martes, 26 de marzo de 2013

¿Que Papa es el que vamos a elegir?

  Ha llegado el día. Ya ha comenzado el cónclave en la ciudad del Vaticano. Este es el día que todos los católicos, de manera especial, y también, por qué no decirlo, el resto del mundo esperaba: el inicio del cónclave para elegir al sucesor del apóstol Pedro. No deja de ser un acontecimiento la elección del Papa por todo lo que ello implica. La atención de todos los católicos y del mundo está centrada en la ciudad del Vaticano mirando hacia la chimenea de donde saldrá el tan esperado humo blanco que nos anunciará que ya tenemos Papa y esperar con ansiedad su salida al balcón para recibir su primera bendición apostólica a la ciudad de Roma y al mundo.

  Pero aquí hay un detalle que es bueno resaltar. Esta elección, - si es cierto que nos atañe de manera especial a todos los católicos-, no es menos cierto que hay muchos católicos que no se sienten interpelados por la misma. Es cierto que la elección del Papa le toca a los 115 cardenales menores de ochenta años, pero recordemos que ellos no están actuando en nombre propio, sino en nombre de toda la Iglesia universal. Los cardenales no van a elegir a su superior mayor, sino que en ellos recae la responsabilidad de elegir al líder espiritual de casi 1,200 millones de católicos de todo el mundo. Por lo tanto, si semanas atrás se nos pedía que oráramos por los cardenales para que el Espíritu Santo les ilumine , ahora tenemos que intensificar más la oración para que el mismo Espíritu Santo se manifieste grandemente en los cardenales y nos presenten al Papa que la Iglesia de Cristo necesita. A partir de hoy, los cardenales estarán en la capilla Sixtina reunidos a puertas cerradas juntos a la virgen madre de Cristo esperando la manifestación del Espíritu Santo que de seguro se posará sobre cada uno de ellos y así les inspirará quién ha de ser el elegido para tan gran empresa de guiar la barca del apóstol Pedro, en un mundo tan convulsionado y cuyo capitán es el mismo Señor.

  Recordemos que a partir de hoy los cardenales se reúnen a puertas cerradas no para elegir a un presidente de un país (el Vaticano), sino para elegir al líder espiritual de todos los católicos del mundo y como añadidura a ese tan gran ministerio se le suma el que será el obispo de la ciudad de Roma y también el jefe del estado del Vaticano. Pero su primera y principal misión es la de “pastor universal” y como tal deberá emplearse a fondo para ejercer ese ministerio con dignidad  y humildad.

  Nuestros cardenales supieron, - en todos estos días previos al inicio del cónclave,- mantenerse al margen de todas esas discusiones superfluas y comentarios vacíos con respecto a su papel de electores. Se pasaron toda una semana estudiando, dialogando sobre los retos y problemas que presenta el mundo de hoy a la Iglesia, tanto hacia fuera y también hacia dentro. Fueron días de intensa oración y recogimiento espiritual porque ellos mismos saben que la Iglesia no es suya sino de Cristo.

  No podemos olvidar que estos últimos 50 años el Señor nos ha dado pastores que han sabido asumir con dignidad y humildad el ministerio a ellos encomendados. Recordemos al Papa Juan XXII, a quien se le llamó “el Papa bueno”; Pablo VI que llevó a la Iglesia a confrontarse con ella misma con su famosa frase “Iglesia, qué dices de ti misma”; un Juan Pablo I, que fue “el Papa de la sonrisa”; un Juan Pablo II, que fue conocido como “el Papa viajero”; nuestro querido y amado Benedicto XVI, “el Papa de la verdad”. Todos estos pastores, además de ser papas, tenían en común también de que fueron hombres de Cristo, santos, humildes, sencillos, hombres de oración profunda, de celo apostólico, que supieron tomar el timón de la barca de la Iglesia confiados al Señor; hombres de profunda fe en Cristo.

  Mis queridos hermanos y hermanas, intensifiquemos nuestras oraciones a partir de hoy por nuestros cardenales. Nosotros, al igual que los cardenales que manifiestan juramento de total y absoluta obediencia al Papa, también debemos jurar esa obediencia absoluta al nuevo pontífice, a nuestro pastor universal. Nosotros somos la Iglesia. En palabras de Benedicto XVI, “somos el verdadero rostro de la Iglesia”. Esforcémonos porque ese rostro no se desfigure, y así seamos esa luz para un mundo, una humanidad que cada día más se aleja y aparta al Señor de su camino.

 Bendiciones.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario