Por P. Robert A. Brisman P.
Tenemos, al mismo tiempo, sectores y
personalidades de nuestra sociedad que han llamado a buscar un diálogo con las
autoridades haitianas. Pero, tengamos en cuenta que la aplicación de la ley no
se dialoga. El que quiera dialogar las propuestas de leyes debe hacerlo en la
sala del Congreso Nacional. Una vez aprobadas y promulgadas las leyes, lo que
viene es su aplicación sin miramiento. Sabemos que, una de las características
de la sociedad haitiana es que no dialogan. Ellos se imponen. Ellos exigen a
República Dominicana lo que ellos no están dispuestos a cumplir en
reciprocidad. Exigen cumplimiento de los acuerdos internacionales, pero ellos
no los cumplen; ejemplo de esto es el tema del desvío del río masacre. Exigen
que se les otorgue la nacionalidad dominicana porque dicen que nacieron aquí.
Pero no quieren entender que, aunque nacieron aquí, al ser ilegales no cumplen
con ese requisito, aun hayan vivido doscientos años en nuestro país. Se ha
recordado, hasta la saciedad, que su constitución política establece bien claro
que, un hijo de padres haitiano es haitiano sin importar el lugar donde nazca.
¿Por qué entonces ellos no exigen a sus autoridades que les den sus documentos
de identidad? Pues es bien claro que no les interesa, porque tienen sus intenciones
al exigir aquí en RD lo que les niegan sus autoridades y ellos mismo no
quieren. Y es que, al exigir la nacionalidad dominicana, no lo hacen porque se
sientan identificados con la cultura dominicana, sino más bien lo hacen como un
mecanismo para recuperar, según ellos, el terreno que les pertenece. Por otro
lado, los estudiantes haitianos, que estudian gratis en nuestras escuelas, no
cantan el himno nacional dominicano; y no se diga de las ofensas a la moral y
buenas costumbres que practican muchos de ellos en nuestras calles, como
defecar y bañarse desnudos, que no lo hacen porque sean enfermos mentales, sino
por costumbre. Esto es parte de lo que otras naciones no quieren vivir en sus
países. Por eso, es mejor echarle toda la carga a otro país, y ese se llama
República Dominicana. ¡No podemos permitirlo!
Hemos llegado al colmo, si se quiere, de
escuchar a estos grupos y personalidades de sugerir y hasta de exigir que los
dominicanos debiéramos aprender a hablar el dialecto del creole, que ni si
quiera es una lengua, ni un idioma. Yo pregunto, ¿Y después qué van a exigir
que aprendamos y asumamos de ellos: el vudú, el gaga, sus malas costumbres
sociales, sus acciones delincuenciales de quemar vivo a la gente, ¿cortarles la
cabeza como si fueran cualquier animal? A los dominicanos jamás se nos puede
exigir ni pedir tales cosas; no se nos puede pedir ni exigir que aprendamos a
hablar el dialecto de los que fueron nuestros opresores y esclavizadores. República
Dominicana nunca ha invadido a Haití, ni nos interesa. Si ellos quieren venir a
buscar mejores condiciones de vida aquí a nuestro país, pues que se integren a
nuestra sociedad, que aprendan ellos nuestro idioma, costumbres, las asuman y
respeten, sin perder su identidad.
Que les quede claro a todos: la crisis
haitiana sí es un problema para la República Dominicana, y no podemos jamás
descuidarnos de ello y mucho menos actuar con una actitud buenista. La
República Dominicana no es un derecho humano para los haitianos ilegales. Todo
extranjero que quiera venir a nuestro país tiene que hacerlo cumpliendo
nuestras leyes migratorias. República Dominicana no es EEUU, ni España, ni
Argentina, ni Chile, ni Guatemala, etc. La realidad migratoria dominicana no
tiene ni debe compararse con la de otras naciones. El dominicano que llega a otro
país, aunque haya entrado de manera legal, pero al quedarse sin autorización, cae
en la ilegalidad y está sujeto a ser apresado, procesado y expulsado de ese
país por violar sus leyes migratorias. Cuando un dominicano es deportado a
nuestro país, las autoridades dominicanas no reclaman ni protestan al país que
lo hace, como tampoco rechaza a sus ciudadanos. Y esto es lo que están haciendo
los haitianos con sus ciudadanos, eso es una gran irresponsabilidad e
injusticia de su parte. Y es que, empezando por las autoridades haitianas, lo
que manifiestan con esas acciones es que no quieren realizar trabajos de
reestructuración de desarrollo para su población, buscar oportunidades para
reactivar su aparato productivo. Esa clase política haitiana le cuesta ponerse
de acuerdo entre ellos mismos y siguen así en esa inestabilidad política y
económica, queriendo descargar esa crisis, fomentando y alentando la migración
masiva hacia la República Dominicana. Para ellos es más fácil y alentador
seguir cargando al sistema de salud, educación y trabajo de sus ciudadanos
hacia nuestro país. ¿y como aplican los haitianos sus leyes migratorias? ¿cómo
se las han aplicado a muchos ciudadanos dominicanos en su territorio? Y nuestro
país nunca ha protestado esas acciones. Pero, cuando se trata de hacerlo a la
inversa, entonces se disparan las alarmas del chantaje, la presión y la
manipulación y los viajes a los organismos internacionales. Así no. La
República Dominicana también debe actuar en consonancia de la aplicación de sus
leyes migratorias, con el debido respeto de los derechos humanos, pero sin
desmedro de su soberanía.
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