viernes, 19 de enero de 2018

Rep.Dominicana camino al Etnocidio (y 3)


Parto nuevamente diciendo que, en lo que respecta a la migración, la ley tiene que aplicarse a todos los extranjeros por igual. No se trata de ensañarse sólo con un grupo. Ahora, también soy consciente que en lo que respecta a los migrantes haitianos, son pocas las cosas que podemos decir que tenemos en común en comparación con otros grupos de migrantes. Pero esto no es tampoco un motivo para hacer o cometer injusticias y exigirles orden y respeto a unos, y a otros no. RD y Haití somos dos pueblos muy diferentes; la cultura haitiana es lo que se ha calificado como “cultura depredadora”, sobre todo del medio ambiente: han acabado con la capa vegetal de su nación y desde hace tiempo vienen y depredan la vegetación de la RD; lo único que tenemos en común es que compartimos una misma isla y como tal lo que más nos conviene a ambas naciones es establecer políticas que nos lleven a convivir como buenos vecinos. Pero en este punto ha habido más condescendencia y cooperación de la parte dominicana que de la haitiana. Los haitianos han sabido jugar muy bien al chantaje y al hacerse las víctimas. Esta actitud de víctimas es lo que ya tiene cansados también a las otras naciones que han recibido ciudadanos haitianos y hasta le han exigido a las autoridades haitianas que den una explicación convincente de por qué esto es así si reciben tantas ayudas y la nación no da señales de despegar hacia una franca mejoría de su gente e instituciones. Pero hasta el sol de hoy esta explicación no la han dado.

  Yo veo en el tema de la migración ilegal haitiana una especie de caballo de Troya. Es decir, se está utilizando este asunto para minar la cultura, identidad, valores y principios de la nación dominicana. Los haitianos siempre han dicho que ellos van a volver a tomar lo que les pertenece, refiriéndose al lado dominicano, y no lo harán por medio de las armas, sino más bien por lo que se ha llamado “invasión pacífica”. Los haitianos,- como sucede con los migrantes musulmanes en Europa-, no se integran a la sociedad que llegan o los reciben; ejemplo de esto son los estudiantes dominicanos de descendencia haitiana, que no cantan el himno nacional dominicano porque no se sienten identificados con ello. Llegan al país exigiendo derechos y concesiones, pero no quieren cumplir con los deberes que la sociedad exige a todos.

  Desde el punto de vista religioso, hemos escuchado, sobre todo, al Papa Francisco decir y pedir que se acoja a los migrantes. Pero yo creo que estas palabras e intención del Papa, él no las ha explicado de manera clara, y tampoco los demás las hemos entendido correctamente. Es verdad que la enseñanza evangélica nos habla del acogimiento de los demás, sobre todo del forastero. Pero una cosa es acoger al forastero que llega a mi casa, y otra es decirles a estos que vengan para acá que aquí los vamos a recibir sin más. Tenemos que cuidar y proteger nuestra casa común, -como el mismo Papa Francisco enseña-, que es el planeta Tierra; pero otra cosa es pensar que tenemos ambas naciones una patria común. NO. Esta afirmación, ninguna nación la acepta. A los haitianos hay que ayudarlos, pero en su tierra; no podemos permitir que vengan de fuera a echarnos de nuestras casas por un mal entendimiento del acogimiento del forastero; hacer eso es una insensatez y hasta injusto. El planeta está compuesto por continentes, y estos a su vez por países que son libres y soberanos, y están divididos por fronteras. Cada país tiene sus propias leyes migratorias. Las fronteras existen y los países no renuncian a ellas. Establecer una política de fronteras abiertas es un aniquilamiento que ninguna nación está dispuesta a hacer, y quienes lo han hecho, hoy se están arrepintiendo. Religiosamente hablando, es verdad que una gran población haitiana tiene sus fundamentos cristianos, pero también está la práctica de sincretismo religioso profunda con una fuerte mezcla del vudú, gaga, hechicería, y otros cultos esotéricos; y ahora se suma el crecimiento del islam en territorio haitiano; pero también están las costumbres (vemos a muchos haitianos cómo hacen sus necesidades en plena vía pública), la idiosincrasia, etc.; yo no digo con esto que nosotros seamos mejores que los haitianos; cada nación, cada cultura tiene su valor en sí misma; las artes, la música, el idioma… son totalmente diferente.

  El Etnocidio supone la muerte de la diferencia. Sus partidarios hablan de la diversidad y que si nuestro país se entremezcla con  diversas culturas tendremos una gran diversidad de personas con gran diversidad de personalidades. En RD tenemos diversidad desde siempre: el sureño es diferente al del Cibao y del sur; y así respectivamente. ¿Quiénes son los que deciden esta aniquilación de la diversidad? Pues los políticos, cuando dicen o se oponen a que se hable de estos temas ya que el que lo hace, lo tachan de xenófobo, racista y discriminador, y hasta otras sanciones más.

  No seamos ingenuos. Esto es parte de un plan muy bien orquestado por las élites extranjeras y nacionales. En este problema están metidos gente de ambas naciones y de otros lugares, como organismos internacionales. Ahí tenemos el caso de la CIDH de la ONU con sus presiones. El que quiera ayudar a los haitianos, que lo haga en Haití. No podemos asumir una política de frontera abierta porque sería nuestro suicidio étnico, como lo está haciendo un pastor protestante haitiano en Juana Méndez alentando  a sus feligreses para que vengan en masa y sin cumplir las leyes y defendiendo la unificación de ambas naciones. No podemos ni nos pueden obligar a igualarnos; nosotros no podemos acomodarnos al que venga, sino ellos a nosotros manteniendo cada quien sus costumbres pero sin pretender anular al otro. Es inmoral ayudar a los demás a costa de nuestro suicidio cultural.

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