Es mucho lo que se ha debatido sobre cómo es que se le va
a llamar a Benedicto XVI, si “Papa emérito u obispo emérito”; si se le seguirá
llamando su santidad, etc. Estas fueron de las preguntas que se le dirigieron
al encargado de la sala de prensa del Vaticano P. Federico Lombardi en una de
las ruedas de prensa que ofreció en los días previos a la celebración del cónclave
donde fue elegido el Papa Francisco.
Cabe resaltar que se podría decir que el llamar a
Benedicto XVI “Papa emérito”, surge de una forma muy poco formal. Esto es a
consecuencia de que al Benedicto XVI anunciar su renuncia al ministerio petrino
supone crear o definir algunos términos ya que, una situación como esta no
había pasado en más de seiscientos años y el Papa que dimitió no se le aplicó
ningún nombramiento o título para referirse a él. Todo esto es novedoso: el
tener que definir la forma de llamarlo, la forma de vestirse, su función o
papel de ahora en adelante, etc.
El término “Papa emérito”, según el padre Lombardi, fue
sugerido por el secretario personal de Benedicto XVI. En principio fue o es una
idea buena; aunque hay que saber que no fue sugerida por ninguna autoridad del
Vaticano. Esta es una situación que ni el Derecho Canónico prevé. Hay que tener
en cuenta que el actual conjunto de leyes canónicas eclesial es de 1983. Aquí entonces
hay que consultar a los más connotados canonistas, uno de los más importantes
es el decano de Derecho Canónico de la Universidad Gregoriana P. Girlanda. Este
sacerdote señalaba que canónicamente es un error referirse a Benedicto XVI como
“Papa emérito”. El explica que desde el punto de vista teológico y canónico no
pueden existir dos Papas, por más que el anterior sea llamado “emérito”. Su
argumento es que “el pontificado no es un sacramento; el pontificado no imprime
carácter”, como sí lo es el orden sacerdotal en sus diferentes grados (obispo,
presbítero y diácono); y por lo tanto el que es ordenado en uno de estos tres
grados lo será hasta la eternidad.
Siendo esto así, el único vicario de Cristo aquí en la
tierra es el Papa actual, Francisco. Lo que puede suceder con todo esto es que
puede llevar a la confusión a muchas gentes. Seguro es que Benedicto XVI no
quiere ni va a competir con esto que acabamos de decir. A Benedicto XVI lo que
menos le interesa es entrar en esta discusión superflua; tanto es así, que él
mismo se fue al anonimato a seguir rezando a Dios y seguir acompañando a la
Iglesia de Cristo por medio de esta vida intensa de oración.
Cada Papa es, en su momento, el vicario de Cristo. Benedicto
XVI lo fue en su momento; ahora le toca al Papa Francisco. El Papa es la máxima
autoridad de la Iglesia católica. Puede sonar un poco drástico la siguiente
afirmación, pero Benedicto XVI no tiene ya ningún papel de relevancia dentro en
las decisiones de la Iglesia. El ya está retirado. Claro que esto no quiere
decir que en momentos o circunstancias especiales se le pueda consultar para
algo. Pero cada Papa es autónomo en sus decisiones. El Papa tiene su consejo al
cual le pide orientación y opinión en los asuntos eclesiales, que es el Colegio
Cardenalicio.
A todo lo anterior dicho, el título que sí le corresponde
a Benedicto XVI es el de “Obispo emérito de Roma”. Y esto sí que es una
novedad ya que, en más de seiscientos
años esta situación no se presentaba en la Iglesia universal ni romana. De ahí
que el Papa Francisco hasta ahora se haya dirigido a Benedicto XVI siempre con
este título porque es el que le corresponde. Esto no se tiene que tomar ni
pensar que es una actitud para disminuir o hacerlo menos o despreciar a Benedicto
XVI. Somos testigos del profundo cariño, respeto y lealtad que el Papa
Francisco le tributa a su predecesor.
Bendiciones.
Muchas gracias por la aclaración.
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