Por P. Robert A. Brisman P.
La República Dominicana está viviendo unos
tiempos difíciles en lo que se refiere a la crisis haitiana. Gran parte de esa
crisis se ha trasladado para esta parte de la isla, debido a la criminalidad
profunda que siempre ha existido en ese pueblo y que, con el auge e incremento
de las bandas criminales, se ha profundizado más. Pues gran parte de esa
criminalidad ha provocado que una gran cantidad de ciudadanos haitianos se vean
en la imperiosa situación de huir de esa realidad para esta parte de la isla, provocado
una migración masiva ilegal. En esta situación ha contribuido para la crisis el
contubernio de parte de las autoridades, - civiles y militares -, dominicanas,
parte del empresariado dominicano, que emplea esta mano de obra barata e
ilegal, negándoles sus prestaciones laborales, y el tráfico de indocumentados
de parte de ciudadanos dominicanos comunes. La frontera dominico-haitiana se ha
convertido, desde hace tiempo, en un gran negocio, y que son muchos los que
quieren irse a trabajar para allá para enriquecerse de manera rápida y con
impunidad en desmedro de la soberanía nacional.
Se habla mucho y siempre del tema de los
derechos humanos. Pero esto se ha tomado como una excusa para ejercer presión,
chantaje y manipulación, primero de parte de las mismas autoridades haitianas y
sus ciudadanos, pero también de organismos internacionales que ejercen su
presión sobre la República Dominicana, así como también, gran parte de dominicanos,
- comunicadores, medios de comunicación, periodistas, políticos, empresarios -,
que se suman a los anteriores para pedir, criticar y hasta exigir que no se les
toque a estas personas porque se violentan sus derechos humanos. Pero ¿Puede
una ilegalidad producir una legalidad? ¿Pueden los extranjeros ilegales, sean
haitianos o de otros países, exigir derechos que la constitución dominicana les
niega? Pues claro que no.
La República Dominicana viene experimentando,
desde varios frentes, un fuerte ataque a su soberanía en lo que a materia
migratoria se refiere. Se le viene señalando a nuestro país que, debido a la
aplicación de sus leyes migratorias, está ejerciendo la violación de los
derechos humanos de los haitianos en nuestro territorio, así como practicando
la xenofobia, la discriminación, y hasta la limpieza étnica, etc. Todo un
rosario de epítetos que no son más que mentiras y lo que buscan más bien es
arrodillar a nuestro país a que no ejerza su soberano derecho a aplicar sus
leyes migratorias como lo hace toda nación soberana.
Tenemos la situación del recorrido o lobby
que viene haciendo su canciller, la Sra. Dupuy. De exigirle al gobierno
dominicano que detenga las deportaciones. Pero es que ellos hasta se han
enfocado en cerrar las puertas del lado de su frontera para no recibir a sus
ciudadanos. Esta diplomática haitiana nunca se ha pronunciado contra las
acciones que han ejercido soberanamente otros países con los migrantes
haitianos, por ejemplo, el trato que le han dado los EEUU, Bahamas, México, Chile.
De igual manera, ha venido haciendo pronunciamientos de este tipo el
representante diplomático haitiano ante la OEA. Entonces ¿Quién, en realidad,
son los xenófobos, discriminadores y violadores de los derechos humanos de los
haitianos? ¡Son los mismos haitianos! La República Dominicana ha hecho y viene
aplicando una gran ayuda a los haitianos ilegales en su territorio en lo que, a
salud pública, educación y trabajo se refiere. La República Dominicana no se le
puede pedir más de lo que viene haciendo por estas personas. No puede echarse
encima la solución de la crisis haitiana. La República Dominicana no es la
culpable de la crisis haitiana.
La migración masiva ilegal no es beneficiosa
para ninguna nación. Esto lo que trae es crisis social y económica, porque en
ella viene también incluida parte de la delincuencia de los vecinos ya que, no
hay un control adecuado de reconocimiento. Sabemos que una mayoría de los
ciudadanos haitianos carecen de documentos de identidad y aquí en la República
Dominicana tenemos el problema o limitación de que, al no tener esas personas
sus documentos de identidad, se hace difícil identificarlos.
Pero es que también desde hace tiempo se
viene denunciando las malsanas intenciones de querer fusionar ambas naciones.
Esto jamás sucederá, siempre y cuando los dominicanos estemos al tanto de esta
treta y poder enfrentarla. Entre la República Dominicana y Haití jamás puede
haber unificación. Somos dos naciones totalmente diferentes que lo único que
tienen en común es que compartimos una misma isla. Cada uno debe ocuparse de
enfrentar y solucionar sus propios problemas en su territorio y establecer
algunas medidas que se puedan ejecutar en común, pero sin menoscabo de sus
soberanías.
Gracias por expresar el sentimiento del pueblo dominicano. El clero dominicano debería imitarle. Bendiciones.
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