y lo triste a la vez es que, desde hace tiempo atrás, hay fuerzas
ocultas que vienen haciendo un trabajo de infiltración en la Iglesia de Cristo para
quitarle fuerza y peso a la doctrina católica y así corromper el evangelio que
Cristo le entregó a los apóstoles. Es todo un proceso de debilitamiento para
después conducirla a que se alinee con las ideas y criterios del mundo. En
pocas palabras, lo que buscan estas élites mundialistas es instrumentalizar la
institución religiosa para sus fines políticos, silenciando su discurso primero
y cambiarlo después. La activista sindical italiana y miembro del partido
comunista de América, Bella V. Dodd, quien fuera expulsada del mismo en 1949,
escribió su libro titulado “Escuela de Tinieblas” (1954), en el que reveló que
el comunismo era un engaño perpetrado por los financistas para controlar al
hombre común y avanzar hacia la tiranía mundial. Denunció que, en 1930 el
partido comunista infiltró más de 1,100 hombres al sacerdocio con el fin de
destruir a la Iglesia Católica desde dentro. Y, doce años antes del Concilio
Vaticano II, dijo: “En estos momentos se encuentran en los lugares más altos
de la Iglesia.” La intención era debilitar la eficacia de la Iglesia contra
el comunismo. Dijo además que, estos cambios serían tan drásticos, que no se
reconocerá a la Iglesia Católica. Volvió a la fe católica en 1952. Me viene a
la mente recordar la anécdota del emperador francés Napoleón y del cardenal
italiano Ercole Consalvi, cuando el primero, estando en lo más alto de su
gloria, enfurecido le dijo al cardenal: “Voy a destruir tu Iglesia. A lo que
el cardenal le contestó: No, no podrá. En su furia, Napoleón volvió a repetirle:
Voy a destruir tu Iglesia. El cardenal, manteniéndose firme, le volvió a
contestar: ¡No, no podrás, porque ni siquiera nosotros hemos podido hacerlo! Si
miles de ministros infieles y de fieles pecadores no han podido destruirla
desde su interior, ¿cómo cree usted que podrá hacerlo desde afuera?”
Por
otro lado, tenemos al escritor y asesor político estadounidense, de
descendencia japonesa, Francis Fukuyama, autor del libro “El fin de la Historia
y el Último Hombre”. Este escritor afirma que: “El hombre moderno está
sustancialmente satisfecho. Los enemigos a vencer para implantar el Nuevo Orden
Mundial son: la familia natural (el matrimonio como unión permanente y la
moralidad familiar; permiso para el amor libre, confiando la educación de los
hijos al Estado), la patria; la religión, particularmente el cristianismo
católico -, que debe renunciar a creerse “la verdad” y pasar a ser una verdad o
un pensamiento más entre otras y recluirse al ámbito privado.”
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