martes, 26 de marzo de 2013

El servidor es un animador

  La animación en el grupo de oración no comprende, ni es, lo principal, es que se desarrolle en un ambiente de gozo, saber armonizar con el recogimiento, el respeto a la palabra y a la presencia de Dios. Se trata de un servicio privilegiado de la unidad del grupo en el Espíritu; el ambiente de paz que favorece la actuación del mismo Espíritu.
  Esta misión no es fácil y por eso, es necesario que los servidores invoquen la asistencia del Espíritu para que conceda la gracia de permitir glorificar a Dios profundamente.
  La animación tiene por objeto formar con los servidores un grupo con un corazón ardiente, encargado de inflamar toda la reunión en el amor y el gozo de Dios. Deben tener una clara visión de la finalidad del grupo de oración reunido en el nombre del Señor.
  Se trata de tener una experiencia comunitaria de Jesús y de convertirla en vida y en irradiación hacia los demás.
  El animador está allí también para velar por la unidad en la diversidad del grupo.
  Quizá el animador caiga en cuenta de que hay un núcleo, relativamente numeroso de personas en la que se advierte cierta pesadez, pereza, desinterés…el animador puede despertarlo, leyendo lenta y repetidamente un pasaje de la Escritura, pero oportuno para el caso.
  La oración, el buen uso de los talentos naturales, la asistencia del Espíritu, ayudará  a discernir el momento de la intervención  del animador para colaborar con el Espíritu que desea suscitarlo.

 
El animador despojado de sí: penetrado en la caridad

Jesús quiere penetrar más y más en nosotros, el gran obstáculo es nuestro “egoísmo”  . En la medida en que no “vaciemos” de nosotros, entrará Él y cenará con nosotros, nos llenará se sí.
  Esta actitud exige una pobreza espiritual, abandonarnos a la voluntad de Dios, estar disponibles  a recibir la oración  de nuestros hermanos.                      

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario