miércoles, 27 de marzo de 2013

la mundanizacion de la Iglesia


 

“…Ustedes están en el mundo, pero no son del mundo”.

Este encabezado puede provocar al lector una serie de interrogantes y hasta sospechas sobre qué es lo que queremos decir con el mismo. Aquí no hay que confundirnos con esa enseñanza de Jesús sobre el papel y misión de su Iglesia en el mundo. Cuando hablamos de “mundanización de la iglesia” nos referimos a cómo están influyendo los criterios del mundo dentro de la Iglesia de Cristo.

 

Ya nos lo dijo el Papa Pablo VI en su encíclica Evangelii Nnuntiandi: “la Iglesia existe para evangelizar”. Y esta misión de la Iglesia, ella no lo ha olvidado. También es cierto que debe de tomar en cuenta los nuevos métodos y medios para llevar a cabo esta evangelización de las gentes; pensemos en los medios de comunicación social, por ejemplo. Esa es una realidad a la que la Iglesia, si quiere que la evangelización sea más efectiva, tiene, -y de hecho lo hace-, que tomar en cuenta para la efectividad de la evangelización. Esa nueva evangelización de la que ya nos hablaba Juan Pablo II.

 

Pero a lo que aquí nos referimos con el título de “mundanización de la iglesia”, son a aquellas actitudes y acciones que muchos cristianos católicos hemos asumido cuando asistimos al templo. Más específicamente, a la forma cómo nos preparamos para asistir a nuestros actos religiosos. Parece ser que nuestros templos han mermado mucho en cuanto a su sentido sagrado. El aspecto sagrado de nuestros templos ya no es el mismo que hace unos años atrás. Basta con que pensemos en como muchos vamos vestidos al templo. Nuestros templos parecen muchas veces más un club social que un templo. A veces parece que asistimos a una pasarela en vez de a un acto religioso, un acto de fe. Hay personas, en su mayoría jóvenes, pero también uno que otro adulto, que asisten al templo con una ropa poco adecuada al lugar y al momento. Claro que aquí no estamos diciendo que hay que asistir con un hábito religioso porque no lo son; pero si es necesario tomar en cuenta a qué es que se va a la iglesia. A la iglesia no se va a modelar ni a presumir nada material. Se va a celebrar la fe; a vivir la fe; practicar la fe; alimentar la fe en Dios; y esto conlleva el asumir ciertas actitudes tanto externas como internas.

 

Otro  elemento que distorsiona mucho nuestra celebración de fe en los templos es el uso del celular. Muchas personas que van a las iglesias parece como si estuvieran en una reunión cualquiera, una conferencia, una tertulia, etc. Es triste ver a tantos jóvenes, principalmente y también a adultos, como se hunden en el uso del celular cuando están en la misa o grupos de oración. Es para mí preocupante que cuando se hace conciencia de este proceder incorrecto, mucha gente se siente ofendida, regañada, y hasta maltratada por la observación que hace el sacerdote. Cuando en realidad lo que se ha hecho es eso, hacer conciencia a los fieles de que le den la importancia que ameritan nuestros actos religiosos. No es verdad que si una persona que va misa está pegada al celular va a tener una conversación íntima y personal con Dios porque, como dice el dicho popular, “se está en todo menos en misa”.  Me da la impresión de que nosotros lo que hemos hecho es llevar el mundo a la iglesia en vez de llevar la iglesia al mundo.

 

Bendiciones.

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