jueves, 24 de octubre de 2024

La Sociedad dominicana es una vaina…

 

Por P. Robert A. Brisman P.

  Albert Einstein dijo: “La sociedad avanza al ritmo de nuestros pensamientos, por lo que, si quieres cambiar la sociedad, debes cambiar tu forma de pensar”.

  Las sociedades se rigen por un conjunto de normas y leyes que están creadas para ayudar a sus ciudadanos a guiarlos y ayudarles en su convivencia, manteniendo el orden social, proteger los derechos y establecer deberes. Estas normas y leyes no son obstáculos; son más bien una especie de rieles por los cuales debe circular toda sociedad si quiere avanzar en su consolidación. Cuando los ciudadanos violan estas leyes, pues se cae en el desorden y esto altera la convivencia social y comunitaria. Hay quienes dicen o afirman que las sociedades no deberían regirse por leyes y normas. Proclaman una especie de anarquismo: sin normas, sin jerarquía, sin autoridad, sin gobierno. Soy de los que piensa que el que aspira a vivir de esta manera, tendrá que irse a otro planeta a ver si le es posible y de seguro que donde quiera que vaya, será difícil aplicarlo. Somos seres humanos, imperfectos y limitados, y el problema no es el lugar donde vivamos o estemos.

  Nuestra sociedad dominicana, como parte de este conglomerado de sociedades del mundo, pues también tiene sus normas y leyes que rigen nuestra convivencia. El dominicano parece que es un ser complicado de entender y complacer. Nuestra sociedad se caracteriza por muchas cosas que la hacen para unos, especial y, para otros insoportable.

  Se ha dicho de nuestra sociedad que, si pusiéramos en práctica todas las leyes que nos rigen, fuéramos una sociedad organizada, ordenada, disciplinada; que no necesitaríamos crear ni inventar más leyes, sino cumplir las que ya tenemos. De hecho, nuestra sociedad tiene leyes que ni si quiera conocemos; otros han dicho que aquí hay leyes para todo. Bueno, pues parece ser que, ciertamente, el problema nuestro es la no aplicación de nuestras leyes. Nuestras autoridades, presentes y pasadas, nos acostumbraron al desorden, al chanceo, al macuteo, al dejar pasar, al amiguismo, al enllave; nos dieron soga para hacer lo que queramos y cuando nos quieren apretar esa soga, entonces nos quejamos, aun sabiendo que es lo correcto y justo.

  En muchos de los casos somos hasta lo que se ha calificado como una “Sociedad del espectáculo”. Para el dominicano, la sociedad parece que es un espectáculo. Se dice que el dominicano todo se lo goza; los problemas los baila, los bebe, los vuelve chistes…, una comedia. Somos una sociedad que exige unas autoridades que cumplan y hagan cumplir las leyes, pero que al mismo tiempo nos den un chance. Le exigimos a los demás lo que nosotros comúnmente no estamos dispuestos a dar: que sean buenos ciudadanos, disciplinados, obedientes, ordenados, cumplidores de la ley, que paguen los impuestos. Pero a mi no. Nos cuesta practicar la cortesía y la amabilidad; no nos gusta hacer fila y esperar nuestro turno y entonces aplicamos el llamado “tigueraje” metiéndonos adelante del que está en fila; nos quejamos del peligro que es cruzar algunas avenidas por el tránsito, exigimos que construyan un puente peatonal y cuando lo construyen, no lo usamos porque es fatigoso, cansado y pérdida de tiempo subir y bajar los escalones.

  Andamos constantemente acechando a la autoridad para encontrar la oportunidad de violar las normas. Pero cuando hacemos esto en un país desarrollado donde se cumplen las leyes, la pagamos cara. Cuando algún funcionario o ministro se propone hacer cumplir las leyes, vienen las críticas por todos los medios y se oponen a ello, aduciendo que eso es abusivo, fuera de lugar y afecta la economía; que se quiere presentar como una persona preocupada por la sociedad. Es la aplicación del dicho popular “palo si boga y palo si no boga”. Vivimos en una actitud de inconformidad constante. Parece que nos acostumbramos a la queja ¡Qué difícil es la sociedad dominicana!

  Por otro lado, se señala del dominicano que desde que pisa el aeropuerto se transforma. Es decir, se vuelve una persona cumplidora de las leyes, y más cuando llega a un país desarrollado donde esto es así. Estando en esos países anda por la línea o, - como se dice popularmente, anda pianito -, y sabe que si las viola, pues pagará las consecuencias y no puede regatear. No puede aplicar soborno porque eso también es un delito. Pero cuando ese ciudadano dominicano regresa al país, parece que se pone la camisa del desorden al salir del aeropuerto. La expresión común es “llegué a la jungla”. Siempre esperamos y exigimos que sean los otros los que den el primer paso para que las cosas cambien, pero no queremos empezar nosotros mismos a cambiar. El orden entra por casa primero. Queremos que el orden, la disciplina y la obediencia nos caigan del cielo. Y no funciona así.

  Hay otros países latinoamericanos que, a pesar de su subdesarrollo, son más incisivos en la aplicación de sus leyes que nuestro país. Tenemos, por ejemplo, que algunos países latinoamericanos han sometido a la justicia a sus gobernantes por cometer actos de corrupción. Pero aquí en nuestra sociedad dominicana, no pasa nada con los corruptos. Todo lo contario, la justica dominicana parece estar de su parte. Ya lo dijo san Agustín: “Si de los gobiernos quitamos la justicia, ¿en qué se convierten, sino en bandas de ladrones?”

  Nuestra sociedad dominicana es compleja, no hay dudas. Yo siempre he aspirado a que, antes de irme de este mundo, poder ver y vivir con una generación de ciudadanos dominicanos, - incluyendo por supuesto sus autoridades -, que se preocupen y se enfoquen en ser ciudadanos rectos y cumplidores de nuestras leyes y que las apliquen sin miramientos, sin privilegios y sin distinción. Que no hagan de la excepción su norma de vida.

  La sociedad dominicana es una vaina, difícil de entender y complacer. Pero no podemos tirar la toalla. Y tenemos que seguir haciendo lo posible por cambiar nuestra forma de pensar y esto no se logra de la noche a la mañana. Es un camino arduo y constante de buena educación que forme nuestra mente y conciencia. Dijo Aristóteles que “los hombres no han establecido la sociedad solamente para vivir, sino para ser felices”. Pero esta felicidad hay que construirla, edificarla, y la base de ella es la familia, que es el lugar donde las personas aprenden por primera vez los valores que le guían toda su vida (san Juan Pablo II).

miércoles, 23 de octubre de 2024

Elegir el mal menor (y 2)

 

Por P. Robert A. Brisman P.

  Con respecto a los candidatos presidenciales norteamericanos que compiten por la carrera presidencial para llegar a la Casa Blanca, por un lado, tenemos a la candidata por el Partido Demócrata y vicepresidente de los Estados Unidos, la señora Kamala Harris. De esta señora es clara su ideología política y es totalmente contraria a los principios y valores humanos y cristianos. Es una mujer que promociona y defiende todo lo que tiene que ver con la llamada ideología de género e ideología LGTBIQ+: propugna por reestablecer nuevamente a nivel federal el aborto, la eutanasia, el mal llamado cambio de sexo y matrimonio homosexual, la coacción de la libertad religiosa; aboga por quitarle la patria potestad a los padres si se oponen al cambio de sexo de sus hijos; propugna la migración masiva ilegal y darles todos los beneficios a los migrantes ilegales en tiempo récord. Esta candidata no tiene una plataforma clara y objetiva de lo que sería su política económica para rescatar al país de la crisis en la que está sumido; no es capaz de mantener una entrevista donde hable, defienda y proponga de manera clara y convincente su programa de gobierno; al mismo tiempo, sigue siendo partidaria de las guerras en las que está metido el país e iniciar otras más.

  Esta candidata es claramente contraria a la fe cristiana y se burla de esos votantes, aun cuando busca sus votos haciéndose la graciosa, y hay muchos que se han dejado encantar por ella.  Los demócratas son muy dados a proclamar la tolerancia, pero sólo son tolerantes con lo que a ellos les importa. No son tolerantes para nada con la fe cristiana y los cristianos. Exigen a los demás lo que ellos no están dispuestos a dar.

  Por otro lado, tenemos al candidato del Partido Republicano, el expresidente Donald Trump. Que tampoco es perfecto ni un santo, ni una monedita de oro. Pero también sabe sacar provecho político de las oportunidades. Es un empresario exitoso y político, aunque muchos lo catalogan de loco, egocéntrico y misógino. Pero lo cierto es que, ninguna persona que se le señale con estas “virtudes”, no logra ni llega alcanzar a donde este señor ha logrado llegar. También responde a intereses partidarios y grupales. Pero, tampoco deben los votantes estar fijándose en su pelo, en su bravuconería, que habla sin filtro. Lo que sí este hombre hizo en su mandato anterior fue que no llevó a los Estados Unidos a iniciar nuevas guerras; fue artífice de varios tratados de paz entre naciones en conflicto, - y nunca le otorgaron el premio Nobel de la Paz por dichos logros -;  la economía norteamericana tuvo una gran recuperación; altos porcentaje de empleos; reestableció la llamada “Política de ciudad de México”, que es el corte de financiamiento para el aborto fuera de los Estados Unidos; suspendió el financiamiento a la OTAN; suspendió la promoción de la ideología de género dentro y fuera de los Estados Unidos; hizo que las grandes empresas, como las automovilísticas, volvieran a establecerse en el país con incentivos fiscales y esto repercutió en el aumento de empleos y dinamismo de la economía.  Tiene una política dura contra la migración ilegal a su país y protección de sus fronteras. Aunque es de creencia cristiana, no está del todo alineado con la fe cristiana en algunas de sus políticas. Su lema fue “Hacer grande otra vez a América” (movimiento MAGA, por sus siglas en inglés).

  Los votantes estadounidenses y, en entre ellos los católicos y demás cristianos, lo que deben de tener en cuenta es que deben elegir la mejor plataforma política que más le conviene a ese país, no la que le conviene a un grupito ni la que “me hace sentir bien”.

  Llegados a este punto, aquí tenemos que preguntarnos lo siguiente ¿Cuál de estos dos candidatos es el que más conviene a la República Dominicana, de cara a su política internacional? Pues el candidato republicano. Cuando el señor Trump estaba en la Casa Blanca, nuestro país tuvo una especie de respiro en cuanto a ciertas imposiciones políticas emanadas de esa nación, como la no promoción e imposición de la ideología de género y el tema de la migración masiva ilegal haitiana hacia nuestro país y el control de la frontera. Trump es partidario de que las naciones apliquen sus leyes soberanas sobre migración.

  Que quede claro una cosa. Al hacer estos señalamientos de estos candidatos y motivar a los creyentes a tomar en cuenta unas condiciones desde nuestra fe, no pretendo señalar como si quisiera que los Estados Unidos se convirtieran en una especie de iglesia gigante; más bien, es que el cristiano, donde quiera que esté debe de dar testimonio de su fe en Cristo y ser luz en medio de la oscuridad. La fe cristiana no es sólo y nada más para vivirse y practicarse dentro del templo. Es, sobre todo, para testimoniarse en el mundo y así ser luz que ilumina.

  Pues al buen entendedor, pocas palabras. Ahí está el mal menor. En esta recta final de la carrera presidencial estadounidense por la Casa Blanca, el candidato republicano es el que lleva la delantera, por un gran porcentaje que es inalcanzable. Tanto es esto cierto, que se viene diciendo que, si la candidata demócrata ganara las elecciones, seria por medio del fraude electoral.

  Estas elecciones norteamericanas son de gran importancia y trascendencia, no solo para el país del Norte, sino también para el resto del mundo por la influencia que sigue teniendo este gigante en la geopolítica mundial. Cada creyente y votante tiene tela de dónde cortar en estas elecciones presidenciales norteamericanas. Esperemos que el ganador de esta contienda electoral sea el que realmente más le convenga a ese país y también al resto del mundo. 

 

martes, 22 de octubre de 2024

Elegir el mal menor (1)

 Por P. Robert A. Brisman P.

  En su viaje de regreso a Roma, después de haber realizado un viaje pastoral por varios países de Asia, el Papa Francisco, en la rueda de prensa que acostumbra a ofrecer a los medios en el avión, le cuestionaron sobre su opinión acerca de las próximas elecciones presidenciales de los Estados Unidos de Norteamérica, a lo que él respondió con estas palabras: “Los votantes estadounidenses se enfrentan a una opción por el mal menor, en las elecciones presidenciales de noviembre”. El Papa alentó a los católicos, sobre todo, a votar de acuerdo con su propia conciencia.

 Esto es siempre a lo que la Iglesia Católica ha enseñado y motivado a sus feligreses. Pero, sabemos de que esto no siempre se cumple o no lo cumplen muchos católicos. A la hora de ejercer el voto, son muchos los católicos y otros fieles cristianos que lo que menos toman en cuenta es votar de acuerdo con sus convicciones religiosas. Son varias las justificaciones que aducen como que, la religión no debe mezclarse con la política; también aducen que la fe es un asunto del templo y otra cosa es la política en vida cotidiana, y que no deben mezclarse. Es el divorcio entre fe y vida. Esto es totalmente falso, porque si algo nos exige nuestra fe cristiana es dar testimonio de ella en cada una de las realidades en las que desenvolvemos nuestra vida o, impregnar todas nuestras realidades desde nuestra fe en Cristo. Nuestra fe cristiana es un estilo de vida. El Reino de Dios debe impregnar toda nuestra vida. El Reino de Dios no es una ideología.

  Hay otros católicos que ejercen su derecho al voto por un puro sentimentalismo; otros por tradición y costumbre familiar; hay otros que no quieren cargar una especie de frustración o derrota al dar su voto por un candidato y partido perdedor, y dan su voto al candidato y partido que lleva las de ganar, y así se sienten ganadores, aunque dicho candidato y partido no cumplan con las expectativas del votante.

  Sigue diciendo el Papa Francisco con respecto a lo antes dicho: “En la moralidad política, se dice en general que, si no votas, no es bueno, es malo. Tienes que votar, y tienes que elegir el mal menor. ¿Cuál es el mal menor? ¿Esa mujer o ese hombre? No lo sé. Cada uno, en su conciencia, debe pensar y hacer esto”. Hay que recordar que la política es la ciencia de lo posible, no de lo perfecto. No pretendemos jamás buscar, - porque no lo encontraremos -, al candidato perfecto. Lo que tiene uno de sobra, al otro le falta, y viceversa.

  La Iglesia Católica, en su Doctrina Social, siempre se ha preocupado por orientar a su feligresía en el correcto camino para que puedan votar a un candidato y partido político de acuerdo con unos valores y principios cristianos contenidos en la misma Palabra de Dios y Doctrina milenaria católica. Siempre ha proclamado los llamados “Principios No Negociables”, que el Papa Benedicto XVI, en el 2009, insistió en una reunión con los obispos argentinos en Roma, en su visita Ad Limina, diciéndoles: “Los católicos deberán destacar entre sus conciudadanos por el cumplimiento ejemplar de sus deberes cívicos, así como por el ejercicio de las virtudes humanas y cristianas que contribuyen a mejorar las relaciones personales, sociales y laborales. Su compromiso los llevará también a promover de modo especial aquellos valores que son esenciales al bien común de la sociedad, como la paz, la justicia, la solidaridad, el bien de la familia fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, la tutela de la vida humana desde la concepción hasta su muerte natural, y el derecho y obligación de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones morales y religiosas”. Estos Principios No Negociables son la pauta que nunca podrán derogar ni dejar a merced de consenso partidistas en la configuración cristiana de la sociedad.

viernes, 18 de octubre de 2024

El problema de la crisis haitiana para la Rep. Dom. (y 3)

 Por P. Robert A. Brisman P.

  El Papa Benedicto XVI, en su Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado (2011), dijo: “La Iglesia le reconoce a todo hombre en el doble aspecto de la posibilidad de salir del propio país y la posibilidad de entrar en otro, en busca de mejores condiciones de vida. Al mismo tiempo, los Estados tienen el derecho de regular los flujos migratorios y defender sus fronteras, asegurando siempre el respeto debido a la dignidad de toda persona humana. Los inmigrantes, además tienen el deber de integrarse en el país de acogida, respetando sus leyes y la identidad nacional”. Estas palabras no se pueden entender como si al Papa hubiese dicho “vengan todos los que quieran, que aquí los recibimos con los brazos abiertos y les daremos todo cuanto necesiten sin más”.

  El tema migratorio es de índole primeramente política. Es un asunto de soberanía de los estados. No es un tema de doctrina religiosa, como sí lo es el tema del aborto, eutanasia, pena de muerte, etc. Porque estos casos entran en el mandamiento de la ley de Dios del “no matarás”. Nuestra Iglesia Católica sí ha asumido este tema de la migración desde la perspectiva de la dignidad del ser humano. Vela con ello por el cumplimiento y protección de los derechos humanos. Pero no puede ejercer esta enseñanza instando a violar las leyes políticas en materia migratoria de las naciones. Su misión es la orientación moral. 

  No se trata de instar a los extranjeros a que vengan en masa y desorden al país. Pero una vez llegan aquí, sí tiene que velar porque se mantenga y proteja la dignidad humana, pero sin impedir que el estado haga cumplir la ley de manera justa. El Catecismo de la Iglesia Católica, al respecto de este tema dice: “El migrante está obligado a respetar con gratitud el patrimonio material y espiritual del país que lo acoge, a obedecer sus leyes y contribuir a sus cargas” (n 2241). Queda claro en este número que habla de la “obligación” del migrante; no es opcional, no es si quiere, si está de acuerdo, etc.

  Lo anterior dicho, nos plantea la siguiente cuestión: ¿Existe el derecho a migrar? Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, dice que “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado y que tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”. En la práctica, esta legislación internacional, no reconoce este derecho, es decir, entrar en un país procedente de otro. Cada país tiene potestad de decidir quién puede entrar y quién no a su territorio y en qué condiciones. Por eso se le exige a todo extranjero un pasaporte legal para entrar al país. Así como establecer restricciones mediante controles policiales, muros fronterizos, vigilancia con tecnología de punta, y cualquier otra medida que el estado considere.

  Definitivamente, la crisis haitiana sí es un problema para la República Dominicana. Y ante ese problema, no podemos hacernos los ciegos ni desentendidos. Hay que exigir de nuestro gobierno que aplique la ley migratoria con justicia, apegada al cumplimiento y protección de los derechos humanos. Pero sin caer ni dejarse llevar al chantaje, la presión ni la manipulación por intereses de grupos haitianos, organismos internacionales, otros extranjeros y de grupos y personas de nuestro país, que lo hacen por una actitud buenista o de intereses personales. Tenemos que exigirles a los empresarios que, si quieren utilizar la mano obra extranjera, lo hagan apegados en el fiel cumplimiento de las leyes dominicanas en cuanto a la migración y el Código dominicano de trabajo que, establece un 80% de mano de obra dominicana y 20% de mano de obra extranjera cualificada; y así se garantiza también el bienestar del trabajador dominicano. Los derechos humanos no son sólo para los extranjeros. El gobierno dominicano debe y tiene la responsabilidad de garantizar el cumplimiento de los derechos humanos de sus ciudadanos, primeramente. 

  Hay una mafia muy fuerte inmiscuida en este problema que agrava más la crisis y las autoridades tienen el deber de combatirla para su eliminación o reducirla a su mínima expresión. Esta es una corrupción institucional que va en detrimento de la identidad y soberanía nacional, y esto hay que detenerlo y eliminarlo por el bien de nuestra sobrevivencia como nación.

jueves, 17 de octubre de 2024

El problema de la crisis haitiana para la Rep. Dom. (2)

 

Por P. Robert A. Brisman P.

  Tenemos, al mismo tiempo, sectores y personalidades de nuestra sociedad que han llamado a buscar un diálogo con las autoridades haitianas. Pero, tengamos en cuenta que la aplicación de la ley no se dialoga. El que quiera dialogar las propuestas de leyes debe hacerlo en la sala del Congreso Nacional. Una vez aprobadas y promulgadas las leyes, lo que viene es su aplicación sin miramiento. Sabemos que, una de las características de la sociedad haitiana es que no dialogan. Ellos se imponen. Ellos exigen a República Dominicana lo que ellos no están dispuestos a cumplir en reciprocidad. Exigen cumplimiento de los acuerdos internacionales, pero ellos no los cumplen; ejemplo de esto es el tema del desvío del río masacre. Exigen que se les otorgue la nacionalidad dominicana porque dicen que nacieron aquí. Pero no quieren entender que, aunque nacieron aquí, al ser ilegales no cumplen con ese requisito, aun hayan vivido doscientos años en nuestro país. Se ha recordado, hasta la saciedad, que su constitución política establece bien claro que, un hijo de padres haitiano es haitiano sin importar el lugar donde nazca. ¿Por qué entonces ellos no exigen a sus autoridades que les den sus documentos de identidad? Pues es bien claro que no les interesa, porque tienen sus intenciones al exigir aquí en RD lo que les niegan sus autoridades y ellos mismo no quieren. Y es que, al exigir la nacionalidad dominicana, no lo hacen porque se sientan identificados con la cultura dominicana, sino más bien lo hacen como un mecanismo para recuperar, según ellos, el terreno que les pertenece. Por otro lado, los estudiantes haitianos, que estudian gratis en nuestras escuelas, no cantan el himno nacional dominicano; y no se diga de las ofensas a la moral y buenas costumbres que practican muchos de ellos en nuestras calles, como defecar y bañarse desnudos, que no lo hacen porque sean enfermos mentales, sino por costumbre. Esto es parte de lo que otras naciones no quieren vivir en sus países. Por eso, es mejor echarle toda la carga a otro país, y ese se llama República Dominicana. ¡No podemos permitirlo!

  Hemos llegado al colmo, si se quiere, de escuchar a estos grupos y personalidades de sugerir y hasta de exigir que los dominicanos debiéramos aprender a hablar el dialecto del creole, que ni si quiera es una lengua, ni un idioma. Yo pregunto, ¿Y después qué van a exigir que aprendamos y asumamos de ellos: el vudú, el gaga, sus malas costumbres sociales, sus acciones delincuenciales de quemar vivo a la gente, ¿cortarles la cabeza como si fueran cualquier animal? A los dominicanos jamás se nos puede exigir ni pedir tales cosas; no se nos puede pedir ni exigir que aprendamos a hablar el dialecto de los que fueron nuestros opresores y esclavizadores. República Dominicana nunca ha invadido a Haití, ni nos interesa. Si ellos quieren venir a buscar mejores condiciones de vida aquí a nuestro país, pues que se integren a nuestra sociedad, que aprendan ellos nuestro idioma, costumbres, las asuman y respeten, sin perder su identidad.

  Que les quede claro a todos: la crisis haitiana sí es un problema para la República Dominicana, y no podemos jamás descuidarnos de ello y mucho menos actuar con una actitud buenista. La República Dominicana no es un derecho humano para los haitianos ilegales. Todo extranjero que quiera venir a nuestro país tiene que hacerlo cumpliendo nuestras leyes migratorias. República Dominicana no es EEUU, ni España, ni Argentina, ni Chile, ni Guatemala, etc. La realidad migratoria dominicana no tiene ni debe compararse con la de otras naciones. El dominicano que llega a otro país, aunque haya entrado de manera legal, pero al quedarse sin autorización, cae en la ilegalidad y está sujeto a ser apresado, procesado y expulsado de ese país por violar sus leyes migratorias. Cuando un dominicano es deportado a nuestro país, las autoridades dominicanas no reclaman ni protestan al país que lo hace, como tampoco rechaza a sus ciudadanos. Y esto es lo que están haciendo los haitianos con sus ciudadanos, eso es una gran irresponsabilidad e injusticia de su parte. Y es que, empezando por las autoridades haitianas, lo que manifiestan con esas acciones es que no quieren realizar trabajos de reestructuración de desarrollo para su población, buscar oportunidades para reactivar su aparato productivo. Esa clase política haitiana le cuesta ponerse de acuerdo entre ellos mismos y siguen así en esa inestabilidad política y económica, queriendo descargar esa crisis, fomentando y alentando la migración masiva hacia la República Dominicana. Para ellos es más fácil y alentador seguir cargando al sistema de salud, educación y trabajo de sus ciudadanos hacia nuestro país. ¿y como aplican los haitianos sus leyes migratorias? ¿cómo se las han aplicado a muchos ciudadanos dominicanos en su territorio? Y nuestro país nunca ha protestado esas acciones. Pero, cuando se trata de hacerlo a la inversa, entonces se disparan las alarmas del chantaje, la presión y la manipulación y los viajes a los organismos internacionales. Así no. La República Dominicana también debe actuar en consonancia de la aplicación de sus leyes migratorias, con el debido respeto de los derechos humanos, pero sin desmedro de su soberanía.

 

 

miércoles, 16 de octubre de 2024

El problema de la crisis haitiana para la Rep. Dom. (1)

 

Por P. Robert A. Brisman P.

  La República Dominicana está viviendo unos tiempos difíciles en lo que se refiere a la crisis haitiana. Gran parte de esa crisis se ha trasladado para esta parte de la isla, debido a la criminalidad profunda que siempre ha existido en ese pueblo y que, con el auge e incremento de las bandas criminales, se ha profundizado más. Pues gran parte de esa criminalidad ha provocado que una gran cantidad de ciudadanos haitianos se vean en la imperiosa situación de huir de esa realidad para esta parte de la isla, provocado una migración masiva ilegal. En esta situación ha contribuido para la crisis el contubernio de parte de las autoridades, - civiles y militares -, dominicanas, parte del empresariado dominicano, que emplea esta mano de obra barata e ilegal, negándoles sus prestaciones laborales, y el tráfico de indocumentados de parte de ciudadanos dominicanos comunes. La frontera dominico-haitiana se ha convertido, desde hace tiempo, en un gran negocio, y que son muchos los que quieren irse a trabajar para allá para enriquecerse de manera rápida y con impunidad en desmedro de la soberanía nacional.

  Se habla mucho y siempre del tema de los derechos humanos. Pero esto se ha tomado como una excusa para ejercer presión, chantaje y manipulación, primero de parte de las mismas autoridades haitianas y sus ciudadanos, pero también de organismos internacionales que ejercen su presión sobre la República Dominicana, así como también, gran parte de dominicanos, - comunicadores, medios de comunicación, periodistas, políticos, empresarios -, que se suman a los anteriores para pedir, criticar y hasta exigir que no se les toque a estas personas porque se violentan sus derechos humanos. Pero ¿Puede una ilegalidad producir una legalidad? ¿Pueden los extranjeros ilegales, sean haitianos o de otros países, exigir derechos que la constitución dominicana les niega? Pues claro que no.

  La República Dominicana viene experimentando, desde varios frentes, un fuerte ataque a su soberanía en lo que a materia migratoria se refiere. Se le viene señalando a nuestro país que, debido a la aplicación de sus leyes migratorias, está ejerciendo la violación de los derechos humanos de los haitianos en nuestro territorio, así como practicando la xenofobia, la discriminación, y hasta la limpieza étnica, etc. Todo un rosario de epítetos que no son más que mentiras y lo que buscan más bien es arrodillar a nuestro país a que no ejerza su soberano derecho a aplicar sus leyes migratorias como lo hace toda nación soberana.

  Tenemos la situación del recorrido o lobby que viene haciendo su canciller, la Sra. Dupuy. De exigirle al gobierno dominicano que detenga las deportaciones. Pero es que ellos hasta se han enfocado en cerrar las puertas del lado de su frontera para no recibir a sus ciudadanos. Esta diplomática haitiana nunca se ha pronunciado contra las acciones que han ejercido soberanamente otros países con los migrantes haitianos, por ejemplo, el trato que le han dado los EEUU, Bahamas, México, Chile. De igual manera, ha venido haciendo pronunciamientos de este tipo el representante diplomático haitiano ante la OEA. Entonces ¿Quién, en realidad, son los xenófobos, discriminadores y violadores de los derechos humanos de los haitianos? ¡Son los mismos haitianos! La República Dominicana ha hecho y viene aplicando una gran ayuda a los haitianos ilegales en su territorio en lo que, a salud pública, educación y trabajo se refiere. La República Dominicana no se le puede pedir más de lo que viene haciendo por estas personas. No puede echarse encima la solución de la crisis haitiana. La República Dominicana no es la culpable de la crisis haitiana.

  La migración masiva ilegal no es beneficiosa para ninguna nación. Esto lo que trae es crisis social y económica, porque en ella viene también incluida parte de la delincuencia de los vecinos ya que, no hay un control adecuado de reconocimiento. Sabemos que una mayoría de los ciudadanos haitianos carecen de documentos de identidad y aquí en la República Dominicana tenemos el problema o limitación de que, al no tener esas personas sus documentos de identidad, se hace difícil identificarlos.

  Pero es que también desde hace tiempo se viene denunciando las malsanas intenciones de querer fusionar ambas naciones. Esto jamás sucederá, siempre y cuando los dominicanos estemos al tanto de esta treta y poder enfrentarla. Entre la República Dominicana y Haití jamás puede haber unificación. Somos dos naciones totalmente diferentes que lo único que tienen en común es que compartimos una misma isla. Cada uno debe ocuparse de enfrentar y solucionar sus propios problemas en su territorio y establecer algunas medidas que se puedan ejecutar en común, pero sin menoscabo de sus soberanías.

viernes, 4 de octubre de 2024

Nueva Agenda de la ONU: “Pacto del Futuro” o Agenda 2045 (y 5)

 

Por Pbro. Robert A. Brisman P.

  Vayamos a ver lo que dice la acción 13: “Redoblaremos nuestros esfuerzos por construir y mantener sociedades pacíficas, inclusivas y justas y abordar las causas profundas de los conflictos”. Y en su inciso “c” para llevarlo a cabo, leemos: “velar porque el gasto militar no comprometa las inversiones en desarrollo sostenible ni la consolidación de una paz sostenible”. Es decir que, lo que la ONU plantea aquí es nada más y nada menos que el desarme de la población.  En otras palabras, que los países no gasten dinero cuidando sus fronteras ni en sueldos dignos, sino que lo inviertan o gasten en esta agenda propuesta. Pensemos qué significa esta propuesta para la República Dominicana y su frontera porosa con Haití. ¿Qué no entraría por esa frontera porosa o, como muchos la llaman “frontera virtual”, desprotegida? Si de por sí ya entra por nuestra frontera de todo. Lo que propone la ONU con su Pacto del Futuro es un atentado contra el patriotismo, las soberanías. Dicho en otras palabras, abolir las naciones y sus fronteras para convertir el mundo en una aldea global.

  Pues con este nuevo Pacto del Futuro, la ONU lo que nos quiere es seguir encaminando hacia la gobernanza mundial o gobierno mundial, cuya sede es la misma ONU. Lo que quiere la ONU es reemplazar con el ecologismo a la religión verdadera, el cristianismo, mediante una especie de guerra ecológica.

  Tenemos el punto relacionado con las redes sociales y Pacto Digital Mundial, que no es más que el control de censura que quieren ejercer para así coartar la libertad de expresión. De hecho, ya se vienen dando pasos en algunos países, - República Dominicana incluido -, que están proponiendo legislaciones de control de los medios de comunicación, sobre todo el control de las redes sociales como una manera de tener el control absoluto de lo que se pueda decir. Los fundamental de este Pacto Digital es conectar a todas las persona, escuelas y hospitales a internet; hacer que los datos sean más abiertos y accesibles; anclar la cooperación digital en los derechos humanos y el derecho internacional; hacer que el espacio en línea sea seguro para todos, especialmente para los niños; gobernar la inteligencia artificial; establecer estándares globales de gobernanza de datos, etc. Pues todo esto absoluto control de todo y de todos y eliminación de las libertades individuales y las soberanías de los estados; perdida de la intimidad y vigilancia gubernamental sobre la vida cotidiana de los ciudadanos.

  Este Pacto del Futuro, inventado por estos globalistas amos del mundo, no es más que una pura ilusión, una fantasía irrealizable, que lo único que lograra es hacer daño. La ONU no es el mejor ejemplo de progreso y desarrollo para el mundo. Este organismo tiene una mancha muy grande por los escándalos de corrupción en los que se ha visto envuelto: el escándalo del petróleo por alimentos con Irak en 2004. Otro escándalo fueron los abusos sexuales que cometieron sus fuerzas de paz en la República Centroafricana en 2016; así también como sucedió en Haití con la MINUSTAH y su culpa de contagiar con el virus del ébola las aguas de unos de sus pocos ríos que les queda a ese pueblo.

  Aquí tenemos que preguntarnos ¿Quiénes son los que en realidad se benefician de todas estas imposiciones políticas globalistas? Y la respuesta la sabemos. Pues son ellos mismos, los amos del mundo, con sus grandes corporaciones farmacéuticas, tecnológica y bélica, pagadas con los impuestos del pueblo así piden sacrificarse por el bien común. ¡Farsantes y genocidas! Pero recuerden que “No tendremos nada, pero seremos felices”

  Pues he querido aprovechar la ocasión para tratar este tema que está, como se dice popularmente, recién salido del horno; como una manera de ayudar a nuestros lectores a que se interesen por saber hacia dónde es que nos quieren llevar estos grupos de la élite mundial o, también conocidos como globalistas, con sus agendas impositivas para toda la humanidad. Unas agendas que, como ya hemos dicho, no nos han preguntado ni hemos votado por ellas. Estas no son teorías de conspiración. Esto es real y tenemos que escudriñar, profundizar, conocer, proteger y proclamar la verdad, la única verdad si queremos ser libres. No podemos seguir perdiendo el tiempo ni hacernos los desentendidos ante esto que nos ha tocado vivir. Lo que hemos hecho es dar una pincelada de lo que ya se ha empezado a implementar para la humanidad y que afecta a nuestros países, cultura, soberanía, economía, libertades y lo más trascendente del ser humano que es su fe en el Dios único, vivo y verdadero, y de su intención de destruir a la única Iglesia verdadera, la que nos guía a la salvación, ya que en ella están los medios necesarios para conseguirla: los mandamientos de la ley de Dios y los sacramentos que nos comunican la gracia, es decir, la misma vida de Dios.

jueves, 3 de octubre de 2024

Nueva Agenda de la ONU: “Pacto del Futuro” o Agenda 2045 (4)

Por Pbro. Robert A. Brisman P.

  Por ejemplo. En este Pacto del Futuro, en la acción 6, leemos en el enunciado: “Invertiremos en las personas para acabar con la pobreza y reforzar la confianza y la cohesión social”. En el apartado “b” de esta acción se nos dice que “se promoverá la cobertura sanitaria universal. Es decir, se promoverá el acceso a los derechos sexuales y reproductivos”. Pero, en el apartado “e” de la misma acción 6, leemos: “maximizar la contribución positiva de los migrantes al desarrollo sostenible de los países de origen, tránsito, destino y acogida, y reforzar las alianzas internacionales y la cooperación mundial para la migración segura, ordenada y regular, con el fin de abordar de manera integral los factores que propician la migración irregular y garantizar la seguridad, la dignidad y los derechos humanos de todos los migrantes, independientemente de su estatus migratorio”. Traducción: motivar la migración y que las naciones acepten sin más los migrantes que lleguen y les otorguen todos los derechos habidos y por haber en igualdad a los ciudadanos de sus naciones, comenzando por el otorgamiento de la nacionalidad. 

  En este punto, un grave problema para las naciones receptoras es que una gran parte de la migración se ha venido utilizando como arma de infiltración terrorista dentro de esas naciones receptoras, o como forma de atentar contra Occidente a través de la llamada “migración sustitutiva”. Este es el caso de lo que se ha venido dando, sobre todo, con la migración masiva e ilegal haitiana hacia la República Dominicana. Esta estrategia lo que busca es eliminar las soberanías de los estados y la conservación de la cultura, y en este punto principalmente se pone el foco en la eliminación de la religión, sobre todo del cristianismo católico, sustituyéndola por un sincretismo religioso de corte horizontal y ajeno a todo sentido trascendental; o sea, se fomenta la fraternidad humana.

  En estos momentos, se viene discutiendo en el Tribunal Constitucional de nuestro país el propósito de grupos haitianos de que se legalice la práctica del Vudú, aprovechando la anunciada reforma constitucional que viene. Es cierto que nuestra constitución política establece el derecho a la libertad de culto. Pero el ejercicio de este derecho también tiene sus condicionantes. La constitución dominicana del 2015, articulo 45, dice: “Libertad de conciencia y de cultos. El estado garantiza la libertad de conciencia y de cultos con sujeción al orden público y respeto a las buenas costumbres”. Y ya sabemos lo que sucede en la práctica del vudú con los rituales satánicos, de sacrificio de animales y de seres humanos. El vudú es rito satánico.

  En la acción 11 de este Pacto, su encabezado dice: “Protegeremos y promoveremos la cultura y el deporte como componentes integrales del desarrollo sostenible”. Y en el inciso “c” de esta acción, leemos: “promover y apoyar el diálogo intercultural e interreligioso para reforzar la cohesión social y contribuir al desarrollo sostenible”. De entrada, uno se pregunta ¿con qué se come esto? ¿Qué tiene que ver el diálogo intercultural e interreligioso con el deporte? ¿Y eso de que sea sostenible? Aplatanemos esto. La ONU nos está diciendo que tenemos que utilizar el ecologismo para promover y apoyar el diálogo interreligioso que refuerza la cohesión social. Es decir, que se hace necesario entender que todas las religiones tienen algo bueno, algo de verdad, y que, por lo tanto, cada religión tiene que poder dialogar sin imponer sus dogmas, dejar de promover que su Dios es el único verdadero, ya que todas las religiones tienen que estar sometidas a un punto de cohesión superior. O sea, ya no es la cristiandad la que tiene que mantener cohesionada a Occidente, ni el hinduismo a la India, ni el budismo a China, etc. A partir de ahora, todas las religiones estarán cohesionadas por una religión superior que será la “Religión del Desarrollo Sostenible”, o la nueva religión universal del Nuevo Orden Mundial. 

  La ONU nos está encaminando hacia un supermercado de religiones. ¿Les hace ruido aquí aquella afirmación que hiciera el papa Francisco en su reciente viaje por Asia y Oceanía, y que, en un diálogo con jóvenes de diferentes religiones en Singapur, dijera que “todas las religiones son un camino para llegar a Dios”? Me vienen a la mente las palabras del Cardenal Joseph Mercier (1851-1926), que hizo un señalamiento a este respecto de lo que él calificó como la gran blasfemia. Dijo: “Poner la religión de origen divino en el mismo nivel con las religiones inventadas por los hombres, es la blasfemia que atrae los castigos de Dios en la sociedad, mucho más que los pecados de las personas y las familias”. Y no se diga que, esta afirmación del santo padre contradice la enseñanza del mismo Jesús, que dijo que “nadie va al Padre sino es por él”. Sólo en Jesús hay salvación, les guste o no a muchos.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Nueva Agenda de la ONU: “Pacto del Futuro” o Agenda 2045 (3)

 

Por Pbro. Robert A. Brisman P.

  Pues leyéndolos por arriba, todos estos objetivos suenan bonitos y motivantes; porque, claro que estamos de acuerdo en que no haya pobreza, que haya progreso económico, igualdad entre los seres humanos, cuidado del medio ambiente, hambre cero, etc. Pero en realidad eso no es lo que busca esta agenda, sino más bien otra cosa, como lo es el control de la población, la ingesta de carne sintética o de laboratorio y de insectos, la limitación o supresión de las libertades individuales, la abolición de las soberanías de los estados, inmigración ilegal forzada, y otras atrocidades más.

  Con la imposición de estos Objetivos lo que se busca es “crear el hombre masa”, cuya vida carece de proyecto y que va a la deriva. Estos Objetivos se desarrollan por medio de 169 metas. Esto es lo que se conoce como “globalismo”, que es una ideología política que pretende acabar con el Estado-nación para sustituirlo por un gran estado mundial. Entiéndase, un gobierno mundial, cuya sede es la ONU, con sus respectivos ministerios mundiales, algunos de ellos son: la OMS (Organización Mundial de la Salud); OIT (Organización Mundial del Trabajo; FAO (Organización Mundial de Agricultura y Alimentación); OMT (Organización Mundial del Turismo); UNICEF (Fondo de la ONU para la Infancia); ACNUR (Oficina del Alto Comisionado de las ONU para los Refugiados), la CPI (Corte Penal Internacional) PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), y otros más.

  La ONU impone una agenda que no abona a la defensa de la vida desde la concepción, ni a la familia natural e impulsa la ideología de género, el supremacismo feminista, el supremacismo del falso arcoíris y el transhumanismo. Es decir, deja de lado al ser humano como prioridad, poniendo por encima de éste el supremacismo ecoanimalista. La ONU tampoco es humanista, sino ecologista. No pone al ser humano al centro de sus prioridades, sino al planeta.

  Aquí tenemos que mencionar el llamado Nuevo Orden Mundial, que es un nuevo orden político, económico, cultural y religioso.  Estos Objetivos del Desarrollo Sostenible, están pensados para realizarse en un período de quince años. Pero la realidad es que esto ya no les es posible llevarlo a cabo. Por esta razón es que ya se han inventado otra agenda de objetivos que lleva por nombre “Pacto del futuro” o Agenda 2045.

  Este nuevo Pacto son la prolongación o profundización de los anteriores Objetivos del Desarrollo Sostenible. Cito inextenso, las palabras de uno de sus altos ejecutivos dichas en una sesión del Foro Económico Mundial: “Como ya sabemos, el impacto provocado por la actividad humana va en aumento, y está causando toda clase de daños irreversibles y algunos reversibles. Recursos compartidos de los que todos dependemos están siendo puestos en peligro recientemente. Esto incluye aire, suelo, agua… y amenaza nuestra salud y bienestar y la de los ecosistemas de los que somos parte. Estamos, generalmente, de acuerdo en que tenemos que ir hacia las cero emisiones, la seguridad climática y un futuro positivo con la naturaleza. Pero sabemos que eso no será fácil. Vamos a necesitar hacer cambiar los comportamientos de individuos, pero también de industrias, corporaciones y de nuestros gobiernos. Tendremos que hacerlo con una mezcla de: zanahoria y ojala, de no demasiado palos. Actualmente estamos en un debate de cómo conseguirlo. Pero lo más probable es que veamos cómo deben hacerse más intervenciones en la forma de palos en el futuro, ya que las cosas empeorarán si no logramos actuar”.  

  Con estas palabras queda claro que esto no es para nada teoría de conspiración.  Como cristianos que somos, debemos buscar, defender y proponer la verdad. Esto está ya publicado en los documentos oficiales del Organismo Mundial.

  Esta agenda del Pacto del Futuro o agenda 2045, entre sus objetivos, busca reformar el Consejo de Seguridad de la ONU, es decir, aumentarlo a más de cinco países miembros; crear un nuevo pacto digital global, que no es más que el control y censura de los usuarios en las redes sociales, así como el control y acceso de los datos personales de los usuarios, y actualización de la Agenda 2030 con su visión hacia el 2045.

  Esta agenda se firmó en septiembre de 2024. Algunos países la rechazaron, por ejemplo, Rusia, Irán, Nicaragua, por presuntas irregularidades en su procedimiento; también la Argentina, Cuba, Bolivia, Irak, se abstuvieron, así como Brunéi, Chad, El Salvador, Venezuela, Vietnam, y otros países del África. La República Dominicana fue uno de los firmantes. Cabe señalar que, hasta ahora esta agenda del Pacto del Futuro no es vinculante, pero ya veremos qué sucede en el transcurso del tiempo porque, como ya hemos dicho más arriba, estas agendas terminan por imponerlas con presión y chantaje en los países miembros. Un pacto que nos imponen sin que nosotros lo hayamos votado, y ni siquiera nos preguntaron si lo queríamos o no. Así actúan estos globalistas con nosotros y, nuestros gobernantes lo asumen sin más, traicionando y engañando a sus ciudadanos.

martes, 1 de octubre de 2024

Nueva Agenda de la ONU: “Pacto del Futuro” o Agenda 2045 (2)

 

Por Pbro. Robert A. Brisman P.

  Como no quiero hacer kilométrico este escrito, me voy a saltar hasta la década de los 90´s. En esta década se realizaron unas conferencias mundiales muy conocidas por la influencia que tuvieron en el conjunto de las naciones lo que en ellas se trató y concluyó en sus documentos finales. Tenemos, por ejemplo, la Conferencia del Cairo-Egipto en 1994, que se trató sobre Población y Desarrollo de las Naciones, donde se establecieron como objetivo políticas para mejorar la calidad de vida y promover el bienestar de los seres humanos. En esta Conferencia se planteó la afirmación de los derechos sexuales y reproductivos, como base para la salud sexual y reproductiva. Esto es hablar de aborto y de la necesidad de que los países miembros empezaran a legislar en favor de estos “derechos” para legalizarlos en sus constituciones políticas como un derecho humano. Por otro lado, en esta Conferencia también se estableció como derecho humano el ejercicio de una sexualidad libre, sobre todo en las niñas. Ya viene entrando el eufemismo de los nuevos derechos humanos. Y que nos quede claro que, el ejercicio de la sexualidad libre no fomenta la natalidad, sino todo lo contrario. No es lo mismo la “libertad” que la “liberación”.

  Un año después, se realizó otra Conferencia Mundial, pero esta vez fue en Beijín-China. En esta Conferencia, organizada por ONU-mujeres, tuvo un lugar preponderante la mujer. De hecho, así se llamó “Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer”. Aquí se habló de la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres, en todas partes. Aquí entra en escena la ideología de género y sus aristas.

  De aquí nos saltamos al punto de los llamados “Objetivos de Desarrollo del Milenio” u Objetivos del Milenio. Éstos fueron establecidos por la ONU en el año 2000 y tendrían un tiempo de ejecución de quince años. Estos objetivos son ocho: 1) erradicación de la pobreza; 2) educación primaria universal; 3) igualdad entre los géneros y autonomía de la mujer; 4) reducir la mortalidad infantil; 5) mejorar la salud materna; 6) combatir el avance del VIH/sida, paludismo y otras enfermedades; 7) el sustento del medio ambiente, y 8) fomentar una asociación mundial para el desarrollo.

  Estos Objetivos no se llegaron a cumplir de acuerdo con el tiempo establecido por el Organismo Supranacional. Estos objetivos, como los demás que mencionaremos, tienen la particularidad de que han sido establecidos por un grupito de burócratas de la ONU y apoyados por los gobiernos de los países, sin preguntar ni consultar a los ciudadanos de las naciones. Es decir, que estos Objetivos han sido establecidos a manera de imposición para los países miembros. Unos juristas expertos en derecho internacional dicen que no son vinculantes. Pero, la realidad es que de alguna manera este Organismo se las ingenia para obligar a los países miembros a que los establezcan en sus constituciones políticas a base de presiones y chantajes, sobre todo económico, amenazando con torpedear o coartar el acceso a préstamos internacionales para sus programas de desarrollo social. Es una manera de arrodillar a los gobiernos de los países, sobre todo los más pobres y en vía de desarrollo.

  En el año 2015 surgen unos nuevos objetivos. Estos son conocidos como los “Objetivos del Desarrollo Sostenible” o Agenda 2030. Estos fueron adoptados, - más bien impuestos a los gobiernos y países -, para proteger el planeta, luchar contra la pobreza y tratar de erradicarla, con el objetivo de construir un mundo más próspero, justo y sostenible para las futuras generaciones. Todo esto se lee y suena hermoso y loable. Estos Objetivos son diecisiete: 1)  fin de la pobreza; 2) hambre cero; 3) salud y bienestar; 4) educación de calidad; 5) igualdad de género; 6) agua limpia y saneamiento; 7) energía asequible y no contaminante; 8) trabajo decente y crecimiento económico; 9) industria, innovación e infraestructura; 10) reducción de las desigualdades; 11) ciudades y comunidades sostenibles; 12) producción y consumo responsable; 13) acción por el clima; 14) vida submarina: 15) vida de ecosistema terrestre: 16) paz, justicia e instituciones sólidas, y 17) alianzas para lograr los objetivos.