jueves, 28 de marzo de 2013

Benedicto XVI, ¿Papa emérito u Obispo emérito?


Es mucho lo que se ha debatido sobre cómo es que se le va a llamar a Benedicto XVI, si “Papa emérito u obispo emérito”; si se le seguirá llamando su santidad, etc. Estas fueron de las preguntas que se le dirigieron al encargado de la sala de prensa del Vaticano P. Federico Lombardi en una de las ruedas de prensa que ofreció en los días previos a la celebración del cónclave donde fue elegido el Papa Francisco.

 

Cabe resaltar que se podría decir que el llamar a Benedicto XVI “Papa emérito”, surge de una forma muy poco formal. Esto es a consecuencia de que al Benedicto XVI anunciar su renuncia al ministerio petrino supone crear o definir algunos términos ya que, una situación como esta no había pasado en más de seiscientos años y el Papa que dimitió no se le aplicó ningún nombramiento o título para referirse a él. Todo esto es novedoso: el tener que definir la forma de llamarlo, la forma de vestirse, su función o papel de ahora en adelante, etc.

 

El término “Papa emérito”, según el padre Lombardi, fue sugerido por el secretario personal de Benedicto XVI. En principio fue o es una idea buena; aunque hay que saber que no fue sugerida por ninguna autoridad del Vaticano. Esta es una situación que ni el Derecho Canónico prevé. Hay que tener en cuenta que el actual conjunto de leyes canónicas eclesial es de 1983. Aquí entonces hay que consultar a los más connotados canonistas, uno de los más importantes es el decano de Derecho Canónico de la Universidad Gregoriana P. Girlanda. Este sacerdote señalaba que canónicamente es un error referirse a Benedicto XVI como “Papa emérito”. El explica que desde el punto de vista teológico y canónico no pueden existir dos Papas, por más que el anterior sea llamado “emérito”. Su argumento es que “el pontificado no es un sacramento; el pontificado no imprime carácter”, como sí lo es el orden sacerdotal en sus diferentes grados (obispo, presbítero y diácono); y por lo tanto el que es ordenado en uno de estos tres grados lo será hasta la eternidad.

 

Siendo esto así, el único vicario de Cristo aquí en la tierra es el Papa actual, Francisco. Lo que puede suceder con todo esto es que puede llevar a la confusión a muchas gentes. Seguro es que Benedicto XVI no quiere ni va a competir con esto que acabamos de decir. A Benedicto XVI lo que menos le interesa es entrar en esta discusión superflua; tanto es así, que él mismo se fue al anonimato a seguir rezando a Dios y seguir acompañando a la Iglesia de Cristo por medio de esta vida intensa de oración.

 

Cada Papa es, en su momento, el vicario de Cristo. Benedicto XVI lo fue en su momento; ahora le toca al Papa Francisco. El Papa es la máxima autoridad de la Iglesia católica. Puede sonar un poco drástico la siguiente afirmación, pero Benedicto XVI no tiene ya ningún papel de relevancia dentro en las decisiones de la Iglesia. El ya está retirado. Claro que esto no quiere decir que en momentos o circunstancias especiales se le pueda consultar para algo. Pero cada Papa es autónomo en sus decisiones. El Papa tiene su consejo al cual le pide orientación y opinión en los asuntos eclesiales, que es el Colegio Cardenalicio.

 

A todo lo anterior dicho, el título que sí le corresponde a Benedicto XVI es el de “Obispo emérito de Roma”. Y esto sí que es una novedad  ya que, en más de seiscientos años esta situación no se presentaba en la Iglesia universal ni romana. De ahí que el Papa Francisco hasta ahora se haya dirigido a Benedicto XVI siempre con este título porque es el que le corresponde. Esto no se tiene que tomar ni pensar que es una actitud para disminuir o hacerlo menos o despreciar a Benedicto XVI. Somos testigos del profundo cariño, respeto y lealtad que el Papa Francisco le tributa a su predecesor.

 

Bendiciones.

 

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