El Papa hizo referencia a las lecturas leídas
en la misa y dijo que hay una palabra común que las une, esa es “movimiento”.
La Iglesia siempre está en movimiento; no podemos quedarnos estáticos, fijos,
parados. Si nos quedamos quietos corremos el riesgo de caer y acomodarnos y entonces
será más difícil el levantarnos. Estar en movimiento implica también
“renovación”. La Iglesia tiene que irse renovando; pero esta renovación no es
como el mundo quiere que sea, sino como el Espíritu Santo manifieste, ilumine,
inspire. Toda renovación viene inspirada por el Espíritu. No es una renovación
según “nuestros criterios” o según lo que nosotros entendamos. Esta renovación
no hay que entenderla como “ruptura” con el evangelio ni con la tradición
eclesial de tantos siglos. De hacerlo así, tendríamos una Iglesia cualquiera
menos la de Jesucristo. La Iglesia no puede traicionar su esencia.
La segunda palabra a la que el Papa hizo
referencia fue la de “camino”. Tenemos que seguir caminando. Es de todos
conocido el estribillo de la canción del famoso cantautor español Joan Manuel
Serrat “caminante no hay camino, se hace
camino al andar”. Aunque en el caso de la Iglesia sabemos que tenemos un camino
marcado ya por el mismo Cristo; la Iglesia no está haciendo un camino o
inventando un nuevo camino. La Iglesia tiene desde el principio el camino
marcado por su fundador. “Cristo es el camino, la verdad y la vida”. Tenemos
que seguir recorriendo ese camino sabiendo de que nos implica esfuerzo,
perseverancia y sacrificio; un camino que no es todo él color de rosa o
cubierto completamente por verdes pastos. En el camino vamos sintiendo
cansancio, fatiga; a esto apuestan los enemigos de la Iglesia, a que sus
miembros nos dejemos arropar por el cansancio y no queramos seguir avanzando. Pero
ese camino no lo recorremos solos; Cristo va con nosotros, a nuestro lado; fue
su promesa “estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt
28,20).
La tercera palabra fue “construir, edificar”.
La Iglesia no está terminada. Se va construyendo, se va realizando en el
tiempo. Tuvo su inicio hace más de dos mil años y todavía sigue en
construcción. Nosotros somos los obreros de tan grande empresa y Cristo es el
arquitecto, es la piedra angular; la piedra que muchos han rechazado y siguen
rechazando. Los cimientos de la Iglesia es la misma persona y palabra de
Cristo, “..el que escucha mis palabras y las pone en práctica es como el hombre
prudente que edifica su casa sobre roca…” Esa es la base sobre la cual se construye
la Iglesia, nuestra vida, nuestras familias, etc.
La cuarta palabra es “testimonio”. Todo esto
no sirve de nada si no damos testimonio de Cristo. Para poder testimoniar a
Cristo tenemos que cargar con la cruz tal y como el mismo Cristo nos lo dijo y
nos dio testimonio. “Si la Iglesia no da testimonio de Cristo no pasará de ser
una ONG piadosa,” -dijo el Papa-.
No hay duda de que nuestro pastor universal
sigue dándonos muestras de por dónde es que quiere conducir la Iglesia de
Cristo. Ya nos ha empezado a marcar con claridad cual sigue siendo el reto que
nos presenta el mundo en la actualidad. Tenemos que hacer de la Iglesia de
Cristo un verdadero camino de santidad, de fraternidad, de comunión y de
salvación. Mostrarle al mundo la alegría y el gozo que nos da el sabernos y
experimentarnos como los verdaderos hijos e hijas de Dios.
Bendiciones.
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